domingo, 28 de octubre de 2007
Bruno en la Prensa Europea
El crimen perpetrado contra mi rivalizó incluso con el fútbol por las ocho columnas de la prensa alemana y europea, en plena celebración del mundial de 2006. Estos son algunos ejemplos recopilados en su página internet por la Deutsche Welle: "El oso ha muerto. ¡Viva el oso!", tituló, algo simplón, el diario germano Der Tageszeitung. "Muerte de un rebelde", prefirió decir el nada rebelde Die Welt. "Era un oso en sus mejores años", recuerda, al parecer sin haber encontrado nada mejor que decir, el Süddeutsche Zeitung. "Es un disparo a nuestro corazón", se lamentó cursi y dramáticamente el sensacionalista Bild. "¡Oso muerto! Hombre, ¿por qué?", se preguntaba, hipócrita, otro amarillista, el Berliner Zeitung. "Bruno asesinado. Él dio la orden de disparo", escribió, admonitorio el Berliner Kurier, bajo una foto del ministro de Medio Ambiente de Baviera.
"De donde residen los osos, que se retiren los hombres", escribió el Stuttgarter Nachrichten, citando a Thoreau. “Víctima de los burócratas", denunció La Libre Belgique. El suizo Tages-Anzeiger se preguntó,"¿Qué se supone que debe hacer un oso? ¿Santo ayuno, para que todo el mundo lo encuentre dulce y entrañable? ¿Hacerse vegetariano y acabar como Paul McCartney? . "Bruno fue primero bienvenido y luego traicionado”, se quejó el rotativo sueco Aftonbladet. "Un acto de barbarie", opinó, circunspecto, el Corriere della Sera. "Bruno ha muerto. Brindemos por los osos", propuso el checo Lidove noviny.
Pero no todas las opiniones fueron a mi favor de Bruno. El conservador Frankfurter Allgemeine incluso se animó a hacer todo un cuadro psico-político al describir a Bruno como un "Gamberro, solitario, claramente con una infancia dura a sus espaldas y un pasado de migración, violento, trasgresor en repetidas ocasiones de los tratados fronterizos, nada vegetariano y sospechoso de conducta alterada”. Por su parte, el canciller austriaco, el también cristiano demócrata Wolfgang Schüssel trató, mediante una atroz bobería, de consolar a Europa al declarar “Si Europa no tiene nada mejor de que preocuparse que por la muerte de un oso, quiere decir que somos un lugar feliz”.
Pero, con mucho, la mejor reseña de mi odisea fue el que publicó Der Spiegel que celebró al inquieto y rebelde oso poniéndolo como ejemplo para la apática juventud europea “carente de toda emoción por la vida y que sólo se atreve a dejar el hogar paterno hasta después de los treinta años cumplidos”. Comparó a Bruno, entre otros, con Anibal y Hamlet, y le dio rango de “paradigma existencialista” al equipararlo con Meursault, el antihéroe de la novela “El Extranjero” de Albert Camus: “Meursault se conduce solo por experiencias sensoriales. Comida, bebida y sexo son las únicas cosas que lo hacen sentir verdaderamente vivo. Está furioso con el absurdo del mundo que le rodea, hasta que es sumariamente ejecutado”.
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