sábado, 16 de agosto de 2008

Las razones de Rusia


Las duras acciones militares que en los últimos días protagonizó la Federación Rusa en el territorio de Georgia parecen haber resucitado algunos fantasmas y temores del pasado. De pronto, la Federación Rusa se vistió de Unión Soviética y actuó como ella solía hacerlo, reprimiendo militarmente con violencia. Vuelven a la memoria las imágenes imborrables de la invasión soviética de la entonces Checoslovaquia. En 1968, el ejército rojo tomó la capital de ese país, destituyó al gobierno local y se retiró amenazante, después de haber instituido un "nuevo orden".

Lo sucedido recientemente en Georgia, aprovechando una clara imprudencia de política exterior del presidente Mikhail Saakashvili no fue demasiado diferente, a los ojos del mundo. Cabe ahora preguntarse: ¿por qué actuó así Rusia? L0os analistas distiguen cuatro razones. Primero, porque procura poner fin, a su manera, a los conflictos que afectan a los enclaves de Abjazia y Osetia del Sur, en los que, con pretensiones separatistas, conviven pequeños pueblos con identidad propia con poblaciones rusas y crean inestabilidad en sus fronteras. Para Rusia, solucionar esos conflictos pasa por separar a Abjazia y Osetia del Sur de Georgia. Eso supone no respetar su integridad territorial. Es una manera de recomponer su imagen peddedor por la afrenta que significó la independencia de Kosovo.

Segundo, porque Rusia trata de demostrar que el gobierno pro norteamericano de Georgia, por imprudente, no está aún maduro para ingresar en la OTAN. Esto explica las reiteradas provocaciones militares rusas previas. En rigor, lo que Rusia logró es minar la cuota de credibilidad que le quedaba frente a los países europeos, que ahora cancelaron las maniobras militares que estaban previstas, con participación rusa. La consecuencia de esto es aumentar el aislamiento de una Rusia que sigue respondiendo a Vladimir Putin.

Tercero, mostrar que Rusia ha recuperado su rol de potencia militar predominante en el Cáucaso, lo que se complementa con la continuidad de la utilización de los hidrocarburos que posee como antipática arma de presión económica. Eso proyecta desconfianza por la posibilidad de llevar crudo y gas desde Asia Central a los mercados europeos a través de poliductos que crucen Georgia.

Y, finalmente, porque Rusia pretendía mostrar al mundo y a su zona de influencia que los Estados Unidos, más allá de la retórica, no son capaces ni de controlar a sus aliados más cercanos, como Georgia, ni tampoco de salir en su defensa cuando son agredidos. Lo cierto es que Rusia, con su reciente acción militar, dio un feo paso en dirección al aislamiento de Occidente, perdiendo así credibilidad. Demostró, una vez más, que se tarda más tiempo en crear confianza que en perderla.

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