lunes, 29 de octubre de 2007
¡Polonia Corrige el Rumbo!
“¡Poderes de los gemelos fantásticos, actívense!”, decían al tiempo que chocaban sus manos los gemelos que luchaban contra el mal junto a Superman y otros superhéroes en la serie animada “Los Súper Amigos”. A continuación, cada uno indicaba en qué objeto deseaba convertirse. Chucho Silva debe de acordarse muy bien, ya que no se despegó del televisor en sus primeros 12 años de vida consciente. En el caso de los polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski, sus aspiraciones serían sumamente ambiciosas. “¡En forma de Presidente!”, exclamaría Lech si fuera parte de la banda de superhéroes. “¡En forma de Primer Ministro!”, diría Jaroslaw.
Durante un ominoso período de tiempo, Polonia fue el único país del mundo que tuvo a unos gemelos que son dos gotas de agua tanto en apariencia como en forma de pensar, ocupando los dos cargos políticos más importantes del país para consternación no sólo de sus sufridos gobernados (primero Stalin, después Hitler y ahora, ¡Esto!), sino del resto de la Unión Europea, ya que estos gemelitos son una parejita de nacionalistas obtusos, clericales, antisemitas y autoritarios.
Lech y Jaroslaw han ido de la mano en todo lo que han emprendido, especialmente en sus carreras políticas. Estudiaron en la misma escuela de Varsovia, su ciudad natal, y en 1962, cuando tenían 13 años, estos de por sí ya peculiares niños tuvieron una experiencia particular: actuaron de protagonistas en una película de aventuras destinada al público infantil y realizada por el Estado comunista, que era la adaptación a la gran pantalla del relato O dwóch takich, co ukradli ksiezyc (Dos que robaron la luna), una de las obras más populares del novelista y cuentista polaco Kornel Makuszynski.
En la película, los niños interpretaban a Jacek y Placek, dos gemelos revoltosos y avariciosos que conciben el plan de capturar la Luna para venderla a buen precio y convertirse en millonarios. Lech y Jaroslaw lograron los papeles estelares en Dos que robaron la Luna por sus rostros angelicales. Sin embargo perdieron ese dulce aspecto hace tiempo. Durante su desgobierno fueron conocidos por su discurso duro y encendido contra el crimen y la corrupción, pero también contra todas las “desviaciones antinacionales”, como es el europeísmo, el homosexualismo, el laicismo y cualquier cosa que les suene a “reminiscencias” del pasado comunista”.
Pretendieron conducir al país con “decencia y moral” mediante el endurecimiento del código penal y el aumento de los poderes de la policía y de los Tribunales de Justicia.
El pueblo polaco rechazó esta cara inexpresiva y anodina, cuerpo rechoncho, rostro esférico y cabello plateado por las canas reproducido como en una pesadilla en los dos cargos más importantes del país.
Los gemelitos pasaron a las primeras planas de los principales diarios europeos luego de cancelar una reunión cumbre con Chirac y Merkel como protesta por la publicación de un artículo sarcástico sobre sus sacrosantas personas en el diario alemán Die Tageszeitung. Esta demostración de intolerancia y falta de sentido del humor, sumada al euroescepticismo militante de los hermanitos, provocó que Europa tuviese el grito en el cielo. Polonia, el país de reciente ingreso a la UE que más obstáculos puso en sus negociaciones de ingreso, fue durante la administración de Tweedledee and Tweedledum el socio más conflictivo. Es por eso que toda Euriopa recibió con júbilo la derrota del partido de estos zafios en las elecciones parlamentarias de Polonia a manos de la derecha liberal laica e ilustrada.
Pero, pese a todo, no estoy de acuerdo que esta parejita haya pavimentado el camino a establecer una especie de totalitarismo. Sus iniciativas más oprobiosas o fueron rechazadas por el parlamento, o no pasaron el tamiz de la aprobación pública. Prueba de ello es su derrota en las urnas. Este gobierno fue electo y destituido por los electores en las urnas, y pese a que varias iniciativas de los hermanitos tenían tufos autoritarios, lo cierto es que jamás trataron de transgredir el sistema de representación democrática de Polonia, ni intentaron redactar una Constitución a la medida, ni clausuraron medios e comunicación opositores. Creo que un ejemplo más plausible de democracia que deriva paulatinamente hacia el autoritarismo por la constante acción de un gobernante lo da Chávez, con sus numerosas y abiertamente dictatoriales reformas a la Constitución, sus manotazos contra la libertad de expresión y sus iniciativas concretas para trastocar el régimen institucional democrático.
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