lunes, 23 de septiembre de 2013

Alemania y su "Mutti"


 
Confieso que nunca he sido fan de Angela Merkel. Sí, ayer esta mujer que ganó de forma apabullante  un tercer mandato casi con mayoría absoluta y gobernará al país más rico de la pobre Europa tiene argumentos para sostener que es la dirigente política más talentosa de su generación y probablemente de Occidente, comparada, por ejemplo- con esa dos grandes desilusiones que han sido Obama o Cameron, con esa nulidad que es Hollande y ya por no hablar de gente como Rajoy o Berlusconi. Se habla del “enigma” Merkel, pero en realidad su éxito es el triunfo de la pazguatería y la mediocridad pequeño burguesa en un país que es hiper conformista y corto de alcances. El sueño alemán es mantener empleo y estabilidad económica, nada más. Y no es que esto esté mal, pero solo si estuviésemos hablando de algún país periférico compo tantos que hay por ahí. Alemania es la cuarta economía mundial, la locomotora de Europa y la ausencia de una visión global terminará por perjudicarle gravemente. Al tiempo.

Cierto que con su sencillez campesina y su look tan espantosamente convencional  "Mutti" (mamá, como la apodan los germanos) protege y tranquiliza a sus compatriotas, pero su falta de enfoque global y su incapacidad de asumir riesgos -como lo hiciera su predecesor Schroeder con las históricas reformas de la Agenda 2010- van a revertírsele a los alemanes. El paisaje político alemán está peligrosamente adormecido. Eso no es bueno para la democracia, y el peor síntoma de esto es, quizá, la ausencia de una voluntad de parte de Alemania por asumir un  el liderazgo internacional y europeo en momentos en los que el viejo continente tanto necesita de un rumbo. En todos los foros internacionales donde participa (OTAN, G8, G20, ONU) Alemania se conforma casi siempre un convidado de piedra, y en cuanto a la integración europea, este país que fuera por mucho tiempo uno de sus principales promotores opta hoy  por una Europa políticamente menos integrada. Siguiendo la posición de la esa mayoría de alemanes, que piensan que el costado económico de la integración europea es genial, pero que el costado político es cada vez más siniestro, Merkel recula en Europa. Y ese es otro de los defectos de Mutti, tan común a tantos políticos: gobernar a golpe de encuesta. Pero esta postura hacia Europa es arriesgada porque descansa sobre el inexacto presupuesto de que la integración económica y la integración política pueden separarse, cuando la lección más elemental que deja la crisis del euro es que una no es posible sin la otra.

En resumen, el legado de la muy popular Merkel hasta ahora es un vergonzante e insostenible abstencionismo estratégico, gobierno para complacer a las encuestas, recetas para enfrentar la crisis del Euro que han provocado  graves daños colaterales y un giro hacia un insano bilateralismo dentro de la Unión Europea que pone en peligro la supervivencia misma de la UE. Pero Alemania no puede ni debe pretender ser una "Suizota", es decir, un país con mucha lana pero con pocos o nulos alcances internacionales e incapaz de adquirir los compromisos internacionales de una verdadera potencia mundial.

La Alemania de Merkel  rechaza cualquier ambición geopolítica. Cierto que en esta decisión mucho pesan las sombras de la historia, pero ha llegado el momento de que el gigante económico germano renuncie a ser un enano político. Para asumir esa responsabilidad histórica se necesita mucho más que la figura sosa y maternal de Angelita.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La Encrucijada de la India



Pedro Arturo Aguirre
 
Las potencias emergentes tienen problemas. Brasil desacelera su economía y enfrenta graves protestas ciudadanas en las calles, Rusia enfrenta poderosos cuellos de botella y su economía es demasiado dependiente de los hidrocarburos, China entra en una etapa de menor crecimiento y posibles turbulencias. Situaciones similares se encuentran en Turquía, Sudáfrica y los países de la ASEAN. Pero el caso más preocupante de problemas económicos lo presenta la India, el segundo país más poblado del mundo el cual parecía hasta todavía hace poco estar en una espiral de crecimiento imparable de desarrollo y ahora padece serios problemas y las perspectivas para los próximos meses son bastante malas. La paridad de la rupia ha sido sumamente inestable durante las últimas semanas, las ventas de las emergentes empresas del país han caído estrepitosamente y las perspectivas en el índice del crecimiento del PIB son cada vez más reducidas. El evidente deterioro de la economía ha dejado al descubierto profundos y crónicos dilemas, los cuales han sido soslayados durante los años recientes de bonanza. La India padece de una infraestructura obsoleta, una legislación laboral anquilosada y un mercado inmobiliario peligrosamente sobrevalorado. Por su parte, las  mastodónticas empresas del Estado siguen siendo demasiado ineficientes, poco productivas y muy mal preparadas para la competencia internacional.

El gobierno acaba de subir el precio de los combustibles y de otros productos importados que cotizan en dólares. Las congestionadas y ruinosas rutas del país y el desastroso suministro del servicio eléctrico son dos renglones  que son buena muestra del lamentable estado de las infraestructuras. Los transportes tardan demasiado tiempo en llegar a los puertos debido a que las tan prometidas autopistas nunca se construyeron. Y  el pésimo estado de caminos y puentes para conectarse con el interior del país no son el único problema de infraestructura. El precio del fluido eléctrico es verdaderamente exorbitante en virtud a que no existen en este enorme país suficientes plantas generadoras. La situación de los puertos también es desastrosa. El costo de los alquileres para las empresas está sobrevaluado y los servicios de agua, alcantarillado, seguridad y transporte aéreo también dejan mucho que desear.

El alto precio de la propiedad y el costo de la energía eléctrica les deja a las empresas muy poco margen para pagar sueldos decorosos a los trabajadores y seguir siendo competitivas. También es cierto que la burocracia sigue siendo enorme y, en muchos casos, obstructiva. La corrupción gubernamental es rampante. Hay grandes desafíos en torno a los temas de integración religiosa y regional, fin del sistema de castas y superación de la discriminación de la mujer, asuntos que ponen en peligro la continuación del desarrollo económico de este gigante. Más grave es la pobreza. El desarrollo económico ha logrado hacer crecer a la clase media de este país en una escala impresionante. Se calcula que unas 300 millones de personas pertenecen a los estratos medios. Sin embargo, el 28% de la población vive bajo la línea de pobreza (otras mediciones aseguran que esta cifra supera el 35%). Hay muchos programas sociales destinados a cambiar esta situación, pero más importante es que el gobierno está consciente de que no lo puede hacer todo y que es menester abrir nuevas oportunidades a las empresas para que éstas produzcan más riqueza y más empleo.

Con un ritmo de crecimiento demográfico que triplica al de China, India para el 2025 se convertirá en el país más poblado del mundo. Si pretende lograr que todo este potencial humano se desarrolle de forma equilibrada clave será enfatizar la necesidad de que las nuevas generaciones acentúen el arraigo de una mentalidad emprendedora que supere de forma definitiva ideas fatalistas y mentalidades conformistas que esperen a que el gobierno todo les resuelva. Y esto es bueno tanto para la India como para el resto del mundo, sea desarrollado o no.

No está de más recordar que India surgió como potencia emergente gracias a que en los años 90 cambio de forma radical su mentalidad económica. Abandonó un paradigma estatista donde el gobierno concentraba todo el poder económico y adoptó una estrategia en la que se dieron nuevos impulsos al sector privado y se abrieron nuevas y numerosas oportunidades para las empresas y las inversiones extranjeras, proceso que corrió en paralelo con la apertura comercial y la globalización. Fundamental en esta transformación histórica fue un cambio de mentalidad en muchos indios. Una nueva cultura empresarial ha logrado arraigarse en los sectores más modernos de la población y hoy es una nueva generación de emprendedores la que lidera el crecimiento de la India. Los jóvenes progresaron, en buena medida, a partir de Internet y la industria del software. Pero si este enorme país pretende seguir en la vanguardia mundial necesita cobrar un nuevo y definitivo ímpetu renovador.

domingo, 1 de septiembre de 2013

La Derrota Histórica de Tony Blair




La semana pasada se verificó un voto excepcional en la Cámara de los Comunes: una mayoría parlamentaria veto, por primera vez desde el siglo XVIII, una acción militar de envergadura solicitada por el primer ministro del Reino Unido. Sin duda, este ingente desaguisado debilitará, aún más, al inefectivo e impopular gobierno de David Cameron, cuyo error de cálculo y falta de liderazgo fueron artífices de tan bochornoso fracaso, pero debe decirse que, sobre todo, este histórico momento representa un incuestionable acto de admonición política y moral contra el ex primer ministro del Reino Unido, el controvertido Tony Blair.

Como le pasa a mucha gente tengo sentimientos encontrados con este Tony Blair. Admiro al líder capaz que hizo renacer al Partido Laboristas de las cenizas en la que lo dejo la loony left en los años ochenta, de llevar a buen puerto la compleja negociación de paz en Irlanda del Norte, de haber entendido que las reformas de Thatcher eran irreversibles (sólo dizque trató de dales un rostro, digamos, más “humano”) y de manejar de forma tan magistral su figura mediática. Pero de este mismo señor me repugna el tufillo de su moralina, su ridículo espíritu de cruzado, la “seguridad sacerdotal de la que hace gala constantemente, sobre todo cuando se equivoca” (Norman Birbaum Dixit). Es un hombre sin sentido el sentido del humor, inteligencia profunda y abismal cultura de otros verdaderos estadistas británicos como Disraeli, Churchill, Pitt, Palmerston o Salisbury. Es heredero de la estricta moralidad del aburrido Gladstone. Esta gente tan gazmoña es muy peligrosa. Para acabarla, hace algunos años se convirtió al catolicismo en medio de gran parafernalia. ¡Quién carajo, a estas alturas, se convierte al catolicismo, con un demonio!

Tras el voto en contra de la acción punitiva en Siria de los Comunes, se abrirá un debate nacional sobre el papel que va a desempeñar el Reino Unido en el mundo durante las próximas décadas y sobre la naturaleza de la pretendida “relación especial” que ha protagonizado este país con Estados Unidos. Lo que es indiscutible es el ridículo mundial de Cameron. Fue precisamente él quien más se empeñó en convencer a Obama sobre una acción contundente en Siria. Cameron cometió el garrafal error de convocar al Parlamento cinco días antes de la apertura formal de la legislatura para tratar el tema de Siria sin calibrar la oposición  que ese paso podía suscitar no solo entre la oposición laborista, sino principalmente entre sus correligionarios conservadores y sus socios de gobierno liberales. La votación de los Comunes se tradujo en 285 votos en contra de la moción del Gobierno y 272 a favor. Integraron el bando de los hostiles 30 diputados tories (a los que hay que sumar la abstención de otros tantos) y nueve liberales. El gobierno desestimo el pésimo recuerdo que dejó tanto en Westminster como en la opinión pública británica la pésima experiencia de la guerra contra Irak.  

En efecto, el principal argumento esgrimido por los parlamentarios que votaron en contra de la idea de bombardear Siria fue la ausencia de pruebas “convincentes” sobre la implicación real del régimen de asir Al Asad en el ataque con armas químicas. El propio Cameron tuvo que admitir que aún no existía un “cien por cien de certeza”. De ahí que sus  críticos hicieron perturbadores paralelismos con la guerra de Irak de 2003 y evocaron las manipulaciones perpetrados a los informes del espionaje en las que incurrió Tony Blair para justificar la participación del Reino Unido en la cruzada contra Saddam Hussein.

El político que mejor expresó su consternación ante la posibilidad de cometer un nuevo error internacional fue, paradójicamente,  Jack Straw, quien fuera ministro de Exteriores en la Administración de Blair y al que le tocase ser uno de los principales defensores de tan insensata guerra: “¿Qué pretende exactamente el presidente Obama, y cuál es la misión a la que pide que Reino Unido se sume? Es muy fácil implicarse en una acción militar, pero muy difícil salirse de ella. Yo todavía tengo las cicatrices de Irak”, declaró de forma contundente. Una declaración que queda como un estigma decisivo en el legado político de Blair. Por supuesto, el arrogante ex primer ministro seguirá, como lleva años haciéndolo, sin reconocer que la estúpida invasión de Irak fue un aberración de dimensiones colosales, pero allá él. A fin de cuentas será como escribió el escritor danés Johannes Jensen: “Sobre el soberbio siempre se abate el glacial soplo del olvido.”