Ocho en la Cumbre
Nuevo Horizonte Editores
1998
La segunda edición, actualizada, verá la luz en 2011
1998
La segunda edición, actualizada, verá la luz en 2011
Texto del Prefacio:
"Inaugurado en 1975 como un mecanismo sui generis de alto nivel para propiciar la reunión periódica de los líderes de las principales democracias industrializadas del mundo, el Grupo de los Siete (hoy, de los Ocho) se ha convertido en una institución axial en el desarrollo político y económico internacional, por lo que su estudio es fundamental para la comprensión del mundo contemporáneo.
La historia del G8 no ha estado exenta de crisis y altibajos: recesión, la creciente saturación de su agenda y el inusitado impacto que tuvo el fin de la guerra fría propiciaron graves problemas estructurales y formales a las Cumbres, particularmente a las celebradas entre 1988 y 1994, pero la institución, paulatinamente, ha recuperado presencia y viabilidad en un mundo necesitado de contar con un instrumento de consulta directa que ayude a arribar a decisiones rápidas para enfrentar los cada vez más complejos de la sociedad contemporánea. El G8 ha comprobado ser un foro de útil en la tarea de estrechar los vínculos de cooperación intergubernamental, en la promoción del entendimiento mutuo y en fomentar la conciliación de esfuerzos para enfrentar los retos de nuestros tiempos, sobre todo los relativos al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. Asimismo, la reciente inclusión de Rusia lo ha fortalecido como órgano idóneo de interlocución entre los países más poderosos del mundo.
Aunque la recesión y los problemas derivados del fin de la guerra fría cuestionaron su existencia, la fortaleza del G8 radica en su naturaleza relativamente informal, la cual, paradójicamente, lo convierte en un eficaz mecanismo de consenso entre las grandes potencias, que pueden deliberar y eventualmente decidir de manera directa y sin mayores trámites o intermediarios sobre cuestiones trascendentales.
Ahora que la reforma a las Naciones Unidas está empantanada, sobre todo en lo concerniente a la conformación del Consejo de Seguridad, el G8 asume un nueva dimensión en problemas de seguridad y política internacional, lo cual, aunado a su renovado protagonismo en los temas de la sociedad posindustrial (defensa del medio ambiente, combate al narcotráfico, prevención de enfermedades contagiosas, etc.) lo convierte en un prominente instrumento global en el escenario del fin de siglo, muchas veces por encima de otras instancias y organizaciones formales, y sin considerar mecanismos económicos que involucran a los grandes consorcios multinacionales. De hecho, muchos piensan que con la eventual incorporación de China al denominado “Club del Poder”, éste desplegará todas sus potencialidades.
Claro, desde el principio la integración de un club tan “exclusivo” provocó protestas del resto de la comunidad internacional. Por un lado, de las potencias económicas medias (como los Países Bajos, Bélgica o Suecia) y de los países en vías de desarrollo más habitados (India, Indonesia y China), que se sentían con suficiente derecho y representatividad para ser considerados miembros del grupo; por otra parte, del mundo en desarrollo, que reprocha al G8 su supuesta pretensión de hablar y decidir en nombre de la humanidad; y, por último, de aquellos que consideran que se está relegando a la ONU y al resto de los organismos internacionales a un segundo plano en beneficio de los países más ricos.
Es por esta razón que prácticamente desde la primera cumbre, el tema de las relaciones entre los países desarrollados y el tercer mundo fue incluido en la agenda de conversaciones. Grandes ideas y proyectos de asistencia se han discutido cumbre tras cumbre, pero lo cierto es que los resultados han dejado mucho que desear. En lo que respecta a la cooperación internacional con las naciones en vías de desarrollo es donde el grupo de los poderosos entrega los resultados más magros.
Por otra parte, es importante subrayar que el G7/8 nunca ha tenido la pretensión de tomar decisiones excluyendo al resto de la humanidad, ni de constituir un organismo hegemónico que suplante la tarea de Naciones Unidas y sus órganos especializados. El grupo nació por la necesidad que existe en el mundo de contar con un mecanismo de deliberación y consulta que involucre a las principales potencias mundiales con capacidad de ejercer un liderazgo global o regional, del cual no emanan directrices terminantes o categóricas y cuyas conclusiones no son necesariamente ni obligatorias ni vinculantes.
Concebida inicialmente como un evento consagrado a tratar temas exclusivamente económicos, la agenda del G78 ha variado considerablemente con el tiempo. Respondiendo a las demandas de los tiempos, muy pronto cobraron preeminencia los temas de política y seguridad internacional, y más recientemente los asuntos derivados de la globalización
Este libro constituye un esfuerzo por publicar un estudio que explique y analice a fondo el origen, historia, características, naturaleza, evolución y perspectivas del Grupo de los Siete, enfatizando su papel en lo concerniente a los temas de política internacional. Se trata de un trabajo realizado en México ante la necesidad que tenemos en nuestro país de actualizar el estudio de las tendencias mundiales a la luz de los grandes acontecimientos que la humanidad ha vivido durante la última década."
"Inaugurado en 1975 como un mecanismo sui generis de alto nivel para propiciar la reunión periódica de los líderes de las principales democracias industrializadas del mundo, el Grupo de los Siete (hoy, de los Ocho) se ha convertido en una institución axial en el desarrollo político y económico internacional, por lo que su estudio es fundamental para la comprensión del mundo contemporáneo.
La historia del G8 no ha estado exenta de crisis y altibajos: recesión, la creciente saturación de su agenda y el inusitado impacto que tuvo el fin de la guerra fría propiciaron graves problemas estructurales y formales a las Cumbres, particularmente a las celebradas entre 1988 y 1994, pero la institución, paulatinamente, ha recuperado presencia y viabilidad en un mundo necesitado de contar con un instrumento de consulta directa que ayude a arribar a decisiones rápidas para enfrentar los cada vez más complejos de la sociedad contemporánea. El G8 ha comprobado ser un foro de útil en la tarea de estrechar los vínculos de cooperación intergubernamental, en la promoción del entendimiento mutuo y en fomentar la conciliación de esfuerzos para enfrentar los retos de nuestros tiempos, sobre todo los relativos al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. Asimismo, la reciente inclusión de Rusia lo ha fortalecido como órgano idóneo de interlocución entre los países más poderosos del mundo.
Aunque la recesión y los problemas derivados del fin de la guerra fría cuestionaron su existencia, la fortaleza del G8 radica en su naturaleza relativamente informal, la cual, paradójicamente, lo convierte en un eficaz mecanismo de consenso entre las grandes potencias, que pueden deliberar y eventualmente decidir de manera directa y sin mayores trámites o intermediarios sobre cuestiones trascendentales.
Ahora que la reforma a las Naciones Unidas está empantanada, sobre todo en lo concerniente a la conformación del Consejo de Seguridad, el G8 asume un nueva dimensión en problemas de seguridad y política internacional, lo cual, aunado a su renovado protagonismo en los temas de la sociedad posindustrial (defensa del medio ambiente, combate al narcotráfico, prevención de enfermedades contagiosas, etc.) lo convierte en un prominente instrumento global en el escenario del fin de siglo, muchas veces por encima de otras instancias y organizaciones formales, y sin considerar mecanismos económicos que involucran a los grandes consorcios multinacionales. De hecho, muchos piensan que con la eventual incorporación de China al denominado “Club del Poder”, éste desplegará todas sus potencialidades.
Claro, desde el principio la integración de un club tan “exclusivo” provocó protestas del resto de la comunidad internacional. Por un lado, de las potencias económicas medias (como los Países Bajos, Bélgica o Suecia) y de los países en vías de desarrollo más habitados (India, Indonesia y China), que se sentían con suficiente derecho y representatividad para ser considerados miembros del grupo; por otra parte, del mundo en desarrollo, que reprocha al G8 su supuesta pretensión de hablar y decidir en nombre de la humanidad; y, por último, de aquellos que consideran que se está relegando a la ONU y al resto de los organismos internacionales a un segundo plano en beneficio de los países más ricos.
Es por esta razón que prácticamente desde la primera cumbre, el tema de las relaciones entre los países desarrollados y el tercer mundo fue incluido en la agenda de conversaciones. Grandes ideas y proyectos de asistencia se han discutido cumbre tras cumbre, pero lo cierto es que los resultados han dejado mucho que desear. En lo que respecta a la cooperación internacional con las naciones en vías de desarrollo es donde el grupo de los poderosos entrega los resultados más magros.
Por otra parte, es importante subrayar que el G7/8 nunca ha tenido la pretensión de tomar decisiones excluyendo al resto de la humanidad, ni de constituir un organismo hegemónico que suplante la tarea de Naciones Unidas y sus órganos especializados. El grupo nació por la necesidad que existe en el mundo de contar con un mecanismo de deliberación y consulta que involucre a las principales potencias mundiales con capacidad de ejercer un liderazgo global o regional, del cual no emanan directrices terminantes o categóricas y cuyas conclusiones no son necesariamente ni obligatorias ni vinculantes.
Concebida inicialmente como un evento consagrado a tratar temas exclusivamente económicos, la agenda del G78 ha variado considerablemente con el tiempo. Respondiendo a las demandas de los tiempos, muy pronto cobraron preeminencia los temas de política y seguridad internacional, y más recientemente los asuntos derivados de la globalización
Este libro constituye un esfuerzo por publicar un estudio que explique y analice a fondo el origen, historia, características, naturaleza, evolución y perspectivas del Grupo de los Siete, enfatizando su papel en lo concerniente a los temas de política internacional. Se trata de un trabajo realizado en México ante la necesidad que tenemos en nuestro país de actualizar el estudio de las tendencias mundiales a la luz de los grandes acontecimientos que la humanidad ha vivido durante la última década."
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