No sorprende que un imbécil como Pat Robertson haya declarado que el drama de Haití se debe a que este país hizo "un pacto con el diablo". Podríamos llenar páginas y páginas con los dislates que ha dicho este señor a lo largo del tiempo. Lo que debe verdaderamente preocuparnos es que tele-evangelistas descerebrados como éste, el difunto Falwell y una pléyade de sujetos por el estilo erupten sus tonterías todos los días y un sector muy significativo del público norteamericano les crea. Recuérdese que Estados Unidos es un país donde hay un porcentaje mauyor de personas que creen en las posesiones diabólicas que en la teoría de la evolución. Según alguna encuesta el 48% de los norteamericanos consideran el evolucionismo una herejía; el 68% dicen creer en el diablo y, más aún, afirman verlo o haberlo visto alguna vez. Abundan en el país más poderoso del mundo la creencia en la literalidad sin recurso alguno a la interpretación de las barrabasadas que dice la Biblia. Fue a finales de la década de los setenta y durante toda la década de los 80 cuando los fundamentalistas jugaron un papel importante en la esfera política con la creación de la Mayoría Moral S. A., del pastor bautista y teleevangelista Jerry Falwell, y de la Coalición Cristiana, del teleevangelista Pat Robertson. Rompían así el aislamiento político en el que se encontraban y colocaban la "Mayoría Moral" al servicio de una política ultraconservadora en lo político, lo religioso, lo cultural, lo educativo y lo moral, que contrarrestara la decadencia de la religión en todos los campos. El apoyo de los fundamentalistas fue decisivo en los dos triunfos electorales de Ronald Reagan, en 1980 y 1984, y en el de George W. Bush padre en 200 y 2004.
Desde los orígenes del movimiento fundamentalista, el principal objetivo de la derecha religiosa, aliada con la derecha neoconservadora, es condenar el humanismo secular, ideología que, a su juicio, está a punto de destruir América, minando su "fibra moral". La expresión "humanismo secular" se refiere al ateísmo, el evolucionismo, el materialismo, el antropocentrismo y el liberalismo. Falwell explicaba el avance del humanismo secular en estos términos: "Hasta hace treinta años, las escuelas públicas americanas servían como orientación y ayuda a nuestros niños y niñas. La Biblia se leía en todas las escuelas de la Nación. Pero la decadencia en nuestro sistema político sufrió una enorme fatalidad cuando la Corte Suprema retiró de las clases la lectura de la Biblia. Nuestro sistema público está ahora perneado por el humanismo secular, que cree que cada hombre es su propio dios y que los valores son relativos. Bajo el presunto propósito de la educación sexual, los libros de texto están pervirtiendo las mentes de millones de estudiantes. Yo creo que la grandeza de América puede atribuirse al Gran Libro, así como a los buenos libros científicos, literarios e históricos que nos han llevado a asimilar los hechos necesarios para construir una gran República bajo la tutela de Dios".
El discurso y la actividad política de estos fanáticos tele-evangelistas se caracterizan por el maniqueísmo con tonos apocalípticos y espíritu de venganza que desemboca en violencia e incluso en terrorismo de Estado. Maniqueísmo presente en todos los fundamentalismos, tantos los religiosos como los poticos (sin olvidar, desde luego, a los de izquierda). Estos locos son los más puros exponentes de la vieja teoría maniquea que establece una división rígida en la realidad, en toda realidad: el Mal Absoluto y el Bien Absoluto. El Maniqueismo predica la intolerancia, la negación de la libertad y el dualismo y en pleno siglo XXI está, desgraciadamente, cada día más presente. Hay que erradicarlo.
Desde los orígenes del movimiento fundamentalista, el principal objetivo de la derecha religiosa, aliada con la derecha neoconservadora, es condenar el humanismo secular, ideología que, a su juicio, está a punto de destruir América, minando su "fibra moral". La expresión "humanismo secular" se refiere al ateísmo, el evolucionismo, el materialismo, el antropocentrismo y el liberalismo. Falwell explicaba el avance del humanismo secular en estos términos: "Hasta hace treinta años, las escuelas públicas americanas servían como orientación y ayuda a nuestros niños y niñas. La Biblia se leía en todas las escuelas de la Nación. Pero la decadencia en nuestro sistema político sufrió una enorme fatalidad cuando la Corte Suprema retiró de las clases la lectura de la Biblia. Nuestro sistema público está ahora perneado por el humanismo secular, que cree que cada hombre es su propio dios y que los valores son relativos. Bajo el presunto propósito de la educación sexual, los libros de texto están pervirtiendo las mentes de millones de estudiantes. Yo creo que la grandeza de América puede atribuirse al Gran Libro, así como a los buenos libros científicos, literarios e históricos que nos han llevado a asimilar los hechos necesarios para construir una gran República bajo la tutela de Dios".
El discurso y la actividad política de estos fanáticos tele-evangelistas se caracterizan por el maniqueísmo con tonos apocalípticos y espíritu de venganza que desemboca en violencia e incluso en terrorismo de Estado. Maniqueísmo presente en todos los fundamentalismos, tantos los religiosos como los poticos (sin olvidar, desde luego, a los de izquierda). Estos locos son los más puros exponentes de la vieja teoría maniquea que establece una división rígida en la realidad, en toda realidad: el Mal Absoluto y el Bien Absoluto. El Maniqueismo predica la intolerancia, la negación de la libertad y el dualismo y en pleno siglo XXI está, desgraciadamente, cada día más presente. Hay que erradicarlo.
1 comentario:
Oso, te faltó comentar del apoyo de estos tele - evangelistas a la política económica de derecha.
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