La actual guerra en Osetia del Sur muy bien podría sumarse a la de por sí larga lista de traspies y tonterías que ha comentido la administración de George Bush Jr en política extrior. Y es que su actitud irrresponsable de intentar incluir a Georgia en la OTAN (con lo que ofendió a Rusia) y su política de aliento a la actitud ultranacionalista del presidente Mijeíl Saakashvili, un inconciente que hizo de la recuperación del pleno control del territorio nacional su primer objetivo inmediato, ignorando el de hecho de que las provincias rebeldes de Osetia del Sur y Abjasia se encontraban bajo protectorado ruso. Al hacerlo puso en duda la autoridad rusa en el Cáucaso y Moscú, en su particular lógica del poder, se sintió obligado a responder. Sus Fuerzas Armadas están acabando de ocupar ambas provincias, sellando su vínculo con Rusia.
Georgia calculó mal sus fuerzas. Si pensó que su relación con Estados Unidos disuadiría a Rusia se equivocó. Bien al contrario, puso al gobierno de Moscú en la necesidad de hacer una demostración de poder. De no haber reaccionado, los ucranianos se hubieran sentido más animados a seguir adelante en su política pro-occidental y el prestigio ruso en Asia Central se hubiera hundido en beneficio del norteamericano.
Dos hechos recientes daban margen a una reacción contundente rusa. Con el reconocimiento de la independencia de Kosovo, Estados Unidos y las grandes potencias europeas consagraban el derecho a la segregación en situaciones de conflicto étnico. Lo que vale para Kosovo vale para Abjasia y Osetia del Sur. En la Cumbre de la OTAN en Bucarest los europeos rechazaron abrir negociaciones con Georgia y Ucrania para preparar su ingreso, plegándose una vez más al chantaje ruso y enviando el mensaje equivocado. Rusia sabe que no tiene nada que temer de una Europa sedienta de combustible y dividida. Estados Unidos ha puesto de manifiesto su debilidad en la región, permitiendo que un estado amigo sufra una humillación. La izquierda europea calla, en sonoro contraste con sus manifestaciones antinorteamericanas. Los gobiernos europeos hacen contenidas declaraciones, sin ánimo de molestar al Kremlin.
Rusia ha demostrado su poder en el Cáucaso, pero ahora tiene que tomar una decisión sobre el futuro de ambos territorios, que puede volverse en su contra. La anexión podría empujar a la OTAN a invitar a Georgia y Ucrania a incorporarse, lo que Moscú ha tratado de evitar por todos los medios.
1 comentario:
a veces, en casos como estos, se me hace como que dejan a los gringos en una situación medio absurda: malo si hacen (si intervienen), malo si no hacen
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