Recientemente, un artículo de The Economist sostenía que la torre de la televisión china, uno de los proyectos arquitectónicos más interesantes que se hayan concebido en las últimas décadas, era prueba del autoritarismo del Partido Comunista Chino. No hace mucho, aquí, en la ciudad de México, un grupo “ciudadano”, encabezado por la muy antipática opinadora Denisse Desser y que fue hábilmente manipulado por la delegada Gabriela Cuevas, frenó la construcción del proyecto llamado Torre Bicentenario. El argumento de la opinadora era parecido al The Econmist. Ella decía, de manera por demás supina, que la Bicentenario “es arquitectura del régimen autoritario priísta (el cual, por cierto, ya no existe). Ambas proyectos son obra del mismo arquitecto: Rem Koolhaas.
Es cierto que la arquitectura ha sido una de las actividades favoritas de los dictadores para hacer patente su grandilocuencia. Aquí mismo, en este blog, hemos hablado de algunas obrasen nuestra Historia Mundial de la Megalomanía”. Sin mbargo, también es cierto que muy buena parte de las grandes construcciones de las que la civilización se enorgullece son, precisamente, obras que en su momento fueron destinadas a exaltar esa misma grandilocuencia de gobernantes. Esto es cierto desde las Pirámides de Egipto. ¿Por qué ahora asumir esta actitud tan mojigata y estrecha? Sobre todo, molesta que estos comentarios se hagan sobre la obra de un arquitecto de la talla de Rem Koolhaas.
Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944) es el arquitecto más influyente de las últimas décadas. Sus teorías y sus proyectos -desde la Kunsthal de Rotterdam de 1992 a la Casa da Musica de Oporto- son seguidos y analizados con lupa por la profesión. Tras obtener en 2000 el Premio Pritzker le fue concedido en Barcelona el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea-Premio Mies van der Rohe 2005, por su extraordinario edificio de la Embajada de Holanda en Berlín.
En el terreno mediático han tenido mucha repercusión su defensa de lo enorme y también su mirada curiosa hacia el caos como organización urbana. Escritor, antiguo guionista y periodista, Koolhaas se muestra interesado por la combinación de música, cine y llamado diseño de Greenspace, si bien matiza que su relación profesional con la primera es la “creación de espacios para contenerla”.
Koolhaas es todo un agitador cultural. Un delicioso provocador. Se le ha considerado un arquitecto interesado por el concepto más que por la construcción. Hace poco, en una entrevista para El País, comentaba: “Como arquitecto me planteo si hay que romper con una línea de continuidad que viene del pasado, de la historia de la arquitectura, tanto de manera material como del concepto; si no hay que usar el hormigón o el acero porque lo utilizaba Mies van de Rohe. Me siento orgulloso de seguir esa continuidad con el pasado, además de aportar nuevas cosas a esa continuidad”.
Sobre la dialéctica urbana de conservar o innovar, Koolkaas rechaza la disyuntiva: “Al preservar un edificio muchas veces se cae en la falsificación. ¿Hasta qué punto alguien intenta reinterpretar una obra antigua y no da una imagen falsa de esa historia? Al mismo tiempo, intento ver cómo la degradación de esa parte histórica puede ser una nueva manera de interpretar y observar la arquitectura. La decadencia puede ser una forma de interpretar la arquitectura”.
Ahora se habla de un ramillete de arquitectos estrella, empleando el lenguaje cinematográfico. De Koolhaas, también, si bien éste corrige de inmediato. Ha analizado que la economía de mercado ha procurado “unos beneficios increíbles a las estrellas de cine, de la televisión, del deporte, cuyas ganancias siguen creciendo”, pero no así en el colectivo de arquitectos, que ha creado muchas veces las condiciones.
Sobre la arquitectura mediática y su futuro, responde rotundo: “Se me da muy mal mirar el futuro. Creo que la arquitectura sobrevivirá pero que nunca será igual”. Ahora se plantea “ejecutar la arquitectura como una producción cinematográfica”. “Un cliente, productor, ve la posibilidad de hacerlo”, concluye casi sonriendo.
Sobre el macroedificio de la televisión china comentó: Rompe el esquema del rascacielos típico y provoca un movimiento circular entre las diferentes funciones de la emisora. Pekín es una ciudad gestionada con unas reglas muy serias de planeamiento. Por esto es un proyecto importante para nosotros, ya que es un auténtico compromiso con su civilización.
Es una pena que por politiquerías de grillos, melindres de cursis y protagonismos de histéricas la Ciudad de México se haya quedado sin la oportunidad de tener una obra de este trascendental genio.
3 comentarios:
Pues sí, es de dominio público que la cancelación de la construcción de la torre fue politiquera. Y en efecto, sería bueno que México contara con una obra de este señor.
Pero aquí entre nos... ese diseño de la torre, estaba bien feito. En cambio ese de China, está bien fregón.
Mi estimado, conozco a las dos que mencionas en el blog, lo único que puedo decir en defensa de Gaby Cuevas es que se enfrentaron dos niveles de gobierno y prevaleció el nivel inferior.
Es una lista larga de pleitos y el último es el paso del metrobus por la demarcación, donde prevalece el gobierno del DF. ¿Falta de negociación? Son parte de la democracia; el diálogo y la negociación.
Por otra parte; ¿porqué Las Lomas? Si los vecinos ya están hasta el gorro de las transgresiones al uso de suelo. ¿No podría ser en Santa Fé o en el Centro Histérico?
Autoritarismo; era una necedad hacerlo en una demarcación que te es contraria ¿no lo crees?
Bueno, amigos, reconozco que la decisión se omó de manera arbitraria y que el diseño dejaba que desear (parecía muñeco de Tin Larín, según Dehesa, pero creo que ambas circunstancias pudieron haberse mejorado con buena voluntad. Lo que prevaleció fue la grilla encarnizada del "todo o nada", y de eso tiene culpa tanto Ebbrad como Cuevas. Ya aprenderemos algún día a negociar las cosas serenamente y, sí, nuestros gobiernos a no ser tan autoritarios.
¿Merece la Ciudad de México una obra importante para festejar el bicentnario? Sí. Muy bien ¿Qué, un rascacielos? ¿Una estatua en Reforma?, ¿Un aeropuerto?, Yo digo que todo, de ser posible. Sólo se cumplen doscientos años una vez en la vida.
Publicar un comentario