lunes, 25 de agosto de 2008

Titanes de la Sátira: Kurt Tucholsky


Kurt Tucholsky fue uno de los grandes personajes de la vida cultural alemana durante ese extraordinario periodo que significó para la cultura y el arte mundial que es conocido como la República de Weimar. Alemán de ascendencia judía, cercano a la izquierda y convencido pacifista, en sus textos advirtió sobre las peligrosas tendencias antidemocráticas de su tiempo. Se cernía la sombra del nacionalsocialismo. Toda su obra está impregnada de un amargo pesimismo y una aguda sátira sobre la Alemania de su época.

Tucholsky fue ya en vida un autor ampliamente leído. Sus novelas registraron buenas ventas teniendo en cuenta el momento histórico. No obstante, él no podía conformarse con este éxito, pues su prioridad era que su obra tuviera “consecuencias”. Al final de su vida, Tucholsky se lamentó célebremente de que su obra había tenido “éxito sin consecuencias” (“Erfolg ohne Wirkung”).

Durante la Primera Guerra Mundial, Tucholsky fue reclutado y enviado al frente oriental Este. Allí vivió la guerra sirviendo como soldado aprovisionador de munición para más tarde ser el corresponsal de la compañía. Desde noviembre de 1916 publicó el diario "Der Flieger". En la administración de la Academia de Artillería de Alt-Autz in Courland conoció a Mary Gerold, la cual en 1924 sería su segunda esposa. Tucholsky vio la posición de escritor y editor del periódico del frente como una muy buena oportunidad para no servir en las trincheras. En el otoño de 1918 Tucholsky regresó de la guerra como un convencido pacifista y anti-militarista. Tucholsky fue el editor en jefe de Ulk, el suplemento satírico semanal del Tagesblatt Berlinés. Por ese tiempo trabajo regularmente para la revista Die Weltbühne. En orden a no hacer la revista semanal de la izquierda democrática demasiado Tulscholsky empleó varios seudónimos que había creado en 1913 y que mantuvo hasta el final de sus trabajos como periodista: Peter Panter, e Ignaz Wrobel. Theobald Tiger fue principalmente utilizado para Ulk. También en diciembre de 1918 comenzó a escribir poemas bajo un cuarto seudónimo, Kaspar Hauser, el cual apareció por primera vez en el semanario Die Weltbühne.
Pero la hiperinflación obligó a Tucholsky a abandonar su trabajo en la prensa y paso a trabajar como economista. Aparentemente no fueron sólo razones financieras las que obligaron a Tucholsky a dar este paso, en el otoño del 1922 sufrió una fuerte depresión donde se cuestionó el sentido de ser escritor y se dice que incluso realizó su primer intento de suicidio. Pero no fue por mucho tiempo. Pronto firmó un contrato para trabajar de nuevo en el semanario Die Weltbühne. Se trasladó a París como corresponsal tanto del Weltbühne como del renovado Vossische Zeitung. Desde este momento Tucholsky pasaría la mayor parte de su vida fuera de Alemania, visitándola solo ocasionalmente. Esta distancia haría más grande su interés por Alemania. Utilizó el Weltbühne como una tribuna para estar inmerso en el debate político de su país de origen. En diciembre de 1926 Tucholsky asumió el puesto de editor en el semanario Die Weltbühne. Sin embargo el trabajar dirigiendo la edición no encajaba en su persona y además tenía que regresar de nuevo a Berlín, ambas cosas hicieron que traspasara esta posición a su amigo y compañero Carl von Ossietzky y él actuó como coeditor.

Durante su estancia en Francia, una vez más Tucholsky fue llevado a los tribunales por sus oponentes políticos, los cuales se sentían insultados o atacados por sus escritos. En 1928 incluso un caso fue realizado en contra él por blasfemia a causa de su poema "Gesang der englischem Chorknaben" (La canción del coro de los chicos ingleses)
En 1930 se traslada a Suecia donde estuvo silenciado y al final desterrado, visitando Alemania en muy raras ocasiones.

Al inicio de los años 30 Tucholsky vio claro que sus avisos estaban cayendo en saco roto y que sus acciones en favor de la república, de la democracia y los derechos humanos no tenían efecto. "Ellos están preparando el Tercer Reich " escribió años antes de Machtübernahme de Hitler en 1933, y no se equivocó, pues la cancillería de Hitler tomó el país. Erich Kästner, mirando hacia atrás en 1946, lo describió como "el pequeño Berlinés gordo" quien quiso " prevenir una catástrofe con su máquina de escribir ".

Desde 1931 la voz de Tucholsky se escuchó cada vez menos en la prensa. Su trabajo más importante se publicó el 8 de noviembre de 1932 en el Die Weltbühne y fueron meramente "rutinas" como el llamó a sus aforismos. En 1933 cuando los nazis subieron al poder los libros de Tusholsky fueron quemados en la plaza de la Ópera de Berlín - junto a los libros de otros escritores judíos o socialistas - a la par que también perdió su nacionalidad alemana y el semanario Die Weltbühne fue cerrado.

Debilitado por una enfermedad crónica, en la tarde del día 20 de diciembre de 1935 Tucholsky tomó una sobredosis de pastillas para dormir en su casa de Hindås, provincia de Gotemburgo. El día 21 fue encontrado en estado de coma y fue llevado al hospital de Gotemburgo donde murió la tarde del 21 de diciembre. Queda la duda si la sobredosis de pastillas fue algo accidental o un suicidio según su biógrafo Michael Hepp.

En el verano de 1936 las cenizas de Kurt Tucholsky fueron enterradas bajo un roble cerca del castillo de Gripsholm, Mariefred, Suecia. Una lápida, con la inscripción "Todo lo que es transitorio es sólo un símbolo" le fue colocada al final de la Segunda Guerra Mundial.

Consejos para un mal orador (Kurt Tucholsky)

Nunca empieces por el principio, sino unas trescientas hectáreas o millas marinas ANTES del principio, más o menos así:"Damas y caballeros: antes de abordar el tema propiamente dicho en cuestión que nos reúne, permítaseme brevemente..."Con esto tienes lo que hace falta: el comienzo antes del comienzo, la promisoria palabra "breve", la advertencia de que ya vas a llegar al principio, con lo cual te vas a ganar de antemano el corazón y los oídos de los que asistan. Porque esto es lo que los oyentes agradecen más: recibir la conferencia como una solemne carga adusta, con adornos metalinguísticos, que amenaces permanente y admonitoriamente con decir lo que vas a decir, lo que dijiste y lo que dices.
No vayas a hablar espontáneamente, eso queda mal: causa la impresión de que improvisas. Lo mejor es que leas de cabo a rabo tu conferencia a pie juntillas, de manera segura, confiable y haciendo que los oyentes se alegren cuando cada cuatro páginas levantes al mirada para ver si siguen todos allí. Pero si eres tan idiota que no puedes poner en práctica este consejo y pretendes hablar sin la apoyadura del papel, ¡obcecado lego que se cree Cicerón!, sírvete del ejemplo de nuestros parlamentarios.Ya que vas a hablar y no leer lo escrito, habla como si escribieras (...y yo sé cómo escribes).Utiliza oraciones largas, laaargas, redactadas in mente en la acogedora tranquilidad del apacible hogar en momentos en que no haya que per se cuidar a los niños, et caetedra de modo tal que así preparada la oración compuesta a priori-cuyas parentéticas dominas a fondo porque conoces cómo será, mutatis mutandi su fin, añadidas subordinadas que tengan en vilo al oyente y lo obliguen a prestar ese plus extra de atención requerido para no perder rastro y estarle a la saga a salto de mata o a vuelo de pájaro al discurso abigarrado de fluctuantes barroquismos ex profeso sazonados con latinismos que no se sabe a dónde va-bueno, te acabo de confeccionar un ejemplo, así tienes que hablar tú.
Empieza siempre por los romanos, o los griegos y no omitas nunca los antecedentes históricos de tu referente. Eso no sólo es alemán-lo hacen todos los pedantes. Una vuelta en la Sorbona tuve ocasión de oír a un estudiante chino que hablaba bien el francés pero para delectación de su audiencia comenzó así:-"Déjenme consignarles una sucinta y somera revisión histórica del desarrollo de mi patria desde el año dos mil antes de Nuestro Señor Jesucristo". Y miró muy sorprendido al oír que algunos se reían. También así tienes que hacer tú: si no, no se entiende la génesis originadora, la raigambre ancestral. La gente no fue a escuchar vivientes alegatos, sino algo que también podrían encontrar en los libros pero les da hueva abrirlos. No seas aprensivo ni morbosamente susceptible: sé renuente a la reacción del público, habla despreocupado de todo efecto, no te importen las personas, ni si hay o no oxígeno en el aula, continúa imperturbable y sin apartarte de tu camino que Dios te lo va a saber recompensar.
Deja siempre el punto crucial en las oraciones subordinadas. Un amateur diría: "Los impuestos son demasiado elevados". Eso es vulgar. Vos utiliza el estilo: "Querría por añadidura, en articulación con lo que acabo de expresar, señalar respecto de este fenómeno antedicho, que de alguna u otra manera, aunque afirmarlo pueda mover a error o serlo en sí mismo ya que nadie está exento de cometer por exceso u omisión imprecisiones conceptuales, como dijera el poeta "Oh, mero Homero, qué puedes tú contra el verdulero"(estoy citando de memoria, lo aclaro por si hay algún helenista en la sala) y dado que el sentido común es el menos común de los sentidos, que la esfera en torno a la cual se circunscribe el régimen tributario imperante, sobremanera...". Ahí sí. De cuando en cuando tómales un vaso de agua en sus narices mientras te miran, eso queda siempre elegante y distinguido. Si das en hacer un chascarrillo, ten el buen tino de reírte antes, para indicar a los oyentes el advenimiento del remate.Una conferencia, cómo podría ser de otra manera, es un soliloquio, un monólogo. Dado que habla uno, literalmente. Incluso después de catorce años de oratoria no tienes por qué saber ni manera de adivinar que se trata no ya de un diálogo, sino de una delicada orfebrería, de un concierto orquestal. Si una masa sorda habla ininterrumpidamente es su problema, ¿tienes que condescender a atenderlos, asistirlos, evacuar sus antojadizas dudas? De ninguna manera, vos atente y acógete a tu objetivo, focaliza tu speech, lee, historiza, imparte y no te dejes arredrar contra viento y marea.
Nunca olvides que la estadística jerarquiza una conferencia y fortalece una línea argumental, nunca digas "la mitad", di "cerca del cincuenta por ciento", no digas "la mayoría", di "entre un 75 y un 80 por ciento". Da lustre, brillo y reconforta, y dado que cualquiera puede retener diez cifras con frescura, resulta divertido. Anuncia el final de tu conferencia con prudencial antelación (para que los oyentes no sufran un ataque cardíaco).Explica que vas a disponerte a arribar ahora a la parte final y empieza todo de cero con pelos y señales de nuevo, para remachar por las dudas. Puedes repetir este truco unas cuantas veces.Nunca hables menos de una hora y media, si es menos ni vale la pena empezar ¿qué sentido tiene? Cuando uno habla los demás tienen que escuchar: esta es tu oportunidad

1 comentario:

Geraldina GV dijo...

Muy buen post. No conocía la biografía de Tucholsky.