"Un mendigo, extendiendo la mano, a Talleyrand:—Monseigneur, il faut que je vive!—J'en vois pas la necessite!
No conozco insulto más memorable: reduce a polvo no sólo al pobre hombre, sino a la humanidad misma y de paso al Creador. La frase, que se atribuye también a Luis XIV, a Richelieu, a Voltaire y a otros, con más probabilidad se la dijo el Conde d'Argenson, jefe de la polícía, al panfletario Desfontaines, que quería excusar así su labor subversiva, pero queda mejor entre la gran eminencia y el ínfimo miserable, porque subraya el desprecio. Un buen insulto es eso: una manifestación de desprecio; no oculta, sino exhibe, la parcialidad y el prejuicio, y debe ser vejatorio para tener gracia. Debe también ser ingenioso, claro, y elegante (en la sintaxis, en la geometría verbal), no respetuoso. La frase sobre Mouriño no me parece graciosa (pero es que no conozco al personaje; ¿quién es?). Tampoco, por cierto, la de Fawsley, porque es de carácter general: cualquier hombre, cuando habla sin pensar, dice lo que piensa. Referirla a la Thatcher parece accidental.
Mejores son los insultos que cita Borges en su "Arte de injuriar" (Historia de la eternidad). Y aun mejores los muchos que hay en el tomazo de Bioy Casares. Por ejemplo esta muestra suprema de incorrección política:
—¡Encontré un español antropomorfo!"
Gracias, Aurelio, por ilustrame, aunque eso de darle la razón a Chucho...J'en vois pas la necessite!
Tampoco veo la necesidad de quitarte tu valioso tiempo explicándote quien es el tal Mouriño.
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