sábado, 9 de agosto de 2008

La Revolución Cubana: Mitos y Realidades


Ayer me metí en un serio problema, y eché a perder una velada magnífica con una persona a la que quiero muchísimo, por ponerme a criticar los supuestos “logros” de la Revolución Cubana. Es increíble como hay todavía tanta gente de talento que cree con fervor religioso que la revolución castrista ha convertido en un paraíso de logros sociales a un país que, en realidad, sólo es una enorme prisión donde, para colmo, todos los indicadores sociales van a la baja desde hace años. Hace poco llegó a mis manos el texto "Los llamados 'logros' de la revolución" es uno de los estudios más contundentes para mostrar la verdad sobre los supuestos resultados favorables del comunismo cubano en materia de educación, salud pública, nutrición y empleo. Redactado en Cuba, en 1998, por los economistas Manuel Sánchez Herrero y Arnaldo Ramos Lauzurique circuló en la isla-cárcel como un auténtico "samizdat", con copias escritas a mano, eludiendo la censura del régimen. Uno de esos manuscritos pudo ser enviado al exterior en 1999. Dicho estudio, poco conocido en el destierro, constituye un trabajo de investigación particularmente original y laborioso pues sus autores supieron penetrar en la maraña de los índices económico-sociales del régimen y de los discursos del dictador Castro mostrando paso a paso, con la ayuda de numerosas tablas estadísticas, sus manipulaciones, contradicciones y maquillajes, dejando en evidencia que los mentados "logros" sociales no son sino rotundos fracasos. Los autores señalan que el "totalitarismo comunista" , en su afán por resaltar esos "logros sociales" y presentar a la revolución cubana como un paradigma a ser imitado por los demás países subdesarrollados, "no ha vacilado en exponerle al pueblo un cuadro tétrico del pasado, aprovechando para ello el monopolio que tiene sobre los medios masivos de difusión". Y hacen notar que este mismo método ha sido aplicado "con cuanto invitado extranjero, periodista, escritor, religioso, etc." ha visitado Cuba en los últimos años.


Veamos uno de los tantos ejemplos de deformación constatados por los autores: la manipulación de la tasa de mortalidad infantil. El dictador Castro, en su informe al 1er. Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) aseveraba que en 1958, un año antes de la revolución ésta "era mayor de 60" por cada mil nacidos. El Ministro de Economía, José Luis Rodríguez, en su libro "Estrategia del desarrollo económico en Cuba" (La Habana, 2a. ed., 1990), da una cifra similar . Sin embargo, el Anuario Estadístico de Cuba (Juceplan, 1974, p. 28) reconoce que dicha tasa en realidad era de 33,4 por mil nacidos; cifra ésta cercana a la de estudios fidedignos de organismos internacionales, que la señalan como una de las más bajas de América Latina a fines de la década del 50 . Sánchez y Ramos Lauzurique hacen un análisis similar en relación a la manipulación de la tasa de mortalidad general, la cual ha sido usada también para las "campañas propagandísticas" del régimen.

Las estadísticas "se deforman deliberadamente, como se hace en los regímenes totalitarios donde cumplen fines publicitarios" y en este terreno "Cuba no es la excepción, sino la regla" , añaden los autores. Pero notan al mismo tiempo, con fina ironía, que la censura comunista no es infalible y a veces se enreda en su propias piernas, como cuando se le escapan esas incómodas contradicciones entre los demagógicos discursos de sus líderes y lo que consta en los oficiales Anuarios Estadísticos de Cuba, disponibles "en cualquier biblioteca pública".

En lo relativo a la educación, "la dirección, los voceros y los apologistas del régimen han tratado de dar siempre la impresión de que en Cuba prácticamente no había escuelas ni estudiantes antes de 1959", comentan Sánchez y Ramos Lauzurique. Sobre las tasas de analfabetismo, el dictador Castro, durante el 1er. Congreso del PCC, afirmó que en 1953 el 23,6 % de los mayores de 10 años era analfabeto. Ya el informe presentado ante el 5o. Congreso del PCC casi duplicaba esa cifra, afirmando que antes de la revolución el 40% de la población cubana mayor de 10 años era analfabeta. En realidad, recuerdan Sánchez y Ramos Lauzurique, la tasa de analfabetismo en los mayores de 10 años era de un 16% en 1957, según la conceptuada Geografía de Cuba escrita por Aguayo, de la Torre y Marrero .

Abundan los ejemplos que también merecerían ser citados. Pero ellos desbordarían los límites de este artículo, que junto con un reconocimiento al esfuerzo intelectual y a la valentía de estos dos economistas cubanos pretende ser un incentivo para que el texto integral sea leído por muchos y difundido ampliamente a nivel internacional. En la Internet, los interesados pueden encontrarlo aquí.

La importancia del tema para la causa de la libertad de Cuba es innegable: los supuestos "logros" sociales de la revolución comunista continúan siendo el principal instrumento publicitario del régimen para consumo externo y el pretexto alegado por sus aliados y protectores para, de una u otra manera, justificar sus crímenes.

Por su parte, Carlos Alberto Montaner responde a los argumentos manejados habitualmente por los intelectuales que respaldan el régimen castrista. Resumimos un artículo que se publicó en la revista mexicana Vuelta (diciembre de 1993). Sí, ya es remoto en tiempo, pero créanme que las cosas han venido, desde entonces, a mucho menos en Cuba

"Cuba no es una pequeña y pobre isla del Caribe a merced de las agresiones de Estados Unidos. Es un país del tamaño de Austria y Suiza juntas, que no debiera estar pasando hambre, porque el 80% de su suelo es extraordinariamente fértil, el régimen de lluvias suele ser generoso, y su población no llega a los once millones de habitantes".

Pero, a la hora hacer el balance de un régimen con 35 años de historia, ¿qué pesa más, los logros o los fracasos?

Entre los logros de la revolución, los partidarios del castrismo -señala Montaner- suelen citar: "un descomunal esfuerzo por educar a los cubanos"; "los índices sanitarios y las expectativas de vida de los cubanos están entre los más altos del mundo"; los "triunfos deportivos".

Los revolucionarios proponen como fórmula moral para enjuiciar los regímenes políticos que se les mida por los éxitos en estos terrenos. Pero, "de acuerdo con esta regla, los intelectuales castristas deberían comenzar una campaña de santificación de Pinochet y una peregrinación anual al santuario de Taiwán", porque sus avances en los campos de salud y educación son mayores que los cubanos, "entre otras cosas porque el punto de partida era más bajo. Al mismo tiempo deberían plantear una campaña de emulación del modelo de gobierno keniano o etíope", puesto que esos países dan grandes corredores de fondo.

Montaner critica algunas comparaciones reduccionistas como ésta: "¿Es mejor el gobierno de Castro, con todos sus defectos, pero con jóvenes sanos, educados y atléticos, o el de Brasil, con niños hambrientos ametrallados por la policía por el solo delito de dormir en las calles?" Responde: "Ni en Montevideo, ni en Buenos Aires, ni en Santiago de Chile, ni en Quito, ni en otras cincuenta capitales es necesario instaurar una tiranía ineficaz y espantosamente represiva para evitar que unos sujetos envilecidos maten niños en las calles".

Montaner opina que es un mito pensar que Cuba no se habría desarrollado tanto sin la revolución castrista, pues "el punto de partida era altísimo para la época en que Castro tomó el poder. (...) Según el profesor H.T. Oshima, de la Universidad Stanford, en un estudio de 1953, el ingreso per cápita del pueblo cubano era del mismo orden de magnitud que los ingresos per cápita señalados para Italia y la Unión Soviética por Gilbert y Kovaris en su Comparación internacional de productos nacionales y capacidad de compra de las monedas. En la década de los cincuenta Cuba tenía 520 dólares per cápita, Yugoslavia y Bulgaria no superaban los 300 y China apenas excedía los 50". (...)

"En materia educativa y de sanidad la República precastrista podía exhibir logros tan impresionantes como los que luego reivindicara la Revolución. De acuerdo con el Atlas de Ginsburg, publicado en aquellos tiempos, el nivel de alfabetización de la Isla era del 80%, semejante al de Chile y Costa Rica, y superior al de España. (...) Y según el Anuario Estadístico de las Naciones Unidas (1959), Cuba, Argentina, Uruguay y México ocupaban los primeros lugares en toda Latinoamérica en materia educativa universitaria".

Sin embargo, para Montaner la prueba "más elocuente" de los cambios del país son los movimientos migratorios: "En la década de los cincuenta, Cuba recibía miles de inmigrantes, mientras muy pocos nacionales abandonaban la isla por razones económicas. (...) Cuba fue receptora de trabajadores del mundo entero -especialmente de España-, pero a partir de la mítica revolución el fenómeno se ha invertido: más de un millón de cubanos ha escapado de ese país por cualquier medio disponible, mientras prácticamente nadie (...) se anima a instalarse en la Isla".

"El mal llamado bloqueo norteamericano, esgrimido con ira por los intelectuales castristas en su afán de justificar los fracasos de la dictadura, (...) consiste en una prohibición de comerciar con Cuba que afecta a las empresas norteamericanas. No hay barcos 'bloqueando' nada, y cualquier país o empresa que desee comprarle o venderle a Cuba (...) puede hacerlo sin otra limitación que la que le dicte su instinto comercial o su sentido común".

"¿No será que nadie le presta a Cuba porque desde 1986 -tres años antes de la caída del Muro de Berlín y cinco antes de que terminara el subsidio soviético- Castro había ordenado que no se pagara la deuda externa?".

Por último, un breve comentario sobre el “alto nivel” que presume haber alcanzado la Revolución Cubana. ¿cuál es la realidad sobre la medicina cubana?

Me permito citar brevemente tres ejemplos para que el lector pueda juzgar por sí mismo. Primero, el de la tan publicitada vacuna contra la meningitis B. Un estudio del conceptuado Centro de Vigilancia Epidemiológica (CVE) del Estado de San Pablo, Brasil, dado a conocer recientemente, recopila datos estadísticos demoledores acumulados durante los últimos años que muestran la ineficacia de la vacuna cubana contra la meningitis B en los niños menores de cuatro años, los más vulnerables a esa terrible enfermedad.

Segundo, el de la no menos publicitada terapia de trasplante y regeneración del sistema nervioso. El Dr. Manuel Aracena, del Colegio Médico de Chile, después de un viaje a Cuba para analizar la realidad sobre ese tratamiento, no encontró ningún paciente que presentase "mejoría objetiva" y tampoco pudo obtener "ningún caso publicado" que comprobase científicamente un resultado positivo.

Tercero, sobre el tratamiento de la retinitis pigmentosa, la American Medical Association (AMA) ha alertado sobre los "catastróficos resultados" en ese campo: los enfermos tratados "acaban peor de lo que estaban antes de someterse al tratamiento electro-ozonante" de la medicina cubana.

Más allá del mito paradisíaco, esta es la triste realidad. Mucho más podría añadirse sobre los tristes resultados de la medicina cubana. Capítulo aparte es lo relacionado con el control psico-social de la población. Los médicos cubanos son mitad facultativos, mitad comisarios políticos del Partido Comunista. Un texto oficial de la especialidad de Medicina General Integral incluye un capítulo para adiestrar al mentado "médico de familia" en la manipulación y modificación de aquellas "actitudes no deseables" de los desdichados pacientes, que se aparten de la anticristiana "moral socialista". La Asociación Médica Británica ha denunciado, por su parte, el uso indebido de la psiquiatría para castigar a los opositores con crueles tratamientos.

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