martes, 21 de abril de 2009

Propuesta general para una Ley de Partidos en México (o en lo que queda de él, más bien)

Estimados amigos del Oso Bruno:
Esta es una propuesta para promulgar una ley que procure mejorar nuestro envilecido sistema de partidos. Es parte de una ponencia que presenté hace algunos año en el VII Congreso Latinoamericano de Derecho Constitucional, en el que participé gracias a mi enytrañable amigo Hugo Concha y muy apesar del Chemita (lo sé). Sé que es de güeva que un blog pretendidamente satírico saque un rollo como este, pero no digan luego que nomás nos dedicamos a vacilar y no damos propuestas.

Ahora bien, mucho me llama la atención que a pesar de que la inmensa mayoría de la gente dice estar harta de los partidos no surga en ningún lado un movimiento ciudadano serio para promover una reforma como ésta. Asimismo, me impresiona que tanto "sesudo" analista político que tenemos por ahí denunciando con los peores epitetos a nuestros patidos no profundice en el tema y evite dar propuestas concertas de como podemos mejorar. Lo mismo va para las universidades y para el Instituto de Investigaciones Jurídicas. ¿Será que en el fondo la gente está conforme con sus partidillos actuales? Siniestra posibilidad que no debemos descartar.

Patrimonialismo y Partidos Políticos en México
La construcción de una gobernabilidad democrática deberá pasar, necesariamente, por la consolidación de un sistema de partidos fuerte y representativo. Aunque en México no hemos llegado aún a los extremos de crisis de representatividad que padecen los partidos políticos en otras naciones latinoamericanas, y que los tienen condenados a un descrédito que se antoja irremediable, si es posible percibir entre los mexicanos, en general, una mala imagen de los partidos. Existe un déficit de representatividad en los partidos mexicanos provocada por que, lamentablemente, aún prevalece en casi todos ellos una visión patrimonialista de la política y el poder El patrimonialismo concibe a la política no como un espacio público dedicado a la solución de los problemas colectivos, sino como una extensión del espacio privado. Esto es, a decir del politólogo uruguayo Jorge Lazarte que los intereses privados “invaden el espacio de la política y los absorben”4. En el patrimonialismo el poder se explica como un medio para satisfacción de intereses privados y pierde la dimensión pública, esencial en una democracia. El patrimonialismo dificulta la institucionalización de los partidos y representa un pesado fardo en la constitución de un sistema político autónomo y democrático.La visión patrimonialista de la política está profundamente arraigada en los partidos políticos mexicanos, sobre todo en una de sus manifestaciones más palmarias: el clientelismo. El sistema de partido hegemónico se mantuvo en el poder gracias a que desarrolló intensamente en el país una cultura clientelar.
Asimismo, Muchos de los partidos de reciente creación no escapan a la lógica patrimonialista y a las prácticas clientelares. Evidentemente, en una política tan dependiente del modelo clientelar los partidos dejan de ser percibidos como mecanismos de agregación de intereses y como canales de expresión de demandas para ser concebidos exclusivamente como dadores de beneficios de cualquier tipo. Si los partidos cumplen con las expectativas de patronazgo, mantienen el apoyo, y si fallan en la tarea, pierden bases de sustentación. Una lógica perversa en la que está encerrada el germen mortal de ciertas democracias, por que, como es bien sabido, los efectos del clientelismo sobre las instituciones públicas llegan a ser devastadoras: las hace ineficientes al limitar su capacidad de control sobre las decisiones de a quien beneficiar, que dejan de tener un principio racional (la consecución de un objetivo con el uso eficiente de los recursos disponibles) para teñirse de partidismo. Como efecto del clientelismo, las lealtades no se establecen más con las instituciones ni con sus objetivos, sino con los partidos y sus líderes.
Por último, se termina por brindar protección a funcionarios incompetentes y deshonestos, prohijando corrupción se extiende no solo a las instituciones publicas, sino a prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional. Es por ello esencial que debe recuperarse la idea de lo político como espacio público/colectivo de representatividad social y esfera de negociación y agregación que se diferencie de lo privado. Siguiendo a Touraine, “debe ponerse a la política en el centro de la sociedad para que ésta pueda fijar sus grandes orientaciones”5. Un retorno a la política, que no implica, desde luego, el desprecio de lo político o de lo estatal, ni la irracional exaltación de la sociedad civil o de la antipolítica, como algunos pretenden como magra solución. Para lograrlo, es indispensable que los partidos implementen mecanismos eficaces de rendición de cuentas y reconocer que si pueden arrobarse el derecho de tomar decisiones en nombre de los demás, también tienen la obligación de dar explicaciones puntuales sobre sus acciones. La tarea refuncionalizadora de los partidos nunca debe perder de vista el imperativo de la representación política. Traducir demandas en políticas concretas implica capacidad de formulación, de diseño, de ejecución, de seguimiento y evaluación. Se trata, en una palabra, de generalizar intereses. La representación política de los partidos debe entenderse cabalmente en ese sentido. Es por estas razones que ha llegado la hora de plantearse la necesidad de tener partidos menos de militantes y “movilizadores” que de electores y profesionales permanentes. Las estructuras tradicionales de lo partidos aparecen anacrónicas en nuestros tiempos.
Más partidos de ciudadanos y menos de corporaciones, más de líderes y menos de caudillos, más ideas y propuestas que ofrecimientos de prebendas y favores.
La redacción de una Ley de Partidos Políticos en México debe contemplar esta necesidad que tenemos de construir un sistema donde los partidos sean capaces de interpretar anhelos y coordinar esfuerzos. Para lograr el ideal de la renovación partidista, deberá establecerse un esquema de participación que permita la existencia de un panorama plural de opciones políticas, pero que evite dar lugar a la ingobernabilidad y cierre el paso a oportunistas y negociantes de la política. Asimismo, una tarea indispensable de la ley que hoy proponemos será trabajar a fondo en la democratización interna de los partidos, lo que implica, en primer término, respetar escrupulosamente las reglas, asegurar la participación de los adherentes en la vida del partido, descentralizar la toma de decisiones y propiciar métodos para la rendición de cuentas de la dirigencia. Condiciones para la Participación ElectoralEn México se debe entender de una vez que en las democracias actuales existen criterios escalonados en lo concerniente al registro de los partidos políticos. Es decir, se exigen diferentes condiciones a los protagonistas electorales para participar en elecciones, recibir recursos públicos y acceder a la representación parlamentaria. Participar como candidatos en elecciones es un derecho elemental de los ciudadanos en cualquier democracia. No deben ser ni el gobierno, ni la autoridad electoral, ni mucho menos los partidos ya existentes los que determinen quienes deben participar en los comicios y quienes no. Por eso es que los requisitos para aparecer en las boletas electorales son relativamente fáciles de cumplir. Es un elemento fundamental de respeto al pluralismo.Desde la promulgación de la ley electoral de 1946, en nuestro país han regido disposiciones demasiado estrictas destinadas a restringir la participación de nuevos partidos en las elecciones federales y, sobre todo, diseñadas para evitar lo más posible escisiones de última hora en el partido hegemónico. De hecho, en este sentido podemos afirmar que nuestra legislación electoral ha sido un caso sui generis a nivel internacional, ya que prácticamente en ninguna democracia del mundo se exigen tantos requisitos a los partidos y a los candidatos en lo individual para poder participar en las elecciones. Este juicio es válido para absolutamente todas las numerosas reformas y cambios electorales que el país a experimentado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha.La trascendental reforma electoral de 1996 propició cambios muy importantes en temas como la conformación de los órganos electorales, financiamiento de partidos, acceso a los medios de comunicación, integración de cámaras legislativas, etc. Quizá no tan espectaculares, pero no menos importantes, fueron los cambios a las disposiciones para el registro de partidos. El COFIPE establece en su artículo 24 “formular una declaración de principios y, en congruencia con ellos, un programa de acción y estatutos” y “contar con 3,000 afiliados en, por lo menos, 10 entidades federativas, o 300 afiliados en, por lo menos, 100 distritos uninominales; y en ningún caso el número total de afiliados en el país podrá ser inferior 0.13% del Padrón Electoral Federal”. El gran problema reside en las disposiciones del artículo 28, que en su inciso “a” establece que para constituir un partido político nacional la organización interesada deberá “celebrar por lo menos en 10 entidades federativas o en cien distritos electorales una asamblea en presencia de un juez municipal, de primera instancia o de distrito, notario público o funcionario acreditado para tal efecto por el IFE, quien certificará que el número de afiliados que concurrieron y participaron en la asamblea estatal o distrital en ningún caso podrá ser meno a 3,000 ó 300, respectivamente...”.
La condición que impone el COFIPE de celebrar asambleas estatales o municipales ha tergiversado enormemente la naturaleza de representación ciudadana que deben tener los partidos, ya que en la práctica ha obligado a éstos a depender de grupos y corporaciones que tienen la capacidad de movilización para llenar las asambleas con sus afiliados incondicionales o con sus clientelas, y también ha dado lugar ha que auténticos filibusteros logren obtener el registro invirtiendo recursos para reunir a la gente en lamentables “asambleas” utilizando los métodos más innobles, tales como efectuar rifas y sorteos, organizar conciertos de música popular o, descaradamente, comprar con despensas o en efectivo la presencia de los electores. Sobre el tema de quienes deben participar en las elecciones en México hay todo un debate. Son numerosas las voces de quienes sostienen que facilitar al máximo el concurso de organizaciones nuevas y candidatos independientes iría en detrimento de la estabilidad de nuestro sistema de partidos, el cual apenas se encuentra en una etapa de transición, ya que, según esta óptica, allanar el camino a políticos oportunistas fomentaría el personalismo y promovería la atomización política. Quienes así opinan señalan que si no logramos consolidar un sistema fuerte y representativo estaremos actuando en contra de la gobernabilidad del país y, eventualmente, se daría lugar a un caos que muy bien podría desembocar en un nuevo autoritarismo. Todo esto amen de la indignación que ha provocado en numerosos sectores de la opinión pública que algunos pillos hagan negocio a costa del erario público creando partidos con escasa representación y fuerza política.
Pero, por otra parte, hay quienes opinan que en una democracia deben ser los electores los únicos que definan mediante su sufragio cuales son los partidos “fuertes y representativos” y cuales no. Para esta postura, mantener un criterio restrictivo sólo favorece al mantenimiento de los partidos “gastados y desprestigiados que hoy tenemos”, quienes no aportan soluciones plausibles a la sociedad, no representan eficazmente a la ciudadanía y no están respondiendo eficazmente al reto de la verdadera competencia electoral. Si, todavía siguiendo este razonamiento, aspiramos verdaderamente a vivir una democracia plena, debemos levantar las restricciones que aún pesan sobre la participación de los partidos, e incluso debemos permitir la participación de candidatos independientes. En realidad, las dos posiciones tienen razón en algunos aspectos fundamentales. En México es imperativo garantizar la consolidación de un sistema de partidos fuerte y representativo con el propósito de trabajar en favor de la gobernabilidad, pero también es importante abrir los canales de participación a nuevos actores. Los dos objetivos no están necesariamente reñidos. Hay formas de abrir la competencia y al mismo tiempo evitar la destrucción del sistema de partidos, como lo prueban las experiencias de otros países, donde participar en elecciones es fácil, pero no lo es tanto el acceder al parlamento y al financiamiento público.

Es decir, se trata de adoptar en México un triple registro a los partidos.En México se debería exigir requisitos asequibles a los partidos para tener derecho a participar en las elecciones, lo cual no implica, debe reiterarse, obtener subsidio público. Una idea sería exigir a los partidos contar con por lo menos 2,000 militantes en cada una de las entidades federativas para que el partido tenga derecho a aparecer en la boleta, eliminando la condición de celebrar asambleas. Además, claro está, los partidos deberán presentar debidamente sus documentos básicos (declaración de principios, programa de acción y estatutos que garanticen una vida interna democrática). Por otra parte, debería inaugurarse la posibilidad de presentar candidaturas independientes, aplicando condiciones como, supongamos, que un aspirante independiente para senador o diputado pudiera obtener su registro si consigue la firma de por lo menos un equivalente del 1% de los ciudadanos del distrito uninominal o del estado que pretende representar. Ahora bien, para que un partido conserve sus prerrogativas de ley (reembolso de parte de los gastos de campaña, derecho al financiamiento público anual hasta la celebración de los siguientes comicios federales, acceso gratuito a medios de comunicación, representación ante el IFE, etc.) digamos que se exige por lo menos obtener el 1.5% de la votación nacional.Aunque ninguna fórmula electoral basta por si misma para garantizar la gobernabilidad de un país, lo cierto es que tratar de impedir la proliferación de partidos débiles en el parlamento siempre ha ayudado a este propósito. Por eso es que debemos pensar en establecer un tamiz relativamente alto a los partidos para que estos tengan derecho a representación parlamentaria. Para ello se podría exigir, por ejemplo, conseguir por lo menos el 3% de la votación a nivel nacional, pero sin excluir la posibilidad de otorgar representación a organizaciones que demuestren una significativa fuerza regional. Asimismo, debería considerarse otorgar representación parlamentaria correspondiente a los partidos que no lograse ganar el 3% de la votación a nivel nacional, pero que si fueran capaces de ganar por lo menos el 5% de los sufragios en una circunscripción plurionominal.
De aprobarse la idea del registro escalonado, el problema de las coaliciones, que ahora es tan escandaloso, pasaría a un segundo plano. Desde luego, los partidos podrían presentarse coaligados, pero deberán llegar antes a un acuerdo legal, avalado por la autoridad electoral, de cómo se repartirían entre ellos los recursos públicos en caso de que la coalición lograra alcanzar el mínimo requerido para obtenerlos, y considerando, para tal efect,o a la coalición o alianza como un solo partido político nacional.

lunes, 20 de abril de 2009

Más poderosos que los mandatos de dios.......





Este es un par de fotos de Jessica Cirio, la ya célebre noviecita del presidente paraguayo Fernando Lugo, un ex obispo que ha reconocido haber roto su voto de castidad. No lo culpo. ¿Pero cuándo aprenderá la retrógrada iglesia Católica que por encima de los presuntos mandatos de dios están los Mandatos de la Chirula?

domingo, 19 de abril de 2009

El día que Chávez lloró.....


Anular el voto puede tener efectos enormemente contraproducentes. Muchos ilusos que por ahí en el Feisbú andan promoviendo la anulación del voto creen que si la cifra de sufragios anulados crece más o menos considerablemente la clase política mexicana, tan noble ella, se va a poner toda apenada y se verá obligada a reconocer que no tiene legitimidad ¿Cómo es posible ser tan ingenuo? de verdad, pregunto, ¿Cómo es posible ser taaaaan bobo, taaaaaan mojigato? Nunca, repito, nunca en ningún lado el crecimiento más o menos sustantivo de la votación anulada ha sido piedra de toque para el fin de una clase política ni pára el inicio de reformas estructurales profundas. Los políticos suelen ser bastante cínicos. Denme una caso señores politólogos, un sólo caso, os lo suplico, de una nación que haya experimentado un cambio profundo tras una elección poco asistida. Al contrario. La estrategia de llamar al no voto ya sea anulándolo o absteniénose a beneficiado a dictadores y para muestra les doy el botón más reciente.

En 2005 hubo elecciones parlamentarias en Venezuela. La toda la oposición en su conjunto llamó a no votar o a ANULAR el voto. Hubo 75% (¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!) de abstención y se registró 5.7% (altísimo) de votos nulos. Pues les cuento que Chávez ese día no pudo dormir. Dicen que pasó toda la noche en Miraflores llore y llore clamando al cielo "Dios mío, soy un gobernante ilegítimo. Mañana mismo renuncio.......la gente.....no me quiere.....snif"

Obviamente estoy ironizando. Lo aclaro poque luego por ahí.....¡ahhh como son güeyes! A Chávez le importó un carajo que la gente no votará. Lo que sí hizo fue abusar de la mayoría absoluta que consiguieron sus partidos (ver imagen, los rojos representan a los chavistas) para hacer hasta la fecha lo que le viene en gana. Reitero: lo que le viene en gana. La oposición venezolana argumentó que la gran mayoría de los abstencionistas son opositores que acataron su llamado a no participar, e incluso para los observadores internacionales de la OEA y de la Comunidad Europea la abstención fue causa de preocupación y manifestaron sus dudas acerca de la validez de este ejercicio democrático en un comunicado de prensa, pero lo cierto es que NO PASÓ NADA.

Cerrar los ojos a los contundentes datos que nos ofrece la realidad es una actitud inmadura y ridícula. Soy realista. Un poco de cinismo es necesario en esta vida para poder sobrellevarla. Estoy seguro que en julio se va a registrar un abstencionismo histórico, quiza hasta del 70% o más. Se hablará mucho de la ilegitimidad y desprestigio de los partidos, de que hay que cambiar, de lo poco representativa que es nuestra podrida clase política. Las televisoras, aún con el berrinche trabado que hicieron con la reforma del año pasado, le echarán la culpa a los partidos y a las disposiciones que hicieron aprobar para prohibir la compra de espacios comerciales. Pero nada más. Al poco tiempo todo volverá a la "normalidad". Esa es la verdad y negarla es sencillamente pueril.

Otro grave efecto que tiene anular el voto en el México de aquí y ahora lo ilustró muy bien el diario Milenio ayer en una interesante nota, en la que reporta que: "La ultraderecha impone posición absoluta sobre el aborto Siete estados del país aprobaron leyes que ignoran derechos fundamentales de la población femenina, ante las cuales surgen ya procesos de inconstitucionalidad". Es decir, el no voto implica, para quienes creemos en la ampliación de las libertades, que dejaremos en manos de legisladores conservadores decisiones cruciales como la del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.

No votar, además, ayuda a los partidos negocio a conservar su registro. En efecto, de manera por demaás injusta e inadecuada, en México los votos nulos no se contabilizan dentro de la llamada Votación Nacional Válida que es la que se usa para determinar que partdos sostienen el registro y cuáles no. A menor votación válida, menor el número de votos que los partidillos deben obtener. Por ejemplo, si vota sólo el 30% de los electores (cómo afirman varias proyecciones), los partidillos sólo nececitarán poco menos de 350,000 votos paa seguir medrarando del tesoro público. ¡Ésta cantidad de votos la consigo hasta yo! Anular el voto, por tanto, se hace cómplice involuntario de Dante Delgado, el Niño Verde, Elba Esther y (c)Anaya. ¡Eso nunca!

El wishful thinking es bueno, pero es poco útil para orientarnos a tomar decisiones en la vida si no atendemos también a la "Dictadura de los Hechos". Por favor dejen de ser tan naifs, amigos míos.


viernes, 17 de abril de 2009

Un luchador en cada hijo te dio...


¿Alguien me puede decir que tiene de ofensiva esta imagen?


¿La estatura?
¡Vamos amigos! Gotta some notices for you: los mexicanos no son precisamente Goliaths, y aunque yo soy mexicano y no es mi caso personal (soy alto como una torre), la verdad es que la media naconal (¡Ay, esa costumbre mía de comerme letras!) es más bien de seres bajitos. ¿Y eso qué tiene? Los japoneses son en general, chaparrones y no por eso viven acomplejados. De hecho, son una potencia, uno de los grandes países del mundo con una civilización ejemplar como nos lo demuestran Monse y Aurelio constantemente con sus estupendas fotos y comentarios. Nos pintan cahaparros por una extraña e incomprensible razón: los mexicanos somos chaparros. ¿No es una ironía?


¿La bandera?

Absurdo ofenderse por poner la bandera nacional en función de Sarape de Saltillo que, dicho sea de paso, también es una se las aportaciones de México a la cultura universal. Todos los días en todos los países, miles de compañías comecializan sus productos utilizando símbolos nacionales: comida, automóviles artículos de lujo, ropa etc. etc. Baste abrir cualquier revista, ir al súper, ver la tele o salir a la calle para darse cuenta de que los colores nacionales de "n" cantidad de países están por todos lados: no son sagrados. Que en México haya una absurda ley aplicable sólo en territorio nacional no quiere decir que en otra latitudes no se permita utilizar la bandera. Es práctica normal, moneda corriente y nadie, nadie se ofende, salvo los fanáticos y los acomplejados. E insisto: poner la bandera como sarape de Saltillo no me resuta ofensivo.¿A ustedes sí? ¿Por qué?

¿La máscara de luchador?
La crítica a la máscara de luchador es lo que más me indigna. ¿Cómo suponen que es una ofensa ponerle una máscara de luchador al monito que representa la nacionalidad mexicana? La lucha libre es una aportación de México a la cultura universal y digo esto sin asomo de ironía. En la latitudes más insopechadas (Afganistán, Tuquía, Nepal) se ven las películas clásicas de nuestra lucha libre. Toda la parafernlia luchística, con sus coloridas y asombrosas máscaras, sus jactanciosas capas, el histrionismo fanfarrón, etc. es una apoteosis del kitsch, y el kitsch ha experimentado una revalorización en estas épocas de posmodernidad.

En efecto, dicen los que saben (yo soy pura vacilada) que con el surgimiento del postmodernismo la línea entre lo kitsch y el "gran arte" se ha vuelto borrosa. Hay incluso quien dice que lo kitsch es una mentira que se atreve a decir la verdad. ¿No fue Wharhol quien incorporó imágenes kitsch a su arte? ¿No hes lo feo y barato una especie de "alegoría antiestética"?El arte conceptual y el deconstructivismo plantearon un cambio interesante, porque como el kitsch, los dos movimientos subestimaban la estructura formal del trabajo de arte, dando más importancia a otros elementos que tienen más relación con otras esferas de la vida. Yo diría que a los aspectos más reales y cotidianos de la vida. Por eso lo Kitsch tiene su valor. Y las máscaras de la lucha libre son de un kitsch sugestivo e interesante.
Nada es más revelador que una máscara.

jueves, 16 de abril de 2009

Los Piratas Somalíes: Paradojas de la Posemodernidá






Paradojas de la posmodernidá, ¿Cómo es posible que un puñado de muertos de hambre tengan a todas las potencias de un hilo? Hoy, grupúsculos de muchachos desnutridos se dan el lujo de emular a figuras romámntuicas y potentosas como al de Francois Drake, y de fomas en las que aquél gran pirata jamás hubiese soñado. ¡Cuántas bellas lecciones nos brinda la imagen del destructor estadounidense USS Bainbridge, un monstruo de 9,000 toneladas y un precio de 800 millones de dólares al lado del pequeño bote salvavidas donde los piratas tenían al capitán Richard Phillips. Al fracasar en su intento de tomar el carguero Maersk Alabama, los "piratas" habían decidido llevarse a su capitán. Los US Seals, fuerzas especiales súper-entrenadas de la marina gringa, mataron a tres piratas, cosa que la prensa de Estados Unidos festeja como si se hubiese ganado la batalla de Trafalgar. Y es que serán todo lo muertos de hambre que ustedes quieran, pero lo de los piratas va en serio. Sin el romanticismo de los aventureros que asolaron los mares en los siglos XVII y XVIII, pero con una capacidad increíble. En 2008, los piratas somalíes capturaron 42 embarcaciones y recibieron 150 millones de dólares en rescates. Unos 18 barcos y 270 tripulantes aún siguen en manos de los piratas somalíes.

La principal lección de esta gran paradoja es una que ya hemos visto y seguimos presenciando en lugares como Líbano, Irak y Afganistán, y encierra una bella lección: los piratas son un ejemplo más de la ineficacia de los ejércitos mejor equipados de la historia para neutralizar a pequeñas bandas de civiles armados. Ah, y que los famosos estados fallidos son un problema para todos. Somalia es el Estado más fracasado del mundo: miserable, ingobernable, remoto, polvoriento, calurso y feo. Y sin embargo, se mueve....

¡¿Pero que digo?! En estos tiempos de globalización ningún país es demasiado remoto o aislado. Los piratas están enfrentados a la armadas más poderosa del planeta. Los buques de guerra de la OTAN y los de Rusia, China, Ucrania y Japón están a la caza de piratas. La fuerza aeronaval europea está compuesta por ocho fragatas y miles de efectivos de distintos países. El general David Petraeus, jefe del Comando Central de las fuerzas armadas estadounidenses, anunció que enviaría aún más fuerzas a enfrentarse a los piratas, sólo para que pocas horas después los piratas capturaran un remolcador italiano. Ja, Ja, Ja. Las cosas no van bien para los militares modernos enfrentados a piratas en pequeñas lanchas con motores fuera de borda y armados con Kalashnikovs oxidados y lanzagranadas viejos y mugrientos. Los piratas somalíes tienen mucho en común con los talibanes y los insurrectos iraquíes: son un ejemplo más de que en el mundo de hoy a las superpotencias no les es fácil combatir con éxito a grupos pequeños de civiles pobres y mal equipados pero altamente motivados y decididos por obsolecencias como Dios o por el siempre omnímodo dinero.

Todo esto encierra algo positivo para la humanidad, créanme

miércoles, 15 de abril de 2009

Obama en México: Algunas Caricaturas











Estas son algunas caricaturas que han aparecido en publicaciones gringas en relación a la visita de Obama a México. Las tome del estupendo sitio electrónico de la revista Slate. A ver si a algúno de nuestros gazmoños diplomáticos o el chaparrito acomplejado que tenemos de presidente no se ofenden porque los caricturistas de allá ejercen su libertad a expresarse.

martes, 14 de abril de 2009

¡¡No en mi nombre, Sr. Embajador!!


¿Cuándo?, ¿Pero de verdad cuándo se nos irán a quitar en México nuestos chingaos complejos de inferioridad? El petrimetre que ocupa la embajada de México en España un tal Zermeño, envió ayer una carta vía fax al director general de Burger King-España en la que le solicita que retire la campaña publicitaria de su nueva hamburguesa, llamada Texican Whopper, "por ofender a los mexicanos". ¡Pobre pendejo! “Muy respetuosamente quiero externarle que dicha publicidad denigra la imagen de nuestro país y utiliza indebidamente la bandera nacional mexicana”. El único que denigra la imagen de nuestro país, Sr. Zermeño es usted con su actitud de acomplejado mexiteca. Confirma con su actitud la escasa seguridad que tenemos los mexicanos en nosotros mismos. Es usted una verdadera vergüenza nacional, espejo de lo peor del mexicano. ¿Hay alguien que se sienta ofendido como mexicano por una publicidad tan inucua? Sí los hay, y no dudo que muchos, que es lo peor de todo. Pobres. ¿No nos hemos sentido siempre los mexicanos muy orgullosos de nuestra lucha libre, aunténtico producto de exportación' De verdad que me da nauseas comprobar como somos incapaces de madurar como país ni siquiera en detalles tan aparentemente insignificantes.

Déjeme aclararle bien una cosa, Sr. Zermeño USTED NO HABLA EN MI NOMBRE.

lunes, 13 de abril de 2009

Lujambio: Le coq Bleu


Alonso Lujambio, a quien conozco desde hace muchos años, es un estupendo cuadro político que llega al mediocre gabinete de Calderón para levantar a la raquítica caballada azul. Alonso tiene un extraordinario perfil como un impecable académico, orientado en buena medida hacia el liberalismo más lúcido y alejado de doctrinas y dogmas obsoletos tanto de izquierda como de derecha. Es, quizá, el mejor académico de mi generación. Ha sido un eficaz y probo funcionario en organismos autónomos. Comparado con los actuales consejerillos electorales el señor era un titán y en el IFAI hizo un estupendo trabajo. Me consta que es un hombre cabal del siglo XXI que sabrá, espero, mantener a raya a los sectores más conservadores de su partido. Porque eso sí, Aunque siempre se ha desempeñado como un funcionario neutral en funciones que le demandaban esta actitud, Lujambio tiene una arraigada prosapia panista, pero dentro de lo más valioso del panismo: el sector más liberal y democrático.

Alonso tiene gran perfil pa' la grande. No me cabe la menor duda que, muerto el delfín Mourniño, Calderón piensa en él como una fuerte posibilidad sucesoria. Su nombramiento en la SEP servirá para darle una proyección de presidenciable. Porque a eso llega y no a otra cosa. El problema educativo no lo resuelve nadie en tanto se siga consintiendo al SNTE de la manera en que Felipillo lo hace.
Sin ser perfecta, la de Alonso es una buena opción. Hay que seguirlo de cerca.

domingo, 12 de abril de 2009

El Buitre y la Niña: un chiste de pésimo gusto


Esta famosa foto dio la vuelta al mundo y en algunas almas piadosas suscito el comentario de "¿Cómo es posible que el fotógrafo no haya intervenido para ayudar?". Ante tantas críticas, el artista respondió: "Claro que intervine para ayudar: tras tomar la foto asfixié a la niña y así el pobre buitre no tuvo que esperar tanto tiempo".

sábado, 11 de abril de 2009

¿Votar o no Votar?


¿Votar po no votar? Pronto en México celebraremos elecciones federales para renovar en su totalidad la Cámara de Diputados y algunas gubenaturas y por eso es bueno plantearse la pregunta de si vale la pena tomase la molestia de ir a sufragar por alguna de las deleznables opciones políticas registradas que tenemos en México.

Desde luego, este impertérrito blog desprecia olímpicamente a todos los partidos que actualmente cuentan con registro. Sin embargo, y aunque resulte paradójico, piensa ir a votar por la opción menos mala. Me explico: Ante la pregunta ¿Qué podemos hacer los ciudadanos que no estamos de acuerdo con ninguno de los partidos políticos registrados? Una parte importante de los ciudadanos reponde pues anular el voto, o de plano no tomarse la molestia de ir a la urna. y, desde luego, anular el voto es una forma muy respetable de manifestar descontento ante el actual nauseabundo sistema de partidos. Es tentador mandar al demonio a estas organizaciones clientelares, corporativistas, corruptas e ineficaces que padecemos en México. Sin embargo, creo que igualmente válido es ir a votar útil por el partido que consideremos menos malo.

Anular el voto ha sido recurso de los descontentos con el sistema desde los tiempos de la hegemonía priísta y ni entonces ni ahora ha sido en México (y casi en ninguna parte, dicho sea de paso) una llamada de atención que realmente preocupe a la clase política. Las participaciones electorales van a la baja en todos lados sin que se perciban repercusiones políticas mayores. De hecho, muchos encuestólogos, analistas y políticos cínicamente lo toman como un signo de que “la gente está tan contenta que no se toma la molestia de votar o, de plano, anulan su voto”. Por otro lado, no debemos cegarnos ante el hecho de que, a fin de cuentas yunqe no nos guste, la triada partidista mexicana recibe más del 90% de los votos. Según las encestas, la gente identifica perfectamente estas opciones como las más representativas de izquierda-centro-derecha y si bien los ciudadanos rechazan a los actuales partidos de forma mayoritaria, repudian aún más la posibilidad de tener partidos nuevos.

La realidad es que los casos donde se han dado movimientos efectivos que han logrado subvertir a los partidos políticos es en la naciones que han atestiguado insurrecciones cívicas violentas (como la campaña “Que se vayan todos” en Argentina), o donde un poder se da a la tarea de desmantelar estructuras corruptas (Italia y la campaña mani poluti que inicio el Judicial), o donde han surgido líderes carismáticos populistas (Chávez, Fujimori) .Como es bien sabido, los resultados finales no han sido muy alentadores en ninguno de estos casos. Mucho peor ha sido el remedio que la enfermedad, ¿O no?

En lo personal siempre he desconfiado del discurso antipolítica por maniqueo. Es falso que la sociedad siempre sea buena y los políticos sean siempre malos. Me dan risa algunos de ustedes que se dan aires de pureza ante los perversos partidos. Siempre debemos huir del maniqueísmo. Respeto mucho la decisión de quienes han decidido anular su voto, pero pienso que es un gesto inútil. En lo personal aborrezco a todos y cada unos de nuestros partidos registrados. ¡Qué más quisiera yo que desparecieran estas miasmas y en su lugar florecieran opciones ciudadanas serias! Pero en México, pese a lo que se diga, no existen las condiciones para un movimiento ciudadano de envergadura. De hecho, habría que hacerse la pregunta de cuantos ciudadanos verdaderamente cabales existen en este país.

En todo caso, deberíamos fijarnos como objetivo concreto exigir la promulgación de una ley de partidos que, entre otras cosas, les retire el financiamiento a priori. México es el único país del mundo que le otorga cuantiosos recursos económicos a los partidos antes de las elecciones. Obviamente, eso los corrompe, ¡Y en qué forma! Los muy respetables esfuerzos que realizan algunos de ustedes por concientizar al ciudadano con rollos como “no te pases los altos” o “ponga la basura en su lugar” son nobles pero creo que se queda en el puro wishfull thinking, como dicen los anglosajones.

Votar, la mayor parte de las veces, en casi todos lados y en todas las épocas, es y seguirá siendo un ejercicio para elegir al menos malo. En lo personal he votado tapándome las narices casi siempre. En 2006 voté a Calderón como el menos malo frente a ALMO y pese a lo bestia que es Felipe, créanme que lo volvería a hacer. Mucha gente de izquierda que conozco y que detesta al Peje le votó por ser, a fin de cuentas, una oportunidad para que la izquierda (una izquierda) llegara al poder. Muy respetable. En 2000 mucha gente sin ser de derecha votó al pendejote de Fox sólo para deshacerse del PRI. Muy respetable. Ahora hay quienes votarán PAN pare evitar el regreso del PRI (al que consideran un mal mayor), o PRI para, por lo menos, tratar de evitar que la mochilanquería panista se refuerce. Todavía hay gente de izquierda (mucha) que ve en el PRD su menos pior opción o, incluso, hay quen aún cree en el Peje y votarán al par de porquerías a las que se asoció, aunque no les guste ni (c) Anaya ni Dantesco.

El llamado voto útil tiene sus razones muy sólidas y arraigadas. Es una opción muy respetable, más en el México actual, donde no se ve la insurgencia ciudadana por ningún lado, por lo menos, más allá del feisbú. Votaré tapándome las narices por la opción que me parezca menos mala. Votaré consciente de que rara vez aparecen Obamas o seres maravillosos que nos convenzan al 100% o nos enamoren con su oratoria, personalidad y propuestas. Votaré con asco al menos malo y triste de ver como los mexicanos nos conformamos con estas porquerías. Ojalá algún día bajen ángeles del cielo a postularse como candidatos, o surja un partido ciudadano más preocupado en las propuestas que en las prerrogativas, pero mientras eso sucede y no haya en el país un movimiento ciudadano sólido, bien estructurado, que pugne por propuestas concretas -como es el caso de impulsar una ley de partidos moderna- y no se limite a buenos deseos, seguiré votando por el menos malo.