lunes, 6 de mayo de 2013

¿Por Qué los Políticos son Cada Vez más Burros?




Que estamos en una crisis de liderazgo a nivel mundial no es un secreto para nadie. Por doquier nos encontramos a demagogos, timoratos, populistas, oportunistas ineptos y/o corruptos que quedan muy chiquitos ante la magnitud de los retos a enfrentar en estos tiempos tan azarosos de grandes sacudidas y crisis. Pero lo que resulta el colmo es constatar la carencia de formación intelectual de los actuales líderes, al grado que uno se pregunta si  los gobernantes del mañana no acabarán, de plano, siendo analfabetas. Obama es una notable excepción a esta regla. A riesgo de ser censurado por tanta buena alma nacionalista que hay por ahí indignada porque, según esto, el presidente de Estados Unidos “nos deslumbró como lo hicieron los conquistadores en el siglo XVI”, reconozco que Obama se lució, otra vez, con el magnífico discurso que dio en el Museo de Antropología, mientras que de Peña Nieto ¡ni hablar! desarticulado e insustancial se vio el pobre cuando padeció el suplicio de improvisar unas palabras ante su distinguid invitado. La verdad Peña dio pena ajena.  

Politólogos, sociólogos y toda clase de expertos  coinciden en señalar la creciente falta de formación y preparación académica de los políticos en la actualidad. Se trata de personajes soberanamente incultos que en el mejor de los casos lograron terminar estudios de especialización en algunas ramas administrativas o jurídicas, pero que han descuidado de forma flagrante su formación intelectual e incluso profesional. Por supuesto, tenemos como caso incontestable de incultura  el oso (y no Bruno, precisamente) de Peña Nieto con aquello de los famosos tres libros, pero si repasamos a los “distinguidos integrantes” tanto del actual gabinete como del pasado y del antepasado gobierno veremos que muy pocos brillan por tener una formación relevante. Profesionales de medio pelo y eso en el mejor de los casos, la mayor parte de los cuales ni siquiera llegó a conocer más o menos bien los temas específicos de las secretarias que ocuparon y una fauna aún más espeluznante encontramos en la lista de gobernadores y legisladores.  

La política se ha convertido en el modus vivendi de personajes que adolecen de una escasa formación profesional. La experiencia de la mayoría de nuestros políticos muy rara vez rebasa el ámbito del sector público.  La llamada “clase política” se ha convertido en el caldo  de cultivo de profesionales de partido con una muy escasa formación. Es la apoteosis de los Martí Batres.  Y es que se le exige poco a quienes nos representan. Los dirigentes partidistas priman la fidelidad por encima del mérito o la capacidad en el momento de confeccionar las listas de candidatos a puestos de elección popular. No se busca calidad, sino rellenar espacios y la gente rellena-espacios nunca es la más preparada”. Por otra parte, poco ha contribuido a mejorar la calidad de los políticos la exagerada mediatización de los procesos electorales, así como el encarecimiento de las mismas. Ser bonito o tener dinero cuenta más que la formación política, profesional e intelectual del  candidato.

Obviamente, no quiero olvidar a la tecnocracia. No han sido precisamente pocos los altos funcionarios que han mostrado expedientes académicos brillantes, sobre todo en el manejo de las finanzas públicas, aunque a muchos de nuestros tecnócratas les ha faltado cultura humanista.

Este problema es a nivel mundial. Obama, como apunto líneas arriba, es una notable excepción: estudió Derecho en Harvard y se  graduó en la Universidad de Columbia en la prestigiosa escuela de Derecho Harvard. Lo hizo con un expediente brillante, magna cum laude.  Durante doce años fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago y en la Universidad de Columbia estudió Ciencias Políticas y se especializó en Relaciones Internacionales. Pero el resto deja mucho que desear: Angela Merkel sobresalía desde joven en matemáticas e idiomas, se convirtió en una especialista en química cuántica y se doctoró en Física por la Academia de Ciencias Berlinesa, pero sus aportaciones intelectuales como canciller de Alemania no se acercan ni de lejos a las ofrecidas, en su momento, por Willy Brandt o Helmut Scmidt. El pedestre de Nicolás Sarkozy y el burocratilla de Hollande avergüenzan a gente como Mitterrand, Giscard, Pompidou o De Gaulle. Cameron, Aznar, Zapatero, Rajoy deslucen frente a muchos de sus muy dignos antecesores, ya por no hablar del bufón Berlusconi. O de los aterradores casos de gente como Chávez, Maduro, Menem, Cristina K., Evo y esa horda de ignorantes y palurdos que mal gobiernan hoy en nuestro subcontinente o lo han hecho en el pasado. Ya se están acabando los Fernando Herique Cardoso, Belisario Bentancourt, Sanguinetti y Lagos, entre otras destacadas excepciones de gobernantes latinoamericanos dueños de solidez intelectual.
Evidentemente, no basta con ser culto o contar con antecedentes académicos relevante para ser buen gobernante. Muchos elementos juegan para hacer a un buen político: sensibilidad, intuición, paciencia, aplomo, carácter, etc. Obama mismo no destaca precisamente como un gran estadista, esa es la verdad. Pero una formación intelectual otorga una amplia visión del mundo y de la vida con la que un estadista debe contar. Ojalá las cosas no acaben siendo como una frase que leí el otro día en Facebook: “Si sigue devaluándose la calidad educativa, al final solo seremos capaces de formar políticos”.
 

1 comentario:

Paula Muñoz Inclán dijo...

Parece que ser inculto es incluso un requisito para ocupar esos cargos desde los que no se gobierna sino que se da la cara, y para dar la cara por algunas aberraciones se necesita tener una densa armadura de ignorancia.