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domingo, 2 de octubre de 2016

El Debate de la Sinrazón




De cara a la tan inusual elección presidencial estadounidense de 2016 es pertinente recordarlo: las decisiones humanas son, en gran medida, irracionales y la política no es la excepción. Rara vez votamos a un candidato como resultado de un proceso razonado, minucioso, en el que sopesamos factores de fondo como ideas, propuestas, experiencia y carácter. Las más de las veces nos dejamos llevar por las filias y las fobias, las pasiones y los prejuicios. Siempre ha sido, pero esta campaña podría pasar a la historia electoral del mundo como la apoteosis de la sinrazón.

En el pasado debate presidencial vimos la versión más fiel de Donald Trump: incoherente, impreparado, inmaduro y mentiroso. Ni siquiera le ayudo su supuesto gran manejo mediático. De plano falló en la prueba de comportarse con un mínimo de talante “presidenciable”, que en realidad era lo único que sus estrategas pedían de él.  Hillary demostró experiencia, sensatez y profesionalismo, pero robótica como siempre ha sido careció de pasión. Le falto dar un golpe irónico a las peroratas de su absurdo rival. “Presumir reiteradamente de tener carácter, como tú lo haces Donald, es precisamente el principal síntoma de la gente que no tiene carácter”, pudo haberle dicho al republicano, por ejemplo, ya por no hablar de lo que se pudo hacer para devastar esa tontería de la “estamina”. Ganadora Hillary, pero sin noquear, lo que no basta para garantizar el triunfo de la demócrata en noviembre.

Actualmente no basta con mostrar mayor competencia y sensatez. Quizá contemplamos en el mundo la llegada de una nueva era de la sinrazón. Por doquier aparece con ahínco la irracionalidad de demagogos y populistas. Tomar una decisión es un proceso complicado, y que si bien para ello la razón es lo más efectivo, el corazón tiene razones que la razón no conoce, como dijo Pascal. Dice la neurociencia que lo irracional es algo tan necesario al ser humano para centrarse y orientarse en el mundo como pueda serlo la misma conciencia racional Las emociones más elementales detentan una potestad sobre la razón muchas más veces de lo que nos imaginamos. Y en política, como lo escribió Manuel García Pelayo, se necesita en este tiempo crítico “recoger y analizar las manifestaciones irracionales como una parte válida del quehacer político y no descartarlas como una simple desviación del paradigma racional-legal”. Por eso hay que analizar y tratar de entender las razones de los que votan a Trumpo, el Brexit o el Peje en lugar de descartarlos alegremente desde la torre de la soberbia intelectual.

Tanta irracionalidad provoca perplejidad. ¿A qué se debe el triunfo del odio en política? La política de lo irracional ha encontrado en Donald Trump a su avatar más emblemático: un gran payaso que en medio de estridencias y con un discurso llano y elemental promete acabar con todos los problemas. Nunca entra en los molestos detalles de explicar los “cómo”, porque hablar de cifras, análisis y hechos es parte del juego de los tramposos políticos. A más razonamiento, más desconfianza. Así soplan los tiempos.

Comenta la mayor parte de los expertos en esto de las campañas electorales que los debates muy rara vez son decisivos en el resultado de una elección. Habrá que ver si en esta ocasión tan particular se produce una excepción a esta regla, pero en este ambiente político tan corrosivo que padece Estados Unidos la iracundia tiene más atractivo que la experiencia. Quizá a Trump no le baste con una mayoría de electores blancos poco educados, pero Hillary necesita ganar terreno no solo entre las minorías, las mujeres y los blancos educados, sino entre los jóvenes que votan por primera o segunda vez, los llamados “millenials”, que se ven tentados a no votar o hacerlo por terceras opciones. La candidata demócrata tiene poco tiempo para hacerlo. De fracasar, prepárese el planeta a ingresar de lleno en una oscura etapa de sinrazón e incertidumbre



*Publicado en la Tribuna de Milenio  28 de septiembre 2016

miércoles, 22 de junio de 2016

La Ruleta Rusa de David Cameron




“Bueno, primero iba a votar por salir, como castigo a David Cameron, pero después vino Boris Johnson* a hacer campaña por el Brexit y, bueno, entiéndeme, no soporto su corte de pelo. Es por eso que voy a votar por que el Reino Unido se quede en la UE”.
La anécdota la cuenta Richard Dawkins en el último número de la revista Prospect e ilustra perfectamente bien la frivolidad con la que mucha gente toma el tema de la permanencia o abandono del Reino Unido en la Unión Europea, el cual tiene repercusiones para la humanidad entera. La salida del Reino Unido sería desastrosa para la economía mundial y no solo para los británicos. Según informa el desesperado gobierno de Cameron, entre otras calamidades el Brexit costaría unos 130,000 millones en los próximos cuatro años, se registrarían recortes del gasto público social hasta por 3,000 millones de euros y el otrora gran imperio se vería aislado en la escena internacional. Ahora bien, si tal hecatombe supone para el Reino Unido abandonar la UE, ¿Para qué diablos el referéndum? Se trata de una de las decisiones electoreras más irresponsables de la historia. David Cameron decidió incluirlo en la plataforma electoral del Partido Conservador en la última campaña electoral supuestamente para frenar el auge del partido antieuropeo UKIP, una camarilla de malandrines xenófobos que aparecía demasiado alto en las encuestas, y Cameron no quiso arriesgar. A final de cuentas el actual primer ministro ganó en las urnas, pero la ligera promesita del referéndum hace hoy de ese triunfo una victoria pírrica.
Los referéndums son muy peligrosos. Las campañas rumbo a ellos se prestan mucho más para la demagogia y la manipulación que en el caso de las elecciones normales (y ya es mucho decir). También que dan lugar a una "tiranía de la mayoría", la cual margina de toda posibilidad de representación política a los grupos minoritarios (el famoso “juego de suma cero”).  Los referéndums fuerzan una elección binaria y excluyente entre dos opciones, lo que simplifica el debate de forma considerable. Por eso De Gaulle tenía razón cuando dio que en un referéndum los electores rara vez contestan lo que se les preguntan. En el caso del Brexit, es obvio que mucha gente votará por salir de la UE como protesta contra Cameron, rechazo a la globalización y sus injusticias o bufa nostalgia de la Inglaterra imperial. ¡Queremos que nos devuelvan nuestro país! Claman los demagogos del Brexit, quienes han esgrimido como principal arma el odio a los inmigrantes.  Porque en referéndum hay un ingente componente de frustración y furia, tal como sucede en Estados Unidos con Trump, en Francia con Le Pen, en España con Podemos y un muy largo etcétera. Millones de electores desesperados que siguen cualquier cosa que les ofrezca esperanza, la promesa de que las cosas “van a volver ser como antes”. La eterna convocatoria a los instintos, la futilidad del voluntarismo mágico que pretende lograr lo imposible: un país de nuevo poderoso, sin crisis, con beneficios sociales amplios para todos los nacionales, plenamente soberano y limpio de inmigrantes. Eso sí, la campaña del Brexit omite datos como que, por ejemplo, la fuerza laboral de los trabajadores inmigrantes contribuyó con más de 25,000 millones de euros (más del 6% del total) a la economía del Reino Unido en la última década, según un estudio del University College London.
Y no solo es la ultraderecha. El líder laborista Jeremy Corbyn, oficialmente favorable de la permanencia del Reino Unido en la UE, ha realizado una campaña timorata y ambivalente. Se trata de un izquierdista de la vieja escuela (las viejas ideas de la “nueva” izquierda) que en su oportunidad votó en contra de la integración de su país a la entonces Comunidad Económica Europea. De corazón, Corbyn sigue pensando que la Unión Europea es una “gran conjura del capitalismo”. Además de que apuesta a una dimisión inminente de Cameron si triunfa el Brexit, lo que obligaría a elecciones generales anticipadas. Otro gran irresponsable este Corbyn, como Cameron. ¡Vaya con la frivolidad y pequeñez de miras de los actuales líderes en la nación de Disraelí, Palmerston, Churchill y Gladstone!
La campaña se ha visto sacudida de último momento por el cobarde asesinato de la diputada europeísta Jo Cox a manos de un extremista de ultraderecha que al comparecer ante el juez exclamó: “Muerte a los traidores, Gran Bretaña primero”. Quizá este aberrante acto cambie la tendencia en favor de la permanencia, aunque previamente parecía el Brexit contar con una apreciable ventaja. Como sea, habrá ganado, como en tantas otras partes, el discurso pueril del odio, del nacionalismo ramplón y del echarle la culpa a los demás. La racionalidad en política va a la deriva en pleno siglo XXI.


*Boris Johnson, el oportunista ex alcalde de Londres, uno de los jefes de la campaña del Brexit.

martes, 12 de agosto de 2014

Fundamentalismo Religioso, Enemigo de la Humanidad


 
El drama que padece el pueblo palestino en Gaza tiene, en mi opinión, un principal responsable y ese es el fundamentalismo religioso, tanto el judío como el musulmán. Todo este terror, sufrimiento y muerte son consecuencia de dos sociedades teocráticamente enfrentadas por culpa  de sus intransigentes gobernantes. Una guerra, como tantas, de cadáveres sin nombre, de cifras que sirven para reprochar al adversario en los medios, de niños usados como escudos en el colmo de la vesania y la estupidez. Hamas utiliza las muertes perpetradas por el ejército israelí como propaganda y el gobierno de Israel se escuda en las acciones de agresión de Hamas para pretender justificar crímenes infames. Ninguno de los dos bandos quiere un acuerdo, ambos se retro alimentan de forma criminal y se necesitan para acreditar la insensatez de su violencia y locura.

En el fondo de todo este odio está el fundamentalismo religioso, el cual ha cobrado una importancia política inusitada y notoria en ambas partes durante los últimos años. Ha sido cuando las facciones más moderadas y laicas de uno y otro lado han iniciado acercamientos para solucionar sus conflictos que han verificado los pocos avances y las exiguas ocasiones en las que se acariciado la posibilidad de la paz. Pero los duros siempre se han terminado por imponer. Hoy Israel y Hamas protagonizan, una vez más, una situación inicua que avergüenza al mundo entero.

El fundamentalismo es incapaz de aportar un acuerdo de paz porque su visión descansa en el dogmatismo y sus fallidas interpretaciones del mundo fundadas en prejuicios y suposiciones que jamás se cuestionan o razonan. Esta ausencia de crítica nunca acepta la discusión, prefiere postular un maniqueísmo incapaz de contemplar la posibilidad de matices y que considera la realidad en términos absolutos, por eso odia a la diferencia y desprecia a todo lo que escapa a las rígidas etiquetas preconcebidas. El fundamentalismo religioso es, en pleno siglo XXI, uno de los principales enemigos de la humanidad. Guerras, genocidios, totalitarismos, terrorismo, supresión de la  libertad y de la vida, todos estos han sido los frutos podridos de idearios irracionales, religiosos y políticos que no saben respetar otros criterios más allá de propios y consideran como enemigos a eliminar a quienes no los siguen. El fanatismo religioso se modula alrededor de la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y de anular el sentido del conocimiento y la búsqueda de la verdad. Solo es capaz de ofrecer la pretensión de una verdad única, inmutable, alejándose del proceso natural de la vida, la cual es variable y diversa.

Es paradójico que en pleno siglo XXI exista un peligroso auge del fundamentalismo religioso que amenaza los valores democráticos y los derechos humanos en buena parte del mundo. Hoy se masacra a la población civil Gaza, pero también se perpetra todo un genocidio en las zonas dominadas por ISIS en Iraq contra las minorías religiosas y en decenas de naciones africanas y asiáticas se ejerce la bárbara práctica de la ablación femenina. Aún en esta época de la revolución digital se lapida a las mujeres supuestamente infieles, se ejecuta a los apóstatas y a los homosexuales, se queman los libros sagrados del adversario y se asesina en nombre de un ser supremo. En su carta fundacional, Hamás afirma que "el Islam es el único fin y medio", y añade que Palestina es un estado islámico "confiado a todas las generaciones musulmanas hasta el día del Juicio Final...No hay solución a la cuestión palestina sino por medio de la yihad". Por todo esto Hamás no reconoce la legitimidad del Estado de Israel, ni acepta la resolución de la ONU de 1947 en la que se estableció la partición de Palestina en dos estados, y sus líderes han calificado en reiteradas ocasiones los diálogos entre árabes e israelíes como una "pérdida de tiempo". Pero el fundamentalismo de ninguna manera es privativo del islam. El fundamentalismo judío se ha hecho fuerte políticamente a través de varios partidos ultra religiosos  pujantes tras la decadencia del bipartidismo Laborismo/Likud que dominó el panorama israelí desde la fundación del Estado judío en 1948 hasta finales de los años noventa. Los partidos ultras son organizaciones abiertamente racistas y muchas de sus expresiones son consideradas “criminales” en el mundo civilizado, como la de la fanática diputada, Ayelet Shaked, del partido Hogar Judío, quien llamó a asesinar a todas las madres palestinas debido a que daban a luz y criarán a “pequeñas serpientes”. El racismo de los ultras en Israel se está extendiendo cada vez más entre los sectores más influyentes de la jerarquía religiosa. No hace mucho Ovadia Yosef, ex rabino jefe de Israel y líder espiritual del Shas, importante partido político religioso, declaro que “Los gentiles (goyim) nacieron sólo para servirnos”. Y para explicar por qué Dios permitió que los gentiles vivieran muchos años, dijo: “Imagina que tu burro se muriera, perderías tus ingresos. El burro es tu siervo, por eso los gentiles tienen una larga vida, para trabajar mucho tiempo para el judío”. Hace unos meses dos rabinos cercanos a los partidos ultras, Yosef Elitzur y Yitzhak Shapira, que dirigen un influyente seminario en el asentamiento cisjordano de Yitzhar, publicaron un repugnante documento llamado La Torá del Rey, una guía racista que deja muy chiquita a Mi Lucha y que explica las formas cómo deben tratar los judíos a los no-judíos. Entre otras vesanías, este adefesio dice: “Los judíos están por encima de la naturaleza, la cual consta de cinco categorías de entes: inanimados, vegetales, animales, hablantes (o no-judíos, considerados meros animales que hablan) y los superiores judíos”. Así se las gastan estas organizaciones fascistoides que abogan por mantener la ocupación a ultranza de todos los territorios ocupados bajo una base religiosa del pueblo elegido de Dios.

Fue el fundamentalismo el que hizo fracasar la posibilidad de paz que ofreció, como posibilidad púnica y quizá irrepetible, el diálogo que llevaron  a cabo el entonces premier israelí Ehud Barak y el líder palestino Yasir Arafat bajo el patrocinio de Bill Clinton. El acuerdo de ninguna manera era perfecto, pero establecía la creación de un Estado palestino reconocido por Israel y por todo el mundo dentro de unas fronteras en Gaza y Cisjordania que se aproximaban a las que existían antes de la guerra de 1967. Israel llegó a ofrecer retirarse del 91% de Cisjordania y del 100% de Gaza, aunque los espinosos temas de Jerusalén y los refugiados quedaban al margen y se partía Cisjordania en dos zonas donde Israel conservaba el control del mar Muerto y de dos franjas al norte y sur del río Jordán. Incompleto en muchos sentidos el trato, cierto, pero de haber tenido éxito este acuerdo los palestinos tendrían una entidad estatal reconocida internacionalmente, miembro de pleno derecho de la ONU, un paso gigantes para poder tener posibilidades reales de desarrollo. Las razones reales del fracaso fueron las religiosas. Los israelíes no aceptaron la soberanía palestina sobre la explanada de las Mezquitas en el monte del Templo. Tal pretensión fue será inmediatamente interpretada por los fundamentalistas de Hamas como la proyecto “malévolo” de construir una sinagoga sobre la explanada de las mezquitas. Absurdo, pero así fue. Desde entonces los fundamentalistas se han hecho fuertes en ambos bandos. Catorce años después del fracaso de Camp David ríos de sangre siguen corriendo y el final de esta locura se ve muy, muy lejano.

jueves, 27 de marzo de 2014

El G8 menos Rusia


 
La participación de Rusia como miembro del G8 ha sido suspendida como consecuencia de la invasión a Crimea. En realidad la membresía rusa al que alguna vez fue conocido como el “club del poder” fue una anomalía desde el principio y a nadie debe sorprender ahora este divorcio, pero debe preocuparnos que Rusia quede aislada de esta manera. ¡Pobre Yeltsin! se pasó años negociando con las potencias capitalistas su entrada a tan prestigiado y exclusivo círculo de potencias sólo para que se lo escatimaran groseramente año tras año. Durante los noventas se hizo famoso el término del “G7+1”, que denotaba claramente una cierta discriminación hacía el gigante ruso y su etílico presidente, al que dejaban participar en las cumbres como un añadido y únicamente después de que se trataban los temas financieros y comerciales. Fue hasta 1998 que se concretó la ampliación del G7 a Rusia, impulsada por Tony Blair y Bill Clinton, quienes pretendían impulsar a Yeltsin a continuar con sus reformas para impulsar en su país una economía de mercado capitalista y la implantación de una democracia liberal plenamente efectiva. Por otra parte, la inclusión de Rusia significó un premio a Yeltsin por no haber obstaculizado el ingreso de los países bálticos (Lituania, Estonia, Letonia) a la OTAN.


Una de dos: o Rusia jamás debió haber entrado al G7, o el G7 debió primero modificar sus bases y objetivos para entender que integraba a un país que salía de un largo régimen totalitario y que carecía de una economía funcional y de tradiciones democráticas, pero que no había dejado de ser una potencia mundial con intereses imperiales. Le ha faltado a occidente buenas dosis de realpolitik en su tratamiento a Rusia. Fue el G7 un instrumento concebido en la lógica de la Guerra Fría, y sus miembros eran aliados que compartían valores económicos y políticos similares de apoyo de la democracia multipartidista y respaldo de la economía de mercado, ah, y que tenían un enemigo común: la Unión Soviética. Terminada la Guerra Fría  el club terminó por hacer la apuesta estratégica suponiendo que Rusia se moría por adoptar estos mismos valores. Pensaban que esta era la mejor forma de contribuir a fortalecer la trayectoria de Rusia hacia el buen gobierno, la libertad política y el comportamiento internacional responsable. Hoy venmos como esta estrategia fracasó estrepitosamente, y buena parte de la culpa la tiene occidente por haber asumido una actitud demasiado soberbia y condescendiente con la que, a fin de cuentas, es una potencia mundial, al menos en lo militar.  Evidentemente, también tiene gran responsabilidad en este fracaso la oligarquía que se ha hecho del poder en Rusia, absolutamente ajena a cosas como la democracia o el libre mercado. No existe por tanto la comunidad de intereses que caracterizó al G7.
 
Bajo la presidencia de Putin han sido acalladas y reprimidad de diversas formas las voces de la oposición, incluidos los disidentes políticos y religiosos, homosexuales y lesbianas, los periodistas y los líderes de negocios de mentalidad independiente. Incluso la economía rusa, con su abrumadora dependencia de los hidrocarburos, apenas califica como "industrializada” o “moderna”, ya por no hablar de competividad. Y en cuanto a su política exterior Rusia ha dejado claro que no es un miembro responsable de la sociedad internacional.

El ataque de Moscú en Crimea no sólo viola un principio cardinal de la orden europea de posguerra contra el uso de la fuerza para reorganizar las fronteras nacionales, sino que también demuestra el desprecio de Putin por las normas internacionales que el G-8 siempre pretendió encarnar.

Pero, a fin de cuentas, Rusia sigue ahí como una superpotencia militar capaz de destruir varias veces al mundo con el enorme arsenal nuclear que posee. ¿Qué debe hacer occidente? Por lo pronto, no puede darse el lujo de dejar de dialogar. Quizá el formato del G8, para muchos obsoleto, no sirva a este propósito, pero debe buscarse un formato más eficaz que ayude a occidente a dialogar directamente con Rusia.

jueves, 8 de noviembre de 2012

La Gran Lección del 6 de Noviembre


Perdieron los republicanos, y perdieron en una elección en la que enfrentaban a un presidente que tuvo un mediocre primer mandato, cuyo legado era un casi 8% de desempleo, un crecimiento raquítico e indicadores económicos preocupantes. ¿Cómo es que lograron hacerlo? ¿Fue de verdad Romney un tal mal candidato? Ciertamente los gaffes y patinazos del candidato poco ayudaron a su causa, pero el factor clave en esta inopinada derrota fue el extremismo creciente del Partido Republicano. La estrategia debió haber sido desde siempre y sin variaciones hacer de la elección de un referéndum sobre el manejo económico del presidente, pero se colaron de forma irremediable en la campaña los “valores” republicanos de su muy activa ala más conservadora. 

 

El problema empezó desde las primarias, con una estrambótica colección de candidatos fundamentalistas, como el santurrón Santorum, fustigador del Estado laico; Bachman, quien afirmaba que el gobierno estaba infiltrado por islamistas radicales; Perry, que proponía eliminar más programas  del gobierno federal de lo que él mismo podía nombrar con éxito en un debate; Trump, cuya pieza ideológica central fue exigir ver el acta de nacimiento de Obama, y así un largo y grotesco  desfile de candidatos e ideas extremistas, tales como imponer draconianas políticas antinmigración, negar el calentamiento global, postular iniciativas demenciales en política exterior,  y mantener en el centro del debate la defensa a ultranza de pretendidos “valores” que afectaban directamente los derechos individuales de las mujeres y de las minorías al mismo tiempo que se usaba un discurso pretendidamente favorable a la iniciativa individual frente al Estado.  


Este es, si se me permite, la principal discordancia que afecta al actual partido republicano: pretendidamente pugnar a favor del individualismo y contra el Estado en el renglón económico y al mismo tiempo pretender reforzar los poderes de coerción estatales en lo que se refiere a los derechos y libertades individuales. En sus primarias, el Republicano se mostró como uno de esos partidos extremistas y exóticos (fringe party, les dicen en inglés) que no son capaces de asumir la responsabilidad de gobierno  porque se dedican a reforzarse constantemente en la radicalidad de sus posturas.  Al final ganó la primaria Romney, el menos extremista de los aspirantes pero quien debió pasar el examen con base derechista del partido en temas como los recortes a los impuestos de los ricos, la inmigración, el cambio climático, el aborto y los derechos homosexuales. Cierto que ya en la campaña hacia la elección constitucional Romney trató de volver al centro y mantenerse alejado del radicalismo, pero la inercia del partido le acabó ganando. La elección de Paul Ryan, tan popular con el Tea Party, acabó siendo contraproducente. Mucho peor fueron los gravísimos gaffes, casi punibles en términos del derecho penal bajo la figura de “apología del delito”,  que perpetraron los candidatos al senado Todd Akin en Missouri y Richard Mourdock en Indiana en relación al crimen de violación, lo que le permitió a muchos candidatos demócratas (sobre todo femeninos) acusar a los republicanos de estar haciendo una “guerra contra las mujeres” Así se fue dando un traspié tras otro, mismos que eran recordatorios desagradables de los retrógrados puntos de vista del Partido Republicano en temas sociales y personales. Para las mujeres, los latinos y los votantes jóvenes tentados a abandonar Obama por el incumplimiento de sus promesas electorales el  Romney que fue un moderado y exitoso gobernador centrista de Massachussets pudo haber representado una opción, pero el Romney comprometido con la vesanía mojigata del Tea Party y compañeros de viaje era una alternativa demasiado arriesgada. Las encuestas a boca de urna son claras: Romney ganó entre los hombres blancos, pero perdío claramente (cuando no abrumadoramente) entre las mujeres, las minorías (destacando los latinos) y los jóvenes en una elección en la que, por cierto, la sociedad norteamericana dio claras muestras de ir avanzando en un sentido contrario al de los republicanos más mojigatos: el 6 de noviembre varios estados votaron en sendos referéndums a favor de legalizar el matrimonio gay, el uso recreativo de la marihuana, etc.


 Si el partido republicano no entiende que las tendencias sociales y los cambios demográficos están determinando con cada vez más fuerza los resultados electorales, pues es una organización que tendrá serias dificultades para volver al poder. Lo mismo pasará si no aprende a equiparar su pretendida lucha a favor del individualismo y el antiestatismo en lo económico a los renglones de los derechos sociales y personales. El partido tiene que presentar un rostro más conciliador y razonable para venderse a votantes indecisos. Para ello, debe recuperar a sus exponentes más moderados (los republicanos “Eisenhower”, o RINO´s, como les dicen), controlar a sus “teócratas” de la derecha cristiana y librarse a sí mismo del dominio en el que lo tiene atosigado el zafio Tea Party.

miércoles, 24 de octubre de 2012


"We also have fewer horses and bayonets”, frase que pasará a la historia como uno de los mejores y más contundentes momentos en la historia electoral de los Estados Unidos.

sábado, 14 de abril de 2012

Sarkozy vs. Hollande y la Decadencia de la V República Francesa.



La historia de la V República Francesa está llena de colosales duelos entre estadistas de gran estatura política e histórica. En las elecciones presidenciales francesas han competido personajes como Charles De Gaulle, Francois Mitterrand, Lionel Jospin, Valery Giscard d’Estaing, George Pompidou. Incluso Jacques Chirac tenía su grandeur. Pero en esta ocasión se enfrentarán en las urnas galas dos personajes ampliamente cuestionados: Nicolás Sarkozy y Francois Hollande. El primero es el mandatario que ha descendido a los niveles más bajos de popularidad para un presidente francés desde el fin de la Segunda Guerra Mundial; el segundo es un político sin ninguna experiencia gubernamental ejecutiva (más allá de haber sido alcalde del Tulle, un pueblito), nada carismático y cuya principal virtud, al parecer, es no llamarse Nicolás Sarkozy.

Sarkozy mucho entusiasmo a electorado francés al ganar las elecciones con un discurso transformador que prometía liberalizar y agilizar la economía francesa, tan afectada por un obsoleto dirigismo estatista. "Soy de derecha, pero no soy conservador”, decía Sarkozy cuando se presentaba como un liberal modernizador y hablaba de adelantarse a los tiempos y dejar atrás viejos clichés nacionalistas para devolver a Francia a la productividad y a la plena competencia internacional. Tras cinco años de vacilaciones y retrocesos, aunados a una palmaria vulgaridad, Sarkozy ahora busca reelegirse recurriendo a una retórica ultraconservadora y xenófoba. Ya habla de sacar a Francia del tratado de Schengen (que permite la libre circulación de personas en Europa), de someter a referéndum los recortes de los derechos de los inmigrantes y los desempleados y de proteccionismo comercial. A toda esta retórica nacionalista y xenófoba le vino como anillo al dedo la lamentable matanza de Toulouse perpetrada por un islamista radical, que le permitió al presidente explotar su imagen de“protector” y de líder decidido, único capaz de enfrentar las amenazas del terrorismo.

Por su lado, el anodino candidato socialista Francois Hollande logró imponerse en las primarias de su partido esgrimiendo como una de sus principales virtudes precisamente su anticarisma, convertido en ventaja después de que Francia ha padecido un quinquenio de un algún líder percibido como excesivamente protagónico. Hollande se compromete a apegarse, de ser electo, a un estilo presidencial opuesto al de Sarkozy. Bautizado como monsieur normalité por los medios, Hollande ofrece una vuelta a la “normalidad”, desterrando protagonismos frívolos. “Reivindico una sencillez que no es represión, sino marca de la auténtica autoridad”, ha dicho. Los socialistas tienen larguísima temporada de estar fuera del poder. El último presidente socialista, Mitterrand, abandonó el cargo en 1995. La intensa crisis que padece la socialdemocracia europea ha sido particularmente severa con los socialistas galos. Por eso Hollande también se decidió por un claro giro a la izquierda en el discurso. “¡El cambio es ahora! Movilicémonos, unámonos, y haremos ganar a la izquierda”. El aspirante socialista señaló al mundo de las finanzas como “el verdadero enemigo” como ese sistema que “no tiene nombre ni cara, no será jamás candidato y no será elegido, y sin embargo, gobierna”. Será esta, quizá, la última oportunidad del Partido Socialista de recuperar la presidencia, y han decidido echar toda la carne al asador. Creen que una vuelta “a los origenes” (aunque sea solo a nivel retórico) mucho les puede ayudar, y las encuestas son prometedoras: le dan a Hollande una ventaja de hasta ocho puntos para la segunda vuelta electoral, aunque descartar a un político tan tenaz como lo ha sido siempre Sarkozy es prematuro.
Cartoon: France Parti Socialiste Candidat (medium) by barker tagged francois,hollande,dominique,strauss,kahn,socialiste,socialist,party,parti,candidate,candidat,cartoon,strauss kahn,holland,strauss,kahn
Pero más allá de las cuestiones de personalidad y estilo, quien gane las elecciones deberá enfrentar una delicadísima situación económica y social. La prestigiada y liberal revista The Economist ha acusado a los dos principales candidatos de ser demasiado timoratos en las propuestas para afrontar la acuciante crisis actual. Pero lo cierto es que los franceses poco quieren saber de reformas a fondo. Sarkozy había anunció una batería de reformas como las que hizo en Alemania el ex canciller Gerhard Schroeder y gracias a las cuales la “locomotora de Europa germana” recuperó dinamismo económico y competitividad, pero la idea no tuvo ninguna repercusión electoral. Por eso el presidente se olvidó de las reformas y viró con fuerza al populismo. Y es que Francia padece una incontrolable estatolatría. La nación gala invierte el 56% de su PIB en financiar su Administración. Tanto Sarkozy como Hollande han presentado programas para equilibrar los presupuestos en unos cuantos años, sobre todo, a base de incrementar impuestos, pero de recortes se habla poco. Todos los candidatos se refugian, a final del día, en el nacionalismo, que tan caro le es a los orgullosos electores franceses. Hollande subraya que Francia debe ser “dueña de su destino”, y propone renegociar el tratado europeo que promovieron Sarkozy y Merkel para salvar al maltrecho euro. Ni que decir de la candidata del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, que sugiere sacar a Francia del euro, “reindustrializar” el país y acabar con la “invasión islámica”. A la extrema izquierda, y ganando puntos todos los días, Jean-Luc Mélenchon piensa que todavía es posible la jubilación universal a los 60 años, subir el salario mínimo hasta en un 20% y limitar el sueldo máximo que puede ganar un francés a 360,000 euros anuales. El único que habla de acotar al obeso estado francés es el centrista François Bayrou, que sugiere un recorte de 50,000 millones de euros. Consecuencia: no tiene ni la más remota posibilidad de pasar a la segunda vuelta.

Y los desafíos presupuestales no son el único problema. La balanza comercial presenta un déficit de 70,000 millones de euros, las exportaciones van a la baja en casi todos los rubros, el desempleo acecha el 10% y la competitividad de la nación va en tobogán a la baja. La deuda pública representa el 90% del PIB. Todos los elementos para un desastre están a la vista. Y no solo es la economía. La situación social de Francia empieza también a ser escandalosa: a los cuatro millones de parados hay que sumar 10 millones de subempleados y las inequidades se han agudizado en los años del gobierno de Sarkozy. La disparidad de ingresos ha llegado a niveles intolerables. La explosividad social se dejó sentir no hace mucho con la rebelión en las banlieues (los suburbios) y las tensiones no ceden. Este descontento ha dado lugar a que las opciones extremas a la izquierda y derecha gana peso. El xenófobo Frente Nacional (fundado por Jean Marie Le Pen y que ahora postula a la telegénica hija de éste, Marine) es la opción predilecta entre los jóvenes franceses entre 18 y 24 años. La demagogia lepeniana repite las sobadas fórmulas del nacionalismo a ultranza: abandonar el Euro, renegociar “todos los tratados europeos para recuperar la soberanía nacional”, prohibir la discriminación positiva que protege a las minorías; restablecer la pena de muerte, cosas como estas son los estandartes de la mujer que marcha tercera en los sondeos.

El drama de las democracias actuales es que la inmensa mayoría de la gente vota con las vísceras y no con la razón. Decir las crudas verdades en campaña solo puede acarrear impopularidad. Mucho exigimos propuestas completas y precisas, pero cuando un candidato honesto se arriesga a presentarlas con todos los pros y contras, los electores se alejan de él. En Francia Hollande al principio pensaba que bastaría con la impopularidad de Sarkozy para hacer de la elección un paseo triunfal de los socialistas en su retorno al poder, un poco como lo había hecho Rajoy en el duelo en el que venció a Zapatero, pero el presidente francés es, pese a todos sus defectos, un rudo luchador que no se da por vencido. La imagen de líder decidido o protector y la demagogia nacionalista le han ayudado mucho a recuperar puntos y a volver a ser competitivo.

Ante estos desafíos, Hollande ha debido entrarle de lleno a las grandes promesas: ¡Impuesto hasta del 75% sobre las rentas más altas! La feria de las palabras vacuas está a la orden, como en toda buena campaña electoral. Pero sucede que en una democracia en la que se abusa de la demagogia, de las promesas que nunca se concretan, del marketing y de las maniobras para desacreditar al adversario, un sector creciente de los electores empieza a hartarse. Son muchos los que no se resignan a optar por “el menos malo”. En Francia se calcula que el abstencionismo en las próximas elecciones podría llegar al 35%, una cifra perturbadora para una democracia como la de la V República Francesa. De Gaulle y Mitterrand (el Águila y el Zorro) deben estar revolcándose en sus tumbas. 

lunes, 12 de marzo de 2012

Sarkozy, c'est Vichy!


Qué vergüenza que un político que entusiasmó a tantas almas liberales (incluida la del atribulado autor de este blog) cuando llegó ala presidencia de Francia hace cinco años con la promesa de liberalizar y agilizar la economía francesa, tan afectada por un obsoleto dirigismo estatista, ahora trate de salvar su fracasada presidencia recurriendo a una retórica ultraconservadora y xenófoba digna del execrable Frente Nacional y del gobierno fascistoide del colaboracionsita general Petain. "Soy de derecha, pero no soy conservador", declaró alguna vez el felón Sarkozy, pero tras cinco años después de desperdiciar una oportunidad histórica este politiquillo enano recurre a los discursos de odio a Europa y a las minorías para evitar la derrota en las urnas. Ayer amenazó con sacar a Francia del tratado de Schengen, que permite la libre circulación de personas. Ya ha ofrecido someter a referéndum los recortes de los derechos de los inmigrantes y los parados. Populismo de lo más vulgar es este, como también el lema de campaña que escogió el indigno marido de Carla Bruni, "la France Forte”, que tanto se parece a aquel otro slogan utilizado en los años cuarenta durante la ocupación nazi por el Gobierno de Vichy de una “France plus forte” basada en el trinomio trabajo, patria y familia.


Desterrando por completo devaneos liberales, si es que alguna vez los tuvo, Sarkozy en su desesperación se aferra a las deleznables recetas del nacionalismo ultraconservador, siempre fincadas en el miedo. Su principal asesor de campaña es Robert Buisson, un exconsejero del Frente Nacional, gracias al cual el nivel de la actual campaña electioal es el más bajo en toda la historia de la V República. Pero los franceses no han caído (por lo menos todavía) en la trampita nacionalistoide y los sondeos dan ventaja al anodino candidato socialista Francois Hollande, uno de esos curiosos casos de "carisma del anticarisma" que tienen éxito despues de que en una democracia se ha padecido demasiado a algún líder tan protagónico como ineficaz. Recuérdese, por ejemplo, el caso en Argentina de Menem-De La Rúa.


Poco tiene que ofrecer Hollande más allá de no ser Sarkozy, pero vistas como están las cosas parece que este solitario  y triste argumento es más que suficiente. Sí, la teroría de optar por el menos pior otra vez asoma la cabeza. 
 

miércoles, 8 de febrero de 2012

Assad y su falaz cómplice ruso.



Nuevamente Rusia y China demuestran estar muy lejos de saber asumir las ingentes responsabilidades internacionales que conlleva ser unha "potencia mundial". El atroz régimen sirio del asesino Bashir El Assad  ha causado más de 5,000 muertos en los últimos meses, pero China y Rusia que impiden con su veto la adopción de cualquier resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que procure parar tan inicua represión. La actitud rusa no debería sorprendernos. Se trata de un régimen crecientemente autoritario con graves problemas de integración regional (remember, por ejemplo, Chechenia) y que ahora mismo vive lo que podría ser una especie de "despertar democrático" con las manifestaciones anti fraude electoral que se han suscitado desde la celebración de las elecciones legislativas de diciembre de 2011. Obviamente que los dirigentes rusos "se curan en salud" y reaccionan negativamente ante cualquier intento de la comunidad inmternacional de defender los derechos humanos y ciudadanos en cualquier parte del mundo.


Moscú teme que una intervención extranjera o unas sanciones que retiren a la fuerza a Asad del poder desetabilice el país y extienda la revuelta de los rebeldes hacia otros países limítrofes al norte con Siria y extienda la rebelión a las repúblicas rusas del Cáucaso. Bajo esta perspectiva, Asad actúa como un duro y férreo "tapón" que impide las revueltas sociales que reclaman independencia y democracia en la región acallando las protestas en Siria y manteniendo un régimen dictatorial sobre la población. Asmismo, los ruspos tienen intereses comerciales y económicos en juego en lo que toca al caso sirio, así como una base militar en Tartus, en el Mediterráneo.

¡Pobre Rusia! la verdad es que la inseguridad que demuestra en el plano de la política internacional está justificada. Se trata del típico "gigante con pies de barro". La crisis económica internacional ha revelado que Rusia es un impostor en el grupo BRIC de potencias emergentes. Para el economista de JP Morgan, Vladimir Werning, el crecimiento que están mostrando los BRIC claramente está marcando una diferencia. "En la coyuntura de corto plazo y cómo la economía reacciona a las condiciones internacionales, hay un distanciamiento de Rusia respecto de los otros países grandes emergentes. Rusia sufrió fuertemente con la crisis y la caída del petróleo". Rusia padece de graves problemas estructurales que podrían desencadernar ñpronto una seria crisis y frenar su crecimiento económico de forma atroz. La debilidad de la economía rusa y el alto nivel de endeudamiento de sus bancos y empresas, en particular, que en los últimos años se ocultó con la riqueza inesperada, provocada por las alzas de los precios del gas y el petróleo, quedó al desnudo cuando la economía global cayó en picada. Con una infraestructura obsoleta, Rusia además se aparta ella misma con sus políticas disfuncionales y revanchistas y una tendencia demográfica que apunta a la dismunución de la población, en un declive casi terminal. Un estudio reciente de The Economist habla que pese al alza de los commodities en los últimos meses, la producción del sector energético ruso ha disminuido en los últimos años, en parte debido al temor de los inversionistas extranjeros a sufrir expropiaciones.

A pesar de haber implementado reformas y abrirse a los mercados, la economía rusa sigue estando sobrerregulada. "La falta de profundización de cambio estructural en la última década y de una mayor desregulación ha generado cuellos de botella que hacen que la economía no tenga suficiente flexibilidad para adaptarse a situaciones de alta y baja en el ciclo. Esto hizo que Rusia fuera una de las economías más afectadas por la crisis internacional. Este contexto de incertidumbre ecoómica, aunado a las crecientes aspiraciones democráticas de la población, hacen que Rusia enfrente con gran incertidumbre el futuro cercano. De ahí que actúe tan a la defensiva (de forma tan vergonzosamente a la defensiva, diría yo) en el plano mundial.

martes, 16 de agosto de 2011

China protesta


Por fin la sociedad china, que parecía irremediablemente sumisa y obediente, está saliendo a las calles a protestar. Este 2011 ha sido un año agitado. Los disturbios se han desencadenado por una serie de razones: casos de corrupción, la inflación, abuso de poder, expropiaciones ilegales de tierras por autoridades locales. Más significativas han sido las manifestaciones de obreros que reclaman mejores salarios. Parece que la gran "ventaja competitiva" del gigante ecoonómico chino, la manita de obra barata, se puede terminar muy pronto, lo que traerá consecuencias interesantes a todo el mundo Prevalece un contexto global de tensiones entre el gobierno y la población.    

Hace unos días sucedió un accidente de tren en la ciudaad de Wenzhou que cobró 39 vidas. Las protestas crecieron de una forma completamente inusitada. Este accidente se produjo sobre el fondo de esta insatisfacción creciente a la que hemos hecho referencia El Ministerio de Ferrocarril y las líneas de alta velocidad habían sido puestas en entredicho desde hacía meses. En febrero, el Ministro de Ferrocarriles, fue destituido de su cargo por un caso de corrupción. Lo mismo pasó con uno de los ingenieros jefes al frente de la construcción de la línea Pekín-Shanghai. Desde el 1 de julio (coincidiendo con el nonagésimo aniversario de la fundación del Partido Comunista de China), la apertura de la línea de alta velocidad Pekín-Shanghai no ha dejado de tener problemas de funcionamiento. Todo esto parecía indicar que este gran proyecto que quería ser símbolo del nuevo poderío económico de China se había hecho demasiado rápido, con flagrantes casos de corrupción de por medio y sacrificando la calidad de las nuevas líneas de tren. Por eso, el accidente de Wenzhou se veía venir y esto es lo que ha enfadado de tal forma a los ciudadanos.

El accidente se ha producido en una de las zonas más ricas de China (la provincia de Zhejiang) y en un tren de alta velocidad, aspectos claramente relacionados con la pujante y creciente clase media china. Vale decir que, por ejemplo, numerosos accidentes en las minas del norte del país no suelen llamar demasiado la atención (a pesar de que también se deban a negligencias y corrupción). Pero la clase media tiene una cada vez mayor presencia en las redes sociales y en los medios de comunicación. Acontecimientos que les afectan ya no pueden pasar desapercibidos.

El problema de fondo es que el gobierno chino tiene un ingente problema de credibilidad. Cada vez que ocurre cualquier evento extraordinario, nadie se cree lo que dicen las autoridades, los rumores se propagan a toda velocidad y las teorías conspiratorias más disparatadas se asumen como reales. Esta falta de credibilidad es la que ha facilitado la creación de una opinión pública tan radicalmente contraria a la gestión del Gobierno.

Es notable la forma en que los medios de comunicación chinos han sabido canalizar la reacción de los ciudadanos. Prácticamente todas las publicaciones del país han hecho una cobertura muy crítica del accidente y de su gestión, preguntándose en todo momento por las causas de la tragedia y buscando responsables, algo impensable hasta hace poco. Asimismo, el crecimiento de la red social Sina Weibo (una especie de Facebook chino) ha influido para que este problema coobre reñlevancia inesperada. Es aquí donde se han concentrado las voces más críticas con el Gobierno. Sina Weibo se ha convertido en el lugar más libre de China, marcado además por un fuerte carácter crítico y el liderazgo de muchos intelectuales y periodistas. La interacción, rapidez y libertad de esta red social ha hecho que la presión contra el Gobierno haya subido varios escalones.

Por último, las autoridades chinas se vieron obligadas ayer a ordenar el cierre inmediato de una planta petroquímica, después de que miles de personas se manifestaran exigiendo su traslado tras el temor a una fuga de residuos tóxicos. 

La sociedad china está despertando, y qué bueno.

martes, 9 de agosto de 2011

Obama, ¿Conciliador excesivo?


Ahora que Obama ha tenido que hacer numerosas y profundas concesiones a la mayoría del Partido Republicano en el Congrso no faltan -sobre todo en el ala izquierda del Partido Demócrata- quienes acusan al presidente norteamericano de ser demasiado "conciliador". Falso. Estamos hablando del presidente que aplicó unos monstruosos bailouts e hizo aprobar a ultranza su programa de seguridad social a pesar de tener la radical oposición de todo el Partido Republicano. Si Obama de verdad fuera el político conciliador que prometía su elegante y razonado discurso, jamás hubiese impuesto (esa es la palabra) ninguna de estas dos medidas clave de su gobierno y su posición política sería hoy más fuerte.

Las concesiones del actual Obama fueron inevitables. El mandatario se vio obligado a hacerlas para evitar el default. A Obama le iría mejor si los dos primeros años su gobierno hubiese gobernado desde el centro, con genuino espíritu de consenso. De esa forma, quizá, el Partido Demócrata sería hoy mayoría en el Congreso y no veríamos tan vergonzosos espectáculos como los que nos ofrece hoy el Tea Party.

El viejo Newton tenía razón con eso de que a toda acción corresponde una reacción...y ya saben. El Tea Party es una reacción a lo que fue percibido (yo diría, poderosamente percibido) por un muy numeroso sector de la opinión pública norteamericana como excesivo activismo estatal de Obama. Y hay que reconocer que las recetas para tratar de reactivar la economía estadounidense, así como el Obamacare, mucho tiuvieron de eso. Independientemente de si fueron o no éstas unas políticas acertadas, lo cierto es que se aprobaron con la oposición unánime del Partido Republicano y despertaron las ira de la parte más radical, misma que se activó y que ahora tenemos dando tanta lata.

martes, 26 de julio de 2011

El atronador partidismo gringo


Paradojas de la política: hace algunas décadas en su obra clasíca sobre los partidos políticos, el maestro Duverger catalogaba al sistema de partidos norteamericano como "desideologizado, horizontal y decentralizado", destacando que un agudo pragmatismo y la ausncia de líneas ideológicas bien definidas caracterizaba la labor de demócratas y republicanos, todo lo contrario a lo que sucedía con los idelogizados y verticales partidos europeos. Hoy el mundo está al borde de una nueva recesión a causa de que un sobreideologizado partido republicano rechaza vehemente todas las propuestas del demócrata Obama para ampliar el techo del endeudamiento público, cuya fecha fatal del 2 de agosto tiene al mundo entero en vilo.

¿Qué ha sucedido con el sistema de partidos norteamericano? Durante por lo menos las últimas dos décadas las diferencias entre demócratas y republicanos se han ampliado y definido claramente, lo que ha ido en detrimento de la gobernabilidad del todavía país más poderoso del mundo, al grado de que muchos senadores y reporesentantes moderados han optado por retirarse de la vida política norteamericana, a la que describen como envuelta en un clima asfixiante de partidismos radicalizados que aborta cualquier búsqueda dialogada de soluciones. Este fue el caso, en 2010, del demócrata Evan Bayh. La corrupción de la democracia por la dictadura de las mayorías y los agresivos obstruccionismos de las minorías contra la acción del gobierno llevaron al retiro a uno de los legisladores más lúcidos quee tenía el ineficaz Congreso norteamericano. Ahora que las pugnas partidistas nos tienen a punto de la hecatombe finaniera, vale la pena recordar,  largo y dramático artículo publicado por el New York Times, donde Bayh resumía las graves disfunciones que detectaba en del sistema parlamentario de Estados Unidos. Una larga lista de acusaciones que alcanzaban por igual a ambos partidos, al propio y al Republicano, "Atronador partidismo, inflexibles ideologías, un corrosivo sistema de financiación de campañas, división interesada de los distritos electorales para la elección de los representantes, infinitas maniobras obstruccionistas, bloqueo de jueces nominados por el Ejecutivo en el Senado, menguante interacción social entre senadores de partidos opuestos, y un sistema de caucus que promociona la unidad de partidos a costa de los consensos bipartidistas", algo muy lejos a lo que Duverger se hubiese imaginado.

Y no es el único, otro crítico de la actual situación de estanc amiento es el senador republicano, Judd Gregg, que denuncia cómo el Senado se estaba convirtiendo en una especie de Cámara de Representantes "donde la mayoría no permite (el paso de) enmiendas significativas" a diferencia de lo que sucedía al comienzo de su carrera política como senador, cuando El Senado cumplía una genuina labor de atemperar la legislación proveniente de la Cámara Baja

De esta situación ambos partidos tienen culpa, pero debe decirse que los republicanos son los que m ás abgresivamente se han ideologizado. Así lo muestra su implacable bloqueo de las acciones ejecutivas y legislativas de los demócratas, sin que existan precedentes de tal fiereza en una oposición que consigue un vitual bloqueo en la toma de decisiones, sean estas las que sean. La aparición del Tea party , la influencia de los funamentalistas cristianos, la creciente presencia de los lobbystas en favor del derecho irrestricto a portar armas y la adopción de un feroz diuscurso antiinmigracionista son los síntomas más visibles de esta creciente derechización.  

Bayh propone una interesante serie de reformas en el funcionamiento del Congreso estadounidense, incluyendo algunas que podrían resultar muy polémicas, como el recorte del poder de obstrucción de la minoría para evitar el colapso en la toma de decisiones, conocido como "filibusterismo. "Lo admito, yo he participado también en el filibusterismo. Si no se abusa de él, el filibustero puede facilitar el consenso político. La minoría tiene derecho a proclamar sus legítimas preocupaciones, pero no debe ser empleada esta táctica para prevenir el progreso en todo en un momento de una encrucijada crítica para nuestro país". Otras ideas expresadas por analistas preocupados por esta situación tienen que ver con reformas electorales y límites a los financiamientos de campaña, pero la posibilidad de que estas ilusas iniciativas prosperen se ven más que remotas en el aguerrido y radicalizado ambiente político actual en Estados Unidos.

viernes, 15 de julio de 2011

Un Chile insatisfecho



Entrevistaron a este Oso para el programa Conectados de TV Chile, una interesante emisión dedicada, entre otras muchas cosas, a hacer seguimiento de los más destacado en la red. Y viene a cuento Chile porque también allá se mueven los barruntos del descontento ciudadano. Esfumada la euforia que siguió al rescate de los mineros, hoy el presidente Piñera alcanza apenas el 36% de aprobación ciudadana. El Congreso no está mejor, con apenas el 25%. Es decir, la clase política chilena está en quiebra de credibilidad y de legitimidad, como tantas otras alrededor del mundo. Por supuesto, muchos han empezado a comparar estas manifestaciones con el movimiento de los indignados de la Puerta del Sol, protagonizados mayoritariamente por jóvenes conectados a las redes sociales y cuyo escepticismo ante la política es creciente. Pero el caso chileno tiene otros matices. Mientras España sufre una de las peores crisis de sus últimos 30 años, Chile crece al 6% anual. El indignado de la Puerta del Sol ve recortados sus derechos sociales, pero el chileno goza de una situación económica estable en un país aún pujante. 

¿Que tiene enojados a los disconformes chileno? Antes que nada demandan el rescate del defectuso y abandonado sistema de educación publica del país, pero también señalan los graves problemas de desigualdad social que aquejan a la sociedad chilena e incluso les preocupan mucho los temas ambientales. Quiren, aqui sí al igual que sus pares españoles, que mejore el sistema  representativo. Son ciudadanos que no se sienten representados adecuadamente y tiene la convicción de que los políticos, los partidos y el gobierno son de una misma cofradía inútil y abusiva.

Los chilenos se sienten infelices, porque mientras el país crece a la gran mayoría no le llega este "crecimiento", el progreso pasa por su lado y sólo los privilegiados tienen acceso. Muchos chilenos denuncian que se ha construido una sociedad tremendamente desigual, abusada por el poder económico y por el poder político. Una sociedad en la cual campean la especulación, los intereses usureros, con regímenes laborales abusivos, donde lo único que vale es el éxito económico e individual, que desprecia todo aquello que es colectivo.

Se coincida con los plantaeamintos de los indignados españoles chilenos griegos o de cualquier parte del mundo, lo cierto es que se está llegando al límite de la paciencia pública. Pero lamentablemente la actual crisis de la representacion política no tiene soluciones fáciles. Aunque muchos indignados de aquí y de allá suponen lo contrario, lo ciertro es que ni las reformas a los sistemas electorales, ni aceptar las candidaturas ciudadanas, ni adoptar métodos de democracia directa bastarán para remediar los dilemas de la representación política (condenada a ser siempre imperfecta, como lo es todo lo humano) y mucho menos para resolver los ingentes y complejos problemas de las sociedades contemporáneas. Desde luego, todas estas ideas tienen sus virtudes y pueden ser útiles, pero es hora de que además de indignarnos entendamos que los remedios a nuestros grandes retos no dependen únicamente de señalar las insuficiencias y arbitrariedades de nuestros políticos qienes, a fin de cuentas, son fiel reflejo de las sociedades que gobiernan.

miércoles, 6 de julio de 2011

Grecia: todos culpables




Grecia vive la crisis económica más importante de su historia (por lo menos de la moderna) y en su caída podría arrastrar a uno de los experimentos económicos más arrojados y apasionantes del devenir económico mundial: la moneda única europea. Los ciudadanos griegos se indignan y buscan culpables. "Son los políticos, desde luego", claman los indignados. Y claro que es cierto que la clase política griega es una irresponsable y tiene buena parte de la culpa del desastre actual, pero lo mismo puede decirse del pueblo griego. Volvemos a lo mismo: los políticos, por malos que sean, no son aliens venidos de otro planeta. Proceden de la ciudadanía que los vota y son su fiel reflejo. En el caso griego dos grandes dinastías políticas, la de los conservadores Karamanalis y las de los socialistas Papandreu, se han alternado en el poder utilizando muy similares estrategias políuticas. Los resultados están a la vista. Un arraigado y poderoso clientelismo político fue el origen del mostruoso déficit público que hundió al país. Se erigó así un Estado obeso y sobredimensionado por años procuró mantener la estabilidad social y política mediante viejos esquemas prebendatarios- “Añejas estructuras de poder enquistadas en el erario público  que en los años previos al actual caos  dobló los salarios de los funcionarios e incrementó en un 50% su número. Hoy las duras recdtas de ajuste y recortes del FMI y la Unión Euopea han despertado la indignación de millones de afectados, de esos de griegos que felicias viviehoy ron una mentira y no se resignan a ver la realidad de frente.

Grecia ahora deberá recortar su ingente sector público la gente entendiera que han sido todos juntos, abusivos gobernantes y complacientes gobernados, quienes crearon este agujero en el Estado. Todos juntos robaron al Estado, diez millones de griegos le han robado, gastando más de lo que podían ganar Eso es lo que a la gente no le gusta y buscan chivos expiatorios. Grecia tiene un déficit de 130,000 millones de euros. La gente, la buena gente, los "ciudadanos siempre impolutos" dice que han sido los políticos, pero es imposible tener un déficit de este tamaño sólo por la corrupción política. Esto es no darse cuenta de cómo el sistema ha corrompido toda la sociedad. Los indignados griegos deberían de reconocer esto en vez de alucinar con la vuelta del corrupto sistema prebendatario que los llevó al caos actual y que, en el fondo, es lo que piden. Pero vivir de la mentira siempre es más cómodo, en Grecia, aquí y en cualquier parte del mundo.

lunes, 6 de junio de 2011

Las lecciones de Vargas Llosa


Mario Vargas Llosa ha dado, nuevamente, una valiosa lección de civismo, ponderación y rechazo a sectarismos con su postura ante los comicios presidenciales que se celebraron ayer en Perú. Aunque sin entusiasmo, Vargas invitó a sus paisanos a votar por Ollanta Humala al identificarlo como "la opción menos mala" y advirtiendo que el la de Keiko era una opción que implicaba el riesgo de volver a la extrema corrupción y autoritarismo que caracterizaron las infames gestiones de su padre Albert Fujimori. Es cierto que Ollanta es un personaje que inspira a los demócratas poca confianza en virtud al furioso discurso populista y a su cercanía a Chávez exhibidas en la elección presidencial de hace cinco años, pero en esta ocasión Ollanta supo metamorfosearse auxiliado por asesores  brasileños enviados por Lula. El candidato de izquierda supo moderar radicalmente su lenguaje y propuestas, se alejó ostensiblemente del satrapilla venezolano y prometió no variar el exitoso curso liberal de la economía que ha seguido Perú en los últimos años, aunque anunció ponerle un necesario acento social. Fue así que ´pudo presentarse como el mal menor frente al andamiaje poderoso y corrupto del fujimorismo. Por cierto que En méxico AMLO debería tomar nota de la transformación de Humala. ¿Sabra hacerlo? Lo dudo.

Vargas se comprometió a fondo con la campaña para evitar el triunfo de Keiko (nombre de ballena, ¿o no?) en los álgidos días previos a los comicios, mismos que vieron un crucial repunte de Ollanta , quien estuvo en desventaja durante varias semanas luego de la celebración de la primera vuelta electoral. Por eso no es descabellado afirmar que el apoyo de Vargas fue clave para a consecución de este resultado electoral

Vargas, intelectual orgullosamente demócrata y liberal, se negó a apoyar a la candidata que más garantías ofrecía al libre mercado y apoyó al aspirante ubicado más a la izquierda  porque se negó a atrincherase en catabones ideológicos y se dejó llevar por sus  firmes convicciones democráticas. Ojalá muchos de sus furibundos crítiticos de la progresía latinoamericana aprendan la lección que hoy les da el genial autor de Conversación en la Catedral.  Por cierto que también le dió una lección a los pudosos anulistas. Ah, y ojalá Ollanta no termine por dejarse arrastrar por desvaríos populistas y gobierne para el crecimiento económico y el genuino desarrollo social del Perú.

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Un Nuremberg para Osama?



Con el asesinato de Bin Laden han surgido serios cuestionamientos, perfectamente legítimos, sobre si la ejecución de Osama bin Laden fue acorde a los más elementales principios jurídicos, que esteblecen el derecho de todo individuo a ser sometido a un juicio imparcial y justo. ¿No hubiese sido más coherente con las ideas de democracia y respeto a los derechos humanos que tanto pregona Estados Unidos por el mundo que se arrestara al malhechor para llevarlo a comparecer ante la justicia como, en su momento, incluso se hizo con los grandes criminales nazis?


Si nos atenemos a los estrictamente legal, lo que hubiese procedido no era que el equipo especial SEAL secuestrara a Bin Laden y lo llevara a la justicia, ya que dicho acto constituiría (como constituyó el asesinato, desde luego) una flagrante violación a la soberanía de Pakistán. Lo correcto, insisto, desde el punto de vista estrictamente legal, era indicar al buen gobierno de Pakistán la sospecha de que en la casa de Abbottabad vivía el terrorista, solicitarle entonces que tuviera a bien averiguar si este supuesto era cierto, proceder entonces la policía pakistaní al arresto de Bin Laden y de inmediato solicitar Washington la debida extradición. Pero es evidente que el de Pakistán es un Estado débil (por no decir fallido) en el que por lo menos parte de las poderosas fueras armadas y de los servicios de seguridad tienen su propio juego y han protegido a terroristas y grupos radicales. Es decir, una parte poderosa e influyente de las autoridades militares y policiacas de Pakistán son aliados de criminales internacionales. Eso hace que las cosas deban ser vistas bajo diferente óptica, ya que considerando estas circunstancias objetivas solicitar la extradición resultaría de una gran ingenuidad.


Por cierto que quienes citan el caso de los juicios de Nuremberg como un ejemplo de lo que se debió hacer ahora con Bin Laden suponiendo que es lo "legalmente justo" olvidan que el Tribunal que juzgo a los criminales nazis en su momento fue duramente cuestionado debido a que es un principio general del derecho no establecer tribunales especiales para juzgar delitos en específico. También entonces se cometió una violación a lo que es estricta y prístinamente legal, pero sin embargo se han oído desde entonces muy pocas quejas. Hay consenso en que los tribunales de Nuremberg eran necesarios y que era menester hacer pagar a los jerarcas del nazismo todas sus ingentes fechorías, aunque para ello se debiese estirar un tanto el concepto de legalidad.


Lo justo no siempre es legal y lo legal no siempre es justo. Obama tomo una difícil decisión dentro del contexto de una situación de guerra que me parece justificada. Ahora bien, cuando estas decisiones "en el contexto de una situación de guerra" se justifican y cuando no es un tema de muy difícil discernimiento, es verdad, pero entregarse al pensamiento naif de que sólo lo estrictamente legal es procedente en este mundo loco es ser excesivamente cándido.

lunes, 4 de abril de 2011

Perú y su caudillismo electoral



Dentro de menos de una semana los peruanos irán a las urnas a elegir al sucesor en la presidencia de Alan García y todo puede pasar. Perú es el caso de un pais con una estructura de partidos políticos sumamente débil, a pesar de lo cual ha logrado estabilidad política y crecimiento económico en la última década.  Los  partidos políticos peruanos no tienen vida más allá de las elecciones y, aún así, son poco exitosos en términos electorales y/o su apoyo electoral no es regular. La debilidad de los partidos políticos se traduce en su completo fracaso en ser adecuados canales de expresión de la sociedad . En el nivel sub-nacional, los movimientos regionales suelen triunfar sobre ellos y, sin embargo, existen escasos movimientos regionales que sobrevivan más allá de una elección.  De este modo, con partidos políticos débiles y con movimientos regionales de escasa supervivencia, el lugar de organizaciones políticas que sirvan de intermediación ha sido ocupado por la importancia de personalidades individuales. Desde luego, este fenómeno para nada es privativo del Perú. Una buena cantidad de países latinoamericanos carecen de partidos que, por lo menos, sirvan como un mínimo de referencia ideológica o programática. Incluso en las naciones donde existen partidos presuntamente más arraigados y con mayor peso estructural (como México) la situación partidista es cada vez más precaria. Sin embargo, en Perú la insignificacia de los partidos es aun más extrema


Hoy prevalece un insólito empate técnico entre los principales cuatro candidatos que deja todos los escenarios posibles abiertos. En medio de este clima de creciente incertidumbre sobre lo que ocurrirá el próximo domingo, pareciera que hay sólo dos certezas: que los comicios serán unos de los más reñidos de la historia del país y que los electores deberán acudir dos veces a las urnas para elegir al sucesor del presidente Alan García, ya que ninguno de los candidatos superaría el 50 por ciento de los votos. Los cuatro aspirantes llegar a la final son el ex militar nacionalista Ollanta Humala,  el ex mandatario Alejandro Toledo, el ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, y la legisladora Keiko (sí, como la ballena) Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, que cumple en prisión una condena de 25 años por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su mandato. Ninguno de los partidos que postulan a estos personajes tiene la más mínima trascendencia. Son organizaciones de usar y tirar. Otro dato destacable es la renuncia de la aspirante oficialista Mercedes Aráoz por diferencias irreconciliables con su partido, el gobernante Partido Aprista Peruano, uno de los más "importantes", del país que al menos cuenta con cierta historia y tradición, pero que ahora ni siquiera cuenta con candidato propio para los comicios. Ello habla de la verdadera precariedad del esquema partidista en la nación andina.


Precariedad que, como decíamos, no ha impedido que el país haya conocido un período de de bonanza económica. En los últimos diez años, Perú creció a un promedio anual del 5%, incluso por encima de Brasil y de Chile. Casi un 35% de la población, no obstante, aún vive en la pobreza, y la inclusión social promete ser el gran desafío del próximo gobierno.


Estos datos de desarrollo peruano, aunado a las que presentan algunas naciones de la región invitarían a pensar que, des pués de todo, contar con un marco de partidos fuerte y representativo en absoluto es condición sine qua non para que una democracia sea funcional y alcance metas sustantivas de progreso social y económico. Esto es falso. Pese a sus defectos, los partidos siguen siendo males necesarios. La personalización excesiva representa el fracaso de la política. Sin partidos políticos la democracia es rehén de los poderes fácticos y de los vaivenes caprichosos de los caudillos. Con organizaciones políticas pulverizadas quedan únicamente la fuerza de líderes individuales, la cual por definición es inestable y aleatoria.  En el Perú, los comicios nacionales destruyen colectividades y consolidan a caudillos, y el cadillismo lleva, inevitablemente, a la insetabilidad política y al autoritarismo.