domingo, 28 de julio de 2019

Venezuela, Seis Años Después




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Seis años de la muerte de Hugo Chávez. Seis años de endiosamiento de este dictador mediante un  cada vez más intenso culto a la personalidad. Las obvias deficiencias del liderazgo de Maduro han provocado esta necesidad. Mientras más grave es la crisis, más presente está el comandante fallecido.

Se alimenta la leyenda de Chávez con los excesos más absurdos. Ya en vida, el culto al presidente era vigoroso, pero se convirtió en adoración cuasi religiosa durante su enfermedad terminal y se incrementó aún más tras su muerte.

“Chávez nuestro que estás en el cielo… venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos… danos hoy tu luz para que nos guíe todos los días y no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, más líbranos de la maldad, oligarquía y el delito del contrabando, por los siglos de los siglos”, así reza el irrisorio padrenuestro de los miembros del partido oficial venezolano (el PSUV).

El natalicio y su muerte del adalid bolivariano ya están incluidos en las efemérides escolares. El famoso “Libro Azul”, compendio de los más profundos pensamientos del líder, es oficialmente descrito como ““un legado hecho Patria” y  difundido entre los venezolanos como un “crisol de un pensamiento propio, surgido de una disyuntiva existencial auténtica en su venezolanidad, donde irrumpieron las ideas que llevaron adelante el Proyecto Bolivariano, ahora plasmadas en el eterno presente sobre las páginas de un texto vital para el futuro del proceso revolucionario”.

Hace un año, en ocasión del quinto aniversario de su muerte, la televisión oficial estrenó el documental Chávez Infinito descrito como “Una mirada retrospectiva y profunda sobre la Revolución Bolivariana, respuesta a la creciente oleada liberal que busca desacreditar los esfuerzos del proceso de consolidación de la Patria Grande”

Pero el legado de Chávez no es solo culto a la personalidad, sino una pavorosa crisis social, económica y humanitaria. 

Hoy, seis años más tarde, la dictadura ha demostrado tener una insólita capacidad de supervivencia. Con el fracaso de la entrada de la ayuda humanitaria quedó clara la actitud de la cúpula militar como, todavía, la principal valedora de la presidencia Maduro.

Las opciones de Juan Guaidó se estrechan. Reconocido como presidente interino por más de cincuenta países, ha decidido apostar al factor internacional y con Maduro convertido en un paria pide al mundo “considerar todas las cartas", incluso una intervención militar, mal vista por la Unión Europea, Canadá y varios países de América Latina.

Queda la trágica opción del desgaste: multiplicar las sanciones internacionales, acelerar la lenta e incierta asfixia económica,  confiar en la paciencia y sabiduría de la oposición venezolana (tan dada a dividirse y desanimarse) y, quizá, esperar una eventual fractura del chavismo para dar lugar a un voto revocatorio o un adelanto electoral.

Pero todo esto significa tiempo, demasiado tiempo.

 Pedro Arturo Aguirre

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