Hoy, Día internacional contra la violencia de género, vale la pena recordar algunos datos:
Al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha sido golpeada, obligada a tener relaciones sexuales o ha padecido algún otro tipo de abuso en su vida. (UNFPA, 2005).
Más de 45 países ya cuenta con una legislación específica sobre la violencia doméstica y un gran número de países han instituido planes nacionales de acción (UNFPA, 2005).
En 2005, la violencia mata y discapacita a una gran cantidad de mujeres de entre 15 y 44 años de edad, cantidad mayor al número de las que son víctimas de cáncer (UNFPA, 2005).
En 2005 se estima, que una mujer de cada cinco será víctima de violación o de intento de violación a lo largo de su vida (UNFPA, 2005).
Un estudio realizado en países desarrollados en el 2000, demuestra que una gran cantidad de homicidios perpetrados por un compañero íntimo ocurre cuando la mujer trata de romper la relación (UNFPA, 2005).
A continuación se mencionan algunas cifras de México de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de la Relaciones de los Hogares (ENDIREH) 2003:
De acuerdo con el análisis de los resultados de la ENDIREH, 35.4% de las mujeres entrevistadas de 15 años y más que viven con su pareja, ha padecido violencia emocional, 27.3% violencia económica, 9.3% algún tipo de violencia física y 7.8% violencia sexual.
Comúnmente se relaciona la violencia con las agresiones físicas. Sin embargo la violencia se manifiesta de diferentes maneras, siendo la más común la violencia emocional. De hecho la violencia emocional aparece con una frecuencia cuatro veces mayor que la violencia física.
Las mujeres de las ciudades tienen un riesgo ligeramente mayor de sufrir violencia emocional y económica en comparación con las de zonas rurales.
Las mujeres sin instrucción tienen un riesgo cuatro veces menor de sufrir algún tipo de violencia que las mujeres con estudios universitarios. Este dato controversial ha sido explicado por la mayor capacidad de estas mujeres para distinguir cuando se está padeciendo algún tipo de violencia.
Las mujeres incorporadas a la actividad económica tienen un riesgo mayor (15%) de padecer algún tipo de violencia respecto de quienes sólo trabajan en los quehaceres del hogar.
A continuación se mencionan algunos datos del Banco Interamericano de Desarrollo sobre la violencia hacia las mujeres en América Latina:
En Chile el 60% de las mujeres que viven en pareja sufre algún tipo de violencia doméstica y más del 10% agresión grave. 1 de cada 3 familias vive en situación de violencia doméstica.
En Colombia más del 20% de las mujeres han sido víctimas de abuso físico. 10% ha sido víctima de abusos sexuales. 34% ha sido víctima de abusos psicológicos.
En Ecuador el 60% de mujeres residentes en barrios pobres de Quito han sido golpeadas por su pareja.
En Perú el 70% de los delitos denunciados a la policía están relacionados con casos de mujeres golpeadas por sus maridos
En Honduras un promedio de tres mujeres al mes son abusadas por sus parejas.
En Nicaragua el 32.8% de las mujeres entre 14 y 49 años son víctima de violencia física severa. El 45% sufren amenazas, insultos o destrucción de sus bienes personales.
En México el 70% de las mujeres aseguraron sufrir violencia por parte de su pareja.
En Jamaica la policía da cuenta que el 40% del total de homicidios se producen en el seno del hogar.
En Argentina en 1 de cada 5 parejas hay violencia. En el 42% de los casos de mujeres asesinadas, el crimen lo realiza su pareja. El 37% de las mujeres golpeadas por sus esposos lleva 20 años o más soportando abusos de ese tipo. Según datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el 54% de las mujeres golpeadas están casadas. El 30% denuncia que el maltrato se prolongó más de 11 años según información del BID se estima que el 25% de las mujeres argentinas es víctima de violencia y que el 50% pasará por alguna situación violenta en algún momento de su vida.
La participación de las mujeres en todas las sociedades del mundo y ámbitos de la vida, no ha garantizado su reconocimiento ni tampoco mejoras en su calidad de vida. No pueden participar plenamente en la vida económica y pública; tienen acceso limitado a las posiciones de influencia y poder; sus opciones laborales son más estrechas y obtienen menores ingresos que los hombres desempeñando el mismo trabajo.
La feminización de la pobreza es un fenómeno creciente, e implica que entre la población que vive en estas condiciones, son las mujeres las que reciben la carga más pesada por el hecho de tener que buscar la sobrevivencia de la familia, el cuidado de enfermos y ancianos, y en muchos casos, se añade a esta situación, la ausencia de un marido, ya sea por deserción o emigración.
De los mil millones de pobres que existen en el mundo, 60 por ciento está constituido por mujeres. En las últimas dos décadas se ha incrementado -50 por ciento- el número de mujeres del campo que viven en absoluta pobreza.
En países con economías en transición, las mujeres se han convertido en las mayores víctimas del desempleo con una tasa del 14 por ciento en comparación con el 9 por ciento de los hombres.
Cada año, 2,3 millones de mujeres corren riesgo de mutilación genital. Según se estima, hay en todo el mundo 130 millones de mujeres que han sido sometidas a alguna forma de mutilación genital. En un 80% de todos los casos se practica la excisión del clítoris y los labios menores; en un 15% se practica una infibulación, la forma más extrema de mutilación.
Por mucho tiempo la violencia contra las mujeres ha quedado inmersa en el silencio y ello se debe a que ésta no es denunciada por la vergüenza, el temor y el miedo a la venganza.
Las consecuencias de la violencia son catastróficas. Las sobrevivientes suelen padecer a lo largo de su vida trastornos emocionales, problemas de salud mental y mala salud reproductiva.
Las generaciones futuras de niños y niñas que fueron testigos de abusos o que fueron victimas, suelen padecer daños psicológicos, los cuales son considerados aun más serios que los efectos físicos, ya que suelen destruir el amor propio e incrementan el riesgo de sufrir diversos problemas de salud mental, como la depresión, trastorno de estrés post-traumático, suicidio y abuso en el consumo de alcohol y de drogas.
La violencia conlleva una serie de elementos de control y abuso de poder por parte del agresor que lo ejerce empleando la intimidación, la coacción las amenazas o el abuso económico.
La violencia en contra de la mujer, causa un alto costo a los países en atención de la salud, demandas ante tribunales, denuncias policiales, pérdidas a nivel educacional y de productividad.