Hillary Clinton está demostrando que sus enemigos tenían razón cuando la acusaban de ser una de las personas más despreciables, ambiciosas y egoístas de los Estados Unidos. La señora ha demostrado de forma fehaciente que sólo es una politiquilla más preocupada exclusivamente por su interés personal, incapaz de ver hacia el futuro de su país e importándole un bledo lo que suceda con el Partido Demócrata. El lamentable caso de la obcecación de esta ambiciosolla megalómana conoce muy pocos parangones en la historia electoral de los Estaos Unidos. Vaya, hasta Dick Nixon fue, en su oportunidad, más generoso.
La señora se apuntó uno de los detalles de peor gusto que se recuerden en mucho tiempo al aludir de manera pedestre que “algo” podría sucederle a Obama y que esa es una de las razones de su indeseada permanencia en la carrera electoral al decir “Recuerden que a Bobby Kennedy lo mataron en junio”.
Asimismo, la senadora mantiene su absurdo e ilegal reclamó que se reconozcan los resultados de Florida y de Michigan, estados que fueron excluidos de la celebración de primarias por las autoridades del Partido Demócrata, y ofreció como argumento una comparación más que incómoda: "Ustedes aprendieron del modo difícil qué pasa cuando sus votos no son contados y el candidato con menos votos es declarado ganador", recordó con picardía en Florida. "La lección de 2000 es cristalina: si no se cuentan los votos, la democracia es reducida”, dando a entender que si las cosas no se hacían como ella pretende, Obama sería un candidato ilegítimo. Clinton mantuvo su nombre en los padrones de ambos estados, mientras que Obama y el resto de los demócratas se concentraron en otros estados. Más aún, el senador por Illinois retiró su candidatura en Michigan. Sin rivales activos, Clinton ganó en Florida y en Michigan, mientras que el resto cayó en un limbo. Aun así, comenzó a reclamar el reconocimiento de sus delegados desde que Obama se convirtió en una amenaza cierta para sus aspiraciones. La decisión final la tomará el Comité de Reglas y Normas del CND antes de que se vote en Puerto Rico, el 1° de junio. Se espera que busque una salida salomónica para calmar los ánimos de los ciudadanos de ambos estados, pero sin premiar el capricho de Clinton. La meta de Hillary es que le reconozcan los votos que obtuvo en esos estados pese a las flagrantes irregularidades y acercarse a Obama en el conteo del sufragio popular y en la puja por los delegados, de modo de potenciar su discurso ante los 800 superdelegados, los referentes del partido con voto en la convención. El reconocimiento de ambos estados movería la línea de llegada. Obama lidera el conteo de delegados por 1962 contra 1779 de Clinton. Sin Florida y Michigan, el que llegue a 2026 se quedará con la nominación, pero con la validación de los dos estados se necesitarían 2210, lo que daría más relevancia a los superdelegados.
Además, Clinton ofrece un conteo muy distinto. Mientras que Obama dice que gana por más de 440,000 votos en algunos conteos (16.6 a 16.2 millones), ella retruca con que Florida y Michigan la colocarían a la cabeza por 180,000 votos (17.4 a 17.2 millones). Clinton y su círculo íntimo reconocen, sin embargo, que será muy difícil que el Partido Demócrata valide su reclamo. ¿Por qué continúa, entonces? Por mero egoísmo, por frío cálculo político. Ella dice que sigue en carrera para enviar un mensaje a las mujeres que la apoyan de que no se dejará "manosear" por la política machista y misógina. Esta es demagogia de quinta clase. La realidad es que busca imponer su nombre como candidata a la vicepresidencia o, peor aún, estropear al máximo las posibilidades de un triunfo de Obama en noviembre para volver a intentar ganar la nominación en 2012.
Muchos de los villamelones que malopinan de política estadounidense dicen que el de Obama-Clinton sería un dream team invencible, pero la verdad es que el protagonismo y vanidad de Hillary causarían muchos problemas a Obama. Sobran los ejemplos de candidaturas fallidas cuando el vicepresidente es más popular que el aspirante a la presidencial (recuérdese, por ejemplo, Dukakis-Bentsen en 1988) y, peor aún, ¿Quién, en su sano juicio, querría tener de vicepresidenta a Hillary Clinton?Hay otras dos razones. Mientras continúa en el ring, siempre puede emerger un escándalo que demuela a Obama. Y si eso no ocurre, puede posicionarse mejor para las elecciones de 2012 -si gana McCain en noviembre-, o para 2016, si el que triunfa es Obama
Muchos de los villamelones que malopinan de política estadounidense dicen que el de Obama-Clinton sería un dream team invencible, pero la verdad es que el protagonismo y vanidad de Hillary causarían muchos problemas a Obama. Sobran los ejemplos de candidaturas fallidas cuando el vicepresidente es más popular que el aspirante a la presidencial (recuérdese, por ejemplo, Dukakis-Bentsen en 1988) y, peor aún, ¿Quién, en su sano juicio, querría tener de vicepresidenta a Hillary Clinton?Hay otras dos razones. Mientras continúa en el ring, siempre puede emerger un escándalo que demuela a Obama. Y si eso no ocurre, puede posicionarse mejor para las elecciones de 2012 -si gana McCain en noviembre-, o para 2016, si el que triunfa es Obama
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