sábado, 4 de abril de 2009

Obama y el G20


Contra lo que la mayoría de la gente pensaba, el G20 aportó más éxitos que fracasos y, sobre todo, le dio a Obama, quien ha tenido un difícil inicio de presidencia (sobre todo a nivel de política interna) una nueva dimensión internacional. Nadie esperaba, en verdad, que la reunión concluyera con un acento tan positivo. Las posiciones de Estados Unidos y de Gran Bretaña, por un lado; las de Francia y Alemania, por el otro; las aprensiones de China y Rusia, y el recelo en Asia y América latina no pronosticaban un resultado demasiado alentador. Pero si lo hubo, el gran arquitecto de la concertación fue Obama. Y no lo fue tanto por lo que hizo, sino por lo que no hizo. No se propuso imponer, sino negociar, convencido de que la perspectiva de un mundo unido hará más por rescatar la economí­a internacional de la profunda recesión en que se encuentra que un compromiso arrancado por la fuerza. Obama comprendía que Estados Unidos debí­a reincorporarse al mundo, después de ocho años de ostracismo provocado por las polí­ticas de su antecesor, George W. Bush, pero que para hacerlo era necesario mostrar humildad, reconocer la responsabilidad que ha tenido y tiene en la presente crisis y aceptar que la era unipolar o bipolar terminó. Se arribí a importantes acuerdos, no hubo ganadpres ni perdedores y aunque nadie obtuvo al 100% todo lo que quería (en ninguna real negociación pasan esas cosas) sí hay lugar para un moderado optimismo respecto a las posibilidades de superar la recesión internacional. Ojalá así sea.

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