Evo Morales logró imponer en las urnas su proyecto de Constitución de corte indigenista, fundamental para su plan de reformas políticas. Pero el resultado también dejó al desnudo la profunda división que aquella al país andino. El "Sí" al proyecto constitucional oficialista obtuvo entre el 58% y el 60% de los votos del referendo del domingo. Sin embargo, el "No" se impuso en los departamentos de la llamada "Media Luna" -Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija-, baluartes opositores al gobierno que representan aproximadamente el 45% del PIB del país. Ambos escenarios, tanto a nivel nacional como en las regiones más ricas, eran previsibles y renuevan la sensación de un país dividido.
Este "triunfo" es en realidad una derrota política para Morales y así deberían tomarlo los gobernantes bolivianos si les queda aún un mínimo de responsabilidad política y sentido histórico. Evo se la jugó con todo para lograr un cifra contundente del "Sí", superior al 70%, que le habría dejado un amplio margen de maniobra para la aplicación de su Constitución. La oposición, que hizo una campaña dispersa producto de las divisiones internas, se encontró en cambio con un resultado que la revitaliza, porque muestra que sus bases están intactas en vastas zonas del país. Es por eso que los líderes regionales reclaman ahora un pacto nacional para la reglamentación de esta naciente Constitución. Morales señala que lo que corresponde ahora es comenzar a aplicar la norma. "Acabó el colonialismo y el neoliberalismo", proclamó rimbombante en su ya conocido estilo populista de fuerte dosis indígena y estatista. Un populismo que ha sido altamente divisorio para este infortunado país.
Evo no puede desconocer el "No" contundente registrado en los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, que proclaman para sí mismos un modelo de autonomía que difiere sustancialmente con el concepto plasmado en la nueva Carta. El "Sí" triunfó en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, mientras en Chuquisaca -cuya prefecta, la indígena Savina Cuéllar, y los líderes regionales son recalcitrantes opositores al mandatario- hay un empate técnico con una ligera ventaja para el "No". Jorge Lazarte, el politólogo más distinguido de Bolivia, comentó al conocer los resultados "Aritméticamente ha ganado el Sí con 60%, pero si la política fuera aritmética el problema estaría resuelto. Lo que ha salido es un proceso de recomposición de fuerzas", estarecomposición de fuerzas nace del "contundente "No" en varios departamentos". De acuerdo con el politólogo "el Gobierno ganó, el Si ha ganado, pero está no débil pero menos fuerte. Se restableció un empate".
El país sigue entrampado en la radicalización. Esa es la única verdad palpable. El resultado real de los años de populismo evista. Ahora, Bolivia se prepara para llevar a cabo el 6 de diciembre próximo una elección presidencial -en la que puede participar el actual mandatario, Evo Morales- y otra parlamentaria, en las que medirán fuerzas el oficialismo y la oposición.
El Congreso nacional deberá sancionar en un plazo de 60 días desde la promulgación de la Carta Magna -luego de que se conozcan los resultados oficiales- un nuevo régimen electoral para la elección del Congreso (que se llamará Asamblea Legislativa Plurinacional) y de presidente y vicepresidente. Además se elegirán gobernadores y alcaldes el 4 de abril de 2010.
La nueva Carta Magna presenta por primera vez la figura de reelección de presidente y vicepresidente "por una sola vez de manera continua", que habilita a Morales para presentarse a comicios para la gestión 2010-2015.
Evo Morales asumió en enero de 2006 con una votación del 53,7% y fue ratificado en su mandato por un referendo popular en agosto de 2008 con un 67,4%.
Ese referendo es un antecedente peligroso. Morales fue ratificado a nivel nacional pero su continuidad perdió en todos los departamentos opositores. En octubre, la polarización llegó al país a un paso de la guerra civil y la tendencia muy difícilmente variara hacia algo más poitivo en los meses por venir.