lunes, 4 de marzo de 2013

¿Cómo debe llamarse un papa?




A punto de empezar el cónclave  donde habrá de ser electo el sucesor de Pedro, el mundo se plantea un gran interrogante: ¿qué nombre elegirá el próximo papa? No es detalle menor. Nada de que “no por llamarse rosa la rosa tiene su perfume”. El nombre será la primera decisión importante que tome quien encabece los próximos años a la iglesia Católica y puede  significar un mensaje del perfil político que tenga el próximo papado. Muchos son los nombres que han adoptado los papas, pero solo un puñado son los que han repetido de forma reiterada: Juan ha habido 23, siendo el apelativo más socorrido en la larga historia del papado, seguido por Gregorio y Benedicto (16), Clemente (14), Inocencio y León (13), Pío (12), Esteban y Bonifacio (9) Urbano y Alejandro (8). En el último siglo se han utilizado los nombres de Pío, León, Juan, Pablo, Benedicto y -por supuesto- Juan Pablo, primer y único nombre compuesto usado por los papas hasta la fecha. Escoger un nombre en mucho puede identificar al nuevo papa con el precedente inmediato anterior. Si el futuro sucesor de Pedro eligiera ser Benedicto XVII sería inevitable deducir una continuidad con los ocho años del pontificado de Ratzinger, quien a su vez escogió este nombre en homenaje al hombre que encabezó la Iglesia durante el duro período de la Primera Guerra Mundial.

Se podría pensar que un eventual Benedicto XVII estaría abocado a concluir con los proyectos ya iniciados por su renunciante antecesor o incluso con la reforma de la curia romana. Ahora bien, si el nuevo pontífice escogiera ser Juan Pablo III, pues tendría que resignarse a vivir bajo la sombra del carismático Wojtila. ¿Qué tal Pablo VII? Dicen los que saben de estos temas que el Papa Montini, quien fue Pablo VI, eligió ese nombre porque sugería una gran apertura apostólica. Cultísimo y profundo, fue el papa que concluyó el histórico Concilio Vaticano II, iniciado por el adorable Juan XXIII. ¿Un sucesor con el nombre de Pablo o Juan? ¿Un pontífice que podría convocar a un nuevo Concilio? Ninguno de los dos sería un nombre fácil de llevar.

El nombre Pío está bastante quemado en virtud a que ha sido el nombre de algunos de los papas más reaccionarios y controvertidos de la historia. Pío VII fue encarcelado por Napoleón. Pío IX fue intensamente anti republicano y antidemocrático y vio extinguirse el poder terrenal de los papas, Pío X  condenó las nuevas tendencias de la modernidad, Pío XI fue el artífice de los Pactos de Letrán con Mussolini, el siniestro papel de Pío XII es objeto de gigantescos cuestionamientos.  Es por todo esto que llamarse Pío XIII sería considerado como una iniciativa conservadora muy en línea con la tradición preconciliar. De este nombre, mejor ni pío. Gregorio evocaría, también, a antecedentes de papas demasiado oscurantistas.  León está disponible desde 1903, cuando murió el papa Pecci, o sea León XIII, artífice de la encíclica Rerum Novarum. El tema de los derechos sociales consagrados en ese documento es de enorme actualidad.
Inocencio se prestaría a tremendas cabuleadas: ¡Ay Inocencio, otra vez! se oiría exclamar en las regiones de habla hispana cada vez que la regara. Sixto sería simpático, ya que le tocaría ser Sixto Sexto. Clemente se han llamado algunos de los más infames papas de la historia, tan malos que aun después de siglos son difíciles de olvidar. Alejandro es un nombre poco modesto que, además, evocaría los malignos recuerdos de los Borgia. Nadie ha osado llamarse Pedro II, o al menos hasta hoy ninguno lo ha intentado. Improbable será también que el nuevo Papa se decidiese por algún nombre en franco desuso como Simaco, Teófilo, Sósimas, Lino, Hilario o Telesforo. Más neutral y políticamente correcto sería decidirse por nombres como el de Esteban, Nicolás, Sergio, Martín o Adriano cuyos antecedentes son demasiado lejanos y desconocidos como para sacarle ronchas a nadie. En fin, veamos cual es el mensaje que le manda al mundo el próximo Papa.

 

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