Ecuador es un país al que le tengo un cariño muy particular. Hace muchos años me pasé una inolvidable temporada en la entrañable Quito. Jamás olvidaré ese acento dulce y fascinador de las quiteñas. Cuando fui, recuerdo, el presidente era el socialdemócrata Rodrigo Borja, un buen hombre con fama de honesto y.... bueno.....de pendejo. Hacían muchos chistes los ecuatorianos aludiendo su supuesta falta de inteligencia. Años después conocí a don Rodrigo personalmente en México. Buen hombre.
El Ecuador que conocí era una nación recientemente democratizada que luchaba por consolidar su nuevo sistema político tras años de dictadura militar. Don Rodrigo, pese a lo que se dijera de él, fue capaz de, por lo menos, terminar su mandato, lo mismo que su mediocre sucesor, Sixto Durán, quien sería el último en lograr esta hazaña. A partir de entonces la historia de Ecuador ha sido marcada por el vértigo. El presidente Abdalá Bucaram, electo en 1996, alias "el Loco" (aunque más que loco era idiota), fue destituido por el Congreso por su palmaria incapacidad mental; otro mandatario, Jamil Mahuad, abandonó el poder después de ver cómo quebraban una docena de bancos, y a un tercero, Lucio Gutiérrez, lo derrocaron las mismas algaradas callejeras de las que él se había antes a base de un discurso antiinstitucional y populista. Es así como durante una década y hasta la llegada al poder de Rafael Correa en 2007, ningún presidente terminó su mandato. Decenas de miles de ecuatorianos emigraron al extranjero en esos años, huyendo de un país que se resquebrajaba socialmente, carcomido por una clase política abonada a la corrupción y al nepotismo.
Con los partidos políticos tradicionales desahuciados, los ecuatorianos se acostumbraron a la figura del "outsider", pero no un outsider a la manera camusiana o a la del Oso Bruno, ojalá, sino como un político arribista sin más ideario que su propia capacidad para persuadir a las masas hartas de la política tradicional. Lució fue el primero, pero cayó en desgracia cuando, una vez en el poder, pretendió gobernar en base a recetas liberales, contradiciendo el discurso populista que lo había llevado al poder. Y como un outsider más, también con un discurso de renovación política, Rafael Correa logró en 2006 que su movimiento, Alianza País, se ganara la mayoría de votos.
Con el viento económico a favor, el nuevo presidente no defraudó a su electorado y echó a rodar su "revolución ciudadana" a base de programas sociales y los subsidios para los más pobres.Su popularidad creció como la espuma. El domingo pasado, Correa obtuvo su reelección de manera apabullante. El triunfo, que ha sido precedido por la adopción de una nueva Constitución socializante, entierra, por el momento, el vértigo político y abre un camino hacia la estabilidad social en este país sin sosiego desde mediados de los noventas. Este es, indiscutiblemente, el gran aporte del mandatario reelecto: a pesar de su vehemencia dialéctica, Correa representa para Ecuador un soplo de tranquilidad entre tanto desconcierto. Evidentemente, al triunfo de Correa ha contribuido también una oposición anquilosada que no ha sabido regenerarse y ha presentado como principales contendientes al ya mencionado y desprestigiado ex presidente Gutiérrez y a Alvaro Noboa, un magnate bananero sin más programa político que su chequera.
Correa tiene ahora vía libre para seguir con su "revolución ciudadana" que cuenta desde septiembre con la cobertura jurídica de la nueva Constitución, avanzada socialmente y que deja en manos del Estado los sectores clave de la economía. El presidente, tal y como ha sucedido en Venezuela, ha imprimido un trascendental impulso a las políticas sociales triplicando en los dos años que lleva en el gobierno la inversión en programas sociales de salud, vivienda y educación y ha duplicado el denominado "bono de la pobreza" (hasta los 30 dólares mensuales), un plan de ayuda para las clases más desfavorecidas. Pero, de nuevo, al igual que en Venezuela, sus críticos lo acusan de haber dilapidado los ingresos petroleros en los años de bonanza en una mera política asistencialista y de no haber puesto los cimientos de una economía productiva.
Es cierto que el presidente se ve afianzado políticamente en el poder (la nueva Constitución le permite aspirar a la presidencia una vez más, con lo que podría gobernar hasta 2017), pero enfrenta ahora a una crisis económica global que ya está afectando al país. La caída de los precios del petróleo y la reducción drástica de las remesas enviadas por los emigrantes amenazan el modelo económico del presidente. Sólo en el primer trimestre del año, los ingresos por petróleo (piedra angular de la economía ecuatoriana) disminuyeron un 67 por ciento. Están en peligro los proyectos sociales que se encuentran en la base del alto apoyo que mantiene el presidente entre la población.
Correa ha dejado de ser un outsider. Su movimiento político comienza a echar raíces y ha logrado conjurar, por el momento, el vértigo político en Ecuador. Pero la gran interrogante -de nuevo, como en la Venezuela bolivariana- es si la "revolución ciudadana" también avanzará en tiempos de crisis económica.
1 comentario:
Acabo de descubrir este blog y queria felicitar al autor. Ademas, me gusto el comentario sobre Ecuador. He estado en ese pais varias veces desde 2007 y coincido con la descripcion de Correa. Creo que ha logrado dar una sensacion de institucionalidad a un pais que la habia perdido por los excesos de los partidos en el congreso. Sin embargo, creo que esta cometiendo algunos errores que espero no hagan su programa inviable. El unico que voy a comentar es su agresividad contra la oposicion. Ya lo se, son unos idiotas sin propuestas. Pero despues de dos anyos en el poder los problemas de Ecuador ya le pertenecen. Despues de esta eleccion, espero que se olvide de hacer campana. Lastimosamente, como dicen las quitenas, ha hecho muchas promesas de gasto publico (que se duplico en lo que lleva en el gobierno) que no podra cumplir con los ingresos petroleros cayendo, sin acceso al mercado de bonos y sin tener opcion de recurrir a la politica monetaria. Veremos si su proximo movimiento no es abandonar la dolarizacion.
De nuevo, felicitaciones al autor del blog.
Juan Carlos
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