martes, 8 de septiembre de 2020

Las Urnas Movedizas de Vladimir Putin

 Dave Granlund – Editorial Cartoons and Illustrations » Putin and Russian  ballot box

 La mayoría de los regímenes autoritarios actuales pretende conservar una fachada democrática con la celebración periódica de elecciones, pero para garantizar sus perennes triunfos procuran asegurarse un férreo control sobre las autoridades electorales y recurren de forma sistemática e insolente durante las campañas a todo tipo de trucos y añagazas para ganar en las urnas a como dé lugar.

Una apoteosis de elección fraudulenta la acaba de ofrecer Vladimir Putin. Rusia celebró hace unos días un referéndum para derogar las limitaciones constitucionales a la reelección indefinida del presidente. El resultado oficial fue un apabullante 78 por ciento de votos a favor de la reforma, lo cual invitaría a pensar en el carácter incombustible e inapelable de la popularidad de Putin, pero un análisis más detallado da cuenta de muchísimas irregularidades y trampas.

Este referéndum se llevó a cabo sin garantías mínimas de transparencia y careció de fundamento jurídico por ser innecesario, al haber sido aprobada la nueva disposición en el Parlamento y sancionado por la Suprema Corte. No se exigió un umbral mínimo de participación, su realización no se supervisó de forma independiente y se violaron las más elementales normas y estándares internacionales usuales en cualquier país para garantizar un proceso íntegro.

El gobierno organizó sorteos con premios hasta de 10 millones de rublos (140 mil dólares) para incentivar la participación de los ciudadanos. Con el pretexto del coronavirus, se instalaron mesas de votación móviles en parques, canchas deportivas y hasta dentro de camiones. También las boletas electorales podían ser arrojadas en cajas de cartón ubicadas a los costados de los caminos y las carreteras, y se estableció un opaco sistema para facilitar el voto electrónico. Todas estas medidas dieron lugar a amplias oportunidades de manipulación.

En el referéndum se aprobaba no solo el tema de la reelección indefinida, sino un paquete de 206 propuestas diseñadas para confundir a los electores, tales como un sistema de pensiones a prueba de inflación, estatus protegido para el idioma ruso y prohibición del matrimonio gay. A los electores no se les permitía elegir cuales propuestas aprobar y cuales rechazar, era decir sí o no a todo el lote.

¡Ah!, y escondidita entre todo el paquete también había disposición para otorgar al presidente de la facultad de despedir libremente a los jueces de los tribunales Supremo y Constitucional.

Putin ha procurado establecer su legitimidad por la vía electoral, aunque los comicios en Rusia jamás han sido del todo limpios. Los candidatos opositores son acosados, encarcelados o excluidos, los medios de comunicación estatales son parciales hacia el partido del gobierno y, por supuesto, la autoridad electoral está supeditada al presidente. Ahora, pese a las aparentes “victorias aplastantes”, este recurso empieza a agotarse.


Pedro Arturo Aguirre

Publicado en la columna Hombres Fuertes

8 de julio de 2020

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