sábado, 4 de abril de 2009

Alfonsín vs. la frivolidad K

"El legado de Alfonsín ha comenzado, por lo que se percibe, a fructificar en el ánimo ciudadano más allá de los fracasos que pudieran haberse producido entre 1983 y 1989. En primer lugar, se ha hecho evidente que el país está peor hoy que dos décadas atrás. Por el crecimiento de la pobreza y de la indigencia. Por la inseguridad jurídica y física de los habitantes. Por los índices de corrupción que se han ido acumulando. Por la concentración excesiva de poder real en la administración y renuncia fáctica del Congreso a ejercer sus facultades. Por las amenazas contra la independencia del Poder Judicial. Por el desacoplamiento entre las invocaciones a la democracia y la ligereza con la cual se asume el espíritu republicano sin el cual correría el riesgo de constituirse en cáscara vacía de contenidos legales y legítimos.

En la mayoría de esos ítems, la imagen de Alfonsín, con todos los defectos de gestión que pudieron con razón habérsele imputado, está asociada a un carácter que se añora. Y, por sobre todo, la ciudadanía parecería haber relacionado al ex presidente radical con los parámetros de decencia y entereza personales que exige, como criterios mínimos, de la política y de los políticos. Con el compromiso perseverante respecto de ideales y del arrojo suficiente para defenderlos en las más azarosas circunstancias. Con la voluntad de consustanciar las luchas políticas a partir de la defensa de las instituciones de la República y no de la preservación indefinida de los intereses personales de quienes se convierten en actores dominantes de la política.

El mejor homenaje a Alfonsín será saber transitar por ese camino, en momentos en que la orfandad institucional y la incapacidad para el diálogo afloran como preocupaciones centrales. Cuanto antes, mejor." La Nación

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