A sólo seis meses de entregar el sillón presidencial a Barack Obama o John McCain, George W. Bush no pierde las viejas costumbres de despertar el asombro, la risa o hasta el llanto. La prensa alemana (FAZ) hace un recuento de los gaffes más recientes de tan estólido personaje. Los "bushismos" han sido la base de más de una decena de libros que pueblan las más populares librerías estadounidenses. Y sin duda no quiere dar los hurras de despedida sin realizar constantes demostraciones públicas reafirmando que esos famosos "bushismos", serán una de las grandes herencias que dejará detrás cuando viaje, como un ciudadano más, acompañado de su esposa Laura y su perro Barney, hacia el rancho de Crawford, en pleno corazón de Texas.
Veamos, el FAZ cuenta que en cuestión de pocas horas, Bush y su equipo más cercano de colaboradores nuevamente dejaron estampados algunos de sus clásicos "bushismos". Y nada menos que en presencia de los mandatarios del G8. La delegación estadounidense apenas arribó a Japón para la Cumbre distribuyó, entre los centenares de periodistas, el programa oficial de actividades y entrevistas del presidente Bush y también los datos de las personalidades con las cuales mantendría reuniones concertadas de antemano. Y en ese "carretón de papeles" se deslizó el más grande " bushismo" de los últimos meses -aunque, en este caso, él no haya sido el principal responsable-cuando aludió, en una hoja con el membrete del gobierno americano, al primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi.
El encargado de la documentación en la misión de Bush entregó un "informe", extraído según lo señala, de la Enciclopedia de biografías mundiales. Y realmente lo que la comitiva Bush pensó era una evidente demostración de eficacia, celeridad y contundencia de la prensa gubernamental estadounidense, resultó una enorme "gaffe", casi diríamos imperdonable. La biografía distribuida por la comitiva estadounidense sostenía que Berlusconi "es uno de los líderes más controvertidos en la historia de un país conocido por su corrupción gubernamental y su vicio. Es principalmente un empresario con grandes propiedades e influencias en los medios de prensa internacionales, considerado por muchos como un diletante político que arribó al cargo solo por su poder en los medios nacionales. Odiado por muchos, pero respetado en general por su estilo personal y fuerza de carácter".
Pocos minutos demoraron en llegar las disculpas. "Lo escrito no representa la opinión del presidente Bush y del gobierno estadounidense o del pueblo de EE.UU."
Sin duda un episodio difícil de arreglar o de suavizar a breve plazo. La programada reunión bilateral ente Bush y Berlusconi en Japón, sin explicaciones, no se llevó a cabo, quedará para una oportunidad más propicia o cuando la Casa Blanca la ocupe un nuevo presidente.
Caso farc. Y los "tropiezos" de relaciones públicas de la Administración Bush no terminaron en el comentado epi- sodio. El embajador de Colombia en Washington, William Brownfield, pidió audiencia en la Casa Blanca para informar sobre el plan del gobierno de Uribe y los militares colombianos de rescate de 15 rehenes en manos de la FARC.
Lo recibieron el vicepresidente Dick Cheney, el hombre que más poder ha dado al cargo en la historia estadounidense, y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Ante la exposición clara del diplomático, ambos gobernantes se mostraron escépticos de los resultados y no exhibieron "muy buena cara" cuando se enteraron que entre los posibles rescatados estaban los tres soldados americanos, prisioneros desde hacía tres años en la selva.
Realmente se mostraron muy pesimistas con respecto al operativo, insinuando que "había serios riesgos de fracasar" y que no acompañaban el proyecto. Tal fue la resistencia que al despedirse en tono de absoluta incredulidad, Rice y Cheney, se despidieron con un "¡Qué tengan buena suerte!" Sin duda le erraron de "cabo a rabo" y sumaron otro tropiezo a los pasos poco populares de la Casa Blanca al fin del período de gobierno de George W. Bush.
Por cierto que los "gaffes" no nacen solo en las tiendas del Partido Republicano de Bush. Esta semana el reverendo Jesse Jackson, dos veces aspirante a la candidatura presidencial y defensor de los derechos humanos, durante un acto de apoyo a Barack Obama, con furia comento a su compañero de mesa: "¡Obama habla de forma condescendiente a la población afroamericana, si sigue así le voy a cortar los testículos!". Lo que no percibió Jackson es que los micrófonos estaban abiertos y sus palabras salieron al aire, despertando enojo y conmoción. Las disculpas no tardaron: "No quiero dañar esta campaña, mis palabras fueron hirientes e incorrectas". Difícil que ha-ya muchas apariciones conjuntas de ambos