miércoles, 8 de octubre de 2008

¡Ya no Hay Líderes!


El debate de ayer lo ganó Obama. Ante la debacle fianciera, la estrategia de McCain de hacer de las elecciones un referéndum sobre la poca confiabilidad y falta deperiencia de Obama fracasa ante la monumental ineptitud de la administración de Bush Jr. (después de todo, de catadura republicana) y, sobre todo, a la poca energía y decisión que transmite la personalidad de McCain frente al inegable carisma del candidato demócrata. Esta diferencia se ppercibió de manera clara en el segundo debate. Ahora a los republicanos sólo queda jugar la carta de la campaña negattiva. "Obama es peligroso para Estados Unidos". "Obama es peligroso para la economía: propone aumentar los impuestos, gastos históricos y un enorme incremento de regulaciones que obstaculizarán la actividad empresarial". "Obama es una apuesta riesgosa en un mundo hostil". Pero ante las dimensoiones de la catástyrofe financiera, quiza las táticas de enlodamiento ahora no funcionen e, incluso, sean contraproducentes.

Sin embargo, a un mes de las elecciones, lo cierto es que aún no ha surgido un líder capaz de llenar, de alguna manera, el vacío de poder que ha dejado Bush Jr. tras su incompetente manejo ante la actual crisis. Desde los más lejanos rincones se siguieron las primarias, las convenciones partidarias y ahora la lucha entre los candidatos John McCain y Barack Obama, republicano y demócrata respectivamente, con el condimento que surgió con la aparición pública de los aspirantes a la vicepresidencia: Sarah Palin, una joven de fuerte personalidad, gobernadora de Alaska, y uno de los más valorados senadores, Joe Biden. Todos son factores que desde hace un año suman para aumentar el interés en la vida política (es tradicional la indiferencia y la abstención electoral promedia el 40%), especialmente alimentado por las polémicas guerras de Afganistán e Irak y las tensiones con Corea del Norte, Irán, Pakistán, Venezuela y Bolivia. Pero hoy el tema central radica en la grave crisis económica que afecta a los estadounidenses. El contribuyente sufre la situación que se refleja en todos los terrenos de la vida diaria. Las tiendas exhiben una baja alarmante en ventas. Hoy los cada vez menos frecuentes clientes son atendidos con comodidad y sin esperas. Dicen que ya no es necesario hacer reservas de entradas o mesas en restaurantes, cines o teatros.

El consumo ha descendido a cifras que nadie imagina. Se iniciaron los despidos masivos (cerca de 250 mil en semanas recientes), se cortaron los créditos y existe un verdadero "default" general. Grandes empresas de crédito para vivienda cerraron, cayeron los grandes bancos de inversión, tiemblan y buscan ayuda las más gigantescas aseguradoras y algún banco comercial intenta alianzas, mientras la gente ve la "espada de Damocles" de la desocupación sobre sus cabezas o la baja de sus ingresos. Pocas cosas marchan bien. El ciudadano estadounidense se vuelca ante el actual panorama hacia el poder político. Pero las soluciones no llegan y aumenta la desesperanza y el descreimiento.

Dubya sigue en una pendiente que marca los índices más bajos de popularidad en el historial presidencial. Las guerras, las reiteradas violaciones de los derechos humanos -escuchas clandestinas, torturas a prisioneros, falsos informes de los servicios de espionaje-, la notoria soberbia para oír recomendaciones de mandatarios de países amigos o de asesores del propio gobierno, han sumado sólo piedras para el final de su mandato. En los últimos días, Bush mantuvo reuniones con jefes partidarios y jerarcas económicos. Pidió, casi rogó, a los legisladores que dieran aprobación al proyecto de "rescate" para la crisis económica que colocaba en plaza 700 mil millones de dólares. La Cámara de Diputados desoyó en principio esos ruegos y el lunes votó negativamente la iniciativa. Recién ayer, tras largas negociaciones, dio el sí al rescate. Gallup le dio un 68% de opiniones negativas a su actuación durante la crisis. Pero la impopularidad no afecta únicamente a la rama ejecutiva, se extiende también desde hace largo tiempo hacia el Congreso de mayoría demócrata -que tiene solamente un 16% de respaldo- sobre todo tras el desastroso discurso de Nancy Pelosy cuando "defendió" el plan de salvamento ante la Cámara de Representantes, calificado por mucho como "verdaderamente idiota".

Pero lo inquietante y que más alarma frente a la actual situación general, es la falta de liderazgo en todo el espectro de las actividades. Las palabras de los "hombres fuertes" de las finanzas, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el jefe del Departamento del Tesoro, Henry Paulson, cayeron en saco roto. Nadie pensó en apoyar su iniciativa de salvataje tal como venía y así fue rechazada el lunes. Muchos congresistas no querían verse involucrados en una ley que aparecía como pensada más en salvar a grandes bancos que en los contribuyentes, y más con las elecciones a poco más de un mes. Esta iniciativa constaba de unas tres carillas con las medidas aconsejadas y ayer se aprobó una ley con unas 450 páginas con agregados inverosímiles.
También los candidatos presidenciales, McCain y Obama, hicieron en su momento una aparición pública para demandar el voto de sus correligionarios en el Congreso. Ambos suspendieron sus campañas políticas para trasladarse al capitolio e interponer su "influencia" para que sus colegas votaran. El carismático discurso de Obama chocó contra la pared legislativa como todos; McCain, héroe de guerra y político experiente, también vio frustradas sus aspiraciones. Y el "No" fue la primer respuesta de Diputados. Sin duda, esto representó una categórica demostración de la falta de influencia de los líderes económicos y políticos en la actualidad en el país.

Para un extranjero, acostumbrado a la palabra fácil y el "estilete" afilado en los debates de muchos países sudamericanos y europeos, la esquemática presentación pública de los políticos y de los candidatos estadounidenses, causa un natural contraste. No hay duda que suelen tener gran preparación intelectual y brillantes carreras universitarias, pero no salen en la tribuna pública de la programación previa con sus asesores, no surge la "chispa" o la frase aguda que provoca el aplauso espontáneo de la gente. Todo llega "encapsulado", como dicen ellos mismos, no hay lugar a la improvisación de lujo o al dardo que agite al rival. Y se trata de una crisis global. En posts subsiguientes hablaremos de la maltrecha Europa, de China y de las naciones emergentes.

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