Hoy es un buen día para proponer a la destrucción del feo, grandilocuente y hasta falaz Monumento a la Revolución y levantar en su lugar un paque arbolado que recuerde al millón de vidas que se perdieron en la lucha, y de las que casi nunca se han acordado los panegirístas oficialoides del "movimiento social armado". Casi todos los países que se han visto involucrados en grandes guerras o en cruentas luchas civiles han levantado monumementos (uno feos, otros más) que, por lo menos, tienen el tino de homenajear a los anónimos caídos, al soldado desconocido, a las vítimas civiles. México es la bochornosa excepción. Incluso el dictador Franco tiene su "Valle de los Caídos". Con un parque recuperaríamos algo para el verde, tan castigado en nuestra deshumanizada ciudad, y regalaríamos un estupendo sitio para que los ciudadanos "de a pie" descansen, mediten y se relajen. Al centro del parque podría levantarse un monumento en memoruia a los caídos. Algo sencillo y hermoso, nada de bodrios al estilo de Sebastián, por favor.
El Monumento a la Revolución es un bodoque inspirado por el más atroz mal gusto que festeja a groseros cuadillos y es un emblema del autoritarismo del antiguo régimen priísta y de sus repugnante corporativismo. No en balde tiene de vecino minmediato a la CTM y la estaua de Fidel Velázquez. Bien podría llamarse Monumento a la Corporación". Su ampulosidad autoritaria desentona y hasta ofende abiertamente a la sociedad democrática que aspiamos a ser. Elevemos emblemas a la libertad, al renacer ciudadano, a los hombres y mujeres de "a pie". Derrumbemos los grotescos emblemas del antiguo régimen.
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