El martes pasado se incendió parcialmente el que quizá sea el edificio más feo de Berlín, der Berliner Philharmonie, sede de la celebérrima Filarmónica de Belrín, incidente que se produjo exactamente un mes y quince días después de la celebración del centenario del nacimiento del tiránico director de orquesta Herbert von Karajan. Fue durante la férrea dictadura que este señor impuso a la Filarmónica de Berlín que se construyó tan horrendo edificio, proyectado por Hans Scharoun e inaugurado en 1963 en plena época de la primera reconstrucción de la ciudad tras la guerra mundial, misma que dio comenzó, simbólicamente, con la Interbau de 1957 y que produjo cosas muy interesantes, pero otras francamente lamentables, como es el caso de la Philarmonie. Karajan dirigió esa orquesta desde 1954 hasta poco antes de su muerte, acaecida en 1989, y mucho influjo en el diseño de este monstruo el cual fue muy pronto bautizado por los sarcásticos berlineses como “Zirkus Karajani”, el Circo de Karajan, ya que se asemeja a un circo ambulante con sus lonas desplegadas.
Claro, más allá del –digámoslo suave- “atrevido” diseño de Scharoun, la Philharmonie presentó dos novedades muy importantes: se había construido pensando sobre todo en la acústica y situaba el público ocupando no solo un espacio frontal a la orquesta, sino también los laterales y el fondo, en una disposición circular en torno al escenario, gran idea que imitamos en nuestra preciosa Sala Nezahualcoyotl (mucha más bonita que el bodrio scharouniano, eso sí) y en salas de concierto de todo el mundo como el Palau de la Música de Valencia, proyectado por José María García de Paredes, entre otras muchas. Por dentro, las diagonales que rodean sin conflicto la orquesta permiten visión y audición perfectas desde cualquier sitio y ofrecen un aspecto moderno pero de intensa calidez que ya tiene un aire clásico pese a la polémica que generara en su momento. A uno y otro lado del la sala se hallan la sala de conciertos de cámara, y el notable Museo de Instrumentos musicales en el que, los sábados a mediodía, se lleva a cabo una demostración de uno de los pocos órganos de cine mudo aún existentes en el mundo, que posee un sinnúmero de efectos para acompañar todo tipo de acciones cinematográficas. Por supuesto, el advenimiento del cine sonoro convirtió en obsoleta la refinada artesanía.
Claro, más allá del –digámoslo suave- “atrevido” diseño de Scharoun, la Philharmonie presentó dos novedades muy importantes: se había construido pensando sobre todo en la acústica y situaba el público ocupando no solo un espacio frontal a la orquesta, sino también los laterales y el fondo, en una disposición circular en torno al escenario, gran idea que imitamos en nuestra preciosa Sala Nezahualcoyotl (mucha más bonita que el bodrio scharouniano, eso sí) y en salas de concierto de todo el mundo como el Palau de la Música de Valencia, proyectado por José María García de Paredes, entre otras muchas. Por dentro, las diagonales que rodean sin conflicto la orquesta permiten visión y audición perfectas desde cualquier sitio y ofrecen un aspecto moderno pero de intensa calidez que ya tiene un aire clásico pese a la polémica que generara en su momento. A uno y otro lado del la sala se hallan la sala de conciertos de cámara, y el notable Museo de Instrumentos musicales en el que, los sábados a mediodía, se lleva a cabo una demostración de uno de los pocos órganos de cine mudo aún existentes en el mundo, que posee un sinnúmero de efectos para acompañar todo tipo de acciones cinematográficas. Por supuesto, el advenimiento del cine sonoro convirtió en obsoleta la refinada artesanía.
Pero lo que es verdaderamente intolerable de este edificio de Hans Scharoun (además de su aspecto circense) es el espantoso laminado dorado con el que fue cubierto el exterior, el cual, según presumía el arquitecto, “propone un parentesco imaginario con el laminado barroco”. ¡Horror!La Philharmonie es Un edificio feo que recuerda una época triste de la música clásica: el imperio Von Karajan, un director sin duda talentoso pero sumamente frio, mecánico y excesivamente mercantilista. El crítico Norman Lebrecht publico recientemente una lapidaría y certera opinión del Maestro en ocasión de su centenario “impuso su sonido personal…. una capacidad que explotó con fines inmorales. Impuso su ego en el mundo de la música clásica de tal forma que aplastó la independencia y la creatividad. Su legado es regresivo, y su centenario es el momento perfecto para dejar caer el telón de una vez sobre una vida poco meritoria que no produjo ninguna idea original ni defendió ningún valor humano que mereciera la pena. Karajan está muerto. La música está mucho mejor sin él”.
2 comentarios:
Karajan grabó, en los primeros sesenta, una de las peores versiones de las sinfonías de Beethoven. Ahora la DG las vende baratas. ¡No las compren! De todo lo que me robaron, ese es el único álbum que quiero que escuchen los ladrones.
No quise mandarlo anónimo.
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