¡Al diablo con lo que ocurra con el PRD! Honestamente, ¿Alguien, de verdad, pensaba que el proceso de selección del nuevo dirigente de esta "cosa" iba a ser honesta y transparente? ¡Por favor! Lo que debemos hacer quienes pensamos que el sistema de partidos mexicanos es un fiasco es enfocar nuestros esfuerzos y atención no en la inútil tarea de tratar de limpiar al bodrio irreformable ese del PRD, o a la porquería esa que se sigue llamando el PRI, o a la casa de santurrones hipócritas, señoritos y párvulos semiidiotas que es el PAN, sino en cómo recomponer de raíz a nuestro podrido sistema de representación política. Debemos iniciar una lucha para que la ley electoral sea reformada y permita la actuación de partidos verdaderamente ciudadanos en los que el proyecto importe más que las personalidades o la lana. Me parece indispensable que quienes estamos defraudados de los partidos iniciemos, de inmediato, un Movimiento Nacional por la Ciudadanización de los Partidos, para exigir un registro "escalonado" de los partidos políticos en México, donde imperen tres criterios básicos:
1.- Apertura total a la posibilidad de participar en las elecciones.
La ley impondría condiciones relativamente fáciles de cubrir a aquellas organizaciones y ciudadanos interesados en participar en las elecciones. Estas condiciones asequibles incluirían la recolección de un número determinado de firmas de ciudadanas (¡al diablo con la celebración de asambleas!) que apoyen una determinada expresión política. Dichas firmas estarían amparadas por el padrón y por las respectivas credenciales de elector y el ciudadano tendría derecho únicamente a firmar a favor de un sólo partido. Se me ocurre, por ejemplo, que un partido pueda participar en elecciones si, además de presentar los consabidos documentos básicos (declaración de principios estatutos ó “tesis estatutuarias” y programa de acción) presentara la firma de, al menos, el 0.5% del padrón electoral a nivel nacional. Para candidaturas ciudadanas, podría exigirse las firmas de al menos el 1% de los ciudadanos en la circunscripción respectiva.
2.- Nada de dinero a los partidos antes de las elecciones.
Como se hace en el mundo civilizado, se dará dinero público ÚNICAMENTE a los partidos y candidatos que hayan rebasado un mínimo de la votación a nivel nacional (digamos, un 2%) para reembolsar sus gastos de campaña, pagar las actividades de las fundaciones y mantener una estructura burocrática MÍNIMA en el período trianual inmediato posterior a la elección que se trate. A los partidos que no alcances el tamiz del 2% se les dará las cumplidas gracias, nada más.
3.- Implantar un porcentaje mínimo del 3% a nivel nacional para que los partidos alcancen representación parlamentaria
Para garantizar una mayor gobernabilidad en las cámaras legislativas y evitar la prolifración de minipartidos que compliquen la acción gubernamental y la eventual formación de coaliciones.
1.- Apertura total a la posibilidad de participar en las elecciones.
La ley impondría condiciones relativamente fáciles de cubrir a aquellas organizaciones y ciudadanos interesados en participar en las elecciones. Estas condiciones asequibles incluirían la recolección de un número determinado de firmas de ciudadanas (¡al diablo con la celebración de asambleas!) que apoyen una determinada expresión política. Dichas firmas estarían amparadas por el padrón y por las respectivas credenciales de elector y el ciudadano tendría derecho únicamente a firmar a favor de un sólo partido. Se me ocurre, por ejemplo, que un partido pueda participar en elecciones si, además de presentar los consabidos documentos básicos (declaración de principios estatutos ó “tesis estatutuarias” y programa de acción) presentara la firma de, al menos, el 0.5% del padrón electoral a nivel nacional. Para candidaturas ciudadanas, podría exigirse las firmas de al menos el 1% de los ciudadanos en la circunscripción respectiva.
2.- Nada de dinero a los partidos antes de las elecciones.
Como se hace en el mundo civilizado, se dará dinero público ÚNICAMENTE a los partidos y candidatos que hayan rebasado un mínimo de la votación a nivel nacional (digamos, un 2%) para reembolsar sus gastos de campaña, pagar las actividades de las fundaciones y mantener una estructura burocrática MÍNIMA en el período trianual inmediato posterior a la elección que se trate. A los partidos que no alcances el tamiz del 2% se les dará las cumplidas gracias, nada más.
3.- Implantar un porcentaje mínimo del 3% a nivel nacional para que los partidos alcancen representación parlamentaria
Para garantizar una mayor gobernabilidad en las cámaras legislativas y evitar la prolifración de minipartidos que compliquen la acción gubernamental y la eventual formación de coaliciones.
Aplíquese estas ideas y verán como desaparecen, como por arte de magia, los partidos negocio, los agandalles, la presencia de acarreadores profesionales, los chantajes y las groseras disputas internas. Asimismo, esto facilitaría que corrientes minoritarias que actúan en el presente dentro de los grandes partidos por no tener en la actualidad otra alternativa presentaran al electorado sus propias expresiones partidistas e ideológicas. Así podríamos ver, entre otras posibilidades, un partido de centro izquierda con la parte menos radical del PRD y una organización liberal de centro derecha que hoy está presente en el panismo pero que no está vinculado a la extrema derecha y a la iglesia católica. Asimismo, esto ayudaría a enterrar al PRI forever and ever.
Obviamente, los tres partidos que hoy en día controlan el oligopolio del poder en México se opondrán tenazmente a estas ideas, pero se trata de crear un gran movimiento ciudadano capaz de rebasarlos. Creo que dar esta lucha sería mucho más productivo para nuestras vocaciones políticas ciudadanas que estar preocupándonos por las cochinadas internas del PRD, o de tratar de desbancar a sátrapas como Dante Delgado desde dentro de sus propios garitos o de andar liando con porros.
Hagámoslo todos nosotros: los disidentes del Partido Verde, los purgados de Convergencia, los intelectuales que participaron en Democracia Social, l@s “jóvenes turcos” de Alternativa, los millones de ciudadanos independientes que, elección tras elección, no saben por quién diablos votar. Los enemigos en esta lucha son el clientelismo, el corporativismo y el oportunismo vulgar. Las diferencias que podamos tener entre nosotros son mínimas si en verdad el tema central de nuestra propuesta es, antes que nada, recuperar a los partidos como espacos públicos de participación ciudadana.
Obviamente, los tres partidos que hoy en día controlan el oligopolio del poder en México se opondrán tenazmente a estas ideas, pero se trata de crear un gran movimiento ciudadano capaz de rebasarlos. Creo que dar esta lucha sería mucho más productivo para nuestras vocaciones políticas ciudadanas que estar preocupándonos por las cochinadas internas del PRD, o de tratar de desbancar a sátrapas como Dante Delgado desde dentro de sus propios garitos o de andar liando con porros.
Hagámoslo todos nosotros: los disidentes del Partido Verde, los purgados de Convergencia, los intelectuales que participaron en Democracia Social, l@s “jóvenes turcos” de Alternativa, los millones de ciudadanos independientes que, elección tras elección, no saben por quién diablos votar. Los enemigos en esta lucha son el clientelismo, el corporativismo y el oportunismo vulgar. Las diferencias que podamos tener entre nosotros son mínimas si en verdad el tema central de nuestra propuesta es, antes que nada, recuperar a los partidos como espacos públicos de participación ciudadana.