domingo, 28 de julio de 2019

Guerra Contra la Sociedad Civil




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En las naciones con regímenes crecientemente autoritarios, cuyo número se incrementa constantemente en este atribulado planeta, los Organismos No Gubernamentales (ONGs) y la sociedad civil representan, en buena medida, las últimas voces libres e independientes. Por eso, los hombres fuertes les han declarado la guerra.

El control de estas entidades es el último escalón en la instauración de gobiernos sólidamente personalizados, después de debilitar los controles y equilibrios de la democracia y la división de poderes mediante cambios constitucionales, minar a los medios de comunicación críticos y alterar el sistema electoral para beneficio del partido en el poder.

En Rusia, Vladímir Putin firmó hace unos años una ley para poder declarar como “indeseables” a organizaciones no gubernamentales extranjeras y a sus representantes. También castiga incluso con penas de prisión a quienes colaboren con ellas. Según estas disposiciones, el fiscal general  tiene la facultad de tomar las decisiones en este tema bajo vagos preceptos de “la seguridad del Estado, la defensa nacional, el orden público o la salud general”.

En Polonia, el año pasado fue promulgada una ley de ONGs gracias a la cual el gobierno nacional centralizará y tendrá el control directo de su financiamiento, a la  vez de limitar la posibilidad de obtener recursos de fundaciones extranjeras e instituciones privadas.

En Hungría, el primer ministro Viktor Orbán, quien se ha declarado abiertamente como “Iliberal”, impulsó la promulgación de una nueva Constitución  hiperconservadora y a contrapelo de los preceptos básicos de la Unión Europea para desmontar instituciones y borrar los frenos y contrapesos al Poder Ejecutivo.

Obviamente, su fórmula para erigir una dictadura incluye legislaciones para limitar sustantivamente las actividades de las ONGs y de la sociedad civil, pero con la variante de señalar claramente  un “gran villano” al cual responsabiliza de tratar de desestabilizar a su gobierno mediante la financiación de éstas: el magnate húngaro de origen judío George Soros.

Las ONGs apoyadas por la fundación de Soros, Open Society han expuesto y cuestionado la corrupción y disfuncionalidad del régimen. Orbán apela a las teorías conspirativas para perseguirlas. De Soros dice cosas como: “Pretende meter en Hungría a millones de africanos, “es el hombre más peligroso del mundo”, “es satán”, “es nazi y se hizo rico delatando a otros judíos durante la guerra”, “es anticristiano”, “quiere que comamos insectos”.

El año pasado, el partido de Orbán organizó una campaña para  “desenmascarar” un supuesto complot Soros/UE para introducir en Hungría a miles de refugiados. Durante semanas las calles se llenaron de posters con el slogan “No dejes a Soros reír el último”.

Para los aspirantes a dictador cualquier recurso es bueno en sus esfuerzos por socavar a las ONGs. Prefieren tratar con clientelas, no con ciudadanos, y hablar de “Pueblo”, no de sociedad civil.
Pedro Arturo Aguirre Ramírez

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