miércoles, 20 de enero de 2010

¿Y el clientelismo, apá?


No deja de llamarme la atención el entusiasmo con el que muchos de nuestros opinadores políticos enarbolan la idea de implantar reformas electorales como la reelección legislativa, la ampliación del número de senadores o diputados, la posibilidad de las candidaturas independientes y otras más sin detenerse a meditar sobre su viabilidad dentro la realidad política que nos circunda o de pensar si en México cumplimos los prerrequisitos básicos para ejercer una verdadera ciudadanía democrática. Las lecciones que nos han dado la mayoría de las experiencias latinoamericanas y de otras latitudes es que los movimientos ciudadanos muy frecuentemente fracasan en el intento por sacar ventaja de las reformas institucionales. Desdeñan nuestros sesudos analistas temas fundamentales en la degradación de nuestra vida democrática como el clientelismo, el cual detiene el poder de los ciudadanos y frustra las promesas de los cambios institucionales.

Definido por la Academia Española de la Lengua como "sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios", el clientelismo aflora en sociedades con situaciones económicas precarias donde se orilla a sectores mayoritarios de la población a valorar los
beneficios inmediatos de cambiar favores por votos en perjuicio de los beneficios abstractos y a largo plazo de la representación política. Quienes con tanto frenesí apuestan por las meras reformas formales a las leyes deberían entender que los
políticos y sus maquinarias han mostrado una extraordinaria habilidad para adaptarse a los cambios en las reglas políticas e institucionales y lo peor es que no solo las desigualdades sociales y las fallas estructurales de la economía dictaminan el carácter clientelar de un sistema político, sino que también hay prevalecen en el obvios elementos culturales e ideológicos. Democracias desarrollas tan señeras como Japón, Italia, España y Estados Unidos (entre otras varias) padecen de forma ostensible el fenómeno clientelar, al grado que uno se pregunta si esto del clientelismo es una especie de “mal necesario” con el que la democracia debe aprender a convivir y aspirar únicamente a tratar de mantenerla dentro de unos márgenes más o menos aceptables.

Po encima de los buenos deseos y las visiones rosas de muchos opinólogos y de los autonombrados “líderes de la ciudadanía impoluta” es indispensable encarar el gran problema del clientelismo entre nosotros para tratar de entenderlo mejor y tratar de moderarlo con iniciativas que se adapten a las realidades nacionales y no con ideas que lejos de garantizar una mayor apertura del sistema político acaben por contribuir a la promoción de sus vicios, como podría ser el caso de la reelección. También un poquito de menos soberbia ayudaría un tanto. Hace poco un distinguido constitucionalista, el Dr. Lorenzo Córdova, se lanzó la puntada de publicar en el universal algo así como “No se necesita ser un doctor en ciencia política para saber que mientras más miembros integren un parlamento myor será el la representación”. ¿Considerará entonces Córdova al parlamento de China Popular, con sus más de 2,200 delegados, el más representativo del mundo a pesar de ser una institución que se limita a aprobar de forma acrítica todo lo que resuelve el gobierno? ¿No dudará Cordova de la representatividad democrática real del mastodóntico Parlamento Europeo (750), el cual fue electo con el voto de apenas el 43% del electorado?
Nada hay de definitivo en eso de cuantos diputados debe haber en cada país, pero lo cierto es que para atender al tema se necesita algo más allá de los lugares comunes y de las respuestas “por librito”.

Es cierto que un parlamento demasiado pequeño podría dejar sin representación o silenciar intereses importantes, pero uno demasiado grande puede provocar que el proceso legislativo se vuelva poco manejable y generar la necesidad de una compleja estructura de comités y subcomités, animar la delegación de mayor autoridad legislativa en el poder ejecutivo y, desde luego, pude acarrear problemas de gobernabilidad. Y aunque Córdova tiene razón cuando nos dice que reducir el número de diputados y senadores tendría un impacto mínimo en el gran total de las cuentas públicas, lo cierto es que los reiterados abusos de los “representantes populares” sobre sus canonjías y sobresueldos han despertado la indignación ciudadana. Lo simbólico también pesa en política, y mucho. Por eso no deberíamos desechar la idea de recortar el número de diputados, aunque sin perjudicar el número de representantes elector por la representación proporcional. También, insisto, es hora de repensar las funciones y utilidad del Senado de un país que no necesita la duplicación de la función parlamentaria pero que es (o aspira a ser) una república federal plena.

Y la pregunta del día es....


domingo, 17 de enero de 2010

Los tele-evangelistas y sus estúpidas audiencias


No sorprende que un imbécil como Pat Robertson haya declarado que el drama de Haití se debe a que este país hizo "un pacto con el diablo". Podríamos llenar páginas y páginas con los dislates que ha dicho este señor a lo largo del tiempo. Lo que debe verdaderamente preocuparnos es que tele-evangelistas descerebrados como éste, el difunto Falwell y una pléyade de sujetos por el estilo erupten sus tonterías todos los días y un sector muy significativo del público norteamericano les crea. Recuérdese que Estados Unidos es un país donde hay un porcentaje mauyor de personas que creen en las posesiones diabólicas que en la teoría de la evolución. Según alguna encuesta el 48% de los norteamericanos consideran el evolucionismo una herejía; el 68% dicen creer en el diablo y, más aún, afirman verlo o haberlo visto alguna vez. Abundan en el país más poderoso del mundo la creencia en la literalidad sin recurso alguno a la interpretación de las barrabasadas que dice la Biblia. Fue a finales de la década de los setenta y durante toda la década de los 80 cuando los fundamentalistas jugaron un papel importante en la esfera política con la creación de la Mayoría Moral S. A., del pastor bautista y teleevangelista Jerry Falwell, y de la Coalición Cristiana, del teleevangelista Pat Robertson. Rompían así el aislamiento político en el que se encontraban y colocaban la "Mayoría Moral" al servicio de una política ultraconservadora en lo político, lo religioso, lo cultural, lo educativo y lo moral, que contrarrestara la decadencia de la religión en todos los campos. El apoyo de los fundamentalistas fue decisivo en los dos triunfos electorales de Ronald Reagan, en 1980 y 1984, y en el de George W. Bush padre en 200 y 2004.

Desde los orígenes del movimiento fundamentalista, el principal objetivo de la derecha religiosa, aliada con la derecha neoconservadora, es condenar el humanismo secular, ideología que, a su juicio, está a punto de destruir América, minando su "fibra moral". La expresión "humanismo secular" se refiere al ateísmo, el evolucionismo, el materialismo, el antropocentrismo y el liberalismo. Falwell explicaba el avance del humanismo secular en estos términos: "Hasta hace treinta años, las escuelas públicas americanas servían como orientación y ayuda a nuestros niños y niñas. La Biblia se leía en todas las escuelas de la Nación. Pero la decadencia en nuestro sistema político sufrió una enorme fatalidad cuando la Corte Suprema retiró de las clases la lectura de la Biblia. Nuestro sistema público está ahora perneado por el humanismo secular, que cree que cada hombre es su propio dios y que los valores son relativos. Bajo el presunto propósito de la educación sexual, los libros de texto están pervirtiendo las mentes de millones de estudiantes. Yo creo que la grandeza de América puede atribuirse al Gran Libro, así como a los buenos libros científicos, literarios e históricos que nos han llevado a asimilar los hechos necesarios para construir una gran República bajo la tutela de Dios".

El discurso y la actividad política de estos fanáticos tele-evangelistas se caracterizan por el maniqueísmo con tonos apocalípticos y espíritu de venganza que desemboca en violencia e incluso en terrorismo de Estado. Maniqueísmo presente en todos los fundamentalismos, tantos los religiosos como los poticos (sin olvidar, desde luego, a los de izquierda). Estos locos son los más puros exponentes de la vieja teoría maniquea que establece una división rígida en la realidad, en toda realidad: el Mal Absoluto y el Bien Absoluto. El Maniqueismo predica la intolerancia, la negación de la libertad y el dualismo y en pleno siglo XXI está, desgraciadamente, cada día más presente. Hay que erradicarlo.

jueves, 14 de enero de 2010

Gus Dur, in memoriam


La semana pasada murió el ex presidente de Indonesia Abdurrahman Wahid, mejor conocido en su país y el mundo como Gus Dur. Promovió la democracia, la tolerancia, el liberalismo y el pluralismo, razones por las que fue destituido por el nada tolerante y muy obtuso parlamento de su país. Más importante que todo esto, Gus tenía un impecable sentido del humor. Sabía que tener un buen sentido del humor era esencial para mantner una mente sana. He aquí una recopilacón de sus mejores chistes, publicados recientemente en la prensa de su país con motivo de su fallecimiento (las dejo en inglés, por huevón que soy):

"Sukarno was mad about sex, Suharto was mad about money, Habibie was mad about technology. But me? I'm just mad!

Suharto was a New Order president. Habibie was In Order and I am No Order.

The deep problem is that people use religion wrongly in pursuit of victory and triumph. This sad fact then leads to conflict with people who have different beliefs.

I was a forced politician, yes, but not a true politician..... in the sense that I never cared about public opinion, for example... No politician will do that.

You don’t realise that losing the presidency for me is nothing ... I regret more the fact that I lost 27 recordings of Beethoven’s Ninth Symphony.

I am not worried about minorities dominating us. That is born from our own insecurities. Muslims – possibly due to historical factors – are often haunted by feelings of defeat and weakness.

Why sweat it? (Gitu aja kok repot?) --Gus Dur frequently used this offhand remark to dismiss issues he considered unimportant.

Seventy percent of our nation is saltwater, so why do we import salt? It’s okay being stupid but why are we purposely being ignorant?

This is an ideal team. The president can't see and the vice president can't talk. --After becoming president alongside the famously taciturn Megawati Sukarnoputri

I need help to step up, let alone to step down. --On being asked to resign

If in the past I said that the House of Representatives was a kindergarten, now I say it is a playgroup.

miércoles, 13 de enero de 2010

El triste consuelo de no ser haitiano


Haití es uno de esos lugares que medio lo reconcilian a uno con eso de ser mexicano. "Es el destino del pueblo haitiano es sufrir", comentó celebremente en alguna ocasión Jean Claude Papa Doc Duvalier que algo supo del tema habiendo sido precisamente él el principal instigador del sufrimiento haitiano durante su larga y sanguinaria dictadura. Por eso la próxima vez que reciban una mala noticia del país (dentro de los próximos 15 minutos como promedio, calculo yo) sólo piensen "bueno, podríamos ser haitianos". O "Sí, bueno, pero jodidos, jodidos, lo que se dice jodidos, los haitianos"

Edwige Danticat, escritora de origen haitiano radicada en Estados Unidos, alguna vez hizo notar que Haití es uno de esos lugares que sólo interesan al mundo y a los medios cuando le ocurre alguna desgracia, lo cual no es poco frecuente. México, en cambio, hasta se da el lujo de dar buenas noticas....a veces....sí...a veces. Claro, mal de muchos, consueo de tontos dián algunos. Pero ¡qué diablos! demos las gracias de que no somos haitianos.

lunes, 11 de enero de 2010

De helicópteros


"¿Y qué provocó el accidente, preguntó el alcalde Marcelo Ebrard. "Saba Dios", le respondieron.

Primeros auxilios para la inminente guerra en Yemen


Sí hay guerra en Yemen tendrán que consolar a los heridos diciéndoles: "Sana'a, Sana'a, colita de Rana'a".

viernes, 8 de enero de 2010

Michelle y Cretina: Sol y Sombra


Dos mujeres gobiernan actualmente en Sudamérica: Michelle Bachelet y Cristina Kirchner. El contraste no puede ser mayor entre ellas. Son sol y sombra. Mientras la presidenta de Chile se acerca al final de su fructífero mandato con un monumental índice de aprobación popular de más del 80%, la gobernante de la malhadada República Argentina va de tumbo en tumbo y de tropelía en tropelía. Ayer cometió su más grave desaguisado al destituir de manera ilegal al titular del Banco Central de Argentina, Martín Redrado, con lo que se ha desatado una crisis espectacular cuyas consecuencias para el país austral pueden ser catastróficas. Kirchner pretende el uso de las reservas federales para pagar la deuda externa lo que supone el traspaso de $ 6,569 millones de dólares. Queda en evidencia, una vez más, el estilo autocrático del populismo latinoamericano, que en la pobre Argentina ha conocido algunas de sus mas nefastas encarnaciones desde la dictadura de Perón. El afán de gobernar al margen de los límites legales del kirnerchismo, que ya apareció antes con a polémica "resolución 125" contra el campo, cuando se forzó el alejamiento de figuras independientes que se hallaban a cargo de organismos de control y con las arbitrariedades oficialistas en perpetradas en contra de los diarios Clarín y la Nación, llvan a Argentina a un nuevo abismo.

Por cierto que la inmensa popularidad de Bachelet no se ha traducido en una ventaja para el candidato de la Concertación, el tedioso ex presidente Eduardo Frei. Vientos de cambio soplan en Chile. Al respecto, vale mucho la pena la editorial publicada a finales de diciembre por Jorge Edwards Jorge Edwards en El País de España. El escritor anuncia que pese a ser un tradicional votante de izquierda votará ahora a Piñera cansado del monopolio de la Concertación y de que "...la palabra izquierda se ha(ya) transformado en una palabra mágica, una especie de escudo moral y mental".

Los Term Limits en Estados Unidos...y sus razones


Menos mal que la propuesta presidencial para instalar en México la reelección legislativa incluye límites al número de mandatos que los diputados y senadores podrán ejercer de forma consecutiva. Lo que me preocupa es que los académicos empleados de la Secretaría de Gobernación y los analistas que hacen de compañeros de viaje de aquellos, que con tanto entusiasmo nos presentan la idea de la reelección legislativa con tan hermosos colores, se aferren a una actitud de soberbia cada vez que alguien les cuestiona sobre la efectividad real que ha exhibido la reelección legislativa (y la de alcaldes) en los países que la permiten. Menos prepotencia y más análisis comparado llevaría a estos señores a ponderar en mucho los panegíricos que constantemente dedican a la reelección. ¿Por qué estos analistas no han profundizado en las razones por las que se han impuesto límites al derecho de reelección de los gobernadores, legisladores locales y alcaldes (Term Limits) en Estados Unidos? Sigue creciendo en la Unión Americana una irrefrenable tendencia a imponer limitaciones al número de mandatos que pueden ejercer los gobernantes a nivelo local, y sigue cobrando fuerza la idea de establecer estos límites a los legisladores a nivel federal. Abundan los trabajos analíticos serios (que nuestros “especialistas”, obviamente, no conocen) que explican que estas limitaciones al derecho de reelección se han hecho indispensables como una forma eficaz de combatir varios males, de los cuales yo destacaría tres: lobbysmo excesivo, clientelismo e injusticias en las condiciones de competencia electoral que dan a los candidatos en ejercicio, ventajas adicionales frente a sus opositores. ¡Y algunos de los “pundits” que pretender vender la idea de la reelección nos dicen en México que este mecanismo es el “ideal” para evitar precisamente estos problemas! ¡Pues en qué mundo viven? Vuelvo a preguntar.

Reitero que es muy más grave la afirmación de algunos opinadores favorables a la reelección de legisladores y alcaldes en el sentido de que el fenómeno clientelar es menor es menor (¡¡¡???!!!¿¿¿) en las naciones donde existe la reelección. Tal aserto sencillamente no resiste el menor análisis. El clientelismo es un fenómeno universal que cada vez cobra una mayor importancia, desgraciadamente, y para evitarlo de poco ha servido la presunta "rendición de cuentas" que es, según los panegiristas de la reelección , es resultado natural de este mecanismo. Los casos de corrupción y clientelismo pululan en numerosas ciudades norteamericanas en donde los alcaldes pueden reelegirse. ¿Por qué? Las cosas no son mucho mejores en América Latina y en naciones famosas por sus prácticas clientelares como Italia, Japón o las de Europa del Este. ¡Y en todos los casos se reelige a los alcaldes!

Esta es una lista con la información de los estados en los que los ciudadanos han impuesto límites al derecho de reelección de sus legisladores locales:


Arizona 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 4 mandatos (8 años)

Arkansas 1992 Diputados: 3 mandatos (6 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

California 1990 Diputados: 3 mandatos (6 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Colorado 1990 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Florida 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Louisiana 1995 Diputados: 3 mandatos (12 años)
Senado: 3 mandatos (12 años)

Maine 1993 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 4 mandatos (8 años)

Michigan 1992 Diputados: 3 mandatos (6 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Missouri 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Montana 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Nebraska 2000 Unicameral: 2 mandatos (8 años)

Nevada 1994 Diputados: 6 mandatos (12 años)
Senado: 3 mandatos (12 años)

Ohio 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Oklahoma 1990 Unicameral: 4 mandatos (12 años)

Dakota del Sur 1992 Diputados: 4 mandatos (8 años)
Senado: 2 mandatos (8 años)

Wyoming 1992 Diputados: 6 mandatos (12 años)
Senado: 3 mandatos (12 años)


A: Los “term limits” fueron cancelados por ser considerados “anticonstitucionales” por las cortes supremas de Idaho, Massachusetts, Oregon, Utah y Washington pese a que en todos los casos la propuesta contó con una abrumadora mayoría a favor en los respectivos referéndums.

B: En Arizona, Florida, Louisiana, Maine, Ohio y Dakota del Sur la limitación al derecho de reelección es sólo para mandatos consecutivos

C: En Arkansas, California, Michigan, Missouri, Nevada and Oklahoma la limitación al derecho de reelección es de por vida.

D: En Colorado, Montana y Wyoming la limitación no es de por vida, pero deben pasar por lo menos cuatro años para poder volver a presentarse a la reelección.

E: Varias ciudades han impuesto límites al número de mandatos que los alcaldes pueden ejercer al frente del gobierno local, dentro de las que destacan Nueva York, Cincinnati, Los Ángeles, Houston, Filadelfia, Phoenix, San Antonio, San Diego, Dallas y San José