Las elecciones españolas de ayer confirmaron la muerte
definitiva del sistema de bipartidismo imperfecto PP/PSOE y establecieron un
escenario multipartidista de difícil manejo.
Las familias políticas tradicionales (socialdemócratas,
conservadores y liberales) confirman por toda Europa su caída elección tras
elección en beneficio de partidos radicales, nacionalistas, populistas y “antiestablishment”.
A la derecha nos encontramos a la xenofobia antiinmigracionista
y al nacionalismo a ultranza, y a la izquierda a movimientos de corte
populista.
España se ajusta bien a esta lógica. Tanto los
gobiernos socialistas como los populares perdieron sus brújulas ideológicas y
programáticas.
Sin embargo, la fragmentación española presentaba una
excepción: no había surgido una opción xenófoba de derecha. Como resultado de
la crisis económica y del desgaste del binomio PP-PSOE en el gobierno surgieron
dos grandes organizaciones para desdibujar la dominancia.
Una de ellas, Ciudadanos, es un caso raro por
constituir uno de los pocos ejemplos de organizaciones emergentes no ligadas al
radicalismo político.
La otro, Podemos, transitó de un discurso de izquierda
cuyo propósito declarado era “asaltar el cielo” a, ahora, aparecer como un partido
de izquierda normal, casi socialdemócrata.
Esto, desde luego, sin olvidar la forma de como el
panorama político español ha sido influido poderosamente por los anhelos centrífugos
de los partidos independentistas catalanes.
Ayer apareció, por fin, de la extrema derecha. La
organización VOX obtuvo más del 10 por
ciento de los votos. Su líder, Santiago Abascal, ex militante del Partido
Popular, ha sabido aprovechar el profundo descontento creado por la crisis
catalana en sectores importantes del electorado español más conservador y
también por los numerosos escándalos de corrupción protagonizados por políticos
del Partido Popular.
Las banderas de Vox son rancio nacionalismo español, eliminación
de las autonomías, miedo a la inmigración, antifeminismo, defensa de la
tauromaquia y los derechos de los cazadores.
Pretende también eliminar el aborto legal y en su españolismo
acérrimo quiere arrebatar de los británicos el control de Gibraltar y levantar
muros alrededor de Ceuta y Melilla para frenar a los migrantes.
¿Llegará Santiago Abascal a convertirse en una especie
de “Mateo Salvini español”? Es decir, en un “hombre fuerte” cuya influencia en
la política española llegue a ser irrefrenable, tal como sucede con Salvini en
Italia. Ello dependerá de cómo evolucione la compleja situación política
española.
El Ejecutivo resultado de la elección de ayer
enfrentará un difícil escenario de inestabilidad y de dependencia ante los
partidos independentistas catalanes.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias transitarán por un
campo minado. La situación puede polarizarse muchísimo.
La formación de un bloque de derecha más perfilado ya
se asomó en esta elección y se consolidaría en el futuro cercano si la
izquierda fracasa en formar un gobierno plausible. Muy probablemente la
influencia de Abascal y su partido sería considerable en un eventual gobierno conservador.
Pedro
Arturo Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario