En ninguna parte del mundo hay gobierno que se atreva a pronosticar un pronto fin a la crisis económica mundial, salvo en México. El chaparrín Calderón sí se atreve a hacer augirios optimistas para el corto plazo , el muy corto plazo, y asegura que será "por ahí de agosto", en medio de las vacaciones de verano cuando llegue la esperada hora de recuperar el crecimiento económico.
Calderón responde a la necesidad colectiva de esperanza que está reflejada en las encuestas sobre la crisis económica. Por qué según encuestas en manos de los gionios de los Pinos, las encuestas dicen que el mexicano está ya tan curtido en crisis, que esta, de plano, ni le espanta.
Gracias al provervial estoicismo del mexicano, poner una fecha para el fin de esta adversidad es una especie de ¿ardid político? que operaría en varias pistas:
Agrada a tantos incorregibles optimistas que, por lo viesto, hay por ahí, quienes en el país se empeñan en negar el desastre económico que avanza por todas partes.
Busca obviar los estragos del desastre y referirse sólo al "promisorio futuro" cuyo arribo es "inminente" .
Permite un manejo anticrisis que presiona por la necesidad de mayores reformas para “estar listos para cuando todo haya pasado”.
La promesa de fin del apocalipsis tiene una fecha conveniente, aunque no se dice, pues apunta, casualmente, justo a después de la conclusión del proceso electoral del 5 de julio. Hasta parecd decirnpos "viten por el PAN y al menos salimos del atolladero", Así de simplón es el argumento. El punto demuestra claramente que al presidente Felipe Calderón le importa sortear el proceso electoral que viene.
Claro, muchos pesimistas pensarían que Calderón estaría obligado a responder cuáles son los datos duros que sustentan sus pronósticos sobre la crisis. Explicar por ejemplo, cómo a unos meses de que se termine el 2009, se recuperarán los empleos, las ventas, el déficit presupuestario, las exportaciones, que todo mundo pronostica irán en picada por el resto de este año.
¡Pero, esos son sólo detalles, manito!
1 comentario:
Sin duda, no hay peor imbécil que aquel que se muestra optimista frente a una situación eminentemente trágica y duradera.
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