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miércoles, 15 de agosto de 2018

Algunas Reflexiones del Foro de Huasca: Resguardar la Pluralidad y Vigorizar los Canales de Representación Política




Nadie puede negar que, en principio, los resultados de las pasadas elecciones federales fueron un encomiable ejercicio democrático en el que se registró una alta y entusiasta participación de votantes y los organismos electorales trabajaron de manera muy satisfactoria. Sin embargo, en estos comicios se hizo evidente que el sistema de partido mexicano ha entrado en una profunda etapa de transformación de la cual puede derivar la entronización de un régimen político con características autoritarias. De no activarse, en el corto plazo, la participación de alternativas nuevas y genuinamente ciudadanas, en México podríamos ser testigos de la reimplantación del presidencialismo omnímodo y de la reincidencia de un sistema de partido dominante o hegemónico. Para evitarlo, urge aprobar reformas legislativas y alentar nuevos métodos e ideas para que nuestras formas de representación política no queden definitivamente rebasadas y sean sustituidas por un mayor personalismo en el ejercicio del poder.
Algunas ideas para el fortalecimiento de la representación política son:

Reducción sustantiva de las condiciones impuestas por la ley electoral actual a la participación de partidos y candidatos en las elecciones
México es el país del mundo que impone las condiciones más difíciles de cumplir a partidos y candidatos para participar en las elecciones. Por regla general, las democracias actuales establecen tamices distintos para permitir el concurso electoral de partidos y ciudadanos. Lo usual es la existencia de diferentes tamices para acceder a la representación parlamentaria, tener derecho al subsidio público y poder participar en los comicios, y éste último es, por lo general, el que exige los requisitos más asequibles, aunque no conllevan, como erróneamente sucede en México, automático acceso al financiamiento. La actual legislación es perversa, porque al obligar a la celebración de por lo menos 20 asambleas estatales o 200 distritales con al menos 3,000 participantes (para el primer caso) o 300 (para el segundo), desvirtúa la naturaleza ciudadana de los partidos en formación y entrega la posibilidad de participación exclusivamente a grupos corporativos e intereses económicos que son los capaces de efectuar este tipo de movilizaciones. Esta experiencia ha sido reiterada en la historia electoral reciente de nuestro país.

Disminución radical o incluso supresión del financiamiento público a los partidos políticos.  
El financiamiento público a los partidos, concebido, en principio, como una forma de fortalecer la democracia al tratar de evitar la dependencia de partidos a intereses privados e incluso a grupos criminales, se ha desvirtuado aceleradamente en México debido a sus elevados montos y su injustificable entrega a los partidos previo a la celebración de los comicios y no, como sucede en el resto del mundo, posterior a la elección, una vez que cada partido haya demostrado en las urnas su verdadera implantación y viabilidad. El dinero público ha coadyuvado al desprestigio del sistema de partidos, que son vistos como botín de personajes sin escrúpulos y “barriles sin fondo” de recursos que podrían ser más útiles en otros rubros. Una larga serie de escándalos y malversaciones han reforzado esta negativa imagen de los partidos, la cual estorba a la aparición de nuevas opciones.
Quizá, y para beneficio de la, democracia, haya llegado el momento de suprimir el financiamiento. Ante las actuales circunstancias, subsidiar con dinero del presupuesto gubernamental a los partidos daña a la democracia en lugar de protegerla. También es factible pensar en adoptar la práctica internacional de otorgar recursos únicamente a posteriori de la elección, en exclusiva a quienes rebasen cierto porcentaje en las urnas.

Reforma a las estructuras de organización interna de los partidos.
Otra causa de la evidente obsolescencia de muchos partidos son sus formas cerradas, verticales y centralizadas en su organización interna, procesos de toma de decisiones y postulación de candidatos. Estos rancios andamiajes se ven favorecidos, en México, por nuestra anacrónica ley de partidos. Urge incentivar la creación de organizaciones más ágiles, capaces de trabajar de manera más abierta y horizontal. El uso inteligente y eficaz de las nuevas tecnologías mucho puede aportar en este sentido, tal y como se ha visto en distintas experiencias en distintas partes del mundo. Cada vez son más los partidos que utilizan la herramienta del internet como base de su desarrollo. La influencia de estas tecnología en la comunicación y participación política permite una mayor interacción y comunicación entre ciudadanos, militantes de los partidos y candidatos.

Opciones políticas mejor definidas, sin llegar a ser dogmáticas o sobreideologizadas.
Contribuye al desprestigio de los partidos la creación de sobre expectativas en las campañas electorales, el pragmatismo excesivo, la trivialización de organizaciones dedicadas a asumir posturas, aceptar políticos y postular candidatos de manera indiscriminada y el abuso de discursos demagógicos o electoralistas, los cuales ofrecen de todo para todos de forma irresponsable y banal. Proliferan en esta época los llamados partidos “Atrapa Todo” (catch all parties), enemigos de los compromisos programáticos plausibles, de los principios básicos, de defender ideas y de todo aquello que pudiese comprometer su finalidad única y ambición exclusiva: alcanzar a todo trance el triunfo electoral. Sin regresar a la ultra ideologización ni tratar de promover dogmatismos obsoletos, es importante promover partidos capaces de presentar plataformas electorales con compromisos realizables y palmarios, basados en principios y valores primordiales, pero sin olvidar la creciente complejidad de las sociedades actuales, su pluralidad y la existencia de demandas sociales distintas y, muchas veces, contradictorias. También es obvia la necesidad de los partidos de colaborar entre sí y evitar las actitudes intransigentes o de trinchera. Sin embargo, el pragmatismo excesivo y la falta de compromisos transparentes con valores y principios básicos ha provocado en los partidos a una muy grave pérdida de identidad.

Defensa de la representación proporcional
Consecuencia del desprestigio de los partidos, muchas voces claman por la desaparición de la representación proporcional. Se trata de un error de proporciones mayúsculas. Atenta contra la pluralidad al convertir la representación política en monopolio de unas pocas organizaciones. La representación proporcional fue concebida para defender los derechos de las minorías y evitar lo que algunos analistas han bautizado como “la democracia como la dictadura de la mayoría”. Mantener la presencia de las minorías en las cámaras legislativas es esencial para impedir la vuelta de un sistema de partido hegemónico en México. Sin representación proporcional se da lugar justo a lo que hoy tanto se deplora: un sistema de partidos cerrado, con barreras casi infranqueables y segregadoras de las minorías. Se reduce, así, las posibilidades de participación ciudadana y se aniquilan las opiniones, matices y críticas que las minorías pueden aportar al debate parlamentario. Contar solo con la mayoría relativa es depender de una representación defectuosa y fragmentaria, pues amplios núcleos ciudadanos no serían representados en sus intereses y opiniones y, con ello, se perjudica la estabilidad política.

Legislar responsablemente sobre referéndum y democracia directa.
Hoy también se fortalece la tendencia a adoptar mecanismos de democracia directa, tales como el referéndum, el plebiscito y “consultas populares”, con el argumento de que, al ser los partidos tradicionales obsoletos, la mejor forma de democracia es preguntar directamente a los ciudadanos sobre todo tipo de materias. Es verdad que etas fórmulas son útiles, pero solo si se observan como complementarios a la democracia representativa y se apela a ellos de forma excepcional y no como práctica cotidiana. Es una quimera presentarlos como la democracia “en su forma más pura”, porque si se abusa se distorsiona la democracia en vez de reforzarla por depender de factores demasiado volátiles y coyunturales, y por ser ejercicios donde los votantes deben tomar sus decisiones complejas con poca información. Lejos de ser “democráticos” o “ciudadanos”, los referéndums son susceptibles a ser manipulados por políticos expertos en operar mensajes directos y simplistas. Por eso es un sofisma eso de que cualquier decisión mayoritaria tomada al calor de una determinada coyuntura necesariamente es “democrática”. Más bien es una perversión de la democracia y, lamentablemente, en una época en la que la credibilidad de los partidos y otros mecanismos de representación va a la deriva esta lección es muy difícil de entender. Asimismo, no debe olvidarse que los referéndums han sido históricamente recursos de gobiernos autoritarios en su afán de esquivar a los órganos de representación política en sus afanes de perpetuarse en el poder.

Volver a considerar a los votos anulados de manera explícita dentro de la votación nacional válida.
El descontento ciudadano de los partidos se ha manifestado en varias ocasiones en México y otras naciones mediante campañas de “voto nulo”, la cuales invitan a los ciudadanos a manifestar su insatisfacción con los sistemas de representación vigente de manera activa al asistir a la urna para anular el voto de manera explícita. Esta práctica es absolutamente legítima. Debe ser preservado el derecho de los ciudadanos no solo a no votar por los partidos existentes, sino a manifestar ese descontento de manera patente y que esa expresión tenga validez legal. En México una decisión arbitraria, y muy probablemente anticonstitucional, tomada por los partidos políticos hizo que los votos nulos dejaran de ser considerados como parte de la votación nacional válida. De esta forma, los votos nulos no cuentan para efecto de los cálculos que la autoridad electoral hace para lo conducente al mantenimiento del registro de los partidos y la repartición de las prerrogativas de ley. Es imprescindible y de elemental justicia que los votos invalidados de manera explícita por los electores inconformes con el sistema de partidos vuelvan a ser considerados como parte de la votación nacional valida. Se trata no solo de respetar un derecho, sino también de informar cual es el tamaño del número de electores que no están conformes con los partidos y organizaciones que participan en la lid electoral.

miércoles, 27 de junio de 2018

Elecciones en México 2018: El Canto de la Sirena

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No votaré por el Peje. 
Tirios y troyanos reconocen en Andrés Manuel su admirable tenacidad y su vocación en favor de los pobres. En un país como México que presenta una lacerante situación social marcada por la discriminación, el clasismo, la desigualdad y los enconos, ¡por supuesto que se antoja un gobierno que procurase mayor cohesión y justicia social! Pero AMLO presenta demasiados y muy preocupantes signos autoritarios y su propuesta de gobierno es errática o, de plano, bastante endeble. Su discurso confrontacionista es aberrante. Muchos de quienes le rodean son corruptos impresentables (cuya venalidad acepta e incluso defiende de buen grado), sicofantes desvergonzados o, de plano, delincuentes impunes. Cierto que él no inventó la polarización, pero la explota como arma para llegar al poder y tolera la intolerancia y agresividad de sus seguidores más fanatizados. Su voluntarismo desmedido llega al absurdo. Sus planes de gobierno, demasiado dependientes del presupuesto gubernamental, son impracticables en un país con finanzas públicas tan reducidas. Su desinterés por lo que sucede en el mundo es inaceptable en un gobernante del siglo XXI. Su alianza con quienes atentan contra el Estado laico, intransitable.

En ninguna parte se le encuentra una visión estratégica de largo plazo: todo es buena fe, trabajar muy duro, suponer que “basta con el ejemplo”, intuición, apelar al “México profundo”, añorar un mítico pasado, exponer un nacionalismo chato y pueril producto de sus lecturas del libro de texto gratuito. Solo es un priísta de viejo cuño que aspira volver a entronizar en México la hegemonía de un partido pseudo popular cuyo ideario consiste en mantener el poder a cualquier costa prohijando la corrupción y limitando a las instituciones ciudadanas. Cierto, es un político de instinto, su gobierno en la CDMX fue aceptable, y millones de mexicanos votarán por él con la esperanza de dar un viraje histórico, una sacudida que, por lo menos, ponga fin a un status quo que consideran insostenible. Eso es perfectamente comprensible y respetable, pero AMLO da muestras claras de que se tenacidad se puede convertir en obcecación y soberbia en el gobierno, y su talante mesiánico en un riesgo de autoritarismo demasiado ingente.

Nadie niega el liderazgo de AMLO, y por supuesto que llegará al poder embestido de una enormemente legitimidad, un”bono” democrático incluso mayor al que tuvo ( y desperdició) Fox. Por supuesto, cabe la posibilidad de que los críticos estemos equivocados y que el Peje aproveche esta legitimidad para gobernar con prudencia y sabiduría, iniciar la reconstrucción de nuestras instituciones, combatir (de verdad) la corrupción y el despilfarro, replantear las políticas sociales y buscar nuevas soluciones a los temas de seguridad. Ojalá sea así. Pero, repito, preocupa el talante y discurso milenarista del líder, el exceso de voluntarismo y su afición confrontacionista.

Su “movimiento más grande del mundo”, su “cuarta transformación”, su obsesión por “hacer historia” desde una limitada óptica maniquea exhiben una preocupante megalomanía. Su descalificación constante a las instituciones y personas muestran una inquietante intolerancia. Su estilo de dirigir a Morena es prueba tanto de vocación autoritaria como de añoranza por los viejos usos de priismo tradicional: acarreo, verticalidad en la toma de decisiones, personalismo presidencialista, clientelismo y, sí, tolerancia a la corrupción. No tenemos muchos elementos para confiar en él más allá de los buenos deseos y del “no podemos estar peor”. Y un gobernante obnubilado por sus obsesiones, rodeado de sicofantes e impreparado para ejercer el poder puede resultar apocalíptico.
Muchos de ustedes, queridos amigos, votarán por este señor con la idea de que “harán historia”, y se les respeta, pero yo pienso que optar por el Peje es asomarse al abismo. De lo sublime al ridículo hay solo un paso. Y sí, cualquiera de las otras dos muy precarias opciones sería un mal menor.

¡Cuidado con los supuestos “llamados de la Historia”! Suelen ser peores que los cantos de sirena.

domingo, 13 de mayo de 2018

EL Faro


El sistema de partidos mexicano quedará extremadamente maltrecho después de la elección de este año. Con la muy probable entronización de un Caudillo al frente del Poder Ejecutivo, el PRI y el PRD al borde del desahucio y el PAN seriamente afectado por las maniobras de Anaya, la tarea que urge es trabajar en la resurrección de un sistema de partidos como condición sine qua non para la supervivencia de la democracia. Amenaza nuestro futuro la asunción de un autoritarismo personalista y la sustitución  de las instituciones de representación política por la aparición de caudillos electorales dedicados a la descarnada lucha por el poder. 

Cierto que los partidos e ideologías tradicionales atraviesan una severa crisis de proporciones históricas, pero es posible empezar a trabajar en opciones más modernas, laxas, horizontales, flexibles y descentralizadas que estén a tono con los desafíos del siglo XXI. De la revitalización de los partidos mediante modernas y efectivas formas de representacion política dependerá el futuro de nuestras libertades. 

Ya viene El Faro. Estén pendientes

lunes, 12 de septiembre de 2016

“Mandar un Mensaje Positivo para los Mercados…”


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Alguna vez Bruno Kreisky* escribió “lo que caracteriza a la tecnocracia es su tendencia a suplantar el poder político en vez de limitarse a asesorarle… Al eliminar la división entre la política como reino de los fines y la técnica como el terreno de los medios un gobierno cae en el error de abandonarse a un mecanismo de toma de decisiones fundado exclusivamente en términos meramente cuantitativos. El mundo de lo irracional y de todo aquello que no sea técnicamente cuantificable queda desterrado del juicio del gobernante tecnocrático que no ha sabido complementar su formación con criterios humanistas... por eso opino que no hay peor ignorancia que la del tecnócrata mediocre, ya que es la ignorancia del que no entiende que no entiende.”**. Y, por cierto, esto del “no entiende que no entiende” lo retomó hace poco la revista The Economist en un artículo titulado “El Pantano Mexicano” precisamente para describir la forma como toma decisiones el dueto Peña Nieto-Videgaray.

Es justo en este tipo de “ignorancia tecnocrática” que podemos ubicar el origen del colosal error histórico que cometió el gobierno mexicano al invitar a los Pinos a Donald Trump. Ya no es un secreto que la idea vino del gabinete económico, preocupado por “la volatilidad que implicaría un eventual triunfo del republicano para los mercados”. Tranquilizar a los mercados y mostrar una relación llevadera con el señor Trump, esa era la insigne intención del gobierno mexicano. El fracaso fue estrepitoso y evidenció que no basta con la súper especialización tecnocrática para merecer el nombre de “estadista”. Alrededor del mundo no han sido pocos los altos funcionarios que han mostrado expedientes académicos brillantes, sobre todo en el manejo de las finanzas públicas, pero carentes casi por completo de cultura humanista, conocimiento de la historia, sensibilidad social y pericia política. Claro, no quiero decir con esto que quienes gobiernen deban despreciar alegremente a la opinión de los expertos, pero confiar demasiado en la técnica sin sopesar otros factores más allá de los técnicos lleva al desastre.

Un análisis, aunque fuese superficial, de esta insólita campaña electoral norteamericana lleva al observador más desentendido a sacar la conclusión de que el candidato republicano día a día demuestra su falta de consistencia intelectual e incluso emocional. A leguas puede verse en Trump a un demagogo incoherente cuyas principales armas son la mentira y el vituperio. De manera notable se caracteriza también por su carácter irascible, su intolerancia y su volubilidad, pero también es un histrión muy hábil en el manejo de medios. ¿No era entonces previsible que pasaría lo que pasó? Gran payaso mediático, se comió el escenario para hacer del encuentro un acto de campaña. ¿De verdad pensaron Videgaray y compañía que un ególatra monumental como lo es este iba a pedir disculpas aquí y decir a su regreso a Estados Unidos que los mexicanos somos buenos y maravillosos?  

La mayoría de nuestros tecnócratas estudian en Estados Unidos, pero no por eso tienen la curiosidad o interés intelectual de tratar de entender cómo es que funciona política en ese país. Ya lo habían demostrado cuando se negoció el TLC y los funcionarios del gobierno de Salinas apostaban por una reelección de Bush padre sin entender que el tratado tenía que ser aprobado por un Congreso con mayoría demócrata. Hoy lanzaron esta “audaz iniciativa” y el resultado es que en lugar de mandar un mensaje positivo para los mercados humillaron al país, ofendieron a sus gobernados, aniquilaron lo poco que les quedaba de popularidad, agraviaron a la candidata demócrata y, para colmo, acabaron enfrentados con el locazo de Trump al ensartarse en una guerra de twitts.
Ah, y lo peor: todavía no entienden que no entienden

miércoles, 27 de mayo de 2015

A La Imagen de Quetzalcóatl


 

José López Portillo alguna vez dijo que era obligación de los expresidentes de México entregarse a una inmolación política “semejante a la de Quetzalcóatl”, quien después de haber sido un poderoso y sabio dios un día decidió prenderse fuego tras descubrir que había sido burlado por Tezcaltipoca. Así debía de ser en un sistema político donde el presidente era el protagonista principalísimo. Nadie podría hacerle sombra al Sr. Presidente en turno, mucho menos los ex presidentes, personajes que por precisamente haber sido Tlatoanis podían ser potencialmente peligrosos competidores. Por eso pasaban a un proceso de degradación, algunas veces brutal, desde el momento mismo en que  entregaban la banda al sucesor.

Condenar al ex presidente al ostracismo fue característico de la política mexicana. Se les vilipendiaba a veces desde la mismísima presidencia, como aquel dedo admonitorio de Ruiz Cortines con el que censuró los excesos de corrupción del gobierno de su antecesor, o la críptica declaración de Echeverría al denunciar a los “los emisarios del pasado”.  Este fenómeno no sucede en otros sistemas presidenciales. En Estados Unidos los expresidentes gozan de la estima general y sus retiros son casi siempre muy activos con la construcción de “bibliotecas presidenciales”, creación de fundaciones e incluso –a veces- con un destacado activismo en política internacional.  En los regímenes parlamentarios europeos tal retiro, en muchas ocasiones, ni si siquiera existe, y así vemos a una buena cantidad de ex primeros ministros aun como jefes de sus respectivos partidos tratando de volver al poder o como cabezas de grupos políticos que conservan un importante grado de influencia. Pero en México de eso, ni hablar. En las primeras décadas del dominio priista era raro ver a un ex presidente  volver a ocupar una posición púbica. Ruiz Cortines precisaba que pertenecía "a la augusta institución de los ex, quienes tienen como primer deber respetar al que es y evidenciar absoluta disciplina”. La excepción la hizo el general Cárdenas, quien ocupó la Secretaría de Defensa durante la Segunda Guerra Mundial,  pero dejó el encargo en el momento preciso en que terminó la contienda. Cárdenas también representó un cierto matiz en esto de permanecer completamente retirado de la política al conservarse como un referente para la izquierda, aunque siempre absteniéndose meticulosamente de tratar de influir en las decisiones del presidente o en los vaivenes del partido oficial.

A fines de 1961, Adolfo López Mateos llamó a los ex “valiosos activos de la Revolución” y les otorgó inanes cargos honoríficos. Fue el hiperactivo Luis Echeverría Álvarez quien, previendo cuál sería su papel una vez abandonada la presidencia, decretó pensiones generosas de por vida a los ex presidentes además del acceso a hasta 103 colaboradores, entre personal administrativo y cuerpo de seguridad. Hoy los ex presidentes nos cuestan más de 4 millones de pesos mensuales por cabeza con el pretexto de los “valiosos servicios prestados a la nación”. También Echeverría soñó con reconocimiento internacional a su labor en pro del Tercer Mundo, algo así como la secretaria general de Naciones Unidas o el Premio Nobel de la Paz, pero lo más que logró fue la embajada mexicana en Australia y las Islas Fiji. En 2006 sufrió la humillación de ser el primer ex presidente mexicano en ser formalmente encausado judicialmente como presunto responsable de crímenes cometidos en las represiones de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971. Aunque jamás pisó la cárcel y fue finalmente absuelto, el otrora “líder del Tercer Mundo” vive una vejez de lo más oprobiosa. ¿Morirá algún día?

El destino de los expresidentes que vinieron después de don Luis no fue mucho mejor. López Portillo jamás volvió a ocupar un puesto público, pero nos regaló sus entretenidas memorias, deliciosas para quienes gustan de los delirios del poder. Discreta fue la labor de Miguel de la Madrid la dirección del FCE. Zedillo renunció a la pensión y “sobrevive” de chambitas que se ha conseguido por aquí y por allá. Salinas escribió una de las páginas más pintorescas en la historia de los expresidentes con su huelga de hambre. A la mala entendió que su desprestigio lo anulaba para cualquier intento de regreso a la vida pública, por lo menos  a terreno abierto.
 

 
Con la alternancia llegó el debilitamiento de la figura presidencial y un redimensionamiento de la función política formal de los expresidentes. Fox imita a sus contrapartes gringas con su famoso Centro de Estudios-Museo-Rancho de Guanajuato, además de que no nos ha privado de sus siempre geniales declaraciones. Calderón demuestra sus ganas  de ser factor dentro de su partido: declara en torno a candidatos (¡Está pedo!) y promueve a su señora como posible candidata a la presidencia en el 2018. ¡Pobre Margarita, su verdadera ambición es ser algún día directora del Instituto Asunción!

 

miércoles, 30 de enero de 2013

Los "impolutos" ciudadanos resultaron ser unos enanos.



El IFE y el IFAI en concurso de indignidades. ¿De verdad esa es la mejor gente que tenemos?

lunes, 1 de octubre de 2012

El "detallito" que olvidó Calderón.




''Combatí el crimen con alma y corazón'', aseguró Calderón. Sí, tarado, solo se te olvidó que también era con el cerebro.

lunes, 25 de junio de 2012

¿De verdad queremos seis años más de esto?




Estos son los números que le hereda al país doce años de gobiernos panistas. Ustedes dirán si le seguimos:
1.- En la década gobernada por el PAN México ha tenido el peor desempeño económico de la historia moderna (desde 1931 a la fecha), con un crecimiento del PIB de 1.7 por ciento en promedio, según el INEGI. En diez años nos ha ido peor que en la “década perdida”, de 1980 a 1990, que promedió 1.9 por ciento de crecimiento, y estamos lejos del 3.5 alcanzado entre 1990 y 2000, con todo y “el error de diciembre”. En estos diez años somos el país que menos creció en América Latina, después de Haití.  
2.- Hace poco más de cinco años se declaró la guerra a las bandas criminales. Hoy estamos peor: el dominio territorial de las mafias ha aumentado y los delitos se han multiplicado. México Evalúa presentó hace un par de semanas su índice delictivo, en que compara mayo de 2005 con mayo de 2011: los homicidios dolosos aumentaron 202 por ciento. Los secuestros se incrementaron, de 2005 a 2010, en 388 por ciento. La extorsión creció, de 2005 a 2010, en 209 por ciento. El delito de robo con violencia aumentó en 160 por ciento de 2005 a 2010. Y el robo de automóviles, entre 2005 y 2010, se disparó en 220 por ciento. ¿Qué pasó? Tuvieron el presupuesto más alto de la historia para combatir el crimen, apoyo legislativo y el Ejército en las calles.
3.- Pobreza. Entre 2006 y 2010 el número de pobres aumentó en 12 millones 500 mil. Mientras el presupuesto al programa Oportunidades creció al doble, los pobres aumentaron a razón de dos y medio millones al año. Entre 2006 y 2008, es decir sin crisis internacional, los mexicanos que carecen de recursos para comer a diario aumentaron en cinco millones 471 mil 780 personas según el INEGI. ¿Cómo fue que con los precios del petróleo más elevados de la historia se les disparó la pobreza alimentaria?
4.-Educación. El 26 de agosto de 2010 la Secretaría de Educación Pública presentó los Estándares Nacionales de Habilidad Lectora, que arroja este dato central: el 70 por ciento de los estudiantes de educación básica no lee con fluidez ni comprende los textos que lee. La prueba ENLACE revela que el 80 por ciento de los estudiantes de secundaria carece de conocimientos para resolver una operación matemática. En este sexenio se entregó la Subsecretaría de Educación Básica al SNTE como consecuencia de un pacto político.

5.- Oportunidades, que aporta becas y efectivo a personas que no tienen dinero para comer, sólo dio seguimiento a 1.6 millones de familias de las 5.8 millones inscritas: el resto, permanece en pobreza extrema.


6.- Entre la población económicamente activa, hay dos millones 400 mil desempleados, 10 millones de jóvenes de 12 a 29 años ni estudian ni trabajan, y 14 millones viven del comercio ambulante.

7.- México es el principal país de emigración del mundo, con 10.1 millones de connacionales en Estados Unidos: el 10 por ciento de nuestra población.

8.- Cada día abandonan la preparatoria 897 alumnos, según el estudio La Educación Media Superior 2010-2012 del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.

9.- Por miedo al secuestro, robo o lesiones con armas blancas, el 44 por ciento de los mexicanos dejó de salir por las noches, 25 por ciento ya no toma taxis y 21 por ciento ya no sale a comer o cenar

 Y de la corrupción, algunos casos:

3 millones 235 mil 600 astó la Secretaría de Gobernación (Segob) para la realización de actividades y eventos sociales, culturales y deportivos para los trabajadores de la institución, como fueron la “Noche Mexicana”, la fiesta para el “Día de las Madres” y la contratación de actores para la “Fiesta Navideña”, según la ASF,  fueron gastos que no se encuentran incluidos en ningún  programa.

Incremento de 468 millones 704 mil pesos del contrato que, originalmente, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México había firmado con la empresa I.I.I. Servicios, S.A. de C.V para la construcción del Monumento Bicentenario Estela de Luz.

6 mil 479 millones de pesos en publicidad y promoción de imagen que gastó la Presidencia de la República en 2010. Fue casi el triple de lo autorizado por el Congreso para ese rubro (alrededor de mil 600 millones de pesos). Según la ASF, la suma gastada fue “excesiva”. Además, establecieron que en el caso de las campañas televisivas del gobierno no existían parámetros de medición para establecer que cumplieron con su objetivo.

200 millones de pesos que gastó la Secretaría de Educación para el pago de adeudos del ejercicio fiscal 2009. Los recursos tenían que ser utilizados para la compra de mesabancos, pizarrones y la instalación de laboratorios de química y física en todas las escuelas  del país.

Mil 145 millones de pesos se tuvieron que pagar de más, por trabajos de “mala calidad”, “retrasos” y una “deficiente aplicación del ajusto de costos” en la construcción de la nueva sede del Senado de la República.  Originalmente el edificio tendría un costo de mil 954 millones de pesos; terminó costando 3 mil 99 millones.

3 mil 71 millones de pesos que se pagaron en el IMSS a la empresa  de informática Tata Consultancy Services de México, S.A. de C.V. La ASF concluyó que el objetivo de este contrato, que era el  modernizar los servicios informáticos de la institución, “no se logró”.

69 millones 600 mil pesos que la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI)  pagó para el equipamiento de albergues indígenas. En la revisión de las cuentas, la ASF estableció que existían albergues que carecían de colchones, escritorios, mesas, sillas, pizarrones, estufas, refrigeradores, luz y agua, aún cuando ya se había pagado por estos bienes y servicios.

902 mil pesos en apoyos económicos de programas como PROCAMPO  que entregó la Secretaría de Agricultura  a 70 servidores públicos de mandos medios de la dependencia y de ASERCA(Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria), aún cuando la propia ley prohíbe la entrega de este tipo de recursos a servidores públicos.

Por no hablar de las inexplicsables riquezas de tantos funcionarios panistas, y de los casos de Gobernadores como el de Jalisco, el de Baja California o los dos últimos de Morelos.

¿Le seguimos?


martes, 22 de mayo de 2012

Nos guste o no, hay PRI para rato



Mucho me irrita que el PAN y el PRD tengan como principal argumento de campaña que un regreso del PRI al poder implicaría el retorno del viejo autoritarismo, y me irrita porque es un argumento a todas luces falaz. La vida política e institucional y la realidades socioeconómicas de México distan muchísimo del país que éramos en 1988, 1994 o 2000. No perderé tiempo en describir en que consisten diferencias que son tan evidentes, Mi reflexión va más bien en el sentido de señalar los peligros de satanizar al PRI y de tratar de excluir a una fuerza política que, nos guste o no, sigue siendo la más importante del país. Obviamente no me ciego a los incontables defectos de esta organización política, pero simplemente me atengo a la realidad. Ha llegado el momento de reconocer que el concurso del PRI es indispensable para la gobernabilidad del país. Por ahí la candidata Josefina nos receta una y otra vez, con ese  tan molesto tono de voz que tiene la pobre, que quiere hacer un gobierno “de coalición” sin tener ni la más pálida idea de lo que está diciendo. La señora recurre al barato y fútil argumento, demagogia descarada, de pretender hacer una  coalición “con los ciudadanos” pero las verdaderas coaliciones, digo, las que funcionan y han funcionado por siempre en la historia de las democracias contemporáneas, es la que concertan los partidos para corresponsabilizarse juntos en sacar adelante un programa común de gobierno.

Pero nuestra clase política le queda muy grande el reto de hacer funcional a nuestra incipiente democracia. Antes de emprender modificaciones radicales r nuestro régimen político, como pretenden algunos, y mucho mejor que hablar a tontas y locas de “gobiernos de coalición”  es necesario poner a prueba nuestras instituciones, detectar sus problemas y establecer factores objetivos así como dispositivos institucionales que aseguren la correspondencia de nuestras leyes con las actuales condiciones del sistema de Equilibrio de Poderes y garanticen un margen mínimo de certidumbre, gobernabilidad y estabilidad al sistema democrático.

Sin embargo, para el logro de este objetivo es necesario impulsar previamente una nueva cultura de la negociación que permita alcanzar un acuerdo en lo sustancial entre los principales actores políticos del país orientado a asegurar el equilibrio en el ejercicio del poder, coadyuvar a consolidar nuestras instituciones políticas, darle viabilidad a nuestra economía e impulsar el nuevo pacto social que México requiere.

Negociación, palabra maldita para los puritanos maniqueos de nuestra izquierda más cavernaria, pero también para las cabezas más obtusas del  PRI y del PAN.  Hablar de una nueva cultura de negociación es hablar de la definición de reglas y conductas para la concreción de acuerdos entre los actores políticos. Es hablar de un encuentro forzoso ante la imposibilidad de que cualquier partido pueda gobernar e imponerse por sí solo. Ello nos invita a reflexionar sobre la esencia de los sistemas democráticos y sobre el reto que implica combatir la polarización sin un marco que resuelva el conflicto; esto es, sin reglas claras que impulsen la participación e inclusión de todos los actores políticos y que garanticen la gobernabilidad es imposible construir una verdadera legitimidad de las personas, procesos e instituciones.

En el momento político que vivimos en México ello no es tarea sencilla. El escenario que se nos ofrece como trasfondo es poco alentador. La actitud de confrontación, bloqueo y encono se impone sobre la vocación de concertación entre las fuerzas políticas. Al mismo tiempo, padecemos de graves vacíos ideológicos y programáticos, de la trivialidad, de la cultura del “agandalle”, del maniqueísmo más vulgar, de gusto por la constante adjetivización de los contrarios.

Sólo mediante el establecimiento y el refrendo de un pacto político entre los principales actores que contribuya a la consolidación de una nueva arquitectura institucional es más sencillo que los distintos partidos e intereses puedan dirimir sus diferencias y contender por la realización de sus agendas. Para que todos los participantes encuentren en el camino democrático el perfeccionamiento de nuevas estructuras institucionales, se necesita de liderazgo colectivo y de un marco institucional, más allá de simplemente la buena voluntad de los participantes.

Sin una relación más constructiva entre las fuerzas políticas que dominan el panorama electoral mexicano  los costos de la negociación política seguirán siendo muy altos, en detrimento del futuro nacional. Más allá de quien sea el ganador en las elecciones de 2012 el principal peligro para la gobernabilidad lo constituye la intransigencia que prevalece en una amplia gama de asuntos vinculados al ejercicio de Gobierno.

En pocas palabras, se debe garantizar la gobernabilidad rechazando la política de "el que gana se lleva todo", y los discursos maniqueos, satanizadores y falsarios. El proceso de aprendizaje debería apunta a la consolidación de una clase política que opere bajo nuevas premisas. La construcción de grandes acuerdos no debería excluir la formación de gobiernos de coalición, pero de los de a de veras, no de los que solo existen en la retórica vacía de una candidata fracasada y menguante.


sábado, 5 de mayo de 2012

Los fusiles de Elba Esther


Este es el logo del partido Alianza Canadiense que participó en las elecciones de Canadá hasta que en 2003 se fusionó con el Partido de la Reforma al actual Partido Conservador. Nueva Alianza se fusiló alegremente el símbolo y hasta la fecha ni quien les diga nada. ¡Que poco originales resultaron ser los esbirros de la Maira!

miércoles, 25 de abril de 2012

Calderón el esquizo...


Pretender que la baja migratoria a USA es gracias a las políticas de Calderón es como creer que el sol sale gracias a que el gallo canta.

lunes, 23 de abril de 2012

Debates Mexicanos: entre Disraelis y Cicerones

Si los candidatos a la presidencia de México fueron personajes de los Simpsons, quien fuera quien.

Me enternece ver en las redes sociales a todos mis amigos progres asegurar que el Peje va a “arrasar” en los debates a Peña Nieto, y que esa es la razón por la que el candidato del PRI se niega a ir a más debates o a foros más o menos polémicos en donde pueda enfrentar auditorios adversos, estrategia que, por otro lado, siguen los candidatos punteros en cualquier democracia del mundo que se me cite. ¿A que exponerse cuando se tiene ventaja amplia? Cosa cierta es que Peña es un sujeto que carece de formación intelectual y batalla mucho a la hora de articular sus ideas para exponerlas con claaridad. Se le ha visto trastabillar una y otra vez, y no solo en la feria del libro de Guadalajara, sino en una buena cantidad de entrevistas cuando las preguntas empiezan a ser algo incomodas. Pero otro tanto se puede decir del Peje, a quien se le dan bien solo los adjetivos y que es desesperantemente lento para hablar y también bastante confuso. Solo se le dan bien los adjetivos y las ocurrencias. Esas conferencias mañaneras suyas son exasperantes. ¡Hasta al Juárez del grabado que muestra atrás de él parece tener ganas de dormirse!  A López le fue mal en el debate que tuvo hace seis años con Calderón, y esa farsa que sostuvo con Diego hace unos años de ninguna manera puede ser considerada un debate. Por su parte, Josefina no ha mostrado absolutamente ninguna virtud como polemista. En la Cámara de Diputados jamás debatió, se vio mal que en sus debates contra Cordero y es tan desarticulada a la hora de hablar que no falta quien piense que la señora es alcohólica. Entoncres, ¿De dónde me sacan que Peña es el peor? ¿De dónde saca Enrique Krauz…. a, no, fue Carlos Fuentes, sí, ¡Fuentes! El que dijo que Obrador era muy “rápido” de pensamiento y que iba a hacer pedazos a Peña en los debates. ¡Pero en que universo paralelo el peje es “rápido”, querido maestro Kra, digo, Fuentes.  No, en México no producimos grandes polemistas. Nuestra funesta clase política comparte, toda, de izquierda a derecha graves limitaciones intelectuales, escasa formación cultural y académica, nula capacidad de persuasión (que no sea la que da el marketing) y nuestra vida parlamentaria, ese magnífico foro donde en tantas otras latitudes se forman los líderes, es absolutamente impresentable (aunque con contadas, muy contadas excepciones, desde luego).  

Si yo fuese asesor de Peña lo mandaría a los debates. Los tres principales candidatos son pésimos para exponer ideas y defender conceptos. Hace mal López Obrador y sus incondicionales adeptos en menospreciar tanto a Peña, y no porque el señor sea un nuevo Disraeli, sino porque su gallito está muy, pero muy lejos de ser un nuevo Demóstenes. Recuerdo que igual menospreciaban a Bush Jr en las elecciones del año 2000. Tenía el republicano una enorme fama de ser desarticulado y pendejo, pero cuando debatió con Al Gore, supuestamente un político intelectualmente muy superior, el que ganó fue Bushito, y no porque arrasara con una impresionante retórica, sino porque se limitó a no tratar de asumir papeles que no le correspondía y, sobre todo, a no salirse de ciertas líneas de discurso. Mucha gente que vio a Bush Jr defenderse aceptablemente en los debates llegó a la conclusión de que el candidato republicano “no-es-tan-pendejo” después de todo, y eso lo beneficio ampliamente. Esto podría pasar con Peña, sujeto que adolece de grandes limitaciones, pero que ha demostrado ser lo suficientemente disciplinado como para aprender a desempeñar un papel. Cuidado, porque si sale del envite más o menos airoso y la gente saca la conclusión de que después de todo no-es-tan-pendejo, la elección podría estar definitivamente fincada, digo, si es que a estas alturas no lo está ya.

Mi pronóstico es que Peña no va a salir "arrollado" de los debates, como muchos suponen. Y con eso le basta, amigos. No va a impresionar a nadie con su amplia cultura y su manejo de las realidades políticas contemporáneas, dese eso por descontado, pero con no hacer un ridículo mayúsculo tiene para ganar. El Peje va a defraudar, sobre todo si su estrategia se basa (como seguro va a pasar) en vilipendiar al adversario como “candidato televisa”, “pirruris” y otras tonterías por el estilo y trata de sacarle supuestas "sorpresas" sobre la corrupción de su gobierno en el EDOMEX. Eso convencerá a los convencidos, táctica que parece ser el leitmotiv de la campaña “progresista” pero nada más. Y Gaffefina Vázquez Mota, bueno, espero que para cuando llegue el 6 de mayo al menos siga siendo candidata, la pobre.

jueves, 15 de marzo de 2012

Demuestra Josefina no tener idea de lo que es una coalición de gobierno.



Ofrece Josefina encabezar un gobierno de "coalición", entendiendo la señora candidata por esto llevar al gobierno "a los más experimentados y más conocedores de las agendas, de manera que, cuando los nombre, no tenga que explicar quiénes son, ni de dónde vienen, sino que tengan talento, experiencia y compromiso no sólo en torno a una persona, sino a todo el país ". ¡Vaya  una promesa facilona y vana que, por cierto, ya había hecho Calderón durante su campaña y que solo demuestra el absoluto desconocimiento de muchos de nuestros politiquetes de lo que es un genuino gobierno de coalición, que consiste en el establecimiento de una alianza de partidos en torno a un programa común de gobierno, no en invitar a personalidades de por aquí y de por allá, de chicha y limonada, quienes por muy expertos que sean no garantizan una relación de gobernabilidad entre el Ejecutivo y el Legislativo.


Esa es precisamente la Raison d' Etre de los gobiernos de coalición: lograr el concurso de distintas fuerzas políticas en la corresponsabilidad gubernamental y que esto se refleje en la construcción de sólidas mayorías legislativas. Así se gobierna en la  mayoría de los sistemas parlamentarios e incluso en muchos regímenes presidenciales. Pero, ¿Por qué nadie se lo dice a Pinita, caramba? ¡Qué ignorantes son nuestros politiquillos!

lunes, 27 de febrero de 2012

Los ridículos costos de la desconfianza



Distinguidos y muy queridos analistas, de esos que viven en una bella torre de cristal (¡ y que envidia!) se burlan del ridículo que hacemos en México al negarle al presidente de la República, por obviedad un político nato, intervenir con actos y opiniones que parezcan parciales en los procesos electorales.

En teoría puede ser que estos queridos analistas tengan razón, pero creo que se comete un craso error al omitir tan alegremente en el análisis cualquier referencia a la experiencia concreta mexicana, tan ominosa en cuanto a una larga y reprobable tradición de flagrantes intervenciones de la maquinaria estatal en los procesos electorales en favor del partido gobernante. Recuérdese que tuvimos siete decadas de "Partido de Estado", donde la equidad en la competencia no existía, los órganos electorales eran parciales y la maquinaria estatal beneficiaba a un solo partido. Borrar de un solo plumazo este pesado historial no es fácil, ni recomendable. Para colmo, las intromisiones del presidente Fox en el proceso electoral de 2006, primer gobierno de alternancia dieron lugar, como se sabe, a un problema de legitimidad con el que la actual administración ha debido cargar desde el primer día.

En resumen, no creo que se puedan sacar asépticas conclusiones basadas en la teoría pura o en casos de otros sistemas presidenciales sin tomar en cuenta la experiencia concreta histórica del muy particular caso del sistema político mexicano. ¿Remember el ornitorrinco, nombre al que le dio el estupendo analista Jesús Silva Herzog Márquez al muy original caso del sistema político mexicano en un magnífico y premiado ensayo.


Obvio que debemos evolucionar, pero debemos hacerlo de forma gradual. Sí, a México le urge superar las absurdas desconfianzas que en materia electoral aún prevalecen y que, por cierto, nos salen tan caras, pero no lo haremos nunca si no tenemos un período de adaptación en el que logremos consolidar una democracia incuestionable. En esto mucho cuenta que la actitud del jefe del Ejecutivo esté libre de toda sospecha. Ya sé, suena ridículo, cursi incluso, pero en el caso mexicano es necesario, por lo menos mientras el ornitorrinco silvaherzogiano aún mueva la colita.

Que en México se le pida al presidente imparcialidad en juicios y actos en lo concerniente al proceso electoral no es, por tanto, del todo descabellado. Esta demanda no es un capricho, sino una consecuencia de la historia. Aparece excesivo a la luz de como funciona una democracia moderna, es cierto, pero es acorde a los muy particulares antecedentes políticos que tenemos en México. Cada sistema político tiene sus características que responden a los antecedentes que los van conformando. Insisto en que olvidar tan pronto los 70 años de intervención estatal en favor del PRI y la experiencia de 2006 no pueden ni deben ser borrados de un plumazo. Hacerlo contribuye a seguir extendiendo el exceso de desconfianza, que es raíz de muchas de las deficiencias de nuestra frágil democracia. Es necesario resignarse a un período de adaptación, que esperemos sea breve.



Ahora bien, quizá lo ideal sea separar las funciones de Jefe de Estado y Jefe de gobierno, como sucede en los regímenes parlamentarios. Punto a favor de quienes como el sabio Giorgio Romero han sugerido tal alternativa.

Estimados amigos, todos en esta chabacana vida tenemos que pagar algún ridículo, y lo mismo pasa con los sistemas políticos.

domingo, 19 de febrero de 2012

La inoperante democracia mexicana



De verdad que la democracia mexicana languidece. Con un grupito de candidatos presidenciales que da pena, unos partidos inoperantes y torpes, frágil y débil, incapaz de lograr acuerdos que le permitieran hacer frente a las amenazas que la acechan, nuestra democracia transita por uno de los momentos más peligrosos de su existencia.

Las causas de esta agonía son múltiples, aunque las más significativas son las siguientes:

1. La incertidumbre que impera en el país. Los canales a través de los cuales los actores políticos pueden acceder de manera genuina a los roles de gobierno; los medios que legítimamente pueden emplear en sus conflictos recíprocos; los procedimientos que deben aplicar en la toma de decisiones; y los criterios que pueden usar para excluir a otros, no han podido ser todavía definidos ni aceptados de común acuerdo. Y el entramado institucional y normativo que permitiera sustentar el nuevo régimen no ha sido construido. Y el partido que está en el gobierno está más interesado en conservar el poder a toda costa antes que en lograr los amplios consensos que las tan cacareadas "reformas estructurales" necesitan para salir adelante.

La pluralidad que conlleva la democracia no debería derivar en parálisis. Por el contrario, debería promover el avance, evitando silenciar las opiniones de la minoría, la cual, siempre ha de tener derecho a exponer sus argumentos, con objeto de que, después de haber oído a todas las partes, la población pueda decidir por sí misma cuál de ellas tiene la razón. Es frecuente que ambas partes tengan ideas acertadas, que pueden conjugarse de manera creativa. Pero ante el lance electoral de 2012 somos testigos de como el gobierno exacerba su enfrentamiento con el PRI y lo lleva a todos los terrenos judiciales y polpítricos imaginables. ¿Cómo esperar una relación constructiva entre los partidos dentro del Congreso de la Unión cuando se esta llegando a estos niveles de encono y crispación?

2. El estado de derecho, base de la democracia, ha sido incapaz de proteger las vidas, las libertades y el patrimonio de los ciudadanos, además de que sigue siendo aplicado y vulnerado de acuerdo con los intereses del momento, lo cual ha generado caos y desconfianza por parte de aquellos.

La democracias mexicana no ha sido capaz de generar un mejor marco jurídico ni un mayor acceso a la justicia, ni una mejor práctica legal, ni ha podido impedir la arbitrariedad ni el uso de la ley y de la justicia con fines políticos y personales.

3. La participación ciudadana sigue siendo pobre, pávida, inapropiada. La democracia en México se ha limitado al plano representativo, al ejercicio del derecho del voto; incluso en muchos casos ni siquiera a ello. Para muestra basta ver los altos índices de abstencionismo que se registran en el país. Sin embargo, en una verdadera democracia el ciudadano no debe ser un mero sujeto, sino un participante activo en la política. La democracia la configuran ciudadanos que se organizan para gobernarse a sí mismos. Ciudadanos con una amplia conciencia nacional, conscientes de sus intereses, de sus derechos y de sus responsabilidades políticas y sociales, y capaces de desarrollar fórmulas adecuadas de diálogo y concertación con otros agentes sociales (gobierno, partidos políticos, etcétera) sustentadas en la confianza mutua.

De ahí que la democracia sólo funcione cuando todos los grupos de una sociedad sienten que pertenecen a ella y que, a su vez, ella les pertenece.

4. Y finalmente nuestro experimento democrático tampoco ha sido capaz de generar ciertas condiciones socioeconómicas mínimas (crecimiento, empleo, combate a la pobreza y a la desigualdad, etcétera) que promuevan la adhesión y aceptación de la ciudadanía de la democracia como el mejor sistema político y el mejor medio para solucionar los problemas con justicia y con el más alto grado de consenso político.

Los planteamientos deben dejar de ser huecos, timoratos, parciales, sobre todo considerando la oportunidad histórica que representa, esperamos como ciudadanos que el decálogo antirrecesivo del Gobierno federal presentado en días pasados funcione y allane un poco el camino en este rubro.

Pero la superficialidad desde hace nueve años, vuelve a primar. Por ahí se escuchan algunas propuestas vagas y desarticuladas en torno de los "qué", mas no de los "cómo". Planteamientos mercadológicos que poco o nada nos dicen en torno de cómo consolidar nuestra democracia; de cómo asegurar la disponibilidad de un conjunto de procesos políticos que garanticen el intercambio, la aceptación de las reglas del juego democráticas y la expansión de la participación política; y de cómo lograr un acuerdo sobre los fines últimos del Estado.

No hay que olvidar que aunque hoy la democracia es reconocida como el mejor sistema de gobierno, este régimen es el más débil, confuso y complejo de todos los existentes, dado que se trata de un sistema de gobierno en el que decide la mayoría, pero sujeto constantemente a una tensión con los derechos de las minorías y de los individuos, en un equilibrio frágil y dinámico.

De ahí que no se trate de un ideal que se realice de una vez, para siempre y para todos. Es un proceso inestable, impreciso e impredecible que adopta diferentes ritmos. Una vía, una ruta, un camino; mas no un destino, por lo que su desarrollo y supervivencia dependen de que el conjunto de los actores y las instituciones que le dan vida encajen y se guíen por los valores que la alientan, los valores democráticos; y que disponga en su funcionamiento cotidiano de condiciones que promuevan y faciliten su expresión y desarrollo, puesto que la ausencia de elementos del conjunto democrático o su anomalía puede conducir a desequilibrios importantes o incluso a su destrucción.

En este sentido, la democracia es maduración. Aunque con políticos y partidos inmaduros y con propuestas tibias parece muy difícil que podamos avanzar mucho en este proceso. 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Mexicanos: con estos bueyes os tocó arar (con el perdón de los bueyes)


¡A resignarse, Mexicanos! Este año nos va a tocar andar como en este genial, inolvidable, imperecedero cartón de Mafalda.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Tan conservadora una cosa como la otra







Mi amigo Nacho Pinacho Subió a Facebook esta nota y se pregunta quien es la que ha cambiado, si la vieja "izquierda" o Manolito Bartlett (el hombre de la caída del sistema). Yo creo que el drama es que, en el fondo, no ha cambiado ninguno de los dos: ambas cosas siguen siendo igual de conservadoras.




Analiza Bartlett ir a la izquierda

Asegura que la nueva ideología que impulsa el PRI está muy alejada de sus principios básicos

REFORMA / Redacción


Ciudad de México (30 noviembre 2011).- El ex Secretario de Gobernación y Gobernador de Puebla, el priista Manuel Bartlett confirmó que se encuentra en pláticas con partidos de la izquierda para buscar una senaduría por el Estado de Puebla.

"Desde hace dos elecciones me han estado invitando a participar con ellos, precisamente otra vez en una senaduría por mi Estado, por el Estado de Puebla y estamos en pláticas", afirmó en entrevista para Radio Fórmula.

El ex diputado detalló que su decisión estará fundamentada con base a sus principios ideológicos, luego de que aseguró, su partido ha dejado sus principios.

"Hace tiempo ya pues considero que mi partido junto con la cúpula que lo ha dirigido se ha ido a la derecha".

El priista argumento que la nueva ideología que impulsa el tricolor está muy alejada de sus principios básicos.

"Por esta orientación que le han dado el PRI vota a favor de la privatización de recursos a Petróleos Mexicanos la desnacionalización de la electricidad y toda una serie de votos que no corresponden a la ideología nacionalista tradicionalista del PRI", señaló.

"Hemos tenido una constante discusión sobre este tema", abundó.

Bartlett reviró los dichos del candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, acerca de la apertura de Pemex a inversión privada.

"Habla (Enrique Peña Nieto) de que pues dejemos la ideología y seamos audaces. Si el PRI no tiene ideología pues entonces no es un partido", apuntó.

lunes, 17 de octubre de 2011

México y sus oportunidades perdidas



Hoy tuve el gusto de entrevistar en Canal México a mi querido amigo de toda la vida César Hernández Ochoa, hombre extremadamente talentoso quien hoy funge como director de Comercio Exterior de la Sectretaria de Economía. La interesante charla me llevó a hacer una serie de reflexiones sobre las oportunidades que hemos perdido y seguimos perdiendo en este mundo de potencias emergentes, grupo en el que, lastimosamente, México no está. La mayoría de los índices de competitividad y estudios globales sobre el tema colocan a México en una posición muy desfavorable en este rubro. Y ello se debe en gran parte a que a lo largo de nuestra historia no hemos hecho más que perder oportunidades invaluables y condiciones inmejorables para realizar los cambios indispensables que contribuyan a meternos de lleno en la competencia y ganar batallas importantes en este ámbito.

El caso paradigmático de lo que ha sucedido históricamente en el país se confirma una vez más con lo acontecido en los últimos tiempos.

A pesar de los grandes beneficios que reportó al país el boom petrolero registrado a nivel mundial, los mexicanos no fuimos capaces de aprovechar esta situación favorable para volvernos más productivos, para mejorar nuestros niveles educativos ni capacitarnos, para dotar a nuestros jóvenes de más y mejores conocimientos, herramientas y habilidades técnicas y científicas como ha ocurrido en países considerados como exitosos (China, India, Corea del Sur, Singapur, Chile e incluso Brasil).

Como tampoco lo fuimos para diversificar nuestra planta productiva, agregarle más valor y un mayor componente de conocimiento. O de realizar las inversiones en infraestructura necesarias para crecer y generar la riqueza que el futuro nacional exigirá y que nos permitiría colarnos en el ranking de la competencia mundial. Aunque tuvimos más dinero, no fuimos capaces de tomar mejores decisiones ni de generar mejores políticas públicas.

Los excedentes resultantes del precio récord que alcanzó el petróleo en los últimos años se esfumaron como llegaron. No se crearon reservas para contingencias futuras. No se invirtió en infraestructura, en educación ni en bienes y servicios públicos de calidad. Todo se fue en financiar el gasto corriente. Una vez más las necesidades del corto plazo y la contingencia se impusieron sobre la permanencia, las medidas de Estado y los proyectos visionarios.

Sin embargo, no podemos seguir siendo perennemente un país que pierde todas las oportunidades.

México puede acelerar su crecimiento económico y colocarse a la par de países altamente competitivos si nos decidimos de una vez por todas a aprovechar nuestras ventajas, a hacer algunos cambios al modelo seguido hasta ahora y a desplegar una estrategia moderna y más práctica de desarrollo.

Si México quiere recuperar las múltiples oportunidades que ha perdido hasta ahora, debe optar por instrumentar políticas públicas que, antes de atender los intereses del exterior, busquen responder a nuestra realidad y necesidades propias.

Políticas públicas orientadas a garantizar que las medidas macroeconómicas, antes que orientarse sólo a controlar la inflación y asegurar el balance fiscal, contribuyan también y sobre todo a generar un crecimiento sostenido de la economía y hacerla menos dependiente de factores externos. Que la inversión extranjera sea realmente complementada con el ahorro interno. Y que el sistema financiero nacional se encuentre atado a la estrategia de industrialización del país.

A asegurar que la política industrial nacional proporcione un nuevo impulso a la competitividad y a la reconversión, apueste a ramas del futuro y conceda una mayor participación al Estado como planificador, regulador y facilitador, y una mayor responsabilidad como proveedor de apoyos específicos en materia fiscal, financiera, administrativa y tecnológica, entre otros.

A avalar que la política de promoción de las exportaciones sea complementada con acciones decididas orientadas a promover la sustitución de importaciones y la ampliación del mercado doméstico. Y a ratificar que el desarrollo científico y tecnológico reciban un verdadero impulso. No hay que olvidar que las sociedades dominantes del futuro no serán aquellas que cuenten con grandes recursos naturales o físicos, sino básicamente aquellas que sepan aprovechar las oportunidades que les ofrece el presente para preparar a su gente y por esta vía estar en posibilidades de desarrollar en el futuro.