Desde
tiempos inmemoriales Italia ha sido tierra fértil de grandes demagogos: Cola di
Rienzi, Mussolini, Berlusconi, Grillo y ahora Matteo Salvini, el xenófobo y
oportunista ministro del interior y hombre fuerte del actual gobierno populista
italiano, quien a sus 45 años sueña con convertirse pronto en primer ministro
del país.
En 2013,
Salvini fue elegido secretario general de la entonces “Liga Norte” después de
la caída en desgraciada de su fundador, Umberto Bossi, otro estentóreo
charlatán. El nuevo líder dejó de lado el separatismo original de este partido,
conocido ahora únicamente como “La Liga”, y reforzó sus rasgos populistas, euroescépticos
y xenófobos.
En 2008
Salvini entró por primera vez al Parlamento italiano. Ahí se explayó en modos
bruscos y políticamente incorrectos. Hoy es el político más popular de Italia y
mucho se lo debe su magistral manejo de las redes sociales.
Es el dirigente
europeo más seguido en el ciberespacio y lo ha logrado utilizando un lenguaje
sencillo para gente sencilla. En sus tweets se leen contantemente refranes,
lugares comunes y trivialidades de todo tipo, cosas como: “¡Querer es poder!”, “Primero,
¡los italianos!”, “Sepan que los necesitaré”, “¡Yo toco otra música!”, “Coman rico”, “No
cedo ni un milímetro”, “Del dicho al hecho…”, “¡Qué divertido!”, “¡Estoy
orgulloso de ustedes!”, “¿Les gusta esta camiseta?”, “El que la hace, la paga”,
“Leo todos sus comentarios”, “Fue un evento no solo político, sino de
Comunidad”, “¡Los quiero!”, “Díganme con sinceridad ¿qué tal he estado?”. Un lenguaje directo y ramplón lejos de las
rimbombancias y complicaciones de los políticos tradicionales.
El año
pasado Salvini triunfó en las urnas aliado con el variopinto y errático
Movimiento Cinco Estrellas. Afirmó en campaña su vocación por “recuperar el
espíritu europeo, traicionado por quienes guían la UE”, y estableció las nuevas
reglas del juego: “Se trata de una confrontación del pueblo con las élites, no entre
izquierda y derecha”.
Ya como
ministro del Interior endureció drásticamente la política migratoria del país.
Los seiscientos mil inmigrantes que han llegado a Italia en los últimos cuatro
años han creado el escenario ideal para su mensaje racista y xenófobo. ¡Y vaya
si le funciona! Según sondeos recientes, la Liga tiene el respaldo de casi un
tercio de los electores.
Pero los resultados son magros en el plano de otras decisiones
concretas. La economía es muy débil, Italia sigue siendo el país que crece menos en Europa y ha
entrado oficialmente en recesión técnica.
En duda flotan promesas de campaña tales como disminuir impuestos y
crear un “rédito de ciudadanía” de 780 euros mensuales destinados a los más
pobres y a los jubilados, entre otras. La economía amenaza con dominar el
panorama y ahogar los afanes populistas de Salvini en el proceloso mar de las
realidades financieras.
Pedro Arturo Aguirre
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