Por fin vi W., la película de Oliver Stone sobre el expresidente. Con tres películas basadas en presidentes contemporáneos, Oliver Stone se ha convertido en el preminente cronista de las historias íntimas de la Casa Blanca. Pero a diferencia de JFK y Nixon , sus anteriores producciones, W. , la película basada en la caída y ascenso y estrepitosa caída final de George W. Bush, es la primera en tratar de capturar dramáticamente la carrera de un presidente mientras aún se encuentraba en ejercicio (fue estrenada el año pasado. El ejemplo más cercano de este tipo de inmediatez es The Queen , de Stephen Frears, con Helen Mirren en el papel de Isabel II.
Esto habla de la audacia y de los riesgos que asumió Stone. A menos que se trate de una parodia, no es fácil insuflar vida a personajes que uno puede ver por televisión en su versión original apenas dja la sala cinematográfica o apague el reprodutor de DVD.
La mente humana, como la historia, necesitan de distancia y perspectiva, ero supongo que para Stone la tentación era demasiado grande. Como lo explicó en una entrevista: "Los Estados Unidos se han definido en los comienzos del siglo XXI como un Estado-cowboy y Bush ha expresado, hiperbólicamente, toda la mentalidad de cowboy que el mundo atribuye a los Estados Unidos".
La película es fascinante en muchos sentidos. Josh Brolin hace una notable recreación de Bush al punto de que, por momentos, uno cree estar viendo al verdadero, y lo mismo puede decirse del resto del elenco, que incluye a Richard Dreyfuss (como el horrendo Dick Cheney), Elizabeth Banks (Laura Bush), James Cromwell (George H. W. Bush), Scott Glenn (Donald Rumsfeld) y Toby Jones (Karl Rove).
La narración arranca en los años universitarios de George W., cuando no era otra cosa que un chico bien, sólo interesado en el béisbol, la cerveza, el juego y las mujeres y termina con la guerra en Irak, cuando, desconcertado, descubre que Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva. Entre ambos períodos se teje una historia que recoge su prematuro resentimiento, la infructuosa búsqueda de aprobación paternal, su conversión religiosa y, finalmente, la presidencia. Al margen de las consideraciones artísticas y el necesario cuestionamiento de la verdad histórica que surge de una película que es, en el mejor de los casos, una recreación, y en el peor, una mera invención, queda la reflexión que W. propone acerca de la naturaleza del poder y las calificaciones de quienes lo ejercen.George W. Bush nunca debió haber sido presidente del país más poderoso del planeta, del cual, en mayor o menor medida, depende el bienestar del resto del mundo. Nunca tuvo las condiciones, ni la preparación, ni el criterio ni la estatura para asumir semejante responsabilidad. Esto lo supo su padre y lo sabe hoy el 75 por ciento de los norteamericanos que opinan que el país fue llevado en la dirección equivocada durante su fracasada presidencia. Cuando un periodista le pregunta cuál será su lugar en la historia, Bush responde: "¿La historia? En la historia estaremos todos muertos".
La mayor virtud de Bush, según lo advierte Karl Rove, es que es la clase de persona con la que uno quisiera tomar una cerveza. El concepto se convirtió en un slogan de la campaña y ha sido resucitado una y otra vez, a pesar del decreciente número de personas deseosas de compartir una cerveza con él. Esta noción de que un presidente debe ser elegido a partir del más bajo denomindor común, de que no tiene que tener otra aptitud que la de parecerse a la mayoría, puede resultar una aspiración muy democrática pero es una fórmula de desastre, como lo han demostrado estos últimos ocho años.
La gran lección que nos deja W. es que la fascinación por la simpleza o la ignorancia disfrazada de simpleza es un arma política poderosa............pero devastadoramente peligrosa.
3 comentarios:
Pedro soy un bebedor tenaz de cerveza, pero la simpleza disfrazada de simpleza, la euforia del converso y el ego desmedido me impedirían tomarme una cerveza con mister Bush. De seguro termina mi cartera con el déficit más grande de su historia.
Ví la película hace un par de semanas y me dejó una rara sensación: W Bush me cayó bien, me pareció una víctima de su padre, Rove, Cheney y de su tremenda ignorancia.-
Un Fox a la gringa, pues. (A quien por cierto hecho de menos, pues en México antes teníamos un idiota con botas, ahora un idiota transparente, no sé qué sea peor)
La verdad. No me gustó la película, me pareció demasiado simplona.
Pos sí Geraldina, la película es simplona, por qué el personaje es simplón. Y coincido con Fab. Amo la cerveza, pero me daría hueva beberme una con el simplón de Dubbya.
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