lunes, 18 de marzo de 2013

México y su Mitología Petrolera


 
Una sociedad que vive atorada en el mundo de la simulación y las mentiras está condenada al subdesarrollo económico y mental. Rehusarse a ver la realidad de frente, a entender las cosas tal cual son y no como quisiere que fueran. Interpretar al mundo como un escenario de “buenos” contra “malos” donde siempre uno es eterna víctima. Preferir renunciar a la razón y al sentido común y refugiarse en sus mitos y complejos inveterados, esos son los errores que muchas veces hemos cometido en México y que nos han impedido ser una nación más exitosa. Y donde más se manifiestan estas lamentables tendencias es en el tema petrolero.  PEMEX continua siendo una “vaca sagrada”, lo que significa enormes dificultades para innovar, para desarrollar nuevas tecnologías, para transformar riqueza potencial en riqueza real de lo que no es sino un producto de exportación como cualquier otro. Un medio, no un fin.

Hoy nuestra izquierda más cavernaria insiste en tildar cualquier intento de modernización de Pemex como una “traición a la patria” y busca obtener de este trasnochado discurso dividendos electorales. Pero las realidades son muy obcecadas y no respetan ideologías, mitologías ni fundamentalismos patrioteros: hoy la producción de crudo enfrenta una tendencia de rendimientos aceleradamente decrecientes y las reservas probadas son escasas mientras que las reservas probables esperan una masiva ronda de inversión, en las sofisticadas tecnologías de extracción, para poder dar servicio a las necesidades de nuestro sector energético. Además, absurdos procesos burocráticos imponen altísimos costos de transacción en la operación integral de la petrolera.

Así que podremos defender con aullidos y hasta con rabia el mito de “nuestro petróleo”, pero en unos cuantos años, de seguir así las cosas, tendremos que enfrentar el espectro de importar crudo de otros países. Ya, hoy, por no contar con las plataformas tecnológicas, por no contar con la inversión fresca que se requiere, tenemos que importar productos refinados.

El mito petrolero es un producto del llamado “nacionalismo revolucionario”, esa construcción cultural que dio legitimidad al régimen autoritario que padeció México la mayor parte del siglo XX. Lamentablemente esa es la razón por la que el tema energético México no es técnico ni económico, como debiera ser, sino ideológico. Borda en la ficción en el que se sostuvo la supuesta “identidad nacional”. Pero esta es una ficción que en una nación democrática tiene los días contados. El problema es que, al parecer, es todavía lo suficientemente fuerte como para impedir debates racionales acerca del petróleo. Es hora de vencerla de una vez por todas.

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