En Estados Unidos la
gente está armada hasta los dientes y las ventas de armas se han disparado en
los últimos meses. Aunque nadie augura una guerra civil abierta, sí puede intensificarse
una especie de “conflicto civil de baja intensidad” el cual ya está presente y podría
prolongarse durante años con ciberataques,
campañas de difamación, divulgación de teorías conspirativas aun más absurdas,
desobediencia civil, agresiones racistas y de toda índole de violencias, incluso
asesinatos selectivos.
Millones de republicanos “de
base” creen a pie juntillas en la teoría del fraude electoral de Trump, aunque
su cruzada judicial contra los comicios es todo un esperpento. El torpe equipo
legal del presidente ha perdido en todas y cada una de las demandas presentadas
en los estados donde el resultado electoral fue reñido. Pese a ello, el
presidente saliente ha recaudado más de 200 millones de dólares a favor de un comité
destinado a favorecer sus actividades
pospresidenciales. Trump aparece como el claro favorito para ser el candidato
presidencial republicano en el 2014. Claro está, sus infinitos problemas
legales podría acabar con sus aspiraciones futuras: las deudas de su grupo
empresarial, temas de obstrucción a la justicia, fraude fiscal, financiación
ilegal de campaña. Sin duda va a procurar perdonarse a él mismo y a su familia,
pero no será posible hacerlo tratándose de delitos como fraude fiscal y
bancario. De ahí parte de su obsesión (aparte de su narcisismo) por desplegar
esta violenta y atrabiliaria cruzada contra el “fraude”. Claro, sería delicioso
verlo procesado y condenado por todas sus tropelías, aunque no se descarta un
exilio vergonzante, como ha sucedido con tantos dictadores y presidentes
corruptos de por aquí y por allá.
Los retos para Biden son hercúleos.
Mucho le ayuda su pragmatismo. Carecer de una visión política fija le servirá
para tratar de cuadrar el muy difícil círculo de encontrar suficientes republicanos
dispuestos a cooperar en su programa de gobierno y en iniciar una reforma
estructural de las lastimadas instituciones. Quizá sea demasiado peso para sus
envejecidos hombros.
Pedro Arturo Aguirre
Publicado en Hombres Fuertes 9/XII/20