Francia ha sorprendido al mundo y de manera muy desagradable ¿Cómo es posible que en el país cuna del enciclopedismo y de los derechos humanos y que tiene una República tan ostensible y orgullosamente laica se verifiquen reacciones tan violentas contra legalización del matrimonio homosexual? Uno pensaría que esta intolerancia era más propicia de darse en países tradicionalmente más conservadores, pero no ha sido así. Incluso en México las reacciones de nuestros conservadores han sido más mesuradas respecto a este tema. Muchos hablan de que el factor principal en la virulencia de las protestas francesas contra el matrimonio gay se deben más bien a un cierto oportunismo de parte de sectores de la derecha que buscan aprovechar la profunda impopularidad del incompetente presidente Hollande para armar un movimiento “desestabilizador”. Algo, quizá, hay de cierto en esto, pero no podemos cerrar los ojos a que esta iracundia obedece principalmente a la existencia de una derecha social militante y rabiosa que tiene raíces muy profundas.
Efectivamente, desde el advenimiento de la III República francesa en 1870 (incluso antes) la extrema derecha ha tenido una presencia social y política muy significativa en Francia. En el siglo XIX fueron el boulangismo, las ligas patrióticas y la acción antijudía. En la pasada centuria fueron el corporativismo y los movimientos de reacción ultramontana y antimodernizadora capitaneados por las bajas clases medias y que tuvieron protagonismo fascistoide antes de la Segunda Guerra Mundial, fueron muy activos durante Vichy y se transformaron en la posguerra, primero, en la forma del poujadismo y más tarde con el Frente Nacional de Le Pen. Siempre, eso sí, estuvieron conjugados los temas clásicos de la extrema derecha francesa: el racismo, el integrismo religioso, el anticapitalismo, el culto a los valores morales tradicionales y un nacionalismo a ultranza.
En la Francia actual, azotada por la crisis económica, un índice de desempleo del 11 % y acelerado proceso de deterioro urbano la mecha que ha sacado del closet las fobias de la extrema derecha ha sido el pretexto de la homofobia. Se han verificado ya dos manifestaciones con más de 400, mil personas. Han muerto activistas de izquierda y se han apaleado a fotógrafos. Grupo neofascistas han ocupado la sede del Partido Socialista y agredido física y verbalmente a parejas, locales, asociaciones gay. Pero quizá lo más inaudito es que quienes aparecen como principales cabecillas de estos movimientos son mujeres: Virginie Tellenne apodada Frigide Barjot (La Frígida Chiflada, en español) que ha llamado al “derramamiento de sangre”; Christine Boutin, que ha asegurado “Ees la gente que rechaza los valores del 68 y de los liberal-libertarios”; y Beatrice Bourges, quien afirma que la teoría de género es un atentado contra la humanidad que “destruirá la civilización”.
Estas son, en resumen, las noticias que en pleno siglo XXI nos da la nación donde naciera el gran Voltaire.