viernes, 17 de mayo de 2013

Evo el Eterno

El gobierno de Evo Morales se eterniza. Un fallo del Tribunal Constitucional de Bolivia habilitará al ex dirigente cocalero con la posibilidad de postularse para un tercer mandato presidencial. Evo ganó sus primeras elecciones presidenciales de 2005 con mayoría absoluta, algo completamente inusitado en la política boliviana, la cual fue inestable en extremo durante prácticamente todo el siglo pasado. Debe decirse que mucho coadyuvó a que se diera este resultado que los otros partidos se dedicaron a dividirse y a entablar encarnizadas disputas entre sí, al grado de que fueron incluso  incapaces de defender sus propios logros de los 20 años previos, durante los cuales comenzó el despegue de la economía boliviana gracias a la reactivación de la industria energética.
 
En efecto, la inversión privada de mediados de los años 90 aumentó la producción de gas natural y pronto Bolivia se convirtió en exportador de gas a sus vecinos con estupendos márgenes de ganancias. Así, cuando Morales llegó al poder la economía boliviana estaba en posición de aprovechar el auge global de los precios de las materias primas, tal y como sucedió con otros líderes populistas latinoamericanos como Chávez, Los Kirchner y Correa. Desde 2005 las exportaciones de materias primas se han multiplicado por seis, a la par que los ingresos fiscales. Estos recursos se distribuyen automáticamente a los gobiernos locales -siguiendo el modelo establecido por los predecesores de Morales- lo que provoca que los recursos fluyan hasta los rincones más apartados del país. De esta forma se ha logrado una distribución sin paralelo del ingreso, lo que ha repercutido en sustanciales reducciones en los índices de pobreza y en el crecimiento del mercado fenómenos que –insisto- ya venían desde los periodos anteriores a la administración de Evo y que se experimentan también en otras naciones de América Latina cuyas materias primas han gozado de precios al alza durante todos estos años.
 
En Bolivia se abate a la pobreza extrema, se hacen importantes obras públicas y se refuerza la seguridad social, pero la dependencia de la economía boliviana respecto a los energéticos es inmensa y las iniciativas de Evo para tratar de diversificar la economía han terminado en la enunciación de quimeras, como aquella de colaborar con India para desarrollar la industria siderúrgica.
 
Debe decirse que a pesar de los discursos oficiales destinados a propugnar por una mayor intervención del Estado, el gobierno de Morales se beneficia principalmente del funcionamiento del libre mercado. Pese al fracaso de varios planes y proyectos estatales, la existencia de un mercado interno en constante crecimiento mantiene sana a la economía. Mercado, que, por cierto, se ve reforzado por un liberalismo de facto al que no son extraños ni el contrabando y ni el tráfico de drogas. No digo que Evo promueva estas actividades ilícitas, pero el hecho es que su ensanchamiento en los últimos años ha tenido como resultado un aumento de los ingresos de campesinos, transportistas, constructoras y empresarios.
Evo va montado sobre una cresta de desarrollo económico y social sin precedentes y se perfila como gran favorito a sucederse a sí mismo tras las elecciones que se celebrarán en 2014, y esto pese a que su popularidad va a la baja. En 2009 un 80% de los bolivianos le apoyaba en 2009, hoy esta cifra incluso baja hasta menos del 40% en las ciudades. Muchos de sus ex aliados disienten radicalmente  de sus medidas, mientras que el autoritarismo presidencial se hace cada vez más patente. El mandatario boliviano es cada vez más intolerante a las críticas, además de que ha optado por medidas de “manotazo” para ocultar problemas crecientes. Así ocurrió cuando decidió nacionalizar intereses de Repsol de forma brusca, acto que muchos consideran una “cortina de humo” para eclipsar la llamada “revuelta de las batas blancas”, una movilización de miles de médicos, trabajadores sanitarios y universitarios que exigían exigen su incorporación a la ley del Trabajo y políticas de atención al todavía precario servicio de salud pública.
 
También la relación de Evo con los indígenas, su fuente primaria de sustento político, se ha deteriorado. El presidente maneja una retórica cuyo eje ha sido un indigenismo a ultranza que incluso no concilia con la modernidad, pero en los últimos años se ha enfrentado abiertamente con organizaciones indígenas. El último choque se dio con la Marcha Indígena en defensa del territorio indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en virtud a que Evo quiere construir a ultranza una carretera que atraviesa una reserva ecológica habitada por de las etnias moxos, chimane y yuracaré. Por su parte, los dirigentes de la Confederación Indígena de Bolivia (CIDOB), que agrupa a los pueblos originarios de tierras bajas, abiertamente han manifestado su decepción por “La soberbia, el autoritarismo y la terquedad de Evo y  por “la enorme capacidad que tiene el jefe de Estado para desatar conflictos en los sectores sociales, en lugar de unir a todos los bolivianos”.
Con todo, la oposición está profundamente  dividida. Se cuentan hasta ochos distintos candidatos interesados en participar en la contienda del año entrante, varios de los cuales proceden del partido oficialista MAS. Al no existir un frente unido opositor eficaz para enfrentar los comicios presidenciales de 2014 todo indica que Evo se convertirá en el gobernante boliviano que más ha durado en el poder en toda la historia.

lunes, 13 de mayo de 2013

Rós Montt: Las Vicisitudes de un Cristiano Renacido

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El grotesco personaje ese que se llama Efraín Ríos Montt, efímero pero -eso sí- sanguinario dictador de Guatemala se convirtió la semana pasada en el primer gorila latinoamericano en ser condenado por genocidio. Otros sátrapas de la región, como los milicos argentinos, lo han sido por el delito de lesa humanidad, entre otros, pero no por el delito específico de “genocidio”. Hay que celebrarlo, sin duda, pero no deja de ser significativo que este remedo de mico haya sido el hombre fuerte de su desafortunado país por décadas. El 23 de marzo de 1982, un golpe de Estado encabezado por este señor puso fin al bestial gobierno de Romeo Lucas García (1978- 1982). Desde el principio el nuevo dictadorzuelo sorprendió a todos con un discurso cargado de misticismo, donde las alusiones a “Dios, mi Señor y mi Rey”, fueron las más recurrentes. Ríos Montt, un cristiano renacido (como Bush Jr.) predicador de la Iglesia protestante fundamentalista del Verbo, encabezó un gobierno genocida. Ex alcohólico (como Bush Jr.) Ríos Montt no duró ni dos años como presidente, pero durante ese tiempo él  y quien fuera su jefe de inteligencia militar, Mauricio Rodríguez, ordenaron –entre otras atrocidades innombrables- la matanza de 1,771 indígenas de la etnia Ixil en diferentes operativos realizados por el Ejército en el norteño departamento de Quiché. En su dictadura se aplicó la política que él mismo denomino como de "fusiles y frijoles": los primeros para la represión y los segundos para los colaboradores. Juan Pablo II le pidió clemencia en 1983 con seis condenados a muerte antes de visitar Guatemala. El tirano se negó y fueron fusilados poco antes de que el Papa llegara al país.
 
Por cierto que Ríos Montt ha sido el tercer jefe del Estado guatemalteco llevado a juicio. El primer antecedente se remonta a Manuel Estrada Cabrera, el dictador que inspiró la novela El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, y quien murió en la cárcel en septiembre de 1924 tras ser defenestrado por el Congreso que lo declaró “demente”. Otro ex presidente enjuiciado es Alfonso Portillo, protegido de Ríos Montt, acusado de malversar del erario guatemalteco ochenta millones de dólares. Otros muy cuestionables militares que ejercieron el poder durante los años de hierro de la guerra civil como Carlos Arana Osorio (1970-1974), Kjell Eugenio Laugerud (1974-1978) o Fernando Romeo Lucas García (1978-1982), han muerto. Sobrevive Humberto Mejía Víctores, quien tras derrocar a Ríos Montt en agosto de 1983 abrió el proceso democratizador, y cuyo enjuiciamiento fue cancelado tras sufrir el militar un ataque cerebral que lo dejó incapacitado para declarar. Guatemala, país mártir, no cabe duda.
 
Pero a mí lo que no deja de intrigarme es que pese a que a ojos vista este fulano es completamente chocante y a todas las acusaciones de vilezas perpetradas durante su breve mandato, Ríos Montt fue, después de dejar la presidencia, el actor central de la política guatemalteca. Fue presidente del Congreso y “poder tras el trono” durante el mandato de Alfonso Portillo (2000-2004) y dirigente del influyente partido Frente Revolucionario Guatemalteco. Y es que mientras las organizaciones de derechos humanos lo aborrecían y lo denunciaban ante cuanta organización internacional podían, y con sobradas razones, muchos (demasiados) de sus compatriotas lo veneraban. Los comicios presidenciales de 1996 y de 2000 en buena medida contribuyeron a solidificar su influencia y a reivindicar a de este mesiánico demente. "El fin último de la política es el ser humano. Usted es quien elige, quien paga, quien manda", decía el general mientras su dedo índice acompañaba la cadencia de las frases. Su mirada penetrante recorría miles de rostros extasiados mientras hacía campaña por su protegido Portillo. Hablaba de justicia social, de reconciliación y, sobre todo, de la ley de Dios. Las gravísimas acusaciones en su contra jamás hicieron mella en los votantes. Es más, la gran paradoja se dio en que buena parte del caudal de votos que recibió el partido de Ríos Montt procedió de las regiones mayas del norte y del occidente de Guatemala, las más castigadas por la guerra y la represión.
 
¿Por qué tantos indígenas fueron  capaces de simpatizar con quien habría masacrado a sus familias? ¿Es falta de memoria histórica? ¿Insolidaridad con sus hermanos? ¿Acaso no fueron ellos los mejores testigos de lo que sucedió?". El sátrapa Ríos Montt se dio el lujo de declarar a la sazón que "Un análisis de los resultados quizá sea ilustrativo para mis detractores, quienes, por no aceptar la opinión de los guatemaltecos, tendrán que inventar nuevos sofismas".
Ríos Montt no siempre tuvo la imagen de gorila esperpéntico. Su prestigio dentro del Ejército y su imagen progresista lo convirtieron en el candidato presidencial de la coalición de la Democracia Cristiana y la izquierda en el muy lejano 1974. De hecho el general ganó aquellas elecciones, pero el a derecha organizó un fraude e instaló en el poder a su propio candidato. Más tarde la agregaduría militar en España sirvió para alejar a Ríos Montt del país, hasta que un grupo de oficiales le sacó del ostracismo en 1982. La guerrilla se había fortalecido considerablemente y los extremos de barbarie del Gobierno del general Romeo Lucas García empezaban a desmoralizar a algunos sectores del Ejército, que planearon un golpe de Estado y ofrecieron a Ríos Montt la presidencia del país.
 
Ríos Montt llegó al poder con una inopinada imagen de progresista con preocupaciones sociales. Esa había sido su trayectoria durante 25 años, pero durante su mandato las fuerzas armadas desarrollaron una atroz estrategia antiguerrillera. ¿Tiene de ello responsabilidad este milico?" ¡Por supuesto! Pero ni de lejos fue el único. Hoy se le condena, y con razón, pero no deja de haber en todo esto una manipulación burda de la historia, y por eso mucha gente no comprende que un personaje así haya conservado tanta influencia por tanto tiempo.

La muerte de "Belcebú" Andreotti


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Falleció Giulio Andreotti, el hombre insignia de la truculenta política italiana de la posguerra. Sesenta años fue miembro del parlamento y siete veces ocupó la jefatura del gobierno. Durante todo ese tiempo lució siempre portentosas virtudes como un gran prestidigitador de la política. Fue acusado de cosas tan graves como sostener arriesgadas relaciones  con la mafia y mandar asesinar a un periodista, y jamás logró borrar la sombra de cierta “sospecha moral" por su inacción ante el secuestro de su gran rival, Aldo Moro. Pero nadie negaba que era él la principal fuente de sabiduría y experiencia política del país y que poseía una indiscutible fama de  proyección internacional. Andreotti fue ministro "de todo", a partir de 1947, cuando el mítico "Presidente de la Reconstrucción", Alcide De Gasperi, lo llamó para colaborar a su lado. Además de la Jefatura del Gobierno ocupó los ministerios del Exterior, Finanzas, Industria, Presupuesto, Defensa, Cultura y un largo etc. Desde el primer momento de su destacó Belcebú (como era apodado por sus adversarios) como astuto operador político en años de dificultades extremas y de dura confrontación con el comunismo. Promotor de la Unión Europea y de una férrea alianza de Italia con Occidente, fue visto también como "un préstamo del Vaticano a Italia", en virtud a su fuerte vinculación con la no menos siniestra curia romana, cuya historia –por cierto- Andreotti ha sabido ilustrar en brillantes y eruditos ensayos.

Belcebú  fue un clamoroso éxito como político, un fuera de serie construido gracias a su capacidad de trabajo y su mítica habilidad en conquistar y prohijar a su numerosa "base electoral" con una infernal red de relaciones fundada en un muy bien aceitado clientelismo. También legendaria fue  su insuperable ambigüedad, cubierta con un manto de refinada ironía capaz de dejar descolocado a sus numerosos adversarios con réplicas fulminantes. A la historia pasó aquella ocasión en que se le preguntó si no se sentía cansado de tantos años de gestión, en virtud a que “el poder desgasta” y él contestó con una frase que dio la vuelta al mundo: "Sí, el poder desgasta, pero desgasta más no tenerlo”, apotegma que incluso parafraseara Coppola en la fallida tercera parte de El Padrino. Relación interesante la que tuvo Andreotti, por cierto, con el cine. Fellini lo consideró difícil de descifrar: "parece el guardián de algún gran misterio. Tiene el talante de quien parece venido de otra dimensión". También hace años se estrenó el estupendo film “Il Divo", dedicado íntegramente a su figura y que no es en absoluto  condescendiente con el personaje.

Cuando uno reflexiona sobre un político profesional como Andreotti, no se puede evitar darse cuenta de cuán falaz es el discurso pretendidamente "ciudadano" que algunos esgrimen para tratar de enterrar a la clase política con el argumento de que los políticos no están a la altura de los "impolutos" ciudadanos a quienes dicen representar. La vieja clase política italiana fue barrida por corrupta para ser sustituida por unos gobernantes aún más corruptos, ineficientes y pedestres pero, eso sí, muy "ciudadanos". Silvio Berlusconi es su epítome.


"Que todo cambie para que todo permanezca igual"; la vieja fórmula gatopardiana cobró plena vigencia en su país de origen. Tras varios un par de décadas  de haberse suscitado la histórica rebelión de un electorado harto de inestabilidad y corrupción, que llevó a la espectacular caída en desgracia de casi la totalidad de la clase política tradicional, los italianos son testigos hoy de cómo sus nuevos dirigentes no solo han sido incapaces gobernar con honradez y eficacia, sino que son aún más venales y frívolos que sus vilipendiados antecesores. Se trata, como la definió Indro Montanelli, de una generación de “políticos pigmeos”, que hacen aparecer a los turbios Andreottis, Craxis, La Malfas y Martellis del pasado como estadistas añorables.

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Por Qué los Políticos son Cada Vez más Burros?




Que estamos en una crisis de liderazgo a nivel mundial no es un secreto para nadie. Por doquier nos encontramos a demagogos, timoratos, populistas, oportunistas ineptos y/o corruptos que quedan muy chiquitos ante la magnitud de los retos a enfrentar en estos tiempos tan azarosos de grandes sacudidas y crisis. Pero lo que resulta el colmo es constatar la carencia de formación intelectual de los actuales líderes, al grado que uno se pregunta si  los gobernantes del mañana no acabarán, de plano, siendo analfabetas. Obama es una notable excepción a esta regla. A riesgo de ser censurado por tanta buena alma nacionalista que hay por ahí indignada porque, según esto, el presidente de Estados Unidos “nos deslumbró como lo hicieron los conquistadores en el siglo XVI”, reconozco que Obama se lució, otra vez, con el magnífico discurso que dio en el Museo de Antropología, mientras que de Peña Nieto ¡ni hablar! desarticulado e insustancial se vio el pobre cuando padeció el suplicio de improvisar unas palabras ante su distinguid invitado. La verdad Peña dio pena ajena.  

Politólogos, sociólogos y toda clase de expertos  coinciden en señalar la creciente falta de formación y preparación académica de los políticos en la actualidad. Se trata de personajes soberanamente incultos que en el mejor de los casos lograron terminar estudios de especialización en algunas ramas administrativas o jurídicas, pero que han descuidado de forma flagrante su formación intelectual e incluso profesional. Por supuesto, tenemos como caso incontestable de incultura  el oso (y no Bruno, precisamente) de Peña Nieto con aquello de los famosos tres libros, pero si repasamos a los “distinguidos integrantes” tanto del actual gabinete como del pasado y del antepasado gobierno veremos que muy pocos brillan por tener una formación relevante. Profesionales de medio pelo y eso en el mejor de los casos, la mayor parte de los cuales ni siquiera llegó a conocer más o menos bien los temas específicos de las secretarias que ocuparon y una fauna aún más espeluznante encontramos en la lista de gobernadores y legisladores.  

La política se ha convertido en el modus vivendi de personajes que adolecen de una escasa formación profesional. La experiencia de la mayoría de nuestros políticos muy rara vez rebasa el ámbito del sector público.  La llamada “clase política” se ha convertido en el caldo  de cultivo de profesionales de partido con una muy escasa formación. Es la apoteosis de los Martí Batres.  Y es que se le exige poco a quienes nos representan. Los dirigentes partidistas priman la fidelidad por encima del mérito o la capacidad en el momento de confeccionar las listas de candidatos a puestos de elección popular. No se busca calidad, sino rellenar espacios y la gente rellena-espacios nunca es la más preparada”. Por otra parte, poco ha contribuido a mejorar la calidad de los políticos la exagerada mediatización de los procesos electorales, así como el encarecimiento de las mismas. Ser bonito o tener dinero cuenta más que la formación política, profesional e intelectual del  candidato.

Obviamente, no quiero olvidar a la tecnocracia. No han sido precisamente pocos los altos funcionarios que han mostrado expedientes académicos brillantes, sobre todo en el manejo de las finanzas públicas, aunque a muchos de nuestros tecnócratas les ha faltado cultura humanista.

Este problema es a nivel mundial. Obama, como apunto líneas arriba, es una notable excepción: estudió Derecho en Harvard y se  graduó en la Universidad de Columbia en la prestigiosa escuela de Derecho Harvard. Lo hizo con un expediente brillante, magna cum laude.  Durante doce años fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago y en la Universidad de Columbia estudió Ciencias Políticas y se especializó en Relaciones Internacionales. Pero el resto deja mucho que desear: Angela Merkel sobresalía desde joven en matemáticas e idiomas, se convirtió en una especialista en química cuántica y se doctoró en Física por la Academia de Ciencias Berlinesa, pero sus aportaciones intelectuales como canciller de Alemania no se acercan ni de lejos a las ofrecidas, en su momento, por Willy Brandt o Helmut Scmidt. El pedestre de Nicolás Sarkozy y el burocratilla de Hollande avergüenzan a gente como Mitterrand, Giscard, Pompidou o De Gaulle. Cameron, Aznar, Zapatero, Rajoy deslucen frente a muchos de sus muy dignos antecesores, ya por no hablar del bufón Berlusconi. O de los aterradores casos de gente como Chávez, Maduro, Menem, Cristina K., Evo y esa horda de ignorantes y palurdos que mal gobiernan hoy en nuestro subcontinente o lo han hecho en el pasado. Ya se están acabando los Fernando Herique Cardoso, Belisario Bentancourt, Sanguinetti y Lagos, entre otras destacadas excepciones de gobernantes latinoamericanos dueños de solidez intelectual.
Evidentemente, no basta con ser culto o contar con antecedentes académicos relevante para ser buen gobernante. Muchos elementos juegan para hacer a un buen político: sensibilidad, intuición, paciencia, aplomo, carácter, etc. Obama mismo no destaca precisamente como un gran estadista, esa es la verdad. Pero una formación intelectual otorga una amplia visión del mundo y de la vida con la que un estadista debe contar. Ojalá las cosas no acaben siendo como una frase que leí el otro día en Facebook: “Si sigue devaluándose la calidad educativa, al final solo seremos capaces de formar políticos”.
 

martes, 30 de abril de 2013

Denisse Dresser, la "Juana de Arco Mexicana".

 
No me gusta Denisse Dresser. Esta mujer padece lo que algunos llaman síndrome “del iluminado” o “del cruzado”. Incluso tiene la mirada extraviada y resplandeciente tan característica de estos individuos (ver foto). Denisse y los individuos que son como ella sienten tener una misión única en la vida y por eso se la pasa moralizando de aquí para allá. Esta mujer en sus artículos y conferencias no se cansa de pontificar sobre “todo lo malo y perverso” que son lo políticos y de “todo lo bueno que es ella y los ciudadanos que piensan como ella”. Por eso no extraña que, en su momento, se haya erigido en la campeona del voto nulo, para después pasar a decir que “cualquier voto es bueno, menos si es por el PRI”. Las contradicciones, evidentemente, pasan a un segundo plano cuando de lo que se trata es de pontificar desde posiciones de supuesta superioridad moral.

Evidentemente, la gente así es sencillamente insoportable. Imbuidos en la lucha entre el bien y el mal, los iluminados empiezan en algún momento de su vida a obsesionarse con algún tema en el que pueden proyectar esta presunta superioridad moral y satisfacer su insufrible necesidad de cumplir con su “elevada misión” de guiarnos por el buen camino pese a nosotros mismos, despejar nuestra ignorancia, aliviar nuestras penas y perdonar nuestros pecados. Su tema puede ser religioso, político, ecologista y lo de que sea. El punto es siempre
sobredimensionar las situaciones que uno vive, lo que los lleva a tomarse las cosas demasiado en serio e, irremediablemente,  caer de forma en el ridículo.
 
La "Juana de Arco mexicana" podría ser el apodo de esta fanática misionera. Jamás abandonará su actitud moralizante por otra más racional o más tolerante hacia la defectuosa condición humana. Los iluminados son paladines del todo o nada y, por supuesto, están atados a un maniqueísmo rampante. Para este nueva profeta nuestro deber es hacer frente a lo que ella considera que es “el mal” sin considerar más variables que las que le dicta su moralina y sin pensar en las consecuencias, sin cuestionar ni un minuto en la idoneidad de sus propuestas o de si existen aspectos mejorables a los que se puede hacer frente de manera más exitosa en algo tan impreciso y humano como es la política.
 
El objetivo de la gente como Dresser es, ante todo, potenciar sus neurosis hasta convertirlas en las de todos. La conversión a la fe verdadera que ella, infatigable, propaga por doquier. ¡Cuídense, amigos de los iluminados! ¡Huyan de aquellos que creen estar siempre del lado del bien (o más bien, que creen que ellos son el bien) y de los que suponen que todo lo saben y todo lo pueden, y en el ejercicio perverso de ese delirio no tienen reparos en deformar la realidad objetiva que los rodea y a los seres humanos que la habitan! Tal vez el humor sea la forma más certera, el antídoto infalible para vencer a los iluminados al detectar el error de la grandilocuencia.
 
¡Qué hueva me das, Denisse!

lunes, 29 de abril de 2013

El Mito Islandés se Derrumba

 
En los últimos años había prevalecido el mito entre los círculos “progres” de todo el mundo de que Islandia se había convertido en una alternativa viable y “revolucionaria” frente a las políticas ortodoxas adoptadas por otros países europeos para luchar contra la crisis económica. El izquierdista gobierno islandés que había sido electo en 2009 se negó a pagar la deuda contraída pos los bancos, se propuso castigar a los responsables de la crisis y convocó a la redacción de una nueva Constitución. De inmediato muchos medios glorificaron estas decisiones, porque supuestamente demostraban que existía otro camino para las naciones en bancarrota en el que éstas fueran capaces de mandar al carajo a sus acreedores, nacionalizar los bancos, arrestar a los políticos y financieros presuntamente responsables de la crisis, convocar a la redacción de una nueva Constitución más democrática, condonar la deuda de los particulares y disfrutar – al poco tiempo- de una economía en crecimiento. Pues bien, todo esta aparente gloria no fue sino una gran mentira.
 
Muy poco de lo que se supone era el modelo islandés era cierto. Nunca hubo la tal revolución islandesa. En realidad, bastaba contrastar un poco las fuentes para descubrir que las cosas eran equívocas: Islandia no abandonó nunca al FMI, sí rescató los bancos, tanto políticos como banqueros fueron exonerados de toda responsabilidad y la negativa a pagar fue combatida por las distintas entidades acreedoras en los tribunales casi siempre éxito. Para colmo, el crecimiento logrado por Islandia de alrededor del 2% está basado en una peligrosa burbuja inmobiliaria y la nueva Constitución “más democrática” es prácticamente idéntica a la anterior salvo por la inclusión de algunas cuantas declaraciones nacionalistas, lo que confirma que tras el desahogo de las grandes manifestaciones verificadas en la isla tras el estallamiento de la crisis nunca hubo un verdadero proceso deliberativo para cambiar de raíz al sistema político.
 
El Estado islandés vio quebrar los bancos tras intentar un rescate en el cual las naciones europeas se negaron a cooperar. Se nacionalizaron temporalmente, como lo hubiera hecho cualquier gobierno en la misma situación. Hubo movimientos de protesta bienintencionados, pero que jamás pasaron de escucharse a sí mismos con una retahíla discursos antisistema. Se renovó parte de la clase política sin que un solo responsable político o financiero fuera a la cárcel. El tiro de gracia a la está farsa de revolución lo dieron los electores islandeses en las elecciones generales para elegir a un nuevo parlamento que se realizaron el sábado pasado (27 de abril) en las que la izquierda fue claramente derrota. Ahora volverán al poder precisamente los mismos partidos que fueron acusados de ser responsables de la crisis.
 
Triste es el drama islandés, ¡Y pensar que hasta hace no mucho la patria del gran Snorri Sturluson era considerada un modelo para seguir y un ejemplo de la moderna prosperidad de los últimos años. Impulsada por la expansión de su industria bancaria, que creció ocho veces por encima del PBI del país gracias a la llegada de capitales externos (atraídos por altos tipos de interés) y una política de compras de empresas sostenida con alto endeudamiento, la economía de Islandia creció en los primeros años del actual siglo a un promedio del 5% anual. Ese crecimiento económico consolidó aún más el bienestar de los islandeses, cuyos índices de calidad de vida eran destacados por organismos y fundaciones internacionales año tras año.
En 2008, año en que estalló la crisis, Islandia fue elegida por la ONU como el mejor lugar del mundo para vivir. También lideraba el llamado European Happy Planet Index, un índice que evalua la felicidad en los países europeos sobre la base de su expectativa de vida (que en Islandia es de 81,5 años, la segunda entre las más altas del mundo), la eficiencia en el cuidado del medio ambiente y la satisfacción de los habitantes por su calidad de vida, además de un índice de alfabetización del 99,9%. Y, como si esto fuese poco, este pequeño país, cuyo ingreso per cápita era a la sazón e casi 51,000 dólares anuales, también era considerado por la revista The Economistcomo el país más pacífico del mundo. Pero los islandeses construyeron su paraíso sobre la base del crédito y cuando éste se terminó y el Banco Central fue incapaz de suplir la falta de liquidez, la isla comenzó a vivir una terrible pesadilla, tan ardua como las eternas noches que vive durante meses este país tan septentrional.
 
Así, con este sombrío escenario de fondo, de Islandia solo nos quedan los versos de Jorge Luis Borges, cosas como "qué no daría por la dicha de estar a tu lado en Islandia bajo el gran día inmóvil y de compartir el ahora como se comparte la música o el sabor de una fruta”.
 

 

viernes, 26 de abril de 2013

Realidades y mitos de la Bundesliga


Tras las goleadas de Bayern Munich y Borussia Dortmund a Barcelona y Real Madrid en las semifinales de la Champions League, la liga alemana de Futbol, conocida como Bundesliga, se puede empezar a poner de moda. Eclipsado durante mucho tiempo campeonatos más populares como la Premier League de Inglaterra o la Primera División española, el torneo alemán -que este año cumple 50 años de existencia- conoce actualmente un asombroso auge, sobre todo en el renglón económico. La Bundesliga fue fundada allá por el año 1963 y hoy es un modelo de negocio en cuanto a su gestión y rentabilidad. La DFL (Liga Alemana de Fútbol) publicó recientemente un informe con algunos detalles de los resultados de la temporada 2011/12: se vendieron 44,293 entradas promedio por partido (un crecimiento de más del 5% respecto del año anterior). Los estadios, seguros y modernos, estuvieron siempre a más del 90% de sus capacidades. Cada club vende abonos anuales, pero reservan buena parte de su aforo para la venta del día del partido (más del 40% de los tickets). El precio de las entradas (22 euros, promedio), está muy por debajo del de España e Inglaterra. Los clubes mayormente funcionan como sociedades mixtas, mezcla de capitales privados y socios. Ninguna empresa puede retener más de la mitad del capital, salvo que haya probado por más de 20 años su responsabilidad en esa institución.

Cada año una auditoría independiente examina el estado financiero de los clubes. La deuda conjunta del fútbol alemán es una risa comparado con la que presentan varios equipos en Inglaterra, España, Portugal o España (por no hablar de América Latina).  Todo esto ha provocado que la germana sea la liga más rentable del mundo, la que más crece y en la que los clubes invierten más recursos para la formación de nuevos jugadores (canteras): más de 40 millones de euros anuales.

Sin embargo, a la liga alemana le sigue faltando el glamour que se ve en otros torneos, esa es la verdad. Una de las razones es, desde luego, la falta de grandes figuras. Para la temporada que está por terminar los clubes han invertido 215 millones en contrataciones, muy por debajo de las cifras que presentan los equipos ingleses, italianos o españoles. Asimismo, aunque la liga es muy rentable y los equipos presentan condiciones financieras sanas, persiste un considerable (y se podría decir que “oprobioso”) dominio del equipo más rico: el Bayern Munich, el cual ha ganado ya 21 títulos de liga y posee, con distancia, la  plantilla más cara. El factor que oscurece a la Bundesliga es esta gran diferencia que prevalece entre el gigante bávaro y sus contendientes, al grado que no falta quienes afirman que si bien la Primera División española es una liga “bipartidista” con el duopolio Barcelona-Real Madrid, en Alemania lo que se tiene es el despotismo de un solo equipo. Cierto que el Borussia Dortmund logró hilvanar dos campeonatos seguidos en 20011 y 2012, pero este equipo acaba de concretarla venta al Munich de sus dos principales estrellas, Robert Lewandowski y Mario Götze, con lo que el futuro no parece ser muy prometedor para los del Ruhr. Así es en la Bundesliga desde hace ya mucho tiempo: jugador que empieza a destacar en los otros equipos, jugador que lo ficha el Bayern. Así no se puede.

Otro problema es la relativa falta de competitividad de los equipos alemanes tanto en Champions como en la Europa League. La verdad es que más allá del Bayern es raro que los germanos destaquen en las competiciones europeas. De hecho, desde 2001 no se corona un once de Alemania en un torneo continental, y las actuaciones de los equipos de la Bundesliga han dejado mucho que desear. ¿Qué pasa con los alemanes más allá del Bayern? Cierto que los “canarios cerveceros” de Dortmund sorprendieron este año al mundo, pero si repasamos sus actuaciones en los campeonatos más recientes veremos una historia no precisamente gloriosa. Y eso que es el equipo que mayor afición tiene en Alemania, el cual semana tras semana llena hasta los topes de aficionados  su estadio, el Signal Iduna Park (antes Westphalen Stadion), el de mayor capacidad en el país.  Y del resto, ni hablar. Equipos históricos como el Borussia Mönchengladbach, el Hamburgo, el Eintracht Frankfurt, el Werder Bremen o el Stuttgart son, todos, desesperantemente irregulares. Otro histórico, el Schalke 04, ha sido un poco más regular últimamente, pero no ha sido capaz de hacerse de un título. Equipos más nuevos” como el Bayer Leverkusen, el Hannover 96 o el Wolfsburgo son demasiado fluctuantes, cuando llegan a hacer algo importante terminan por vender a lo mejor de su plantilla y caen en la mediocridad.
La Bundesliga vive un interesante auge, pero lo cierto es que aún le falta la presencia, glamour y competitividad de otras ligas.

jueves, 25 de abril de 2013

Cristina Kirchner, vocera oficial del Gobierno Venezolano


 
Mal anda la política en Argentina. Cristina Kirchner es su único referente relevante a pesar de que su segundo mandato ha sido malo y va para catastrófico. Para colmo, la buena viuda se ha dedicado en las últimas semanas a fungir como vocera del gobierno venezolano, ¡Vaya triste papelón de la presidenta del país que debería fungir como uno de los líderes incuestionables de América Latina! Pero lejos de ello, Argentina está más aislada que nunca y al interior se agrave una preocupante conflictividad social. Corrupción, autoritarismo, mentiras, inflación galopante, demagogia, encono social, despilfarro, irresponsabilidad financiera, frivolidad, todo eso es el kirchnerismo.  
"Gobernar es definir conflictos y aún atizarlos...", publicó sin pudor alguno el fascistoide diario Página 12 en su editorial cuando sobrevino la inesperada muerte del ex presidente Néstor Kirchner. Aludía este periódico/trinchera al lamentable método de gobierno que escogió el fallecido K y que ha mantenido su señora desde que la pareja llegó al poder: el confrontacionismo a sol y sombra contra quienes consideran sus adversarios. Confrontacionismo sin cuartel es hoy enarbolado por pensadores neopopulistas, por cierto que muy cercanos a los K, y cuya fuente original es el jurista alemán Carl Schmitt, rabiosamente antiliberal cuya tesis de que la política sólo es posible en tanto se logre identificar a “el enemigo público” y que mucho inspiró en Alemania al surgimiento del nazismo.

La democracia liberal considera que atizar conflictos sociales como método de gobierno lleva irremediablemente o a la perenne inestabilidad política o al autoritarismo. El mecanismo del "enemigo identificado" es el que utilizaron los fascistas para afirmase en el poder y pretextar el fin de la democracia. La política no está exenta de confrontación, está en su esencia misma, desde luego, pero la tarea de gobernar de forma constructiva consiste en encauzar estos conflictos y procurar darle salidas pacíficas y los más inclusivas posible, no en buscar eliminar a adversario. Atizar conflictos como forma de gobierno ha llevado y sigue llevando al totalitarismo. Es un sofisma aquella famosa cita de Clausewitz de que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". La verdad es que la guerra es la negación de la política.


Es cierto que Nestor Kirchner enarboló un decidido liderazgo en un momento difícil para Argentina, como hasta sus más enconados adversarios reconocen, reconstruyó la autoridad presidencial e inició la regularización de las quebradas finanzas argentinas, pero también él y su esposa han gobernado con un cariz autoritario en permanente conflicto con los otros poderes del Estado, en constante negación de las duras realidades económicas y recurriendo a todo tipo de argucias y recursos muchas veces ilegítimos en su afán por doblegar a críticos y adversarios. No es admisible que un sistema democrático tolere que al adversario ideológico o político se le convierta en encarnizado enemigo en aras de una concepción hegemónica del poder desprestigiada y obsoleta que destierra la exploración de los consensos, la tolerancia a quien piensa diferente y el respeto a la libertad.
Ha sido el alto costo de las materias primas que exporta Argentina el factor que ha permitido a la presidenta financiar sus estrategias clientelares, pero ya está tronando el cochinito.  Muchos analistas argentinos diagnostican que Cristina está atrapada en sus propias mentiras y en “referencias del mundo cuasi autistas” y no se entiende muy bien si lo hace porque no sabe, porque no quiere o porque ya no puede dimensionar los hechos, sobre todo aquellos que le explotan en la cara y van a contramano de sus deseos. Pero el drama es que la oposición al kirchnerismo sigue dividido y casi tan desorientado como la presidenta. En estos días se sabrá si los opositores por lo menos son capaces de frenar la iniciativa de reforma al Poder Judicial, intento de sojuzgar la impartición de justicia con el nombramiento y cese de jueces a dedo y con la instauración de nuevas Cámaras de Casación que la harán más lenta. También está pendiente si esta ineficaz oposición podrá imponerse en las elecciones legislativas de octubre. Hasta la fecha no han podido ponerse de acuerdo en el establecimiento de una alianza antioficialista, y ello a pesar de que los “cacerolazos” y las protestas callejeras crecen día a día. Lo que se juega es impedir una mayoría legislativa que abra la puerta a una reforma constitucional que permita la posibilidad de reelección de Cristina. De malo, a más malo y pésimo andan los argentinos con su clase política. ¿Les suena conocido?

jueves, 18 de abril de 2013

Los Políticos y sus Gaffes

 
Los gaffes cometidos por Nicolás Maduro durante su breve y desastrosa campaña electoral nos remiten un tema que hemos tratado en otras oportunidades: la importancia de los errores, pifias, lapsus y otros tipos de daño autoinflingido por una boca demasiado lenguaraz o por la franca incultura, estulticia o soberbia de un candidato. En realidad, si repasamos someramente la historia nos podemos dar cuenta que la mayor parte de las veces los gaffes no han sido determinantes como para terminar con las posibilidades electorales de un candidato por sí mismos. ¿Cuántos gaffes no le han perdonado los electores italianos al bellaco de Silvio Berlusconi, por ejemplo? Acá en México, para no ir más lejos, el gaffe de peña Nieto respecto a aquellos famosos títulos de tres libros que el actual presidente mexicano no pudo nombrar poca mella le hizo, aunque quizá no pueda decirse lo mismo de quien fue su adversaria, la panista Josefina Vázquez Mota, que a fuerza de dilates se ganó el mote de “Gaffefina”. Ha habido también políticos que como Fox, Reagan o Chávez que parecen completamente inmunes al daño que puedan producir comentarios estúpidos o fuera de lugar, y hay casos en los que hasta leves deslices han aniquilado las aspiraciones de torpes aspirantes a estadista.
¿Cuándo un gaffe puede ser letal? Este asunto ha sido seguido con particular interés en Estados Unidos. Tenemos como ejemplo implacable de esto el célebre comentario de Mitt Romney en la pasada contienda electoral en la que describió al 47% de los electores (¡nada más!) como auténticos parásitos, lo mismo que el chocante comentario de candidato republicano al senado Todd Akin, que declaró su creencia de que hay "violaciones legítimas”.

Muchos analistas gringos coinciden en decir que los gaffes llegan a ser tóxicos cuando son tan graves o significativos que dominan el ciclo de las noticias por un período prolongado, o cuando reafirman o aún inician una valoración negativa del candidato por parte de los electores. En 2000, por ejemplo, los estadounidenses empezaron a ver a Al Gore como menos honesto gracias a su comentario sobre la supuesta invención del internet. En 2004, los republicanos tuvieron éxito en retratar a John Kerry como una "veleta" (Flip-Flopper) en gran parte a su gaffe en el que dijo que "He votado por esta iniciativa a favor y después en contra. Todo parece indicar que el 47 por ciento de Romney trascendió  porque reafirmó el estigma de elitista y de tener escaso contacto con las masas que los demócratas le endilgaron al aspirante republicano.
 
En realidad casi en cada ciclo electoral norteamericano un candidato hace un comentario estúpido, pero de la larga lista de gafes podríamos decir que los genuinamente letales han sido los siguientes:
·       En la campaña electoral de 1972, un estallido emocional en una mañana fría y nevada puso fin a la campaña presidencial de Edwin Muskie, aspirante demócrata, senador por Maine y una de las figuras más destacadas de la política norteamericana. Era el favorito cuando un periódico de New Hampshire publicó unos editoriales injuriosos acusando a la mujer de Muskie de consumo excesivo alcohol. Muskie celebró una conferencia de prensa improvisada en las escaleras frente a las oficinas del periódico y ofreció una refutación emocional a los ataques. Demasiado emocional. Al parecer lloró. Los ayudantes de Muskie dijeron que no habían sido lágrimas sino "nieve derretida". Fuera lo que fuese, Muskie perdió y el senador George McGovern ganó el derecho a enfrentar el presidente Richard Nixon en las elecciones de ese año.
 
·       John McCain cometió el error de decir, en medio del colapso financiero, que "los fundamentos de nuestra economía son fuertes." Pero la verdadera debacle sobrevino cuando nombró a Sarah Palin compañera de fórmula. La señora es una fábrica de gaffes.
 
·       Howard Dean era el favorito para ganar en las primarias demócratas de 1984, pero tras un decepcionante tercer lugar en los caucus de Iowa, este ex gobernador de Vermont dejó salir un bonito grito guajiro (Jiiiiiaajajaiiii) que fue la delicia de los cómicos nocturnos durante semanas. Su ventaja en las encuestas se esfumó y Kerry fue el candidato demócrata.
 
·       En la campaña para elegir al senador del estado de Virginia en 2006, el candidato republicano George Allen se aventó la puntada de llamar "macaca" a un joven afroamericano en un acto proselitista. "Este hombre de aquí con la camiseta amarilla" dijo Allen, "Macaca, o como se llame". "Está con mi oponente. Vamos a darle la bienvenida a Macaca". Ese otoño, Allen perdió ante el demócrata Jim Webb por menos de 10,000 votos.
·       Gene McCarthy describió en las primarias demócratas de 1968 a los partidarios de Robert Kennedy como "menos inteligentes y menos educadas den Estados Unidos." Cuando RFK fue asesinado, semanas después, tras su victoria en las primarias de California, sus "menos inteligentes" y "menos educados" los votantes dieron su apoyo al eventual candidato demócrata Hubert Humphrey.
·       Gerald Ford y Mike Dukakis, bien ilustran la regla de que en una confrontación de este tipo la segunda regla es no dejar que tu oponente te propine un golpe de knock-out, y la primera es que no te des ese golpe a ti mismo. Ford declaró aquello de "no hay dominación soviética en Polonia ni la habrá en una administración Ford"; Dukakis respondió tibiamente a una pregunta sobre el castigo que el exigiría para alguien que perpetrara una hipotética violación y asesinato de su esposa.
Así que si alguno de ustedes anda en campaña electoral o pretende estarlo pronto, ¡Mucho cuidado con la lengua!

miércoles, 17 de abril de 2013

Nicolas Maduro: el Principio del Fin

Una de entre las muchas miserias que exhiben las dictaduras y los regímenes demasiado personalizados es que los caudillos que los dirigen tienden a resolver muy mal su sucesión. Lo dictadores son por lo general seres desconfiados y envidiosos que detestan ser eclipsados por sus subordinados y, por lo tanto, gustan de purgar a sus lacayos cuando consideran que pueden empezar a ser “peligrosos”. El resultado de estos recelos y envidias es que los sucesores suelen ser mediocres. Es una historia tan vieja como la humanidad la estamos viendo hoy en Venezuela, donde Chávez dejó a su sicofante más incondicional, su yes man más devoto, de hecho a un ex guardaespaldas como heredero. Las catastróficas consecuencias de este error no se han hecho esperar. Nicolás Maduro presentó como sus principales credenciales en sus aspiraciones sucesorias una total fidelidad al comandante, además el apoyo del régimen cubano, pero no mucho más. Es un hombre que adolece de una nula formación política e intelectual y de una muy limitada experiencia administrativa. Logró, después de una tan vertiginosa como desastrosa campaña, una victoria pírrica que amenaza con marcar el principio del fin del chavismo.
Prácticamente todos los sátrapas necesitan rodearse de mediocres y aduladores, pero esto es demasiado. Es increíble constatar como Maduro ha despilfarrado el capital político amasado por Hugo Chávez en catorce años de populismo. Las elecciones se ganaron por una diferencia escandalosamente estrecha, para sorpresa de tirios y troyanos. Le alcanzó al papanatas de Maduro tanto el llamado “voto de condolencia” por la muerte de líder fallecido como el alud de irregularidades que siempre se verifican en los comicios venezolanos desde que Chávez llegó al poder y que han dado lugar a condiciones muy desiguales en la competencia entre el partido en el poder y la oposición. Pero los trucos y el duelo aguantaron a duras penas. Maduro hilvano durante las semanas de campaña una pavorosa cadena de errores, día tras día, con metódica porfía. Los más de quince puntos de ventaja que, según las encuestas, tenía el candidato oficialista tras la muerte del comandante fueron desapareciendo con cada metedura de pata. De hecho, si no hubiera sido por el esfuerzo titánico de movilización a última hora desplegado por el Partido Socialista Único de Venezuela quizá estaríamos hablando hoy de una inusitada e histórica victoria de Capriles, y aun así hay dudas.
La absurda historia de la providencial aparición del "pajarito chiquitico" pasará como uno de los grandes gaffes de campaña en la historia electoral contemporánea, pero no fue el único dislate. El ex chofer de colectivo equivocó el nombre cuatro ciudades venezolanas, lanzó maldiciones ancestrales a todos los que no le votaran, rebautizó a una empresa estatal, pronunció en varias ocasiones calificativos homofóbicos, contó chistes de pésimo y/o muy simplón gusto, inventó ridículas conspiraciones, repitió más de 6,000 veces la palabra Chávez, silbó e intento cantar con catastróficos resultados, echó la culpa a las series de televisión yanquis de la violencia y la prostitución del país y se puso un sombrero de palma coronado con un grotesco pajarito de plástico. En efecto, el problema esencial de este patético personaje es que quiere imitar a como dé lugar a su maestro, pero careciendo por completo del carisma de aquel. Chávez tenía una vocación natural para hacerle al payaso (recuérdese, por ejemplo, la gracia con la que contó la anécdota de cómo le ganó la diarrea durante una gira). Grotesco era, sin duda, el comandante, pero tenía eso que muchos llaman “vis cómica”. ¡Lástima para Venezuela que no siguió una carrera como showman! A Maduro los chistes y el estilo bufonesco del patrón le quedan funestos.
Empieza el ex guardaespaldas de Chávez su mandato presidencial con su de por si cuestionable imagen muy debilitada, y con un mar de amenazas por encarar. El desafío hercúleo será enfrentarse a la hecatombe económica que ya ha estallado en el país: desabastecimiento, escasez, inflación, dólar paralelo disparado, cortes constantes en la energía eléctrica, violencia. La herencia maldita del irresponsable populismo de Chávez conspirará desde el primer día contra su estancia en el poder. ¿Se atreverá a subir el precio de la gasolina y a recortar el desbocado gasto público? ¿Despedirá empleados públicos? ¿Terminará con los regalos en forma de petróleo y dólares a los países amigos? ¿Seguirá enemistando al Estado venezolano con los empresarios nacionales y la inversión extranjera? ¿Será capaz de sostener el control de cambios y de precios? Y, sobre todo, ¿Podrá auxiliado con la asesoría de su pajarito mantener la cohesión del chavismo? Todas las decisiones que se verá obligado a tomar implican riegos, graves riesgos, mientras que el fantasma del comandante (que no el pajarito), idealizada por las masas populares, gravitará desde el primer día sobre todas y cada una de sus decisiones. Sus errores como gobernante muy difícilmente le serán perdonados como los fueron sus pifias en campaña. ¡Ay de los megalómanos que no saben preparar a un sucesor más o menos presentable! Los dictadores mediocres siempre eligen a gente todavía peor que ellos como herederos. Claramente ha sido el caso de Hugo Chávez. Lo malo de esta lógica megalomaniaca y envidiosa es que la decadencia del régimen queda asegurada.