La democracia norteamericana, cuyas instituciones y prácticas son admiradas como modélicas por muchos de nuestros opinólogos, está llena de deficiencias e imperfecciones. Es un sistema donde las corporaciones y el dinero tienen cada vez más influencia mientras el proceso de toma de decisiones se aleja cada vez más del ciudadano común. La gravísima sentencia dictada la semana pasada por la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos que permitirá a las entidades privadas financiar de forma ilimitada a los partidos y candidatos en las campañas electorales, así como la autorización a estas a expresarse a favor o en contra de los candidatos, empeorará considerablemente la tendencia a la oligarquización del sistema político norteamericano, lo que necesariamente tendrá repercusiones a nivel global. "Esa sentencia es un golpe a la democracia. No puedo imaginarme otra cosa más devastadora para el interés público", declaró el presidente Obama en su discurso radial. Tiene mucha razón. Esta decisión tan controvertida anula una decisión de hace dos décadas que obligaba a las empresas a usar fondos sólo mediante un "comité de acción política" especial y que prohibía a empresas y a sindicatos usar su dinero para costear y transmitir anuncios que pedían la elección o la derrota de un candidato particular mencionándolo por su nombre y la cual fue aprobada como reacción natural ante la ola de escándalos políticos de corrupción que afecto a Estados Unidos desde Watergate.
Los grandes triunfadores con este dictamen de la Suprema serán los lobbystas y de los representantes de los grupos de poder. Desde ahora aquellos congresistas que intenten enfrentarse o aprobar leyes en detrimento de instituciones como bancos, empresas petroleras, aseguradoras de la salud y un largo etc. serán susceptibles a jugar con desventaja frente a sus eventuales rivales en las urnas, quienes gozarán de los ilimitados recursos que proporcionan las corporaciones. ¿Es esto una democracia?
Los grandes triunfadores con este dictamen de la Suprema serán los lobbystas y de los representantes de los grupos de poder. Desde ahora aquellos congresistas que intenten enfrentarse o aprobar leyes en detrimento de instituciones como bancos, empresas petroleras, aseguradoras de la salud y un largo etc. serán susceptibles a jugar con desventaja frente a sus eventuales rivales en las urnas, quienes gozarán de los ilimitados recursos que proporcionan las corporaciones. ¿Es esto una democracia?
El máximo tribunal, integrado por nueve miembros, aprobó la infame sentencia con el voto a favor de los cinco miembros conservadores, herencia de las administraciones republicanas de Reagan y los Bush, mientras que los cuatro liberales votaron en contra. La medida permitirá que cualquier empresa financie anuncios televisivos o cualquier tipo de campaña contra candidatos cuyas políticas consideren contrarias a sus intereses o apoyar a aquellos que los puedan favorecer sin límite o tope alguno. Desde luego, fue la derecha republicana la primera en aplaudir la medida y saludarla como una "restauración de la libertad de expresión".
Estos son los temas de fondo en la agenda de una democracia. Las cuestiones de forma como la reelección legislativa, la proporcionalidad, el número de integrantes de un Congreso, las candidaturas independientes, las dos vueltas y otros más que tanto nos desvelan actualmente en México son importantes, sin duda, pero los temas que verdaderamente tienen trascendencia para definir el carácter genuino de una democracia son los que tienen que ver con cuestiones como la regulación de los fondos para las campañas electorales, el papel de los medios de comunicación, la actuación de los grupos de poder, el clientelismo y el corporativismo. Mientras ataquemos los meollos del quehacer político y nos limitemos a defender o criticar medidas formales padeceremos una democracia frágil y espuria.
1 comentario:
Como nuestro Presidente espurio.
Peje! Peje! Je.
Saludos.
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