Arrasó la oposición japonesa. Ahora el inminente nuevo primer ministro, Yukio Hatoyama, deberá aprender el arte de hacer que todo cambie para que todo permanezca igual. Porque lo que ganó ayer en Japón no fue el ansía de enterrar para siempre las cuestionables prácticas políticas del ex dominante Partido Liberal Democrático, sino la nostalgia de revivir, a como de lugar, la era del auge de esta peculiar maquinaria política, uno de cuyos creadores fue, precisamente, el abuelo de Yikio, Ichiro.
Los electores quieren revivir a como de lugar el sistema de cobertura social del país que involucraba ampliamente a las grandes empresas niponas pero que ahora, en virtud de las actuales circunstancias, es insostenible. Lo supo Junichiro Koizumi, el dinámico ex primer ministro de orientación liberal quien ha sido el único político con el valor suficiente de intentar reformas a fondo en la anquilosada economía japonesa y en su ya inoperante sistema de seguridad social. Éste si fue un verdadero renovador. Pero el Partido Democrático, que ayer arrasó en las elecciones se dedicó a hacer una demagógica campaña en la que centró sus críticas justamente en las reformas de Koizumi y prometió volver las cosas a como estaban antes.¿Esto es un cambio?
Ya los hechos, que son tan obstinados, dirán si este regreso a las edades de oro del PLD es posibles. La economía de Japón es frágil, pese a que en el segundo trimestre de este año logró revertir una recesión que ya llevaba un año, y la tasa de desempleo ha alcanzado la cifra récord de 5.7 %. En el largo plazo, el país enfrenta un horizonte sombrío si no es capaz de resolver el problema del envejecimiento de la población, que representará una carga colosal para las finanzas públicas si no se hace pronto algo inteligente para reformar al sistema de pensiones.
Ah, pero la "solución" que proponen los demócratas es implantar un oneroso modelo económico centrado en, según ellos, en ayudar a la gente, con préstamos en efectivo para familias y campesinos, autopistas de peaje gratuito, un aumento del salario mínimo y reducciones de impuestos. El costo total de estos proyectos cuando estén funcionando plenamente, a partir del año fiscal 2013, se acercará a la friolerita de 179,000 millones de dólares. ¿Cómo piensan pagar los demócratas todo ésto? Ah, pues su solución parece calcada de nuestro Pejelagarto, dicen que basta poner fin al "despilfarro" y echar mano de las reservas fiscales ociosas para financiar esos programas. Pero la deuda pública japonesa se acerca al 200% del PIB y, obviamente, se incrementará de forma fabulosa con tan filantrópicos planes. Se trata únicamente de una quimera financiera que agravará la ya precaria salud fiscal de Japón.
Ah, pero la "solución" que proponen los demócratas es implantar un oneroso modelo económico centrado en, según ellos, en ayudar a la gente, con préstamos en efectivo para familias y campesinos, autopistas de peaje gratuito, un aumento del salario mínimo y reducciones de impuestos. El costo total de estos proyectos cuando estén funcionando plenamente, a partir del año fiscal 2013, se acercará a la friolerita de 179,000 millones de dólares. ¿Cómo piensan pagar los demócratas todo ésto? Ah, pues su solución parece calcada de nuestro Pejelagarto, dicen que basta poner fin al "despilfarro" y echar mano de las reservas fiscales ociosas para financiar esos programas. Pero la deuda pública japonesa se acerca al 200% del PIB y, obviamente, se incrementará de forma fabulosa con tan filantrópicos planes. Se trata únicamente de una quimera financiera que agravará la ya precaria salud fiscal de Japón.
¿Y Koizumi? El experto en Japón, maestro Aurelio Asiaín, me dice que pierda yo toda esperanza de verlo regresar a la política. Ha anunciado su retiro definitivo e incluso sirvió a la oposición como "gran villano" en estas elecciones. Lástima. Japón tendrá que esperar todavía mucho tiempo para experimentar un cambio verdaderamente modernizador .