martes, 22 de diciembre de 2020

Polonia y Hungría: nacionalismo y dictadura

 

 


Hungría y Polonia son desde hace años un dolor de cabeza para la Unión Europea debido al surgimiento de dirigentes populistas dedicados a socavar la democracia en pleno corazón del viejo continente. Ambos países tenían paralizadas  las negociaciones para aprobar tanto los presupuestos europeos para los próximos siete años como el Fondo de Recuperación de 750 mil millones de euros destinado a paliar los efectos de la pandemia del Covid en todos los países miembros. Esta actitud se debía a una disputa en torno al llamado  Mecanismo de Protección del Estado de Derecho, un instrumento el cual permite a la UE, en casos excepcionales, congelar los fondos comunitarios a los países cuyos gobiernos violen el Estado de derecho o los valores comunitarios democráticos. Este instrumento es considerado como una amenaza directa por los gobiernos populistas húngaro y polaco. La negociaciones, finalmente se destrabaron, pero quedó una nueva constancia de las enormes dificultades de Europa con esta pareja de socios díscolos.

¿Cómo estos dos países ex comunistas cayeron en su actual deriva autoritaria cuando, inclusive, sus líderes actuales, Jaroslaw Kaczynski en Polonia y Viktor Orbán en Hungría, combatieron tenazmente contra los regímenes totalitarios impuestos en sus respectivos países por la URSS tras la Segunda Guerra Mundial? Muchos analistas apuntan a la necesidad de Hungría y Polonia de reivindicar sus identidades nacionales y fortalecer su soberanía, minusvaloradas por mucho tiempo por los imperios austrohúngaro, ruso y soviético. Justifican los líderes nacionalistas el nuevo autoritarismo con la presunta necesidad de “proteger” a sus ciudadanos de posibles “nuevas colonizaciones” y señalan a Europa occidental como la posible nueva potencia hegemónica. Por ello se han dedicado a endurecer las legislaciones nacionales con medidas cada vez más restrictivas contra la libertad de prensa, opinión y educación y se han dedicado a debilitar la división de poderes, Actualmente Hungría y Polonia viven una democracia Iliberal donde si bien es cierto se celebran elecciones periódicas y la Constitución formalmente consagra un régimen democrático, los gobiernos recortan libertades a sus ciudadanos, acosan a la oposición y establecen una vigilancia cada vez más rígida en los renglones social, cultural y educativo con el pretexto de las amenazas a la integridad territorial e identitaria nacionales.

Sin embargo, desde hace un par de años hay visos de cambio. algunos sectores de la sociedad en el mundo de la cultura y la educación han comenzado a organizarse y han adoptado estrategias de resistencia parecidas a las asumidas por los disidentes en los tiempos de la lucha anticomunista, las cuales aun se conservan en el imaginario colectivo, tales como la desobediencia civil y resistencia pacífica. Estas movilizaciones de protesta son fundamentalmente de carácter urbano, en contraposición a los ámbitos rurales, más conservadores y fieles a los gobiernos popular-nacionalistas.


Pedro Arturo Aguirre

Hombres Fuertes  23/XII/20

 

Los coletazos finales de Trump

 



El hombre fuerte de Marruecos es su rey, Mohammed VI, y no solo porque ostenta lo corona. La Constitución del país le reconoce “su misión divina y personalidad inviolable y sagrada” y le otorga tanto la suprema autoridad religiosa como extensas prerrogativas políticas, muy superiores a las de los monarcas parlamentarios europeos, y aunque una reforma efectuada a la Carta Magna durante la Primavera Árabe significó una reducción en los poderes de la Casa Real en beneficio del primer ministro, en los últimos años Su Majestad ha sabido recuperar e incluso incrementar su tradicional autoridad.

Con Mohamed VI (rey desde 1999) inició un proceso de modernización. En dos décadas el país registró un considerable crecimiento económico, las infraestructuras se modernizaron, la deuda externa se redujo y se verificó una exitosa liberalización de las telecomunicaciones. Pero el progreso se ha ralentizado desde 2011y sectores importantes de la población siguen rezagados. El Índice de Desarrollo Humano es bajo, muchas regiones del país siguen desamparadas, un tercio de los marroquíes es analfabeto y poco se ha hecho para reformar las administraciones pública y de justicia.

En lo concerniente a los derechos humanos la situación es precaria. Cierto, se ha liberado a algunos presos políticos, hay menos desapariciones forzadas, Marruecos firmó la convención internacional contra la tortura y se adoptó un nuevo código familiar con nuevos derechos para las mujeres, restringiendo la poligamia y facilitando el divorcio. Pero en la práctica las violaciones siguen siendo constantes y se aún ve remota una genuina equidad de género.

El tema de la violación a los derechos humanos es particularmente grave en el Sahara Occidental, ocupado militarmente por Marruecos desde 1975. La ONU ha declarado ilegal esa ocupación y  considera a esta región un "territorio no autónomo", en proceso de descolonización y en espera de un referéndum de autonomía, el cual nunca llega. La situación saharaui es desesperada, sobre todo la de los más de 170 mil refugiados asentados en la zona de Tindouf, en territorio de Argelia. Estados Unidos había apoyado desde el inicio del conflicto la postura de la ONU. Ya no. A Donald Trump su inmenso (y herido) ego le exige acrecentar en la mayor medida posible su “legado” presidencial. Por eso a pocas semanas de abandonar la Casa Blanca ha decidido dar un “coletazo” internacional. La semana anunció su apoyo a las ilegales ambiciones territoriales de Marruecos a cambio de su reanudación relaciones diplomáticas con Israel.

La actitud representa un severo golpe para las aspiraciones del pueblo saharaui y al derecho internacional. Tocará a Biden decidir si mantiene esta actitud, la revierte a riesgo de descarrilar la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, o mantener el compromiso pero imponiendo condiciones a los países implicados.

Pedro Arturo Aguirre

publicado en Hombres Fuertes 16/XII/20

¿Rumbo a la guerra civil?

 



 Donald Trump, arquetipo del narcisista maligno, dejará la Casa Blanca desplegando una actitud asaz egoísta y destructiva. Intenta dejar a su sucesor un campo minado y deteriorar a ultranza las instituciones del país. La idea es hacer Estados Unidos ingobernable. Es una transición de tipo “neroniana”, con el psicópata emperador tocando la lira mientras arde Roma. Sin embargo, para algunos optimistas los rumores sobre la muerte de la democracia estadounidense son prematuros. A final de cuentas, Trump perdió, nos dicen. Pero los eventos post elección son síntomas inequívocos de una grave enfermedad. Hay ingentes tensiones entre lo urbano y lo rural, blancos y negros, elitistas y “pueblo”, cosmopolitas y nacionalistas. Y, sí, hay un riesgo significativo de violencia.

En Estados Unidos la gente está armada hasta los dientes y las ventas de armas se han disparado en los últimos meses. Aunque nadie augura una guerra civil abierta, sí puede intensificarse una especie de “conflicto civil de baja intensidad” el cual ya está presente y podría prolongarse durante años con  ciberataques, campañas de difamación, divulgación de teorías conspirativas aun más absurdas, desobediencia civil, agresiones racistas y de toda índole de violencias, incluso asesinatos selectivos.

Millones de republicanos “de base” creen a pie juntillas en la teoría del fraude electoral de Trump, aunque su cruzada judicial contra los comicios es todo un esperpento. El torpe equipo legal del presidente ha perdido en todas y cada una de las demandas presentadas en los estados donde el resultado electoral fue reñido. Pese a ello, el presidente saliente ha recaudado más de 200 millones de dólares a favor de un comité destinado a  favorecer sus actividades pospresidenciales. Trump aparece como el claro favorito para ser el candidato presidencial republicano en el 2014. Claro está, sus infinitos problemas legales podría acabar con sus aspiraciones futuras: las deudas de su grupo empresarial, temas de obstrucción a la justicia, fraude fiscal, financiación ilegal de campaña. Sin duda va a procurar perdonarse a él mismo y a su familia, pero no será posible hacerlo tratándose de delitos como fraude fiscal y bancario. De ahí parte de su obsesión (aparte de su narcisismo) por desplegar esta violenta y atrabiliaria cruzada contra el “fraude”. Claro, sería delicioso verlo procesado y condenado por todas sus tropelías, aunque no se descarta un exilio vergonzante, como ha sucedido con tantos dictadores y presidentes corruptos de por aquí y por allá.

Los retos para Biden son hercúleos. Mucho le ayuda su pragmatismo. Carecer de una visión política fija le servirá para tratar de cuadrar el muy difícil círculo de encontrar suficientes republicanos dispuestos a cooperar en su programa de gobierno y en iniciar una reforma estructural de las lastimadas instituciones. Quizá sea demasiado peso para sus envejecidos hombros.

Pedro Arturo Aguirre

Publicado en Hombres Fuertes 9/XII/20

El Calígula de Bangkok

 




Desde que ascendió al trono de Tailandia en 2016, el excéntrico rey de Maha Vajiralongkorn (Rama X) pretende reimplantar la monarquía absoluta. Ha asumido el mando efectivo de las fuerzas armadas, tomado el control personal de las propiedades de la corona y sus intervenciones en política son cada vez más frecuentes y arbitrarias. Como consecuencia, desde el verano de este año -y a pesar de la pandemia- han estallado multitudinarias protestas exigiendo el fin de los abusos de Su Majestad.

La monarquía absoluta terminó en 1932 para dar paso a un sistema formalmente democrático, aunque sumamente inestable. Desde entonces Tailandia ha sufrido doce golpes de Estado, redactado veinte constituciones y el ejército se ha erigido en el árbitro final de la política. El rey Bhumibol (Rama IX, padre del actual rey) gozó del cariño del pueblo porque siempre supo manutenerse respetuoso de su papel constitucional, pero Maha Vajiralongkorn tiene todos los rasgos de un decadente emperador romano. Obliga a sus colaboradores a arrastrase en su presencia, manda afeitar las cabezas de los cortesanos desobedientes y nombró a su perrito caniche Foo Foo “mariscal del aire”. Para enfrentar al Covid decidió encerrarse en un lujoso castillo en Baviera con una veintena de concubinas.

Este nuevo Calígula ha tenido cuatro esposas. Los divorcios con las tres primeras fueron asaz escandalosos. Pocos meses después de su cuarto matrimonio elevó a una concubina a la condición de "noble consorte real". Es la primera mujer en tener este título desde la implantación en Tailandia de la monarquía constitucional. Dicha mujer cayó de la gracia poco después de su elevación y desapareció de la vista pública por varios meses, pero en septiembre fue reinstalada y declarada "no contaminada".

La deriva autoritaria en Tailandia no empezó con el rey “bala perdida” actual. En 2014 un golpe de Estado (uno más) reimpuso la ley marcial y disolvió al movimiento Futuro Adelante, el cual enarbolaba un discurso antimilitarista. Pero desde la llegada de al trono la tendencia es a una concentración de poder en manos del monarca. Este año la gota derramó en el vaso. Estallaron las protestas. El 14 de octubre miles de manifestantes marcharon frente a la Casa de Gobierno. Esa noche el gobierno decretó el Estado de emergencia, prohibió las reuniones de más de cuatro personas y censuro la información sobre temas "dañinos a la seguridad nacional". Advirtió a los manifestantes sobre la vigencia de una ley de delitos “lesa majestad” por la cual quienes insulten a la monarquía pueden ser procesados y condenados a penas de hasta quince años de prisión. Pero lejos de menguar, el movimiento crece y ahora incluye la remanda de una Constitución democrática, el fin  del régimen militar y una reforma a la monarquía.

Pedro Arturo Aguirre 

publicado en Hombres Fuertes 2/XII/20

Evo: La Sombra del Caudillo

 




Hace unos días tomó posesión de la presidencia de Bolivia Luis Arce, artífice de las reformas que llevaron al despegue económico del país andino durante los años del gobierno de Evo Morales. Durante sus años de gestión como ministro de Economía se incrementaron las reservas internacionales, se amplió la clase media y se registraron tasas de crecimiento sin precedentes, pero no se cumplió con la promesa de diversificar la economía nacional. Hoy, Bolivia sigue dependiendo en extremo de la explotación, muchas veces abusiva, de las materias primas.

Arce logró una apabullante victoria en las urnas en buena medida gracias a la notable incompetencia del Gobierno de transición encabezado por Jeanine Áñez, quien aplicó torpes medidas enfocadas tratar de revertir las políticas de Evo Morales, reprimió de forma salvaje manifestaciones en su contra y gestionó de forma catastrófica la pandemia del coronavirus.

La postulación de Arce como candidato del Movimiento al Socialismo (MAS)  tuvo sus dificultades. El nuevo presidente es un académico de clase media, no un militante de las organizaciones sindicales y campesinas las cuales conforman gran parte de las bases del MAS. Logró ser candidato exclusivamente gracias a la insistencia de su mentor, Evo Morales. Es decir, sus bases reales de sustentación y autonomía política son cuestionables. Esto es grave porque los retos de Arce como presidente son ingentes. Recibirá una economía muy castigada por la crisis del coronavirus y una sociedad gravemente polarizada. Bolivia se enfrenta a su peor recesión desde los años ochenta y la situación actual es muy diferente a la experimentada por el país en los buenos tiempos, cuando los precios de las materias primas estaban por las nubes. La pandemia ha reducido el comercio de las materias primas a nivel global, perjudicando mucho a los países productores. Asimismo, la oposición boliviana se ha fortalecido, sobre todo un sector de extrema derecha encabezado por el empresario Luis Fernando Camacho. El nuevo presidente deberá procurar un gobierno menos confrontacionista para ampliar su base social y calmar los ánimos en el país.

Pero ello se ve difícil. El principal reto de Arce será lidiar con la sombra del caudillo. La megalomanía de Evo Morales es grande, se siente un “líder indispensable elegido por la historia”. Según el nuevo presidente, Evo se mantendrá al margen del gobierno, pero tal cosa es imposible de creer. Véase si no: Morales adelantó su regreso a Bolivia y organizó para ello una marcha triunfal de tres días con una caravana formada por más de 800 vehículos la cual recorrió más de mil kilómetros desde la frontera con Argentina (donde lo despidió el presidente Alberto Fernández) hasta Chimoré, enclave cocalero en Cochabamba donde los recibieron unas 100 mil personas ¡Ni Napoleón tras su regreso de Elba!

Pedro Arturo Aguirre

Columna Hombres Fuertes publicada 18/XI/20