Mi asesor de cabecera, Jaime Guerrero, me hizo llegar dos interesantes encuestas publicadas en la prensa nacional esta semana. La primera, de María de las Heras (Milenio), Hoy votaría sólo ¡El 34% del electorado! Independientemente de por quienes votaría este exiguo 34%, el dato trascendental, el que debería de preocupar a fondo a nuestros impresentables políticos (pero, por supuesto, no es el caso) es la forma pavorosa en que declina el interés en las elecciones del electorado mexicano. Este desaliento sólo se explica por la franca y, por otro lado, perfectamente comprensible desilusión de los electores con los infames partidos que tenemos.
¡Y vaya que se antoja no asistir a las urnas y evitar así convalidar tanta ineptitud y corrupción! El problema es que luego los políticos, dentro de su cinismo, interpretan la abstención como una especie de "voto de confomidad" con sus despreciables actos. Alguna vez oí al ex encuestador de Zedillo, Ulises Beltrán, ese pedante intolerable que a su vez es el "gurú" del no menos insoportable mamón psudoencuestador Jorge Buendía (quien debería tener los humos menos subidos en atención a que casi fue reprobado en su examen profesional en el Colmex, me consta), decir que la abstención en México se debía a que la gente estaba "conforme" con como se le gobierna. ¡Qué opinión tan burda y tan superficial! El lamentable punto de vista de un hombre perfectamente ignorante de la realidad del comportamiento electoral mexicano. La gente vota cada vez menos en México porque las opciones que se le presentan son deleznables y cada vez es mayor la indignación contra la clase política. Ese es el problema de no votar. Pero votar...la pregunta es ¿Por quien?
La otra encuesta es una prueba fehaciente de que entre la opinión pública prevalece la falta de presencia de los miembros del gabinete presidencial. Son poco conocidos y peor valorados. Los secretarios encargados de las Fuerzas Armadas o en áreas poco conflictivas como Turismo o Relaciones Exteriores suelen ser los mejor calificados, de acuerdo con los resultados de la encuesta telefónica nacional BGC-Excélsior levantada el 4 y 5 de diciembre, pero no es fácil para la población encontrar alguna secretaría que destaque por ser la que trabaje mejor. La mitad no sabe qué decir. No obstante, entre quienes sí logran señalar alguna, la más mencionada es la Secretaría de Seguridad Pública (17%), seguida por la de Educación Pública (9%).
A la opinión pública le resulta aún más difícil designar al mejor secretario. Ninguno alcanza siquiera 10% de menciones. La poca notoriedad de los miembros del gabinete del presidente Calderón se debe a que siguen siendo bastante desconocidos (pero si sólo han pasado dos años, ¿verdad?) salvo contadas excepciones. Por lo mismo, la evaluación que la población hace de su desempeño suele basarse en la percepción sobre el estado de sus áreas de encargo. Se midió el grado de conocimiento que la opinión pública tiene de cada secretario de Estado y del procurador General de la República, así como la opinión sobre su desempeño en una escala que va de muy buena a muy mala. Tal evaluación se consolida en un índice obtenido mediante el recálculo de los porcentajes de opiniones definidas.
Esto es, quienes contestaron con alguna evaluación a fin de que den en conjunto 100% y posteriormente se obtiene el índice promedio según una valoración a esas opiniones en una escala de 0 a 10 (muy buena=10, buena=7.5, regular= 5, mala=2.5 y muy mala=0). Sólo seis titulares de dependencias son identificados por al menos 30% de la población.
Ellos son Josefina Vázquez Mota, de Educación; Eduardo Medina Mora, de PGR; Fernando Gómez Mont, de Gobernación; Alberto Cárdenas, Agricultura; Genaro García Luna, Seguridad, y Javier Lozano, del Trabajo. Cómo estarán las cosas que salvo García (en la) Luna y Lozano, todos los demás captaron al menos 40% de opiniones positivas sobre su labor. Conocidos por apenas algo más de 20% se encuentran Luis Téllez, de Comunicaciones; Agustín Carstens, de Hacienda; Patricia Espinosa, de Relaciones Exteriores, y Rodolfo Elizondo, de Turismo.
Ellos son Josefina Vázquez Mota, de Educación; Eduardo Medina Mora, de PGR; Fernando Gómez Mont, de Gobernación; Alberto Cárdenas, Agricultura; Genaro García Luna, Seguridad, y Javier Lozano, del Trabajo. Cómo estarán las cosas que salvo García (en la) Luna y Lozano, todos los demás captaron al menos 40% de opiniones positivas sobre su labor. Conocidos por apenas algo más de 20% se encuentran Luis Téllez, de Comunicaciones; Agustín Carstens, de Hacienda; Patricia Espinosa, de Relaciones Exteriores, y Rodolfo Elizondo, de Turismo.
La canciller Espinosa y el titular de Turismo son los mejor calificados en este grupo. Finalmente, el resto de los miembros del gabinete es muy poco conocido. No obstante, se tiene una opinión muy positiva de los secretarios de la Defensa y de Marina, Guillermo Galván y Francisco Saynez, respectivamente, en función de lo que se ve que hacen sus dependencias, aunque no se sepa quiénes son sus titulares.
También recibe buenas calificaciones el secretario de Salud, José Ángel Córdova, en tanto, que en el polo opuesto, Gerardo Ruiz Mateos, secretario de Economía, no sólo es un desconocido (11% sabe quién es, y eso que este 11% considera únicamente a los habitantes ¡de su propia casa!), sino que también destaca por ser el titular peor evaluado.
Comparado con noviembre de 2007, algunos de estos funcionarios han avanzado en darse a conocer, por ejemplo, Genaro García (en la) Luna, de SSP, eso sí, a base de escándalos; Eduardo Medina Mora, PGR; Luis Téllez, SCT; Agustín Carstens, SHCP, y Alberto Cárdenas de Sagarpa. Varios han mejorado su calificación entre la opinión pública, como son los casos principalmente de José Angel Córdova, de Salud, y de Juan Elvira, de Semarnat. Algunos obtienen menor nota que hace un año, en particular, el procurador Medina Mora, el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, pero, sobre todo, el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, quien se ubica por debajo de lo alcanzado por su antecesor, Eduardo Sojo, una cota de por si difícil de alcanzar.
¡Vaya gabinete!
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