Fue así que una mañana perdida de invierno llegué al
auditorio del citado hotel donde ya estaban sentaditos y en orden más de 700
“delegados” a la convención que habría de elegir a la nueva comisión ejecutiva
del partido a nivel DF. Jamás había visto a ni una sola de las personas que
estaban presentes, ni ninguna de ellas me había visto a mí la cara, pero eso no
fue óbice para que, al momento de elegir al presidente, una persona propusiera
con voz mecánica pero sonora: “propongo al compañero Pedro Aguirre”. “¿Alguien secunda
esta propuesta?”, preguntó entonces quien dirigía la farsa desde el presidium, a
lo que varios “compañeros” de partido alzaron la mano para favorecer tan
brillante idea. Salí electo de manera unánime.
Detesto a Elba Esther Gordillo. Es precisamente por esa
razón que no duré en esta cosa ni dos meses. De las espeluznantes escenas de auto
denigración humana fui testigo en Nueva Alianza, como cuando durante una reunión
entre la maestra y la dirigencia del “partido” todos los líderes estatales fueron obligados a esperar durante
¡más de diez horas! En un salón contiguo a que la señora terminara una junta
que tenía con el entonces secretario de Educación, un tal “Limón”. Lo sé porque
a mí, en mi calidad de presidente de la cochinada esa en el DF, uno de los
“profes” del sindicato me habló de improviso un viernes en la mañana para
pedirme que asistiera de inmediato a “una importante junta”. “¿Cómo es posible
que no nos avisen con tiempo?”, reclamé al tal profe Zepeda. “Es que urge tomar
decisiones. Nuestra reunión se celebrará inmediatamente después de que termine
una reunión del SNTE con funcionarios de la Secretaría de Educación. Por favor,
no dejes de ir”, me explicó. En fin, tuve que ir. Cuando llegué vi a la
inefable de la “maira” en plena reunión con los altos funcionarios de la SEP y paraditos
en un salón contiguo, muy calladitos y dóciles, a los lidercillos
neoaliancistas en espera de su turno. Era la 1 PM, más o menos. Cómo me di
cuenta que la cosa iba para largo, me fui a comer con un amigo mío (el “Bubus”). Estuvimos vacilando toda la tarde en
Santa Fe y de regreso se me ocurre decirle a Bubus “Vamos a ver si de
casualidad sigue la junta del partido”. Eran ya las 9:30 PM cuando regresamos
al salón. Para nuestra sorpresa, seguía la junta de Elba con las autoridades de
la SEP, mientras los sufridos jefes del partidillo seguían ahí, disciplinados y
trajeaditos, esperando a ver a qué hora tendrían el alto honor de que la señora
los atendiera.
La reunión para la que habíamos sido convocados empezó, por
fin, alrededor de las 10:30 pm. No me quedé ni 20 minutos. Me revolvía el
estómago ver como una mujer ostensiblemente vulgar, prepotente e ignorante humillaba
a una caterva de ratones.
Pocos días después salí de Nueva Alianza, no sin antes
aventarme un chiste en una reunión de no-se-que comité del partido en el que
comparaba a la hoy defenestrada con una tarántula. Pero mi legado para Nueva Alianza fue su estatus de observador en la
Internacional Liberal, que aún conserva y que incluso ese nobilísimo personaje
que es Quadri presumió durante su campaña. Fui yo quien les informé a los
elba-itamitas de la existencia de una cosa que se llama Internacional Liberal,
que reúne a todos los partidos y organizaciones de este signo ideológico que
hay en el mundo, y que muy pronto celebraría su Congreso en la ciudad de Sofía,
Bulgaria. Raudos los mentados dirigentes hicieron los trámites necesarios para
asistir a tan magno evento allá por los Balcanes (no me llevaron los muy…) y
presentar al partido más vertical y corporativizado de México (entre otras
muchas “virtudes”, desde luego) como el único adalid del liberalismo en México.
¡Vaya país éste, donde los socialdemócratas son liberales, los liberales corporativistas,
los ecologistas abogan a favor de la pena de muerte, los revolucionarios son
institucionales, la izquierda es profundamente reaccionaria y la derecha hizo
elegir como presidentes a personajes de la talla de Fox y Calderón!