Se acercan las elecciones en Gran Bretaña y para México estos comicios representan una oportunidad muy especial para comprobar como funcionan en la realidad ciertos mecanismos electorales que ahora mismo algunos (el gobierno de Calderón, para empezar) nos quieren vender como si se tratase de la última Coca Cola en el desierto. En concreto, me refiero a la reelección parlamentaria y a la guerra que se pretende declarar en contra del proporcionalismo. El Reino Unido tiene un añejo sistema electoral donde no existe representación proporcional y, por lo tanto, todos los miembros del parlamento son electos en distritos uninominales, lo cual, desde la óptica de nuestros frívolos adalides de la democracia "ciudadana" es ideal ya que permite, se supone, que exista una relación directa entre representantes y gobernados y, por lo tanto, los electores se ven en la posibilidad de aprobar o censurar con su voto la actuación del diputado de su distrito. Eso sencillamente es falso. Lo es en el caso del Reino Unido y lo es en el de otras naciones que carecen de representación proporcional (el de Estados Unidos es un ejemplo sui generis y difícilmente ejemplar, como lo hemos visto en otros post del Oso Bruno). Los electores asisten a las urnas no con el afán de "premiar" o "castigar" la labor de su representantes en concreto, sino para elegir al gobierno nacional. Encuestas más o menos recientes (2004) efectuadas en el Reino Unido demuestran que poco menos del 30% de los ciudadanos que asisten a las urnas sabe el nombre del representante de su distrito ante el Parlamento de Westminster, y que la abrumadora mayoría vota teniendo en mente quien será el próximo primer ministro y no como reacción a la forma particular en que el diputado del respectivo distrito se haya desempeñado en lo personal.
En mayo los británicos eligiran entre dos candidatos: Brown o Cameron, y quien afirme lo contario sencillamente no conoce al sistema político británico. Y si uno se asoma en el resto de las democracias europeas, latinoamericanas e incluso asiáticas la actitud del elector es practicamente idéntica: asiste a votar en los comicios generales sabiendo qué lo que está en juego es la formación de un gobierno nacional y por lo tanto vota antes por el partido que por el candidato, cuyo nombre incluso ignoran en la inmensa mayoría de las veces. Y si esto sucede en el Reino Unido y en naciones sin representación proporcional como Canadá, Chile, Francia y otros más, con mayor razón se experimenta en países donde priva l proporcionalismo como Brasil, Argentina, España y un largo etc.
Otra lección que deberían sacar los abajofirmantes del caso británico (si de verdad tiene algo de honestidad intelectual) es la apremiante necesidad que tiene el Reino Unido de adoptar esquemas de representación proporcional para lograr que las fuerzas políticas del país obtengan una bancada parlamentaria más afín a la votación que reciben en las urnas. Las demandas en este sentido son añejas e incluso ya fue aprobado en el Parlamento de Westminster un esquema de Voto Único Alternativo que podría funcionar en comicios futuros. Pero nuestros abajofirmantes creen que es muy democrático reducir los espacios a la representación proporcional. ¿Por qué no dejan de lado sus clichés y buenos deseos y se ponen a estudiar lo que pasa en el mundo real con las fórmulas que nos proponen? ¿Por qué no dejan por un rato a un lado el tonito melodramático y cursi con el que redactan sus desplegados y hacen uso de la famosa curiosidad intelectual para darle un repaso crítico a la historia electoral de las democracias modernas?
La realidad que los mexicanos debemos entender de los próximos comicios británicos es la siguiente: pronto habrá elecciones en Gran Brataña. Los electores irán a las urnas no para "premiar" o castigar" a su diputado, sino en la inteligencia de que decidirán entre Gordon Brown y David Cameron para ser primer ministro, entre laboristas o conservadores para definir al partido del gobierno, y lo harán haciendo uso de un deficiente sistema electoral que reduce injustamente la influencia política que deberían tener terceras fuerzas con destacada presencia nacional, como es el caso del Partido Liberal, a causa de no contar aún con ningún tipo de paliativo proporcional.
En el Reino Unido y sus maneras de elegir gobernante hay un par de lecciones para México. ¿Cuáles creen que sean, señores abajofirmantes?