En estos breves homenajes que hacemos a los grandes satiristas de la historia es indispensable incluir al gran Karl Kraus, nacido en 1874 cerca de Praga, cuando todavía existía el Imperio Austro-Húngaro (el “Imperio Perdido”, como lo bautizó Perez Gay en sus estupendo libro que, entre otros, trata de este genio). Kraus fue un judío converso, antibelicista beligerante y simpatizante de la socialdemocracia que, desilusionado, acabaría sus días en el conservadurismo católico del canciller Dollfuss, apoyado por Mussolini pero asesinado en un golpe de Estado que alentaron los naziss. Su obra es extensa: 17 volúmenes, más los 39 de su revista Die Fackel, -La Antorcha-, excluyendo los restos flotantes de una larga correspondencia, que la guerra y las rapiñas políticas diezmaron considerablemente. Pero su volumen no responde a una obra sistemática, sino a las demandas del momento histórico, pues este enemigo del periodismo cotidiano, al que acusó de convertir los grandes temas en “actualidad olvidable”, era ante todo un periodista.
Su escritura se dispersa en artículos, aforismos, ocurrencias, panfletos, polémicas. Se detiene en varios volúmenes de versos, experimenta el teatro fantástico (no me refiero a Cachirulo, conste), pasa por la tragedia apocalíptica de uerra (Los últimos días de la humanidad), recupera como ejemplo a escritores tan oscuros como aquel Nestroy, comediógrafo satírico del siglo XIX, a quien Offenbach mezcló con sus operetas ingeniosas y paródicas.
A lo inasible de Kraus colabora el hecho de que buena parte de su tarea haya sido su obra de conferenciante y de lo que algunos pedantes llaman un metteur en scène teatral,. En efecto, montó a partir de 1916 un Teatro de la poesía, en el cual, con la mera ayuda de un pinista y con un muy somero aparato escénico (una mesa con dos candelabros y un tapete verde), él solito representaba tragedias, comedias y operetas, todas ellas tomadas del repertorio clásico.
En cuanto a la obra de Die Fackel, se trata de una cordillera de artículos publicados entre 1899 y febrero de 1936 hasta pocos meses antes de su muerte. Allí intentó Kraus revertir lo que hacía el periodismo corriente: hacer la crítica de la vida cotidiana a partir de los grandes principios que una sociedad declara y no vivew. Ser la mala conciencia de lo diario a partir de los valores corrientes.
Basta ver la pagina web dedicada a este periódico para ver que la lista de temas abordados en la revita fue interminable, y otro tanto ocurre con el elenco de sus colaboradores, que van desde nombres consagrados ya en el momento de aparecer en sus páginas (Oscar Wilde, August Strindberg, Detlev von Liliencron, Houston Chambierlain) hasta debutantes, entre ellos Bertolt Brecht, Ferdinand Bruckner, Georg TrakI Peter Altenberg.
En medio de una sociedad cada vez más inmersa y cointaminada por la reacción militrista y el imperialismo, Kraus desarrolló una campaña contra la guerra en plena contienda, campaña que se prolongó en la posguerra, durante su acercamiento a la república socialdemócrata presidida por Ebert, de la cual se alejaría espantado por sus bárbaras represiones policiacas. Siguió entonces una ruta zigzagueante que lo llevó, primero, a colaborar con el Socorro Rojo Internacional y, después, a militar en hacia el socialcatolicismo de Dollfuss.
Viena, en tanto, degeneraba de un liberalismo laico y progresista hacia un nacionalismo intolerante y chovinista, mientras veía desarrollarse en su seno un invernadero intelectual cuyos frutos gozamos todavía: Freud y su psicoanálisis, Klimt y su expresionismo “austriaco”, Schönberg y su atonalismo, Wittgenstein y su formalismo lógico, Mahler y Kokoschka, Adolf Loos y Rainer María Rilke, y, bueno, también Adolf Hitler y Karl Kraus. Algunos frutos nos alimentan, otros nos envenenan; a veces, el paso al límite es una cuestión de dosis, pero estamos ante un microcosmos francamente opulento.
En la intimidad ,Kraus vivió también sus grandes puestas en escena. Uno de sus dramas fue su compulsiva e inexplicable conversión al catolicismo, un episodio corriente en aquellos años si pensamos en los casos de Mahler y Hofmannsthal. En Kraus esto coincide con el larvado conservadurismo que apela a la crítica radical de las costumbres, pero a partir de una aristocracia, encarnada por las cúspides intelectuales como tanto depositarias lúcidas de los más elevados valores. Ocurrencia trágica, si se quiere, ya que a Kraus le tocó vivir una era de militarización de la política y de exterminio de la inteligencia en nombre de los instintos, la sangre y la tierra.
Más que por una obra concreta o un rabajo acabado, Kraus perdura por las incontables sortilegios de su reflexión, que se pueden rastrear en escritores de obra más sistemática o filósofos de escuela, la de Frankfort. Benjamin, Adorno, Horkheimer o Löwenthal optan por otro tipo de sistemas, pero suponen la inspieracion krausiana, sus incitaciones, sus alertas, sus iras no exentas de mesianismo y de indignación apocalíptica. Al fin y al cabo, era un judío que habitaba en Viena, una de las señoriales capitales de la Contrarreforma.
Algunas citas de Karl Kraus:
La mujer participa con su sexo en todas las cosas de la vida. A veces en el amor.
El espejo sirve solamente a la vanidad del hombre; la mujer lo necesita para cerciorarse de su personalidad.
Las mejores mujeres son aquellas con las que menos se habla.
Las mujeres se distinguen en culposas y dolosas.
La amada no es la que está lejos: la amada es la lejanía.
El erotismo es la superación de los obstáculos. El obstáculo más seductor y profundo es la moral.
¡Qué hermoso, cuando una muchacha olvida su buena educación'
Las gentes a las que el lenguaje no les sirve para nada más que para comunicarse son las que hablan de un modo más ininteligible
El secreto del agitador es hacerse tan estúpido como lo son sus oyentes con el objeto de que éstos crean que son tan listos como él.
La democracia divide a los hombres en trabajadores y perezosos. No está destinada para aquellos que no tienen tiempo para trabajar."
Los artistas tienen el derecho de ser modestos y el deber de ser vanidosos.
La personalidad de la mujer es insustancialidad ennoblecida por la inconsciencia
No hay nada más insondable que la superficialidad de la mujer (Esta es sencillamente genial)
Es fácil captar el contenido de una mujer ¡pero hasta que llega uno a la superficie!
Desconfía de la mujer a la que sorprendes siéndote fiel. Hoy te va a ser fiel a ti y mañana a otro
Una mujer que no puede ser fea no puede ser hermosa
No existe ser más desdichado sobre la faz de la tierra que un fetichista que anhela un zapato de mujer y se ve obligado a quedarse con una mujer entera.
El aburrimiento y la incomodidad son los polos entre los cuales oscila la fascinación por las mujeres. Llevadas hasta el extremo, o son misericordiosas hermanas de la caridad o hermanas inmisericordes.
Una mujer es un sucedáneo bastante útil del onanismo. Desde luego se necesita para ello un exceso de imaginación.
Una mujer sin espejo y un hombre sin amor propio ¿cómo pueden abrirse paso en el mundo?Nada supera la fidelidad de una mujer que en cualquier circunstancia se aferra a su convencimiento de que no engaña a su marido.
Ante las mujeres el sistema social nos da siempre dos opciones: ser mendigos o bandidos.
La superioridad que un hombre valioso siente respecto de una mujer carente de valor nunca es mayor que la que siente un hombre carente de valor respecto de una mujer valiosa.
Mi público y yo nos entendemos de maravilla: él no escucha lo que yo digo y yo no digo lo que él quiere escuchar.
El burgués no tolera en su casa nada que no se entienda
No tener una idea y poder expresarla: eso hace al periodista
La democracia significa poder ser esclavo de cualquiera
La psicología es tan superflua como una indicación para usar veneno
Aparentar tiene más letras que ser
La vida es un esfuerzo digno de mejor causa.
Cuando los padres han construido todo, a los hijos sólo les queda el derrumbarlo
Un pesimista es una persona que espera lo peor y está aferrada a lo mejor
El progreso celebra victorias pírricas sobre la naturaleza
Hay imitadores que anteceden a los originales. Cuando dos tienen una idea, no pertenece ésta al primero que la tuvo, sino al que la tiene mejor