Aunque siempre será de lamentar que los militares intervengan como arbitros de los conflictos políticos latinoamericanos, sigo pensando el el principal responsable del galimatías en el que está metido Honduras es el demagogo irreponsable de Mel Zelaya, quien a a causa de su irrefrenable protagonismo y de sus evidentes errores políticos tras el golpe empieza a quedarse sólo. Uno tras otro, los apoyos se han ido esfumando. Los amigos "bolivarianos" hicieron mutis el sabado, cuando este señor fue a hacer el idículo montadito en su jeep blanco en la frontera de Honduras con Nicaragua e incluso la frívolaza de Cristina Kirchner se ha olvidado del asunto "Honduras" por culpa de un oleada de críticas que recibió en Argentina por dedicarse más Zelaya que a la gripe porcina (o como le quieran decir ahora), misma que ya instaló sus reales de forma cabal en esas tierras australes.
La verdad es que Zelaya cuenta con poco apoyo popular y que, contra todo pronóstico, se está consolidando un golpe de Estado condenado por todo el mundo. Ningún país ha sido tan estigmatizado y sancionado por romper el orden constitucional, pero la mayoría de los hondureños aceptan con naturalidad esta situación unos meses antes de que Zelaya vuelva al poder. La comunidad internacional debe reflexionar sobre este hecho. Algo habrá hecho mal Zelaya para que suscite tanto rechazo, digo yo. Los hondureños confían en que el golpe se irá olvidando y se aceptarán los resultados de los comicios de noviembre, cuyos dos principales candidatos ya fueron escogidos en elecciones primarias supervisadas por la OEA.
Lo del sábado fue la gota que derramó el vaso y fue prueba clara de que, a excepción de Chávez, el respaldo del resto de mandatarios latinoamericanos es meramnte retórico. En el intento de aterrizaje de Zelaya en el aeropuerto de Tegucigalpa (5 julio), tres jefes de Estado –Cristina Fernández, Rafael Correa y Fernando Lugo- y el presidente de la Asamblea de la ONU, Miguel D"Escoto, respaldaron la operación. En esta segunda intentona de entrar a Honduras por tierra ya no hubo apoyo explícito de nadie salvo de Hugorila, lo que perjudica a Zelaya más que ayudarlo, aunque el necio de Mel no lo vea así. De hecho, la intromisión del presidente venezolano en la vida política hondureña fue causa determinante del golpe militar. Por otra parte, el principal error de cálculo de Zelaya fue creer que tenía gran apoyo popular. La realidad muestra que la mayoría de los hondureños le dan la espalda. Sé que oir esto a muchos "progres" esto les molesta, pero al Oso Buno le gusta decir las cosas tal como son, que quieren. ¡Hay de aquellos que prefieren ver el mundo de acuerdo a como lo percibe La Jornada o el Sendero del Peje! Cuando Mel traspasó la cadena del punto fronterizo en las poblaciones colindantes la gente no dejó de hacer su vida normal, sin preocuparle la suerte del depuesto mandatario. El único objetivo de Zelaya al traspasar la cadena fronteriza era alentar una revuelta popular que en volandas lo llevara a la presidencia. Mel recordaba, supongo, a Napoleón cuando volvió a Francia de su exilio en la Isla de Elba (nada que ver con la Gordillo). No hubo tal, y al comprobar que sus seguidores no aparecían y que los policías mantenían disciplinadamente el retén, Zelaya dio la vuelta y regresó a Nicaragua con la cola entre las patas. Todo para Mel fue humillante y patético ese día. Quedó como un mal payaso. Su discurso fue vacuo y reiterativo. Hablaba como si toda Honduras estuviera a sus pies, y en realidad nadie le hacía caso.
Lo que faltó en Honduras es una provisión constitucional de la que habrá de tomar nota. En la Carta Magna de esta república llamada por algunos "bananera" (quien sabe por que estraña razón), no existe la figura de "juicio político" o "impeachment", presente en la mayor parte de las constituciones del mundo, que permite la destitución de un presidente por parte de una mayoría calificada del Congreso a causa de abusos de poder. No tener contemplada esta eventualidad permitió a Zelaya presentarse como una víctima de golpistas cuando fueron sus propias arbitrariedades y delirios los que provicaron su caída. La lección para el resto del mundo es que las Constituciones deben preveer de forma eficaz todas la eventualidades que puedan suceder en una República para estar listos en cualquier caso. Así debe ser en México donde, por ejemplo, equivocadamente no existe la figura de vicepresidente (entre otras cosas). Ahhhhh pero ya están los anulistas descubriendo para nosotros un montón de hilos negros. Seguiremos informando.