sábado, 29 de diciembre de 2007

¿Sirven de algo las Primarias? (las elecciones, pués)


Las efectividad elecciones primarias en Estados Unidos, así como la del resto del obsoleto sistema electoral de este país, ha sido cuestionada por muchos académicos y por una buena cantidad de políticos profesionales en Estados Unidos. Se afirma que se trata de un proceso demasiado largo y desgastante. De hecho, la temporada electoral en los Estados Unidos dura más de un año, iniciándose desde el momento en que los aspirantes a la nominación de ambos partidos dan a conocer sus intenciones. Prácticamente todo el año previo se dedica a que los candidatos den a conocer sus intenciones de participar. De ahí comienzan las largas caravanas nacionales, incontables viajes a New Hampshire y Iowa y cientos de eventos con el propósito de recaudar fondos para poder sufragar las costosas tarifas que cobran las cadenas para difundir los spots de los aspirantes (suspiros de Salinas Pliego y Azcarraga). Las primarias, en concreto, inician en enero del año electoral y terminan en junio, pasando después a la celebración de las convenciones nacionales. De ahí da principio la campaña directa entre los dos "finalistas", hasta terminar en la elección presidencial, que se celebra el primer martes de noviembre de todos los años bisiestos.

Es verdad que durante todo el tiempo que duran las primarias, los candidatos están expuestos a un desgaste considerable. Las cosas empeoran cuando uno de los aspirantes es el presidente en funciones en busca de la reelección, ya que entonces buena parte del quehacer gubernamental se ve determinado por las necesidades electorales. Hacia el 2008 este proceso de primarias ha sido particularmente desgastante, en virtud que, por primera vez desde 1924, no está involucrado en la carrera ni el presidente ni el vicepresidente en funciones, lo que hace de esta competencia una de las más abiertas y reñidas de la historia, tanto en el campo republicano como en el demócrata.

El problema central en el sistema electoral norteamericano es que legalmente no existe un "electorado nacional", como sucede en el resto del mundo. Todas las diposiciones electorales dependen exclusivamnte de la voluntad de las legislaturas de cada uno de los 50 estados, lo que ha dado lugar al enorme desorden y las grandes irregularidades que caracterizan a las elecciones de la que presume mser la democracia más importante del mundo (remember el desastre del 2000 en Florida).
Para este año el calendario de primarias se ha simplificado. Varios de los estados más importantes de la Unión Americana han adelantado la celebración de sus primarias , lo que permitirá a los candidatos concentrar todos sus esfuerzos y recursos a la primera parte del año. Antes, las primarias estaban más desperdigadas, destacando la celebración de la elección en California casi siempre hasta junio, a finales del calendario, lo que obligaba (aún más) a los aspirantes a un ritmo devastador tanto en obtención de recursos como en desgaste de imagen.
Sin embargo, el hecho de que Iowa y Nueva Hampshire, dos estados pequeños y políticamente "atipicos" sean los que abrán el proceso de primarias, provoca que los candidatos dediquen esfuerzos excesivos para captar la atención en estos lugares por miedo a que malos resultados iniciales influyan en el resto del país. Este es el pánico que tiene Hillary respecto a que las posibilidades de Obama en Iowa, y la preocupación de Romney y Gilliani respecto a ese curioso personajillo, Huckabee.

Lo cierto es que en las primarias rara vez sale nominado el mejor candidato, ya que se ven beneficiados considerablemente por dicho procedimiento políticos "populistas" capaces de atraer el voto de los ciudadanos "comunes" con promesas vanas y con campañas superficiales, pero efectivas; mientras que políticos experimentados se ven expuestos a los fáciles ataques de demagogos. Fue con campañas de este tipo como personajes radicales, populistas o inexpertos como Barry Goldwater, George Mc Govern y James Carter pudieron salir victoriosos sobre personalidades de mucha mayor experiencia y capacidad como Nelson Rockefeller, Edmund Muskie y Frank Church. Esto podría suceder en el 2008 si el predicador Huckabee y/o el popular Obama se hacen de las candidaturas de sus partidos pese a la enorme inexperiencia que padecen.

Hay quienes proponen la desaparición de las primarias y su sustitución por un procedimiento donde sólo intervengan los "notables" de los partidos. Sin embargo, dada la popularidad actual de las primarias, esta idea ha sido rechazada contundentemente, sobre todo considerando que el enorme nivel de descentralización de los partidos estadounidenses haría poco viable una decisión vertical. Otros opinan que debería de celebrarse una única elección primaria a nivel nacional en una sola jornada electoral, o por lo menos disminuir al máximo el período en el que estos comicios se celebran, con el propósito de evitar el desgaste de los aspirantes, pero eso sólo sucedería el día que se establezca en Estados Unidos el concepto de "Electorado Nacional" y los estados no lo peemitirán nunca.

En 1984, buscando impedir en la medida de lo posible la designación de un candidato demasiado inexperto o radical, los demócratas cambiaron sus disposiciones internas. Desde entonces, sí ningún candidato logra ganar en las primarias el número necesario para garantizar su nominación en la convención (ambos partidos exigen que el candidato presidencial cuente con la mayoría absoluta de los delegados), la decisión final recaerá en unos "superdelegados", que representan aproximadamente el 14% de los votos en la convención. Estos "superdelegados" por lo general son "notables" del partido (senadores, representantes, gobernadores, etc.) que no están sujetos a ninguna forma de elección frente al electorado. Fueron estos superdelegados los que otorgaron la nominación presidencial a Walter Mondale sobre Gary Hart en la convención de 1984.

Por otra parte, los defensores de las primarias en Estados Unidos señalan que dadas las características tan sui generis que presenta el sistema de partidos de ese país, las elecciones primarias no sólo son el mecanismo más conveniente, sino en realidad el único viable para determinar las candidaturas presidenciales. Los dos grandes partidos de Estados Unidos, a diferencia de lo que sucede con la mayor parte de los partidos en el mundo, son instituciones sumamente descentralizadas y completamente desideologizadas, que cuentan con una estructura horizontal, donde son las instancias locales, y no la dirigencia nacional, las que tienen mayor influencia en el proceso de toma de decisiones. Además, los partidos no son capaces de imponer a sus legisladores una disciplina de voto rígida ni en la Cámara de Senadores, ni en la de Cámara de Representantes.
La experiencia del resto del mundo habla mucho de la singularidad de este sistema de primarias. Por un tiempo (los años noventa) se puso de moda que los partidos europeos y latinoamericanos celebraran primarias al estilo gringo para designar a sus candidatos, pero la experiencia no funcionó, en la mayoría de los casos. Europa la ha abandonado casi del todo. En Argentina fue suprimida, recientemente, la obligación legal que tenían los partidos de celebrar pimarias.
Claro, esto no quiere decir que las primarias hayan fracasado del todo fuera de Estados Unidos. En varias naciones la costumbre llegó para quedarse. En México, hay que reconocer que las primarias fueron clave para evitar un desastre nacional al impedir que Santi Creel se convirtiera en candidato presidencial del PAN gracias a que los electores panistas tuvieron el buen gusto de elegir a Calderón en las urnas. Y no es que yo sea fan de Felipillo, ¡pero Creel!....

viernes, 28 de diciembre de 2007

Dinastías Marcadas


El periódico milanés Corriere de la Sera destaca hoy las coincidencias trágicas que han marcado a tres importantes dinastías políticas: Los Kennedy, Los Gandhi y los Bhutto. Desde su punto de vista, Benazir Bhutto no pudo escapar a su destino. El poder y la tragedia siempre fueron de la mano en su familia la cual, a comienzos de la década del 70, parecía tener un destino idoneo. El entonces primer ministro paquistaní Zulfikar Ali Bhutto era puro carisma, y su mujer, Nusrat, un modelo de belleza. Tenían tres hijos: Shahnawaz, Murtaza y Benazir. Todo cambió en 1977, cuando el general Zia ul-Haq protagonizó un golpe de Estado que dos años después llevaría a Ali Bhutto a la horca. Sus dos hijos varones debieron exiliarse, pero no pudieron escapar de una muerte prematura. En 1985, Shahnawaz fue encontrado muerto en extrañas circunstancias en su departamento en Cannes, y en 1996 Murtaza, de vuelta en Paquistán, fue tiroteado por la policía en Karachi. Según su familia, ajusticiado por grupos de inteligencia paquistaníes. Benazir parecía destinada a esquivar la maldición de su clan. Tras dos gestiones como primer ministra, había regresado a su país en octubre luego de ocho años de exilio en Londres, y buscaba erigirse en el nuevo emblema de la democracia paquistaní. Pero ayer un atacante suicida selló su suerte y la tragedia volvió a apoderarse de los Bhutto.


Asombrosamente, destaca Il Corriere, la historia de este clan tiene muchos puntos en común con la de otra poderosa dinastía política de la vecina India, los Gandhi. Hija del primer premier de la India, Jawaharlal Nehru, Indira Gandhi siguió los pasos de su padre y en 1966 se convirtió en primera ministra de su país. Pero en 1984, durante su segundo mandato, fue asesinada por sus guardaespaldas luego de haber ordenado un asalto en el templo más sagrado de la religión sikh. Indira había preparado a su hijo Sanjay para sucederla, pero éste murió en 1980 en un accidente aéreo. Entonces asumió el cargo de primer ministro otro de sus hijos, Rajiv, que no contó con mejor suerte: en 1991 fue asesinado por un suicida de los Tigres Tamiles.


Un destino similar al de los Bhutto y los Gandhi protagonizaron los Kennedy en Estados Unidos. El 22 de noviembre de 1963, el mundo se estremeció cuando el presidente norteamericano John F. Kennedy fue abatido en Dallas. Las dudas sobre la autoría real del asesinato aún persisten, pero no la certeza de que fue apenas la primera tragedia que envolvió a esta prominente familia de origen irlandés. En 1968, su hermano Robert, entonces senador por el estado de Nueva York y posible candidato a la presidencia, recibió varios disparos mortales por parte de un joven de origen palestino en un hotel de Los Angeles. Su hijo Michael murió casi 30 años después en un insólito accidente de esquí en Aspen. Y el mismo destino encontró en 1999 John F. Kennedy Jr., hijo del presidente asesinado, cuando el avión que piloteaba se estrelló.



Abría que añadir al recuento de Il Corriere que en América latina la dinastía de los Somoza, que gobernó Nicaragua entre 1936 y 1979, también fue blanco de violentos magnicidios. En 1956, tras gobernar el país durante 20 años, Anastasio Somoza García recibió cuatro balazos de un joven poeta marxista, durante una fiesta que iba a volver a proclamar al dictador como candidato. Su hijo Anastasio Somoza Debayle sufrió un final parecido. En 1980, la limusina en la que viajaba en Asunción, donde se había refugiado tras ejercer una dictadura de trece años, explotó al ser baleada por un grupo comando del ERP. Desde luego, en este caso se cumplió aquello de que qien a hierro mata...


En contraste, también habría de citar la historia de una disnastía feliz que si bien se ha salvado de tener un destino trágico, si que ha representado una tragedia para todo el resto del mundo. Me refiero a los Bush. El padre, que fue un presidente competente en política exteror pero muy deficiente en lo interno; George Jr., cuya presidencia ha sido una catástrofe mundial; Jeb, el hemano mayor, ex gobernador de Florida que podría da de que hablar en 4 años y, bueno, habrá que ver las sorpresitas que nos tengan reservadas para el futuro las nuevas generaciones de ñoños ignorantes y retrógrados pero, eso sí, muy suertudos, Bush.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

El Ingreso Básico Ciudadano en Brasil




En Brasil, la idea de un ingreso ciudadano básico ha formado parte de la agenda política desde 1991 como una propuesta del senador Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores.

La iniciativa fue criticada durante todo su mandato por el presidente socialdemócrata Fernando Enrique Cardoso, quien la consideraba improcedente por que "crearía tensiones inflacionarias y desestimularía la cultura del trabajo*. Es por ello que el IBC permaneció en limbo parlamentario durante 10 años en el Congreso.

Sorprendentemente, en enero 2004 la ley Suplicy fue, finalmente, aprobada por el Congreso federal y firmada por el presidente Lula. La nueva ley establece "el derecho de todos los brasileños que residen en Brasil y extranjeros que tengan residencia en Brasil de por lo menos cinco años sin importar su condición socioeconómica de recibir un beneficio monetario anual." El beneficio estaba planteado para ser implementado gradualmente a partir del 2005 y se establecía que el valor del beneficio conforme al mínimo necesario que una persona necesita para comida, educación y salud, tomando en cuenta el nivel de desarrollo del país y la disponibilidad de recursos presupuestarios. En el supuesto de que comenzara con R$40.00 al mes ó 16 dólares por persona, una familia de seis personas recibiría R$240.00 ó 97 dólares mensuales. Si el jefe(a) de familia recibe el salario mínimo que en Brasil es de R$260.00 ó 105 dólares mensuales y la familia no tiene otro ingreso, entonces el ingreso mensual de dicha familia aumentaría a R$500.00 ó 202 dólares. El programa beneficiaría, en una primera etapa, sólo a los 50 millones de personas (de 181 habitantes) que, en Brasil, viven por debajo de los límites de pobreza.

Sin embargo, el escepticismo sobre la viabilidad de la medida surgió desde el momento mismo de su promulgación. Durante la ceremonia de aprobación de la ley, el presidente Lula dijo: "En Brasil hay leyes que funcionan y leyes que no funcionan. Ojalá está funcione". Algo sabría Lula, ya que la ley, hasta la fecha, no ha podido ser reglamentada y podría quedar en "papel mojado", tal y como sucedió con muchas de las intenciones regulatorias y estatistas que tenía la Constitución brasileña en su origen. A pesar de las buenas intenciones ddel Constituyente de 1988, la ley fundamental ha sufrido más de 50 reformas, aprobadas para permitir la liberalización de la economía brasileña.
En 1995, Campinhas y Brasilia fueron las primeras ciudades en adoptar programas de ingreso básico, sin embargo ambos programas tuvieron, desde el inicio, grandes limitantes y fueron suspendidas con la crisis financiera de unos años después.

Lo cierto es que, para desánimo de Suplicy, la administración de Lula ha privilegiado su programa de Hambre Cero, un esfuerzo por combinar los beneficios monetarios con políticas más amplias para el desarrollo de capital social. Desafortunadamente, el gobierno no ha sido capaz de implementar este plan por completo y Hambre Cero se ha reducido gradualmente a su componente inicial "Bolsa-família" o asistencia familiar. El impacto económico de "Bolsa-família" es innegable, sin embargo hasta el momento sólo le brinda ayuda a 6.5 millones de familias con niños en edad escolar, es decir, la mitad de las familias en el país que viven por debajo del límite de pobreza con un aporte promedio de 26 dólares al mes. El gobierno buscaba alcanzar 11.6 millones de familias a finales del 2007.
Es decir, la política social de Lula, que en el papel parecía ser una de las más ambiciosas de la historia, se ha quedado en establecer programas asistenciales tradicionales, y ha rehuido a la aplicación de subsidios monetarios directos

*ver; "Renda e consumo, André Lahoz, A Era FHC: un Balanco, Bolivar Lamounier y Rubens Figuereido, compiladores, Cultura Editores associados, Sao Paulo, 2002
Ver también: "Legitimizing Basic Income in Developing Countries: Brazil or the Answer is Blowin' in the Mind" por Eduardo Suplicy, trabajo presentado en el Foro Global de ONGs organizado por la coalición BIG "Basic Income Grant" en: sacc-ct.org.za/suplicy.html .

viernes, 21 de diciembre de 2007

Pedro Arturo Aguirre Ramírez



Nació en la ciudad de México en 1963

Autor de los libros: "La Unión Europea: Evolución y Perspectivas (Diana, 1994)"; "Asia Oriental: Desarrollo y Democracia" (Diana, 1995); "Elecciones y Política en Francia: De Charles de Gaulle a Jacques Chirac (Nuevo Horizonte Editores, 1996)"; "Ocho en la Cumbre (Nuevo Horizonte Editores, 1998)"; "La Alternativa Socialdemócrata" (Fundación por la Socialdemocracia de las Américas, 2001); "Historia Mundial de la Megalomanía: desmesuras, desvaríos y fantasías del culto a la personalidad en la política” (Editorial Debate, México D.F., México, 2014 y Editorial Innisfree, Madrid, España. 2013); De Winston Churchill a Donald Trump, auge y decadencia de las elecciones (Editorial Innisfree, Madrid, España, 2016) y Bad Hombres: megalomanía y política en el siglo XXI (Editorial Innisfree, Madrid, España, 2016).

Coautor de los libros: "Sistemas Políticos, Partidos y Elecciones: estudio comparados (Nuevo Horizonte, 1993 y 1997)"; "Una Reforma Electoral para la Democracia (Instituto de Estudios para la Transición Democrática, 1995)"; y "Consolidación Democrática y Gobernabilidad en América Latina" (Coedición de las Fundaciones Friedrich Ebert, Teotonio Vilela y por la Socialdemocracia de las Américas, 2004).

Coordinador del trabajo de elaboración de las dos ediciones de la colección de monografías que conforman la serie “Los Sistemas Políticos y Electorales Contemporáneos”, efectuado para el Instituto Federal Electoral (1999-2000 y 2007-08). Autor de las monografías "Fórmulas para la Gobernabilidad: Hacia la construcción de un sistema político estable y democrático en México", publicado por la Friedrich Ebert Stifttung (2000) y de “El Fin del Paradigma: Las Elecciones Presidenciales en Estados Unidos del Año 2000” publicada por la Fundación por la Socialdemocracia de las Américas (diciembre de 2000).

Es autor de la novela histórica "El Protocolo Malatesta" (Editorial Innisfree, Madrid, España, 2020)

Director de la revista Voz y Voto (1998-2000). Ha publicado centenares de ensayos y artículos en diversos periódicos y revistas del país, entre los que se encuentran el seminario Etcétera, las revistas Voz y Voto, Bucareli 8, Nexos, Diálogo y Debate, El Huevo, Gobiernos, Examen, Viceversa, Voices of Mexico, Economía y Sociedad, Arcana, Campaings and Elections, Letras Libres y Zodaxa, así como los periódicos El Economista, El Universal y Reforma. Asimismo, ha participado en diversas compilaciones de ensayos sobre asuntos políticos y electorales publicadas en México y en el extranjero.

Es autor de la columna semanal "Hombres Fuertes", publicada en el periódico ContraRéplica (desde 2019) y también es columnista de las revistas digitales Etcétera y Latitud (en ambas desde 2020).

Catedrático universitario de la materia Sistemas Políticos y Gobiernos Contemporáneos en la Universidad Iberoamericana (1994-97). Profesor en diplomados impartidos por las siguientes universidades e instituciones académicas: UNAM, ITAM, Universidad de Guadalajara, Universidad de Colima, Universidad Estatal de Nueva York (SUNY), Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Universidad Autónoma de Coahuila, INAP, El Colegio de San Luis A.C. y el Colegio de Jalisco, A.C.

Director del Círculo de Conferencias Henry Louis Mencken, institución dedicada a la difusión de la cultura política y democrática, desde 2014 y con más de mil conferencias impartidas a la fecha.

Productor y conductor del programa radiofónico semanal de análisis político internacional “Mundo y Medio” (transmitido por la estación Ondas del Lago 690 AM de enero de 1997 – agosto de 2000), del programa “Saboreando la Noticia” (transmitido por la estación 88.9 de grupo ACIR y por Canal México TV 2011-14).

Ganó el Premio de la Fundación Friedrich Ebert para Periodistas Mexicanos, otorgado en 2001.

Director general del diario digital 30 Días. Mx www.30dias.net (2013-15).

Autor de los blogs El Blog de Pedro Arturo Aguirre, El Oso Bruno, Villa Arpinati e Historia Electoral Mundial.

Anchorman de Canal México TV (2011-14).

martes, 18 de diciembre de 2007

Su tarjeta navideña del Fili


Pásenmela muy a gusto en estas navidades.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Titanes de la Sátira: Ambrose Bierce


Una de las novelas menos logradas de ese mediano novelista que es Carlos Fuentes es Gringo Viejo, una ficción sobre el supuesto fin de uno de los personajes más interesantes de la literatura y el periodismo norteamericano. La película, dirigida por Luis Puenzo, con Gregory Peck y Jane Fonda, es infame. Y es una lástima, porque el tema sí que estaba para dar mucho. Ambrose Bierce, periodista y narrador, nació en 1842 en el Estado de Ohio, Estados Unidos, pero no se sabe cuándo murió porque en 1913, después de haber preparado le edición de sus obras completas, recorrido los lugares en los que luchara en su juventud durante la Guerra de Secesión y cedido su tumba en California a su hija, se internó en el México revolucionario a los 71 años sin que haya vuelto a saberse nada más de él.
Bierce fue uno de los primeros columnistas independientes de la historia del periodismo. Trabajó para los periódicos y revistas más importantes de la época, entre ellos para la omnipresente, a la sazón, cadena de William Randolph Hearst, el rey del periodismo amarillo. También fue un extraordinario narrador. Destacando sus cuentos fantásticos o de fantasmas. Ambrose Bierce era el noveno hijo de un calvinista apocado y de una sargento de caballería; probablemente el odio que tuvo a toda su familia (con excepción de su hermano Albert) unido a su viveza e inteligencia, debieron afinar la mordacidad que luego manifestaría en prosa; pero, además, su experiencia de juventud está señalada, sobre todo, por su experiencia de la Guerra de Secesión, que lo marcó para siempre. A partir de entonces su carrera de periodista iniciada en San Francisco lo lleva a los más altos reconocimientos hasta que, como decíamos, tras llegar a ser un narrador de talento, inició el viaje inverso (cierre de su obra, regreso a los lugares de batalla, entrega de su tumba formal) hacia el fin de sus días.
Bierce es, en sus mejores cuentos, es un escritor de extrema hondura y sugerencia. Léase, simplemente, Suceso en el puente sobre el río Owl también conocido como El puente sobre el río del búho, que también fue llevado al cine (no he visto la película). El empleo del tiempo y del ritmo que animan este relato de un último anhelo, que contiene y muestra toda una vida, suspendido en el transcurso de unos escasos segundos, es un prodigio de invención, imaginación y técnica literaria.
Los relatos de Bierce están llenos de muertos, parajes desolados y solitarios, cabañas abandonadas y fantasmas. Casi todos suceden en el ámbito rural de la época y están contados, por lo general, por un narrador que tiende a adoptar el tono de un contador de historias que se dirige a una concurrencia, lo cual le permite distanciarse en bien del lector lo que, unido al empleo del humor, obliga a una lectura placenteramente inteligente. Tiene un estilo directo, sí, aunque muy preciso y casi diría que animoso, a la hora de transmitir la historia que cuenta. Hay una mezcla de humor y horror que estos cuentos muestran todas las gradaciones, desde el humor negro hasta lo macabro, desde lo siniestro hasta la crueldad.

Bierce no era precisamente un amante de la humanidad, su infancia y su juventud le proveyeron, al parecer, de una mezcla de misantropía y desconfianza en el ser humano que sólo por medio del humor podía hacer expresable. A veces, sin embargo -como en El suplicante o Un vagabundo infantil-, queda impregnada la crueldad del relato por un ramalazo de compasión. Se expresaba maravillosamente a las claras; véase esta formidable imagen a título de ejemplo: "Hacía una noche especialmente fría y clara, como el corazón de un diamante".

Sin embargo, la verdadera especialidad de Bierce fue la sátira, esencia de su inmenso trabajo periodístico, así como de su libro más conocido y celebrado, “El Diccionario del Diablo”. Aquí el humor parece más jovial y el ingenio se hace valer más por sí mismo. Bierce se lanzó a componerlo cuando estaba en la plenitud de su éxito. Veamos algunos ejemplos de su genial “Diccionario del Diablo”.



Ambición, s. Deseo obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y ridiculizado por los amigos después de la muerte.
Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión
Cobarde, adj. Dícese del que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Crítico: "Persona que alardea de ser difícil de complacer porque nadie pretende complacerle".

Destino, s. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Fanático, adj. Dícese del que obstinada y ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Patriota, s. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de políticos e instrumento de conquistadores
Político, s. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.
Religión, s. Hija del Temor y la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.
Tedio, s. Ennui, estado o condición en que uno está aburrido. Se han sugerido muchas fantasiosas etimologías de la palabra, pero el sabio Padre Jape dice que deriva de una fuente muy obvia, las primeras palabras del viejo himno latino The Deum Laudamus. En esta derivación aparentemente natural hay algo que entristece
Voto, s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Las Campañas Electorales son Eventos Deplorables



“Hay tres momentos en los que más mienten los hombres: Cuando regresan de la caza, cuando hablan de mujeres y cuando están en campaña electoral”
Otto von Bismarck


Las campañas electorales son eventos deplorables. Durante meses los sufridos ciudadanos de las democracias de todas las latitudes deben tolerar un pertinaz, impertinente e interminable bombardeo de basura, hipocresía, mentiras, promesitas fáciles e intentos de manipulación. Es una lamentable época que debemos encajar viendo las jetas de sujetos que, por lo general, tienen nulos o muy escasos méritos éticos e intelectuales reproducidas ad infinitum en cada poste, barda y espectacular de nuestras ciudadades. En la tele se puede ver a infames personajes reconvertidos en candidatos sonrientes y alegres todo el tiempo, pretendiendo proyectar virtudes que rara vez poseen en verdad: valor, honestidad, decisión, sensibilidad, inteligencia, etc. Es una horrenda temporada de gingles estridentes y de mal gusto (naranja, naranja), proliferación de colores chillones y agresivos, suciedad y embotamiento de sentidos. Las campañas electorales son espectáculos de oprobio para quien tenga de menos un par de dedos de frente. Y estas verdades son particularmente contundentes cuando se trata de las llamadas “campañas negativas”, las cuales tienen como base, siempre, la tergiversación, las verdades a medias, la descalificación cobarde y la intención de lucrar con los prejuicios.
Las campañas electorales son una apoteosis de estupidez humana.


Todo esto viene a cuento porque Jesús Silva Herzog Márquez, un estupendo analista que siempre se ha preciado de ser racional, que es un preclaro especialista en el pensamiento de Berlin, amante de la obra de Paz y profundo conocedor de Bobbio y de Sartori, dice que en su blog que va a extrañar las campañas negativas y que la regulación que se ha impuso nos llevará a campañas “asépticas ñoñas y decafeinadas” ¡Tanto leer a Sartori para acabar extrañando la política como circo!
Le alego a mi amigo que los analistas deberían reconocer que la democracia contemporánea está en crisis, y que en buena medida se debe a las campañas basura, las cuales están muy mal evaluadas por los ciudadanos.
Nada más irracional que las campañas negativas, que explotan los prejuicios, los miedos y las fobias de la gente. El extremo a donde se pueden llevar las campañas negativas nos lo enseñó ni más ni menos que un señor que se llamó Joseph Goebbels. “Miente, miente mil veces y tus mentiras se convertirán en verdad” ¿Esa es lo que queremos?

Vamos a establecer una serie de verdades que no digo yo (ya me dijeron el otro día que yo era muy mamón, y es cierto), sino los sondeos de opinión que dan a conocer las empresas serias que se dedican a estas cosas de opinión pública:

Las campañas políticas son despreciadas por la inmensa mayoría de los ciudadanos, sobre todo si son negativas.

La gente percibe que se derrocha en ellas demasiado dinero, y que se informa poco y miente mucho.

La mayor parte de los electores quiere que estos desplantes de hipocresía y mal gusto sean más baratos y más cortos. Y es una tendencia se ha acentuado recientemente en México y en todo el mundo.

Los analistas más serios de este fenómeno están llegando a la conclusión que mientras más abusiva es una campaña, más contribuye a deslegitimar a los partidos que en ella contienden y, por lo tanto, a denigrar la calidad de la democracia.

A muchos políticos les costará creerlo, pero los electores todavía reconocen como objetivos éticos valores como la honestidad, la veracidad y la coherencia y a actitudes que se refieren a detallillos como, digamos, cumplir las promesas que se hacen y respetar la palabra dada.

El problema de las campañas negativas es, por lo tanto, ético y se liga a la creencia de que la democracia es un resultado de la racionalidad humana. Lo ideal, entonces, sigue siendo que en las campañas en las que se dan a conocer las posturas partidistas y los candidatos promuevan y apelen a la racionalidad, no a los instintos. Lo deseable es que las campañas formen e informen a los ciudadanos para que estos puedan hacer su elección de manera razonada. Por eso la información que se le ofrezca debe ser veraz y precisa, apelar a la inteligencia y no a las emociones y ayudar, en lugar de obstaculizar, a la participación del ciudadano común en el proceso de toma de decisiones.
Pero la realidad, lo sabemos, es muy diferente. Las campañas se dedican a tergiversar, a manipular, a difundir mentiras y/o verdades a medias, a apelar a las emociones. La publicidad política es, entre los distintos tipos de publicidad que existen, la más engañosa, errónea, injusta y suspicaz. Es mucho más falaz que, por ejemplo, pretender vender detergente con efecto “chaca-chaca” (se acuerdan) o el "irresistible" desodorante AXE.

Ahora bien, en México ha habido una reforma que, por un lado nos ha liberado del derroche, desequilibrio en las condiciones de la competencia y exceso de influencia de los grupos de interés que supone la compra indiscriminada de espacios publicitarios comerciales en los medios. También pretende regular las campañas negativas. Con ello se pretende rescatar el carácter racional de la democracia y combatir una de las principales causas de su degradación. Honestamente no sé si es el camino ideal, pero es un esfuerzo. Habrá que ver los resultados. Por mientras, a Chucho y a los lectores de su blog que se quejan porque extrañarán las luchas en el fango, le comento que un conocido mío es el rey de las “Chiquiluchas”, en las cuales se pone a luchar a enanos y “freaks” en lodo. Les voy a mandar boletos para que no dejen de divertirse. Total, es práticamente lo mismo.

Los 10 mandamientos del "Progre"

Los 10 Mandamientos Del Progre


From: beaconsfield, 13 hours ago





Este es un PPT que bien describe a los llamados "progres".


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martes, 11 de diciembre de 2007

Basta de Mitos: La Reelección Legislativa no es una Panacea


En los últimos años de eternas discusiones de reformas del Estado en México, una de las ideas favoritas de muchos de nuestros opinadores ha sido adoptar la reelección legislativa inmediata e indefinida con el supuesto propósito de “profesionalizar la labor legislativa”. Esto es falso. La realidad de cualquier parlamento que se quiera ver es que los legisladores realmente importantes y productivos son siempre un puñado, mientras que la mayoría simplemente se dedica a levantar el dedo presentando pocas iniciativas trascendentes y participando escasamente o nada en las discusiones de fondo. Son “una asamblea de ociosos caros y tontos”, parafraseando a Bierce. La verdad es que muchos legisladores son capaces de reelegirse de manera indefinida, no porque la gente les reconozca capacidad o mérito como legisladores, sino porque han sido capaces de establecer poderosas redes clientelares y políticas que les permiten conservar el escaño a veces por décadas o por que pertenecen a las estructuras de mando partidistas y, por ello, tienen garantizada su perenne aparición en las listas plurinominales. De instaurarse en México la reelección presidencial, lo más seguro es que veríamos a los Bejaranos, Padiernas, Gamboas, Manlios y demás fauna eternizarse en las cámaras. ¿Es lo que queremos? Lo dudo.

Nuestros opinadores deberían asomarse más a las experiencias internacionales en materia de sistemas políticos y electorales y dejar a un lado los clichés y fórmulas facilonas. Enterarse de lo que pasa en el mundo es muy útil. En Chile, por ejemplo, está a punto de aprobarse una reforma para la limitación del período de reelección parlamentaria, luego de que la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia aprobara una moción que restringe a un período sucesivo la repostulación de los senadores en ejercicio y a dos la de los diputados.

El proyecto de ley, que cuenta con el patrocinio de diputados de todo el espectro político chileno, fue resuelto por la Comisión de Constitución en sólo un mes.

En sus fundamentos, el proyecto plantea que la reelección indefinida “fomenta el clientelismo y el desprestigio de la actividad política, dificulta que una persona del mundo privado acceda a un cargo de elección popular -porque desplazar a alguien que ostenta el cargo es muy difícil y excepcional-, atenta contra la renovación de ideas y de propuestas, y afecta la eficiencia y el buen ejercicio de la labor parlamentaria”.

Claro, el hecho que los propios legisladores se autoimpongan un límite permite prever un resultado incierto en sala. En la Comisión de Constitución surgió el primer signo, al aprobarse una indicación según la cual la restricción no regirá en las elecciones del 2009, sino recién a partir de la del 2013. Pero la presión de la ciudadanía chilena para poner límites a la capacidad de reelección de los “representantes populares” ha sido muy intensa. Es una muy mala señal frente a la ciudadanía que permanentemente los cargos parlamentarios sean servidos por las mismas personas. Debemos aprender que no es una práctica sana hacer del Congreso una carrera para vivir de la política, ni de los partidos, por cierto. Hay que invitar a gente de otras actividades del quehacer nacional a hacer su aporte e impedir que se instaure una especie de “cinismo parlamentario”.

Claro no quiere decir que esté de acuerdo en que las cosas permanezcan como están. Como ya apunté arriba, hay buenos parlamentarios que de manera legítima tienen el derecho a aspirar a reelegirse por uno o dos períodos, pero también hay que permitir la generación de nuevos liderazgos y evitar que se perpetúen vividores de la política en las cámaras. Propongo hacer lo que Chile: establecer el derecho a senadores a una sola reelección consecutiva y a los diputados un máximo de dos.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Alan García: un “progre” redimido (en buena hora)


Basta de farsas, señores. El populismo revivido por Chávez y compañía no sirve para garantizar el desarrollo de los pueblos. Lo único que le queda a América Latina es construir economías sólidas mediante la liberalización y los consensos democráticos. Desde luego que el camino no es fácil, ni se trata de una receta mágica, además de que se requerirá tiempo para que una economía sana se consolide, pero no hay de otra. Nuestros “progres” harían bien en asomarse a lo que está sucediendo en Perú y tomar buena nota de ello, en lugar de promover soluciones facilotas y demagógicas como esa del ingreso mínimo ciudadano. La semana pasada, el Senado estadounidense aprobó el tratado de libre comercio con Perú, algo que no pudo haber ocurrido en un mejor momento, ya que esa nación andina se destaca cada vez más en la región como una democracia de mercado exitosa. Más de cinco años de crecimiento sostenido (el país creció 8% el año pasado) están transformando la economía y esparciendo el desarrollo a regiones tradicionalmente marginadas. A diferencia de otros países en la región, tales como Argentina o Venezuela, que también están experimentando crecimiento alto, el desarrollo de Perú se caracteriza por la inversión y la creación de riqueza en vez de la redistribución o los meros efectos de los altos precios mundiales de las materias primas.

¿Por qué Perú tiene éxito? Porque a diferencia de otros países sudamericanos ha mantenido las reformas de mercado de principios de los 90, ha profundizado algunas de ellas y ha sostenido políticas macroeconómicas sólidas. Las políticas de apertura y estabilidad están rindiendo frutos. Cualquiera que haya visitado el Perú durante los últimos 15 años se da cuenta de las impresionantes mejoras en un sinnúmero de áreas de la vida nacional, incluyendo el notable progreso en los últimos años. Esa es la verdad y punto.

Un cambio en valores orientados más hacia la sociedad moderna también podría estarse dando a un paso lento. La mayoría de los peruanos apoyaron el TLC con EE.UU. La calidad del servicio y la atención al detalle parecen haber mejorado entre los trabajadores y administradores peruanos en una amplia gama de negocios. Mario Vargas Llosa recientemente señaló que ahora él está más esperanzado por el Perú, no debido a sus indicadores económicos positivos, sino más bien porque "algo profundo parece haber cambiado en la cultura del país. Habría que ser ciego para no verlo".
En su excelente libro nuevo, La Revolución Capitalista en el Perú, el conocido periodista peruano Jaime Althaus documenta detalladamente algunos cambios en la sociedad peruana. Las exportaciones tradicionales y no tradicionales están experimentando una bonanza, con las últimas aumentando a un ritmo mayor. Perú ahora se ha convertido también en exportador de software.
La clase media está creciendo. La brecha entre los ricos y los pobres y entre Lima y el resto del país también se ha reducido. Los aumentos en el ingreso han sido proporcionalmente mayores para los pobres que para los ricos.

Las empresas peruanas -muchas de ellas nuevas- han logrado éxito a nivel nacional e internacional, no sólo exportando al extranjero, sino también estableciendo fábricas y oficinas en otros países en áreas tan diversas como textiles, bebidas, minería, productos lácteos, ropa, banca y detergentes. Por cierto que algunas empresas peruanas han sido víctimas de nacionalización en la Bolivia de Evo Morales, idolazo de los “progres” mexicanos que está llevando aceleradamente a su país al desastre con su constitución sin consenso.

Amplias regiones de la costa peruana que han sido puro desierto por mucho tiempo se han vuelto verdes como resultado de la "revolución agroindustrial silenciosa", que también se ha dado en algunas partes del interior. El agro peruano ahora es diverso, abarca “desde azúcar hasta páprika y espárragos”, según dice el propio Althaus. El crédito personal como proporción del crédito total se ha triplicado en los últimos diez años y ahora constituye 24% del mismo. Las tiendas de departamento y otros negocios ahora regularmente atienden al sector popular. Centros comerciales inmensos han sido construidos y ahora prosperan en algunas de las secciones más pobres de Lima.

El Presidente Alan García, cuyo primer gobierno en la segunda mitad de los 80 fue pero que un cataclismo natural, está capitalizando este progreso y -hasta ahora ha resultado ser buen Presidente. Es un progre redimido que tuvo la virtud de aprender de sus errores. García se ha propuesto que el Perú crezca a niveles asiáticos durante muchos años. Él ha acusado a los burócratas y a los intereses especiales de obstaculizar importantes cambios en las políticas públicas que aumentarían el crecimiento y reducirían la pobreza. También ha hecho propuestas específicas para permitir la inversión privada en amplias zonas de la selva para exportar madera y para proteger más efectivamente a la región de aquellos que la talan ilegalmente; ha propuesto la titulación de grandes áreas de tierra para que aquellos con recursos puedan explotar las mismas; ha planteado que se aumente dramáticamente la inversión privada en la minería y en otros recursos naturales del Perú; ha propuesto que el Estado renuncie a su propiedad sobre activos que no usa y que renuncie a funciones que son mejor desempeñadas por otros. Y así sigue la lista.


A Perú le queda todavía mucho por hacer antes de que pueda ser declarado una historia de éxito. Pero el tratado de libre comercio ayudará porque le dará permanencia a la política comercial y la estabilidad de políticas y la competencia han sido la clave para el éxito peruano hasta ahora. Si Alan García avanza la agenda incompleta del Perú, por fin habrá empujado al país hacia la modernidad y será recordado no sólo como uno de los grandes presidentes del Perú, sino de Latinoamérica, en un momento crítico para la región.

sábado, 8 de diciembre de 2007

¡Bravo por la Reforma Electoral!


Las reformas al Cofipe recién aprobadas son, en general, un avance sustancial para la incipiente democracia mexicana, sobre todo porque nos pone al nivel de las principales democracias occidentales, donde con toda justicia se prohíbe a partidos y candidatos la compra de spots publicitarios en los medios masivos de comunicación con el propósito de equiparar las condiciones de la competencia, reducir la influencia de los medios (videocracia) y de los grupos de poder y evitar los derroches de recursos en las campañas. Esta es la evolución más trascendental que aporta de la reforma y sólo ella la justificaría plenamente, por mucho que les pese a los dueños de los medios y a los merolicos y comparsas que viven de ellos, como Leo Curzio, el otro Leo (Suckerman, así, con S), el caricaturista Calderón y Sergio Sirviento, entre varios otros.

Sin embargo, creo que la reforma se quedó corta en lo que se refiere a evitar la proliferación de partidos “patito” dirigidos por vividores y farsantes. El sistema de partidos mexicano es uno de los peores del mundo. Esto se debe, fundamentalmente, a que padecemos una injusta legislación electoral, la cual obliga a las organizaciones que aspiran a obtener el registro como partidos a efectuar pactos corporativos y a invertir ingentes cantidades de recursos para poder sacar adelante las asambleas que la ley les demanda. Estas reglas claramente inhiben la formación de organizaciones verdaderamente ciudadanas.

El problema de la legislación actual es que significa un fardo corruptor tan grande que es imposible desarrollar una organización verdaderamente independiente y ciudadana a partir de las absurdas reglas que impone. Los partidos pierden credibilidad y autoridad moral en el momento mismo en que acatan la necesidad de corporativizarse y de aceptar pactos con quienes habrán de financiar las asambleas. Esto lo sabemos bien quienes hemos participado en la formación de partidos. Nada es gratis, y toda “ayudita” representa un compromiso más o menos vergonzante.

Sobre el descrédito partidario las encuestas son más que elocuentes: si bien es cierto que hay una franja importante de la opinión pública que (se supone) está insatisfecha con los partidos actuales, también lo es el hecho de que es muchísimo mayor el sector que tiene una opinión muy pobre de los partidos llamados emergentes. Recuérdese que en las encuestas de valores publicadas periódicamente, los partidos y los políticos ocupan, invariablemente, un deshonroso último lugar de confiabilidad.

Y escribo, entre paréntesis, se supone, por que la realidad es que el presunto descontento con los partidos tradicionales no se ha traducido en un cambio drástico del sistema político ni en México, ni en prácticamente ningún país democrático. Mucho se quejan los ciudadanos, pero el hecho es que siguen o votando por los mismos, o premiándolos con la indiferencia de su abstención.

En México, el estigma que padecen los partidos emergentes tiene que ver, sobre todo, otro de los grandes defectos de la legislación actual: a los partidos se les otorgan cuantiosas cantidades de recursos públicos antes de las elecciones, y no a posteriori, como sucede en casi absolutamente todas las democracias del mundo, lo cual, como se sabe, hace que un partido sea un atractivo negocio para los dirigentes que organizan su fundación y un “modus vivendi” para una cantidad importante políticos de pacotilla que están en los partidos para eso y no para sacar adelante un proyecto político.

Aquí el proceso de formación de los partidos es al revés de cómo es y debe ser en un país democrático, donde para que un partido sea viable primero hay un acuerdo sobre plataformas programas e ideología, después se ponen de acuerdo en la organización interna, de ahí participan en elecciones y demuestran su presencia real en la ciudadanía (o su irrelevancia) y al último reciben subsidio público, en general como reembolsos de gastos de campaña. En México, primero es el acarreo para hacer las asambleas y obtener el registro, lo cual significa corporativismo e inversión económica (nunca desinteresada), de ahí viene el registro y el dinero. El proyecto político queda relegado hasta lo último.

Claro, es preocupante que se consolide legalmente el predominio de la oligocracia tripartidista. Otra reforma que falta es implantar un registro escalonado que abra la competencia a partidos nuevos (sin subsidio previo) y a las candidaturas independientes. Con este registro escalonado se facilitarían las condiciones para que los partidos pudieran participar en elecciones, pero NO SE LES DARÍA RECURSOS PÚBLICOS sino hasta DESPUÉS de las elecciones y exclusivamente a los que hayan demostrado una verdadera presencia nacional. Adiós “patentes de corzo” a los Dantescos, niños verde y Anayas de este mundo. Por otro lado, falta hacer una reflexión seria y honesta sobre las causas de porque el tripartidismo goza de cabal salud. Lo cierto es que la gente ha tomado esos tres referentes sin que nadie los obligue, 90% de los votantes los vota cada vez que hay que ir a las urnas. Los nuevos partidos no convencen a nadie y las candidaturas independientes son objeto del escarnio, entre otros, de los analistas. ¿Recuerdan la manera en que los “intelectuales” fueron los primeros en devorarse a Jorge Castañeda?

Si de verdad hay necesidad de un partido nuevo, este deberá surgir al margen del corruptos sistema de partidos, primer como una gran fuerza de opinión ciudadana que se vaya acreditando ante la ciudadanía mediante propuestas y programas, antes que cualquier otra cosa. ¿Se podrá? No sé. Pero de lo que estoy seguro es que con la actual legislación la formación de un partido verdaderamente ciudadano se antoja imposible.

Por otra parte, está el tema de las campañas negativas. Tratar de limitar las campañas negativas no es garantía de que vayamos a disfrutar en delante de una “panacea deliberativa”, pero puede ser un paso en la dirección correcta. Entre las causas objetivas de la denigración de la democracia están el encarecimiento de las campañas, el exceso de influencia de los grupos de poder, la presencia de medios de comunicación irresponsables y las campañas centradas en la denigración sistemática del adversario. Ríos de tinta de politólogos que van desde Weber a Sartori han denunciado estos fenómenos. ¿Por que ahora restarle importancia (sin vanagloriar) a un esfuerzo por combatirlos? Quizá el debate no gane en calidad, pero si protegeremos un poco más a nuestra frágil democracia.

Por último, queda el tema más polémico, el que llevó a la remoción del maguito Ugalde del IFE. Es deseable que los encargados de organizar las elecciones sean inamovibles de sus cargos, pero primero es menester judicializar la institución. Que desaparezca el IFE y que el Tribunal Electoral sea el responsable máximo del proceso, tal como sucede en Europa y América Latina.

Lo cierto es que los consejeros dizque neutrales han sido y son negociados por los partidos al calor de coyunturas políticas. Todos hemos sido testigos de cómo varios ex consejeros se alinean descaradamente al partido de sus amores poco después de abandonar su arbitraje. Creel, Zebadúa, Ortiz Pinchetti, Molinar fue hasta vocero del PAN. ¡Hipócritas! Es hora de revisar la conformación de este órgano. Los magos, sólo sirven para las kermeses ¿o no?

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Vampiro, putonsón o putín, pero Putin Rules.


¡Si serás bestia, Putíííín! ¡Renuncia, Putíííín! ¡Vete al carajo, Putíííín! Así se imaginaba Brozo en su noticiero del 40 -cuando todavía era chistoso- la reacción de los familiares de las víctimas del submarino Kursk frente al presidente ruso durante el funeral de Estado que se efectuó para despedir a los pobres marineros muertos por culpa de la incompetencia de sus comandantes. El accidente parecía ser el reflejó arquetípico de la irremediable decadencia de una ex súper potencia. Vladimir Putin llevaba apenas unos cuantos meses como presidente. Había heredado una compleja situación política y económica de manos de su antecesor, Boris Yeltsin. Sobraban entonces los analistas que comparaban la hiper inestable situación de Rusia con la de la Alemania de Weimar, con su multipartidismo exacerbado, aguda inestabilidad política, crisis económica crónica, comunistas al acecho y extremistas de derecha cada vez más pujantes.

Ocho años más tarde, tras dos administraciones de Putin, la situación es radicalmente distinta. Rusia es una de las economías “en despegue” más destacadas del orbe, junto con China, la India y Brasil (los BRICs, ya les dicen los tecnócratas), y el país está en paz. Claro, es la paz de los panteones, pero en paz a fin de cuentas. Ya nadie habla de una restauración comunista y se desvaneció el temor de ver entronizado al frente de la que, a fin de cuentas, sigue siendo una potencia nuclear a un “Hitler ruso” en la frenética personita de Vladimir Zirinovski. ¿Se acuerdan de él?

El siempre demacrado e inexpresivo Putin (hay quienes aseguran que es un vampiro chupasangre) ha consolidado su poder y aunque no vaya a reelegirse en las elecciones presidenciales del año entrante, nadie duda que seguirá siendo el mero, mero mandamás y señor de señores. ¡Eso! Que nadie dude que el otrora menospreciado Vladimir Putin convertirá la aplastante victoria de su partido Rusia Unida en las elecciones parlamentarias del domingo en un mandato para liderar el país más allá del fin de su período presidencial. Desde luego, las numerosas denuncias de fraude e intimidación de los observadores internacionales lo tienen definitivamente sin cuidado. El es popular en Rusia, un país, por otro lado, yermo en lo que se refiere a antecedentes, tradiciones y credenciales democráticas. Porque la convulsa historia rusa (esa que protagonizaron, entre otros querubines, Iván el Terrible, Boris Godunov, Pedro el Grande, Catalina y Stalin) está poblada de intrigas, asesinatos, traiciones, absolutismo, autoritarismo totalitarismo, pero en ningún lugar logran verse urnas, a me nos que estén debidamente “embarazadas” (los lectores mexicanos me entienden). Ahora, el principal problema para Rusia es qué cargo específico asumirá Putin para conservar el control..., ah y a que pelele elegirá como candidato a la presidencia de su PRI particular. El Oso Bruno apuesta por que Putin se hará nombrar primer ministro y que la balanza del poder en este muy particular sistema semipresidencial pasará a manos del jefe de gobierno.La realidad es que la inmensa mayoría de los rusos le dan a Putin el crédito de haber sacado al país del salvajismo y el caos social y político reinante en la década del 90, cuando la caída del poder soviético provocó la desintegración de la sociedad rusa. Es por eso que Putin, la verdad, pues muchos, que digamos, muchos incentivos para renunciar al poder pues…no tiene. Y menos ahora, país que florece con los ingresos procedentes del petróleo (casi a 100 dólares el barril, usted dirá) y la industria del gas.
Por otra parte, las elecciones del domingo determinaron la salida del Parlamento de todos los opositores liberales de Putin. Asimismo, una legislación más severa eliminó las candidaturas individuales, que antes permitían que los candidatos independientes pudieran ganar una banca. Y esta es precisamente uno de los aspectos que más llaman la atención de estas amañadas elecciones: el encono con el que los medios oficiales (todos) atacaron a los pobres liberales del bloque Yabloko, quienes no representaban absolutamente ningún peligro para Rusia Unida (tuvieron menos del 2% de los votos) pero, aún así, les pegaron con tuvo. Y es que así es de amargo el recuerdo que tienen los rusos los años del “capitalismo salvaje” de Yeltsin y sus tecnócratas. Toda la campaña de Rusia Unida estuvo enfocada a destacar las diferencias entre el caos de los “deleznables” (para los rusos) años noventa y la felicidad que ahora reina en la arcadia de Putin.
Desde luego, a uno como liberal no deja de preocuparle y desconcertarle tanto odio a las tan bonitas tradiciones liberales, pero también el verdadero liberal sabe alejarse de los fundamentalismos y hacer la crítica al propio liberalismo. En Rusia esto no funciona, y no funcionará váyase a saber por cuanto tiempo (¿Pasa lo mismo en América Latina? Es pregunta.).

Hay que decir en descargo de Putin que Rusia no es un Estado totalitario y la actual ruptura con Occidente no es todavía una nueva guerra fría. Eso sí, bajo su gobierno el Kremlin se ha apoderado del control de las industrias cruciales; ha extendido su control a las provincias más remotas de Rusia; instituciones nominalmente independientes, como las cortes judiciales, los medios de comunicación y el Parlamento, han perdido gran parte de su libertad. Putin también ha desafiado las políticas de Occidente y a acusado a Washington de autoritarismo en su política exterior, lo cual le acerrado mucha popularidad en los sectores la población añorantes de los días enj los que la URSS rivalizaba con Estados Unidos.
Ese es el punto. El buen resultado electoral obtenido por Putin sugiere que el pueblo ruso lo premió claramente en lo que se ha considerado un plebiscito sobre su popularidad. La gente parece estar satisfecha con la gestión, sobre todo por haber devuelto al pueblo ruso la autoestima que perdió tras la crisis de los noventa, además de que desde 1999, la economía rusa, empujada por el fuerte aumento de los precios de los hidrocarburos, creció un 70 por ciento en términos reales. Lo hizo con la ayuda de ingresos extraordinarios provenientes de las exportaciones de hidrocarburos que, en ese período, generaron unos 750 mil millones de dólares. En el exterior, si bien se reconoce que Putin ordenó a su manera a la antes desquiciada Rusia, existe una inocultable preocupación por el aumento del autoritarismo bajo su mandato, reflejado en una inusual acumulación de poder en torno del Ejecutivo, que está en manos de la llamada chekisti (agentes a las órdenes de los servicios de inteligencia), a la cual Putin no es ajeno por haber pertenecido a la extinta KGB (Comité para la Seguridad del Estado). Bastante incompetentes y burdos, por cierto, los servicios de seguridad, que han ahogado a sangre y fuego (sobre todo de los rehenes) los secuestros de centenas de personas en aquel teatro ruso y en aquella escuela en el Cáucaso, que asesinaron de manera vil salvaje en la que asesinaron a la periodista Anna Politkovskaya o en el asesinato tosco hasta la comicidad del disidente Alexander Litvinenko quien, en una operación digna del Súper Agente 86, fue radiado con Polonio 210 por un agente que dejó rastros radiactivos por todo Londres. Será putón, putonsón o putín, pero este presidente ruso, que además es medio bizco y tiene un aspecto patibulario, ha logrado iniciar una época que con toda seguridad será conocida por los historiadores como "la era del Putin".

lunes, 3 de diciembre de 2007

El Oso Bruno se Ríe...


...de Jorge Alcocer ¿Pero que necesidad había de hacer el ridículo, mi querido antecesor/sucesor en la dirección de Voz y Voto? Perdiste el estilillo por andar ambiciosillo. Deberías sostener a los cuatro vientos el buen razonamiento que varias veces en el pasado escribiste y djiste: el IFE es un Elefante Blanco y en México deberíamos hacer lo que hacen en casi todas las democracias que se respetan, crear la institución responsable de las elecciones seis meses antes de los comicios y cerrarla tres meses después. ¡Ah, pero que difícil es la congruencia cuando falta la inocencia! Te vimos en la prensa muy formadito haciendo cola con tu currícum al lado de chamanes, grillos desempleados y hasta actores de telecomedias , y todo para que te bateara tu queridísimo PRD en fea forma. ¿Pero cuándo aprenderás?


...del Mico...mandante Chávez Este jugador compulsivo perdío el derecho a la eterna reelección y a imponer su modelo de socialismo XXI como obligación constitucional. Bien por los venezolanos. Sólo falta que la pueril oposición que le ha hecho el favor a Chavez de hacer estupidez tras estupidez madure y sea capaz de articular un movimiento de respuesta ciudadana eficiente y serio. ¡Ya párenle a la cacerola y al victimismo cursi!


....de Dante Delgado y todos los partidos de la chiquitería, que llorando cual Magalenas van por los rincones por que a la mejor se les acaba el negociazo de formar coaliciones, lo que les ha permitido embolzarse un porcentaje del presupúesto público (mal) destinado a los partidos mucho mayor al que merecerían de acuerdo a su escasísima presencia real en el país. Lo que sigue sorprendiendo es la poca conciencia que hay en México de la necesidad de deshacerse de estas lacras, auténticos garitos de pillos y politiquetes de pacotilla que sólo medran con todo cinismo del tesoro público. Habría que iniciar una gran campaña nacional en contra de los partidos "patito". ¿Y si la financio yo con lo que te gane a Convergüenza en Conciliación y Arbitraje? Igual me alcanza.


...de Manuel Espino ¿Y que otra cosa se puede hacer, si el pobre perdió de todas, todas? No cabe duda que para ciertas cosas, y la vida del partido interna del gobierno es una de ellas, el presidente sigue siendo el presidente. Ah, pero no todo esta perdido para Espino. Si de presidente se trata, Espino tiene el suyo, faltaba más, y más grandote que el chaparrito Calderón. Ahora, Mr. Yunque podrá dedicarse tiempo completo a ser la mano derecha del PRESIDENTE....Fox


...de, bueno, claro que me encantaría decir que del "gober precioso", pero el muy hijo de puta es el que se anda carcajeando de todos nosotros ¡Vaya con el héroe de esta película!

sábado, 1 de diciembre de 2007

El Bufón del Rey Lear


Tras mi efímero paso por el PRD dejé por un buen tiempo de militar en partidos. El PRI siempre me repugnó y el PAN, pos, ¡Era la derecha!  Y yo, lector de la colección completa de Los Agachados de Rius, no podía acabar en la derecha. “Ya llegará el día, ese amanecer, en que surja una opción verdaderamente socialdemócrata”, pontificaba con mis amigos, “Socialismo, pero con libertad”. Y mientras llegaba la aurora rosa me dediqué a un sinnúmero de cosas, sobre todo a viajar, leer, escribir mis primeros libros de divulgación (esos que tanto desprecian los pseudointelectuales) y a trabajar un tiempo con Woldenberg, cuando éste se desempeñaba en el IFE como Consejero Ciudadano.

Pero el "gusanito" de la política seguía acosándome. Mi reincorporación a la vida partidista se dio de manera completamente inesperada, involuntaria e indeseable, ¡En el PRI!

Corría el año de 1995. Trabajaba yo con Woldenberg y su brillante equipo de colaboradores algo descontento porque no me alcanzaba el sueldo para cubrir mis obligaciones de responsable padre de familia. Además de ser un magnífico observador de la realidad nacional, Pepe Woldenberg es una gran persona, estupendo jefe y amigo, pero  percibía a Ricardo Becerra y Lencho Córdova algo “celosillos”. ¡Ese espíritu de clan que tienen los nexianos! Por eso, cuando Alfredo del Mazo legó a la dirección general del Infonavit no dude en irle a pedir chamba. Alfredo es viejo amigo de mis padres y me tenía aprecio, al grado que aceptó gustoso nombrarme como su “asesor político”. Así le di las gracias a Pepe y lo deje trabajar en paz con sus hijos putativos, esto dicho con todo cariño a Ricardo y Lorenzo, quienes son objeto de todo mi aprecio y admiración.

Estar cerca de todo un político tradicional a la "priísta" fue una aleccionadora experiencia. No me iba mal. Estaba yo fuera del estamento burocrático de la institución, me pagaban bien y el trato que me prodigó Alfredo siempre fue impecable. Mi labor era escribir discursos para la giras del director general a los estados y dar mis "agudos" puntos de vista sobre política nacional e internacional. No estaba yo destinado a ser el speech writer, pero un día Del Mazo estaba desesperado porque no le gustaban los textos de sus otros asesores y me mandó llamar. “A ver que nos sugiere, Pedro”, me dijo. Garabatee unas tonterías que terminaba con algo así como “la sociedad mexicana lo que demanda hoy es legalidad y democracia. Entendamos su anhelo. No la defraudemos”. Pues esta vacilada le encantó. “Ya ven, el señor tiene ideas frescas”, y desde entonces no me soltó.

Hasta me explicaron cual era “la regla de oro” de los colaboradores de Del Mazo: "Felicidades, Pedro, pero no te confíes. El licenciado es como el sol, si estás demasiado lejos te congelas, si te acercas demasiado te quemas, hay que guardar una sabia distancia”. ¡Válgame!

Amo la tragedia del Rey Lear, sobre todo el papel del bufón, único personaje que es capaz de decirle sus verdades a su majestad porque, bueno, es el bufón. En eso justamente me convertí al integrarme al círculo de Del Mazo. En las reuniones de análisis daba mi opinión sincera con un torno burlesco y sarcástico. Bueno, en realidad me limitaba a repetir las opiniones de la gente, los puntos de vista de la calle, aquellas críticas cada vez más severas dirigidas al gobierno y el PRI en la álgida época del Fobaproa, omitidas ante el licenciado por sicofantes y funcionarios menores para no molestarlo ni caer de su gracia. Nadie le llevaba la contraria al licenciado. Se acataban sus órdenes sin chistar y toleraban con estoicismo sus fuertes regañizas cuando no andaba de humor. Yo me reía.

Todo iba de lo mejor, pero llegó el momento fatídico. En 1997 se elegiría por primera vez mediante las urnas al jefe del gobierno de nuestra atribulada ciudad capital. El PRI comenzó a barajear el nombre de mi jefe como posible candidato. El licenciado nos reunió y nos preguntó “¿qué opinan ustedes sobre mi posible candidatura?”. Todos se apresuraron a dar complejas razones políticas, morales, históricas y estratégicas de porque Del Mazo debía aceptar tan ingente desafío. “Esto podría abrirle las puertas de la presidencia”, se atrevió a augurar uno de ellos”. “Y usted qué opina, Pedro”, me pregunta de repente. Todos pusieron cara de ¡A ver que dice el payasito! Y el payasito dijo “Piénsenlo bien, Licenciado, la verdad es que el PRI es sumamente impopular en el DF, Espinoza ha sido un pésimo regente y la gente no olvida aún el error de diciembre”. Y añadí con un poquitín de sorna "A ver si no lo llevan al baile, licenciado". En fin, cosas que a la sazón todo el mundo sabía, menos, al parecer, los politicazos priístas. Pues bien, a los 15 días ¡Candidato Habemus! y adiós al Infonavit. El Licenciado me pidió trabajar con él en la campaña con todo y mis "ideas frescas” y,  pos no me podía negar, yo no soy malagradecido.

Hasta credencial del PRI me dieron. ¡Chingao, bajo que cae uno!

Opté por de reír, qué más da, si para morir he nacido.  Como es bien conocido, la campaña fue un desastre de principio a fin. Yo me dedique a decir chistes y recorrer cantinas con mis cuates Bubu y Fito, que en aquel entonces todavía era divertidos. Fito conocía todas las cantinas del DF, hasta alguien sugirió ponerle el mote de "el Cantinas", cosa que el interfecto odió. De esa forma llegábamos a la oficina “jalaos” y a contar chistes bobos, que para ello me pinto solo. “Licenciado una buena noticia y una, digamos, no tan buena”, le dije un día a Del Mazo, “la buena es que en una encuesta usted tuvo 40% de intención de voto contra el 30% de Cuauhtémoc. La no tan buena es que la hicieron exclusivamente en este edificio con los empleados en su campaña”, y así, por el estilo.

Es obvio que me alejé de la campaña. Detesto el estilo priísita, la lambisconería, la disciplina a ultranza, el discursito hueco. Un día el coordinador de la campaña, un tal Gerardo "el socabón" Ruiz Esparza, me advirtió: “Pedro, te has alejado de la campaña y la gente se da cuenta. Tienes que involucrarte más. Piensa en el futuro”. Respondí “Gerardo, precisamente porque pienso en el futuro me alejo. Y si no, explícame una cosa, ¿para qué quiero yo ocupar un camarote de lujo cuando el barco se llama "Titanic"?

En fin. Siempre le dije la verdad a Don Alfredo las pocas veces que lo vi durante la campaña, "Señor su campaña es un desastre por que la hacen con la óptica priísta tradicional y la sociedad quiere otra cosa”, “señor va a perder las elecciones”, “señor usted perdió el debate porque equivocó la estrategia. Quiso ser Diego Fernández y usted no tiene ese perfil”, “Señor, no confíe en las cifras corporativas del PRI, el voto corporativo ya no existe”. En fin, nada del otro mundo, sólo lo que absolutamente toda la gente sabía que iba a pasar, menos los colaboradores de Del Mazo. Ese es el PRI.

Todas mis críticas a la campaña las publiqué en un artículo publicado en Etcétera un mes después de la elección bajo el nombre de “Manual de Qué No Hacer en una Campaña Electoral”, hasta lo citó Carlos Monsivais en alguno de sus textos (¿Eso es bueno?).

Alfredo del Mazo jamás se enojó conmigo por mis críticas y toleró de buen grado mi sangrón, bobo y, de repente, inoportuno sentido del humor. Tras la debacle electoral del 97 mantuvimos por años una magnífica relación, a veces profesional, la mayor parte del tiempo personal. Mucho lo aprecio y le agradezco.