sábado, 6 de febrero de 2021

Vacuna y Geopolítica

 




La pandemia del COVID-19 representa un  reto para todos los habitantes del planeta. Sin embargo, los gobiernos protagonizan una carrera nacionalista por la vacuna ajena a los valores de solidaridad, multilateralismo y colaboración internacional. El tema se ha convertido en una nueva fuente de rivalidad geopolítica entre China, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, entre otros. De nada valieron los exhortos a la cooperación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al contrario, incluso se han reportado ataques cibernéticos entre las naciones en competencia con el propósito de tratar de ganar ventajas. Asimismo, los demagogos han pretendido hacer de la vacuna un timbre de prestigio personal. “Nadie debe mentirles: esta es la vacuna de Donald Trump, no se dejen engañar por quienes pretendan decirles que es la vacuna de Joe Biden. ¡Es la vacuna de Donald Trump!” advirtió en alguna ocasión, enfático y pueril como siempre, el nefando presidente norteamericano.

En particular, China y Rusia son las potencias más interesadas en ver crecer su influencia internacional con la explotación de sus respectivas vacunas. China despliega una a ofensiva diplomática con su vacuna Sinovac destinada a países en vías de desarrollo de Asia y de África, justo donde el régimen de Beijing desarrolla su Nueva Ruta de la Seda. Evidentemente, no solo se trata solo de altruismo, sino de la ampliación de intereses comerciales y estratégicos, sobre todo en áreas y zonas geográficas donde Beijing mantiene disputas territoriales, como en el mar del sur de China. Asimismo, Xi Jinping pretende eliminar la imagen de su gobierno como responsable de la pandemia.

Notable en este sentido es lo sucedido en Argentina. Este país tiene comprometidas 51 millones de dosis con varias de las farmacéuticas internacionales, pero por razones de índole geopolítico e ideológico por ahora la única vacuna disponible es la rusa Sputnik V. Se ha iniciado una campaña masiva de vacunación, pero sin haber despejado todas las dudas sanitarias. Bien conocida es la cercanía de la vicepresidenta Kirchner con el gobierno de Putin, razón por la cual se le dio fast track al asunto y se omitieron muchas disposiciones preventivas. Las dudas sobre la vacuna crecieron días antes de iniciarse la campaña. El presidente Alberto Fernández prefirió ser cauto y rompió su promesa de ser el primero en vacunarse. Quizá hizo bien, la semana pasada el Ministerio de Salud comunicó 317 reacciones adversas posteriores a la aplicación. Cosas similares se empiezan a ver en el resto de los regímenes populistas a lo largo de todo el mundo, los cuales tienen la intención  de fortalecerse mediante el uso ideologizado, arbitrario y clientelar de las campañas de vacunación a riesgo de erosionar la confianza del público y de poner a miles de vidas en peligro.

Pedro Arturo Aguirre

Hombres Fuertes

6/ene/21

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