domingo, 28 de julio de 2019

La Prensa Libre “Enemiga del Pueblo”




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Para los líderes autoritarios de hoy, como para los de siempre, la abolición de la libertad de prensa es objetivo prioritario. Ahora, la idea es reducir a su mínima expresión a los medios de comunicación tradicionales y sustituirlos por mecanismos de fácil creación y manipulación en internet, útiles para difundir propaganda, fantasías y mentiras.

Este epíteto de “enemiga del pueblo” para referirse a la prensa crítica fue acuñado por Donald Trump en sus tiempos de campaña electoral. Le ha llamado también “asquerosa”, “escoria”, “la forma más baja de vida”, “basura” y “divulgadora de noticias falsas”.

Donald sería feliz si pudiera facilitarle a los políticos las formas de poder demandar legalmente a los periodistas y opinadores.

Las descalificaciones de los demagogos contra la prensa son potencialmente peligrosas. Como lo expreso en una editorial el New York Times, llamar a los periodistas “enemigos del pueblo” es amenazador para la vitalidad de la democracia y envía una señal a los déspotas de todo el mundo para tratar a los periodistas como “un enemigo interior”.

En estos momentos ello se comprueba constantemente. Las acciones de los hombres fuertes contra la libertad de expresión se multiplican por doquier.

El Código Penal turco incluye una disposición para castigar el delito de “difamación al Presidente de la República”, y con el pretexto del intento de golpe militar de 2016 contra Erdogan se cerraron, por decreto, 16 canales de televisión, 26 emisoras de radio, 40 periódicos, 15 revistas y 28 editoriales.  

En Rusia, Putin hizo promulgar leyes sobre la “difusión premeditada de noticias falsas y las ofensas a los símbolos patrios” las cuales propician amplias limitaciones a la libertad de expresión y opinión.

Asimismo, la lista de periodistas rusos muertos en extrañas circunstancias es larga y creciente.

En América Latina es evidente el incremento de todo tipo de agresiones, de las verbales a las físicas, perpetradas contra la prensa libre por los gobiernos de corte autoritario y populista.

En Cuba, donde una severa censura prevalece desde hace décadas, la nueva Constitución mantiene el ejercicio de la libertad de expresión como una conducta delictiva.

El acoso a la prensa libre en Venezuela es generalizado y va dirigido contra los periodistas y los medios donde trabajan, blanco constante de medidas judiciales, policiales, financieras y fiscales.

En Brasil, la agresividad contra el ejercicio del periodismo por parte de Bolsonaro ha estimulado una creciente ola de ofensas en las redes sociales contra la prensa crítica por parte de bots y militantes favorables a su gobierno.

Líderes incapaces de responder con argumentos y datos duros a las críticas optan por injuriar públicamente a los periodistas y medios de comunicación. Este tipo de irresponsables excesos verbales envalentona a los extremistas y amenaza la seguridad personal de los informadores.

 Pedro Arturo Aguirre

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